─── 🌟 dos.
En sus encantadores orbes cafés se reflejó el cielo azulado cubierto por algunas nubes blanquecinas, las cuales creaban ciertas formas y él estaba divertido adivinando qué podrían ser.
Hace cuatro noches que no iba al hogar de su pequeña estrellita y vaya que lo extrañaba. Lo extrañaba a él, sus cariños, sus abrazos, sus besos. Extrañaba poder acariciar y besar cada parte de su cuerpo, extrañaba amarlo bajo las sábanas.
Sus padres lo habían regañado una vez más, había hecho llorar a MiYeon por haberla rechazado. No era la única que había estado llorando y sufriendo, claro que no.
Mientras que la castaña sufría porque no la trataba como su pareja, sino como una simple amiga, él sufría por no poder ser quien era gracias a sus padres, de no poder amar libremente a quien quisiera, de ocultar a su novio, la persona a quien realmente quería y amaba con su corazón.
Ciertamente no quería dañar a la castaña, pero era justamente lo que hacía día a día, hacerla sufrir con su indiferencia. ¿Por qué no lo dejaba? ella se merecía alguien que la amara de verdad y no él. Aunque también se preguntaba, ¿por qué no la dejaba? simplemente si le jodía estar siendo aprisionado por sus padres, podía huir y dejar todo aquello. Pero HyunJin no quería que sus padres lo odiaran, no quería y le aterraba la idea.
—Jinnie...cariño. —una dulce voz resonó por todo su cuarto. Reconoció al instante la dueña de aquella voz, se trataba de su abuela. Volteó rápidamente con una gran sonrisa. Se apresuró en ir hacia ella y atraparla entre sus brazos.
—¿Por qué viniste, abuela? —preguntó alejándose de ella para observarla mejor. Siempre mantenía aquella sonrisa que la caracterizaba, su cabello era oscuro como el suyo, aún así algunas canas se podían ver.
—¿Acaso ya no puedo venir a visitar a mi pequeño y adorado nieto?
—Ya no soy tan pequeño. —le contestó. A pasos lentos dirigió a la mayor a su cama para sentarse allí y que no le sea incómodo estár de pie.
—Cierto, haz crecido mucho. Recuerdo como si fuera ayer que te cargué entre mis brazos, eras un bebé muy bonito. Ahora ya no eres un bebé pero sigues siendo muy bonito. —apretó suavemente una de sus mejillas mientras seguía manteniendo su sonrisa.
—Estás mintiendo...
—Eres muy guapo, hay muchas personas que desearían estár contigo. MiYeon es muy afortunada —al mencionarla, HyunJin dejó de sonreír de a poco hasta que finalmente su nívea sonrisa deja de verse—. ¿He dicho algo malo, mi niño?
—No, no... —palmeó las manos de la mayor intentando despreocuparla por su reacción.
—Jinnie...es porque mencioné a MiYeon ¿verdad? —la anciana tomó las manos de su nieto entre las suyas. HyunJin frunció el ceño, su rostro tornándose triste de repente. Esa fue una respuesta afirmativa para la mujer—. Las pocas veces que he venido aquí cuando estaba MiYeon, no vi ese brillo especial en tus ojos cada que la observabas, no vi a ese chico enamorado. No quise decir nada, pero ahora que estamos aquí solos...¿podrías confiar en tu abuela?
—No quiero hablar de eso, abuela —la observó con ojos suplicantes, rogando con la mirada que dejara el tema. No se sentía listo para hablar de eso con su abuela—. Hablaremos de eso en otra ocasión, ¿sí?
La mujer asintió comprensiva. No lo obligaría a decir algo que no quisiera, con el tiempo estaría listo para decirlo con confianza. Aún así sabía perfectamente que él no quería a aquella muchacha, y que también había algo más que sólo eso. No sabía qué era.
—Bien, no te presionaré a que me lo digas —acarició sus manos con cariño mientras le regalaba una sonrisa de labios cerrados—. Cuando te sientas listo yo te voy a oír con todo gusto.
—Gracias, abuela.
El sol finalmente se escondió, dejando todo a oscuras con tan sólo una débil luz perteneciente a la luna acompañado de pequeños puntos titilantes que cubrían todo el cielo.
El rubio no lo había llamado, tampoco le había enviado un mensaje preguntando si iría esa noche. Tal vez o muy probablemente estaba enojado con él por priorizar su falsa y vacía relación con Cho. Su estrellita se estaba hartando de a poco de la situación, y si no hacía algo, lo perdería. No quería que eso ocurriera, ni en su peor pesadilla.
Abrió con cuidado su ventana, procurando no hacer tanto ruido y despertar a sus padres. Desde hace meses se escapaba por las noches para ver a Felix, pero no por ello dejaría de ser discreto al salir.
Aterrizó en el suave pasto. Se levantó con lentitud y fue corriendo de puntitas hacia la valla de madera, las cuales estaban pintadas de azul. Trepó por ellas y se lanzó hacia el otro lado, encontrándose con el duro suelo de cemento.
Suaves toqueteos lo despertaron de su ligero sueño. Había estado mirando una película mientras comía palomitas, por lo visto se había quedado dormido en medio de la supuesta parte interesante.
Dejo el bol cargado de palomitas a un lado y con pereza se levantó del sofá. Caminó hasta la puerta que no quedaba muy lejos y la abrió con lentitud, sorprendiéndose instantes luego al ver a HyunJin frente a él.
—¿Qué...? ¿qué haces aquí? —preguntó asombrado el australiano—. Yo creí que...
—Oh, claro que no —le contestó antes de que al menos terminara su frase. Aunque sabía que mencionaría a MiYeon en ella—. Jamás la pondría primero a ella que a ti.
"Pero si puedes poner a tus padres primero en vez de tu felicidad" dijo para sus adentros. Lo hubiera dicho en voz alta, pero no quería pelear en esos momentos.
—¿Podría pasar o estás molesto conmigo?
—No, hazlo —su cuerpo se hizo a un lado para dejar pasar al mayor.
El mayor se dirigió al sofá rojizo y se sentó allí, Felix imitó su acción, quedando a un lado suyo. No hicieron contacto visual, sólo contemplaron un punto no específico del suelo. Las voces de los protagonistas en la televisión, y las suaves respiraciones de ambos fue lo único que se escuchó durante unos minutos, hasta que el mayor decidió romper el hielo.
—Estrellita... —volteó su cuerpo hacia él, mirándolo con cierta tristeza. Sabe que ya está harto de todo aquello—. Sé que estás molesto, aunque no lo digas. Quiero que sepas que te amo, y...
—¿Hasta cuando...? —masculló sin despegar su vista del suelo. El pelinegro ladeó su cabeza con confusión—. ¿Hasta cuando dejarás de repetir esas palabras y harás algo para demostrar que son verdad? —susurró. Su voz temblaba, estaba inseguro. Ya no sabía si las palabras ajenas eran verdad.
—Yo jamás te mentiría —su mano se posó en su hombro con delicadeza, no obstante, segundos después el menor la apartó con cuidado—. Yo de verdad te amo, pero debes entender que me da miedo lo que mis padres puedan pensar.
—¿Y a ti que te importa lo que ellos digan de ti? por favor, Hwang . Estás lo suficientemente grande como para tener miedo de mostrar quién eres. ¡Ya no eres un niño! —exclamó alterado las últimas palabras.
—No quiero pelear, por favor —suplicó el pelinegro—. Yo...no quiero estár mal contigo.
—HyunJin...estoy harto de esto. Quisiera poder amanecer abrazado contigo, poder darte un beso al despertar, poder hacer el amor por segunda vez en la mañana, poder preparar un desayuno para ambos...hay tantas cosas que quisiera poder hacer contigo y que no se pueden durante la noche.
—Yo también quisiera, créeme. —una de las manos de HyunJin atrapó el mentón de Felix. Lo volteó hacia él para que lo mirase, y no pudo evitar abrazarlo al verlo con los ojos cristalizados a causa de las lágrimas.
Las pequeñas manos del rubio fueron a parar en el pecho de su novio para alejarlo de él. Secó las lágrimas que habían caído y lo miró tristemente, lo que provocó que HyunJin y su estado de ánimo empeoraran mucho más.
—No haces nada para cambiarlo. —se levantó del sofá. Sus pies fueron directamente hacia la puerta por la que había entrado el chico más alto. La abrió, y extendió su brazo hacia afuera, dándole a entender lo obvio. Una vez él mayor estuvo frente al de pecas, este le dijo una ultima cosa—. Haz algo, y ni siquiera por mí...si no por ti, HyunJin.
Empujó al contrario suavemente para que finalmente se largara de su hogar. Cerró la puerta detrás de sí, luego se deslizó por esta hasta el frío suelo. Escondió su pequeño rostro entre sus rodillas a la vez que sus brazos rodeaban las mismas. Se permitió soltar todo lo que guardaba por dentro.
En la mañana se encontró acostado en el suelo junto a la puerta.
17.O1.21
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro