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─── 🌟 cuatro.


Una taza azulada con pequeños dibujos de nubes reposaba en la mesa de la cocina, en ella había un líquido caliente y humeante que desprendía un dulce aroma a chocolate, un deleite para cualquiera.

El pelinegro de gran estatura tomó aquella taza junto con otra que ya tenía anteriormente. Se dirigió a pasos seguros hacia la habitación de su amado novio y en cuanto llegó, abrió la puerta de una patada que por suerte no hizo muchos estruendos.

Allí estaba él, dormido.

La felpuda y cálida manta envolvía el cuerpo del chico, él se acurrucó entre ella buscando aún más calor. Su pequeña cabeza reposaba contra la suave almohada, luciendo tal como un ángel. Respirando delicadamente, sus largas pestañas recayendo en sus mejillas, estas aún pintadas de rosa junto con su tierna nariz.

Él se acercó lentamente a la cama y dejó ambas tazas de chocolate caliente en la mesa de noche que se mantenía a un lado.

Se agachó hasta su altura para escrutarlo hasta no poder más. Todas sus facciones eran absolutamente dignas de ser las de un ángel, del hombre más hermoso del universo. Se sentía tan afortunado. Tan, tan afortunado.

Una de sus manos fueron hacia la mejilla del menor, acariciándola delicadamente con sus dedos, como si se tratara del cristal más frágil, como si tuviera miedo de hacerlo añicos y que ya luego no pudiera repararlo.

Los encantadores ojos del menor empezaron a abrirse, avisando que estaba despertando gracias al toque del chico contrario. Sus brillosos orbes se dejaron ver por completo, dejando maravillado una vez más a HyunJin, que juraba incluso poder ver el universo completo destellando en un show interminable de lucesillas, a través de ellos.

—Hola, dormilón —masculló en un tono que hasta cierto punto era burlón—. Traje el chocolate caliente. —atrapó la manija de la taza y envolvió sus dedos alrededor de ella, la sostuvo en el aire delante de Felix. El dulce aroma llegó hasta sus fosas nasales e inmediatamente se sentó en la cama y le arrebató a HyunJin la taza, para luego empezar a beberla.

El pelinegro sonrió y tomó su taza para empezar a tomar el chocolate también. Estaba un tanto caliente, así que lo alejó de entre sus labios. Miró extrañado a su novio, que seguía bebiendo sin problema alguno.

—¿Cómo puedes hacerlo? —cuestionó con el ceño fruncido.

—No está tan caliente —respondió al alejar la bebida de sus labios, un poco después siguió tomando hasta finalmente terminar—. Estuvo delicioso.

—Es porque lo hice yo, estrellita —le sonrió dulcemente—. Con mucho amor, sólo para ti.

—Eres tan dulce. —colocó la taza de nuevo en la mesa de noche y con sus manos ahora libres, palpó con suavidad las mejillas contrarias mientras que le regalaba una sonrisa. Una de esas sonrisas que lograba derretir por completo a Hwang.

El rubio lo soltó y se hizo a un lado, dejando un espacio vacío allí. Palmeó aquella zona, diciéndole a HyunJin que se sentara a su lado, el nombrado obedeció y se sentó junto a él en la cama matrimonial.

El mayor lo observó, un brillo especial apareció en sus oscuros orbes, viéndose allí el universo repleto de estrellas titilando incansables. Aquel universo titilante en sus ojos que sólo aparecía cuando veía al pecoso, su pequeña y favorita estrella. Él, que siempre que sonreía parecía resplandecer tal como una estrella ferviente e iluminar todo su oscuro universo.

Observó minuciosamente sus mejillas pintadas de bellos puntitos cafés, aquellas pecas perfectamente esparcidas en distintas partes de su encantador rostro. Un pequeño universo estrellado pintado en sus mejillas, que amaba besar cada que podía. Dejándose llevar más por sus sentimientos, llevó sus manos a cada lado de sus cachetes, acariciando estas tal como Felix lo había hecho anteriormente con las suyas.

—Eres absolutamente hermoso, mi estrella. —murmuró con suavidad, sólo para que ambos lo escucharan, y la nívea dentadura del contrarió salió a la luz, ahora más grande.

Se acercó al rostro contrario con paciencia, como si tuviera todo el tiempo del mundo sólo para él, y bajó sus manos para posarlas en su cuello. Sus labios estamparon contra sus adorables mejillas, besando las mismas con cariño y cuidado, acariciando cada pequeño puntito con sus esponjosos labios.

Finalmente, alejándose cada vez más de las pequeñas estrellas en sus mejillas, fue acercándose a los labios contrarios, deseando sentir los labios del chico encajando a la perfección con los suyos, como si ambos fueran rompecabezas que se diseñaron para encajar uno con el otro. En un delicado toque, atrapó los suaves labios del contrario entre los suyos, presionando estos delicadamente en un simple pico, pero que para ellos ya era mucho.

La pequeñas manos de Felix fueron a parar en la oscura cabellera de su novio, enredando sus dedos entre sus hebras azabaches y jugando con ellas en tanto el inocente pico iba convirtiéndose en algo más, pero sin segundas de intenciones en él.

Ambos disfrutaban del beso que compartían, pero tan sólo hasta que una inoportuna canción proveniente del móvil de Hwang los interrumpen y se ven obligados a alejarse del otro. HyunJin gime en queja y toma el móvil que se encuentra en el bolsillo de su pantalón, en la pantalla puede observar que es su progenitora. Antes de contestarle, se pone a pensar en una buena excusa para que le creyese.

—Es mi mamá, Lix.

Él no le dice nada, sólo asiente. HyunJin se levanta de la cama, dejando un vacío espacio al lado de Felix. El de baja estatura contestó el llamado de su madre y esperó a que empezara a interrogarle dónde se encontraba. Y justo como lo dijo, así fue, ella empezó a bombardearlo con preguntas.

—Mamá, mamá, estoy bien, me encuentro en... —por unos segundos quedó en silencio, dudando qué decirle— En la casa de ChangKyun, volveré a casa en cuanto la lluvia pare, quizá eso sea mañana.

Le había mentido a su madre. Eso no era para nada nuevo, claro que no, pero lo hizo frente a Felix y eso lo decepcionó una vez más, que esperaba que tal vez le dijera que estaba con él, con su novio. Pero estaba claro que eso no pasaría, quizá jamás, pero se valía soñar.

Lee no oyó lo siguiente que dijo su pareja, pues estaba más ocupado decepcionándose más por él mismo al pensar que de repente algo cambiaría en aquella relación. Era un estúpido, estaba más que claro que HyunJin no renunciaría a sus padres, que no haría nada por su felicidad. El pelinegro haría lo que sus padres creían conveniente para él. Se estaba resignando, hacerle ver a Hwang que terminaría como un miserable infeliz si no acababa con todo aquel engaño, le parecía simplemente imposible por cada segundo más que transcurría.

—Muy bien, ¿en qué estábamos, Lixie? —intentó acercarse de nuevo al rubio para rodearlo entre sus brazos, pero el mencionado se alejó, dejando a un Hwang desconcertado.

—HyunJin, ¿por qué tienes tanto miedo de lo que puedan decir tus padres? —cuestionó, lo que tomó por sorpresa al de mentón afilado—. ¡Vamos, Hwang! ¡dímelo! ya no te tratas de un pequeño niño con miedo de sus padres y de lo que estos digan.

—Yo amo a mis padres y no quiero perderlos, si no fueran homofóbicos yo no tendría problema en decirlo.

—¿Acaso amas más a tus padres que a ti mismo? ¡Estás intentando hacerlos felices a ellos ¿y a qué precio?, tu felicidad! Maldita sea, HyunJin. Ni siquiera es por mi, sólo intento que entiendas que si no terminas con esta farsa, acabarás siendo un infeliz. ¡Yo sólo quiero tu felicidad, a pesar de que en el futuro no sea a mi lado!, no quiero verte casado con MiYeon y teniendo hijos con ella, sabiendo que ese no es el futuro que tú quisieras para ti mismo.

—Felix...

—Felix nada, mierda. Tú no quieres ese futuro para ti, lo sé. Pero también sé que tú pondrás primero la felicidad de tus padres al verte con una familia "correcta". Y... sinceramente no voy a decir que te entiendo, porque no lo hago. Jamás sentí lo que es ser rechazado por tus padres, porque en realidad, nunca los tuve. —los recuerdos tristes de su infancia carente de unos progenitores que lo amaran inundó su mente, y los sentimientos salieron a flote, provocando que sus encantadores orbes se apagaran y perdieran ese brillo especial y las lágrimas salieran disparadas de sus ojos sin control alguno.

—Lixie, por favor, perdóname —corrió a él y envolvió su pequeño cuerpo entre sus fornidos brazos. El rubio escondió su rostro entre la curvatura de su cuello, pronto sintió esa zona humedecerse gracias a las diminutas gotas que escapaban de las joyas contrarias—. Perdóname por hacerte pasar por esto y hacerte sufrir. Admito que soy un imbécil, no te merezco para nada. Si es necesario yo me alejaré, pero no quiero verte sufrir por mi culpa.

—¿Acaso no comprendes que yo lo único que quiero es que termines con todo esto? Estoy harto de ser ocultado, pero mas harto estoy de que pongas a esos señores antes que a tu felicidad. Haz algo, Jinnie, por favor.

El mayor suspiró con pesadez, Felix tenía razón en todo lo dicho anteriormente. Pero definitivamente no estaba preparando para confesar que era homosexual ante sus padres. O mejor dicho, no estaba preparando para recibir el rechazo que eso implicaría.

12.O2.21

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