『Cʜᴀᴘᴛᴇʀ 18』
Lo que sea que has estado bebiendo te ha vuelto loco.
Sé que has estado sufriendo y sé que soy la razón.
¿Pero no lo sabías, cariño?
Solo los tontos se quedan cuando el amor se ha ido.
❝ Fools — Madison Beer❞
Pero Yoongi no tuvo que esperar mucho para volver a encontrarse con Taehyung.
Pues, en cuanto el jueves llegó, el pequeño Jihoon le pidió a su padre llevarlo al museo, ya que Yoongi se lo había prometido el día anterior. Y las promesas, para Jihoon, eran sagradas; al igual que las mentiras eran más despreciables.
Esa misma tarde Yoongi le había pedido el auto prestado a su padre, quien no se negó en ningún momento. Y, un par de minutos después, él y su hijo subiendo los escalones hacia la entrada al museo. Lugar con el que quedaron fascinados.
—Es mucho más grande de lo que imaginé —dijo Jihoon, sacándole una sonrisa a su padre.
—La próxima semana iremos a la biblioteca, créeme, la adorarás.
—¿En serio? —preguntó el menor con los ojos brillando en ilusión.
—Lo prometo —Con una sonrisa, Yoongi se detuvo para comprar las entradas al lugar, mientras Jihoon esperaba paciente tomado de su mano—. ¿Primero pinturas o estatuas? —preguntó Yoongi en cuanto les dejaron pasar. Logrando captar la atención de su hijo.
Jihoon amaba el arte y la música. Y eso era algo que Yoongi podía entender, lo que no sabía, era cómo, a su corta edad, su hijo se había mostrado tan interesado en ellos. Él había influido un poco, era verdad, pero no como para que Jihoon se involucrase a tal punto del fanatismo.
Chaeyeon no era una fanatica, prefería las series, dramas y películas. Yoongi la música, los manhuas, los libros y los poemarios. ¿La pintura de dónde había salido?
—Estatuas —respondió Jihoon sin dudar, tomando la mano de su padre para no perderse entre el gentío.
Normalmente, él no se sujetaba de Yoongi mientras estaba en lugares así, pero esa era una ocasión especial, ya que habían ido el mismo día en que recién comenzaba una exposición de arte.
Y aunque Jihoon adorara el lugar, odiaba a la gente.
—Vamos, está más vacío por aquí —dijo Yoongi, llevando a su hijo por un atajo entre las personas.
Jihoon había heredado su sensibilidad en el olfato. Y Yoongi no quería que se sintiera incómodo en uno de los pocos lugares en los que se sentía como en casa.
Era cierto que al omega, al principio, no le gustaba ir a los museos, pero en cuanto su hijo le pidió ir a uno, no le pudo decir que no. Más cuando parecía que Jihoon se había enamorado de ese tipo de arte, mucho antes de poder hablar sin trastabillar.
Y Yoongi no sabía cómo tratar con pinturas y un niño de tres años al mismo tiempo, pero con el pasar de los años le había gustado pasar ese tiempo junto a su hijo, hasta podía decir que le había llegado a agradar el olor de la pintura.
Padre e hijo pasaron parte de la tarde buscando sentido a varias estatuas y riendo con las ocurrencias del menor, haciendo tiempo a que la mayoría gente se marchara del lugar. Y cuando eso pasó, no dudaron en ir hacia donde las personas parecían estar interesadas.
Las pinturas no parecían nada de lo que Yoongi no hubiera visto antes, pero para Jihoon eran algo en lo que podría entretenerse por horas mirando cada pequeño detalle. Y esa era la diferencia entre los dos.
Jihoon podía encontrar la esencia de cada una de las obras; Yoongi solo miraba la pintura como un conjunto que no terminaba de entender.
Cuando Jihoon se acercó a la pintura en el centro de la exposición de arte, se quedó quieto como cuando algo realmente le gustaba. Y Yoongi se centró en escucharle sobre lo que más admiraba de la pintura.
Jihoon siempre hablaba mucho cuando la pintura le había encantado. Notaba los colores, o el material con el que habían sido echas, la iluminación y más cosas que a su edad no podía explicar bien, pero que le encantaban.
—Debió llevar horas —murmuró Jihoon.
—Créeme que sí —respondió alguien detrás de ellos.
Padre e hijo se giraron en ese mismo instante. Jihoon sonriente, Yoongi, no tanto.
—¿Cómo lo sabe? —preguntó Jihoon.
Pero quien estaba de pie frente a ellos no respondió, se dedicó a ver a Yoongi, quien le dirigía una expresión de sorpresa.
—¿Cómo lo sabe, señor? —repitió Jihoon, captando la atención de los dos adultos.
—Yo... Yo la pinté —respondió él. Poniendo suma atención al menor.
—¿Pero porqué la pintura no tiene nombre?
—Porque fue una decisión difícil —respondió él—. ¿Te gusta?
—No sabría decirlo. Hay cosas que no termino de entender.
—Eres un niño muy inteligente, ¿cuántos años tienes?
—Casi siete —respondió Jihoon, orgulloso de sí mismo.
—Eres muy grande también. Pero no te preocupes, hay cosas que yo todavía no puedo entender sobre esa pintura.
—Oh... ya veo —respondió Jihoon, regresando su mirada al cuadro.
El silencio perduró por un par de segundos. Mientras Yoongi trataba de mantener su mirada serena y su aroma a raya.
—Creí que no volveríamos a vernos... —susurró él hacia Yoongi, quien respiró profundo hacia sus adentros.
—Sabes lo que pienso sobre eso —respondió, firme.
—Cuando te fuiste de mi departamento, yo...
—Dejaste muy claro lo que querías, no tenía porqué quedarme.
—Yoongi, por favor...
—Kim. No. Déjalo por la paz.
—¿Él es... nuestro...? —susurró con los ojos brillantes hacia Jihoon, quien, dejó de prestarle atención desde que había vuelto a ver el cuadro.
—No es nuestro, Kim. Es mío. Yo lo tuve, yo cuidé de él.
—Sé que... Por favor, solo... hablemos, ¿sí? Quiero discul...
—Hablemos entonces —interrumpió Yoongi con calma—. ¿De qué quieres hablar? ¿Sobre cómo preferiste tu carrera en ascenso o sobre...?
—Sobre cómo has estado, quiero hablar sobre nuestro hijo, sobre... —interrumpió él, con una sonrisa melancólica.
—No es... —Un suspiro detuvo su frase—... Te pedí que no te volvieras a acercar a mí —respondió Yoongi, manteniendo su voz baja y calma.
—Yoongi, por favor...
—Taehyung, no. No quiero verte. Te lo dije antes y te lo digo ahora. No es tuyo, tú lo decidiste así.
—Solo quiero disculparme...
—Es muy tarde para eso, Kim —respondió Yoongi—. Estuve casi dos meses esperando. Pero no hubo ni un solo mensaje o alguna llamada. No hubo nada. Y no planeaba arrastrarme hacia ti después de todo lo que dijiste, después de cómo me hiciste sentir.
—Yoongi, te estoy pidiendo perdón —susurró Taehyung.
—Pues no te perdono —respondió Yoongi casi como un impulso—. Y si no te importa, tenemos que irnos.
—No puedes hacer esto, es mi hijo también, tengo...
—Cariño —dijo hacia Jihoon, tomandole del hombro, sacando al niño de su ensimismamiento—, es hora de irnos.
Jihoon se giró, solo para ver cómo su padre le sonreía suave y el alfa a su lado se limpiaba los ojos con disimulo.
Yoongi no dijo nada cuando se alejaron por el gran pasillo hasta la entrada. Y el menor no pudo evitar girarse para ver cómo el extraño señor le despedía con un suave movimiento de mano y una sonrisa temblorosa.
Jihoon no dijo nada hasta que llegaron al auto de su abuelo, sintiendo hasta ese momento el aroma amargo de su padre.
—Gracias por haberme traído, papá —dijo Jihoon, sonriente. Ya que Yoongi siempre sonreía cuando él lo hacía.
Pero Yoongi apenas sonrió y Jihoon se sintió extraño. Su papá estaba bien hasta que ese señor había aparecido. ¿Qué había pasado? Debió de haber puesto más atención a ese extraño, en lugar de volver a centrarse en la pintura.
Sabía que había gente mala caminando por ahí, pero no creyó que también la hubiera en los lugares que parecían muy seguros, como el museo.
Por eso no dijo nada mientras se subía al asiento trasero del auto.
—¿Papá, estás bien?
—No te preocupes. Solo estoy un poco triste, eso es todo —admitió Yoongi—. ¿Te parece si pasamos por un helado?
Jihoon asintió mientras su padre le abrochaba el cinturón de seguridad. Él siempre le decía que ya estaba grande y que podría hacerlo por sí mismo, pero le dejaría hacerlo porque no quería hacer sentir aún más triste a su papá.
—¿Crees... que él pintó el cuadro? —Jihoon se atrevió a preguntar, mientras Yoongi entraba al auto en el asiento del piloto.
—Tal vez sí... —dijo Yoongi abrochándose el cinturón de seguridad—... o tal vez solo buscaba una excusa para hablarnos. —Yoongi encendió el auto y salió del estacionamiento, esperando que Jihoon olvidara a Kim y la pintura muy pronto.
—¿Crees que pueda llegar a pintar así algún día? —murmuró Jihoon, mirando por la ventana.
—Solo si así lo quieres —respondió Yoongi, dedicándole una sonrisa por el espejo retrovisor.
A su hijo le gustaba mucho esa frase. Yoongi se la repitió a sí mismo hace mucho tiempo cuando quiso dejar el alcohol.
Taehyung por otro lado, se había quedado inmóvil frente al cuadro que él había pintado, pero había decidido no dar nombre porque si lo hacía, las personas no serían imparciales con él, mientras pensaba en todo lo que había querido decir, pero Yoongi no le había permitido.
—¿En qué estaba pensando? —Se preguntó en voz baja—. Debí haber sabido que era inútil intentarlo... Pero yo... —Taehyung vaciló—... Yo te sigo amando. —dijo a la nada, con esperanza.
Haberse acercado a Yoongi no le había ayudado mucho. Solo le había visto de cerca y había visto mejor al pequeño que le acompañaba. Quitándole de encima la duda que le carcomía en cuanto los vio. Pero no había ocurrido nada más.
Él pensaba que Yoongi sería una persona diferente a la que él se había enamorado. Pues, lo había reconocido en la distancia y una chispa se había encendido en él como si la oportunidad de hablarle hubiera sido lo mejor que le hubiera pasado en los últimos años.
Pero Yoongi parecía ser el mismo que salió de su departamento hacía años atrás. Cosa que no le dejaba margen para poder enmendar sus errores. Ni de demostrar lo arrepentido que se encontraba.
De todas formas, no quería, ni planeaba, darse por vencido. Él no era el mismo y había aprendido de sus errores, por eso deseaba poder hablar con Yoongi.
Y si se lo volvía a encontrar, no dudaría en decir todo lo que guardaba en su interior. Para bien o para mal.
「◖⚘◗」
Actu de medianoche, yei. Es corto, lo sé, pero lo es porque tengo sueño y no podía sacarme este capitulo de la cabeza, así que mejor lo escribí de corrido. ^^
Mañana con más calma lo reviso y edito. Ojalá no se me olvide.
Nos vemos pronto, mis amores. <3
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