『Cʜᴀᴘᴛᴇʀ 22』
Porque siento el tirón, el agua está sobre mi cabeza...
Tengo fuerza suficiente para una vez más,
alcanza mi mano por sobre la marea.
Tomaré todo lo que tengas si solo pudieras lanzarme una línea.
Debí haberte amado mejor...
¿Crees que ahora es momento para dejarlo ir?
❝ Backslide— Twenty One Pilots❞
Kim Taehyung despertó temprano, dispuesto a aprovechar su día libre. Tal vez iría a almorzar fuera o disfrutaría del día soleado que la vida le regalaba, pero, en su lugar, solo se dio una ducha y fue directo a la televisión con una taza de té en la mano.
Podría haber hecho mil cosas, pero no tenía el ánimo suficiente ni siquiera para hacer un almuerzo simple. Tal vez, por la tarde, iría a ver a sus sobrinos y se pondría al día con su cuñado, o tal vez solo se quedaría en casa a sumirse en la miseria que, como una bruma, rondaba su apartamento.
Con un suspiro y dolor de cabeza, se sentó en el sofá, dispuesto a ver cualquier cosa que se le pusiera enfrente, ya que tampoco estaba de humor para ser selectivo.
El día anterior, había tomado demasiado alcohol, el suficiente como para hacer que su lobo dejara de molestarlo durante toda la noche. Taehyung nunca antes había bebido tanto en toda su vida, pero sentía que necesitaba hacerlo.
Llevaba un par de días sin poder hacer nada bien durante sus ensayos debido al cansancio que le generaba tener una vocecita en la cabeza que le recordaba todo lo que había hecho mal, dejando de lado todo lo bueno que había logrado en ese mismo periodo de tiempo.
Pero Taehyung ya había aceptado que había cometido muchos errores, solo que no sabía cómo remediarlos.
Y uno de ellos lo atormentaba más que cualquier otro: el error de haber perdido la oportunidad de crear una familia. De haber estado con quien proclamaba como el amor de su vida y su hijo.
Su equivocación había sido tan grande, que el omega no quería ni escuchar lo que tenía que decir. Taehyung lo había arruinado en grande y no sabía cómo arreglarlo.
Aunque, bueno, Yoongi había sido justo y le había dado la oportunidad de disculparse, dejándole claro que no lo había perdonado. Y estaba seguro de que no sería tan fácil conseguir el visto bueno del omega.
Según lo que Taehyung había entendido, para Yoongi, las acciones valían más que las palabras.
Pero, para el alfa, eso ya era un problema muy grande, ya que nunca antes le habían hecho pedir perdón con acciones. Siempre que decía "lo lamento, perdóname", todo parecía remediarse en menos de cinco minutos.
¿Por qué Yoongi tenía que ser diferente en todo aspecto?
Cuando estaban en la universidad, para Taehyung, Yoongi se diferenciaba de todos por sus modales desacordes, por su fuerza, la cual dejaba a alfas inconscientes, por su forma tan distintiva de hablar y por mil cosas más que si Taehyung comenzaba a enumerarlas, nunca terminaría.
Porque, a pesar de los años, Taehyung seguía enamorado de Yoongi. No solo por el lazo que compartían, sino por el tiempo que el alfa había dedicado a enamorarse de Yoongi. Había pasado días y noches pensando en su aroma, su forma de ser, actuar y hablar. Taehyung había estado tan enamorado que se había atrevido a mandar decenas de cartas a Yoongi solo con el afán de obtener su atención. Cosa que había salido demasiado bien a su parecer, solo que no había terminado como él hubiese querido.
Taehyung había querido ser partícipe del embarazo de Yoongi, aun cuando el hijo que esperase no fuera suyo. Pero ese fue el problema: ese día, había pensado que el niño no era suyo y Yoongi pretendía hacerle creer que sí. Por ello su lobo se había enfadado y lo había puesto a la defensiva.
Yoongi era el amor de su vida, pero el alfa lo había arruinado todo con un par de palabras en un momento acalorado. Se había sentido atacado, no solo con la idea de Yoongi obligándolo a hacerse cargo de un bebé que no era suyo, sino por las cosas que conllevaba. Su carrera musical, su carrera universitaria, todo se vería afectado a largo plazo. Y él solo había querido pensar todo con la cabeza fría, pero en ese momento, apenas había comenzado a poner su vida en balance y todo pareció desmoronarse con la simple idea de tener un hijo.
Taehyung, no había podido ver soluciones hacía un par de años, pero con el tiempo, se había dado cuenta de que no todo era tan grave como su mente lo había hecho parecer.
Yoongi era un omega preparado y capaz, con una familia y muchas amistades. Taehyung también tenía una familia que lo apoyaba en todo. Podrían haberlo hecho funcionar desde el principio.
Pero él se había acobardado, y Yoongi no merecía un cobarde a su lado... por eso no lo había buscado después de eso. Y cuando finalmente lo había intentado, Yoongi ya no estaba más en el país.
No tenía cómo encontrarlo, Byulyi le había dado la espalda. Y ella era la única forma que Taehyung tenía para contactar con Yoongi. Entendía a Byulyi, ella era una de las mejores amigas de Yoongi y creía fielmente en el omega. Taehyung no era nadie para ella, solo el hermano de la esposa de su hermano menor. Nada más.
Taehyung y ella no compartían un vínculo como para que ella lo ayudara a contactar con Yoongi. Tampoco como para que abogara por él.
El alfa sabía que Yoongi no quería oírlo hablar, ni que le pidiera perdón mil veces. Yoongi no era alguien de palabras; la única forma de que lo perdonara era demostrarle lo arrepentido que estaba.
Y eso era algo que nunca antes había hecho. Aun estando en la industria de la música durante casi seis años, siempre que la compañía le hacía saber de algún error, él solo tenía que salir, hablar, pedir perdón públicamente y seguir como si nada hubiese pasado.
Pero con Yoongi no funcionaba así.
Taehyung había creído que, después de tanto tiempo, Yoongi lo había perdonado. Pero no había sido como él esperaba.
También había creído que, con el tiempo, habría superado los sentimientos que guardaba hacia Yoongi y se habría enamorado de alguien más, o, en cambio, nunca se habría vuelto a enamorar. Habría continuado con su vida, así como probablemente Yoongi habría hecho con la suya.
Pero, había visto de nuevo esos ojos que lo habían atrapado desde el minuto uno, cuando apenas tenía veinte años, y había rememorado cada pequeño sentimiento como si hubiese sido apenas ayer la última vez que lo había visto.
Taehyung era consciente de que cabía la posibilidad de que Yoongi no se enamorara de él jamás, pero lo que más deseaba era que lo perdonara y que le dejara pasar tiempo con su hijo. Tener a Yoongi como pareja no era su prioridad; lo que quería era recuperar el tiempo perdido, con él y con su hijo. Poder obtener su perdón y convivir sin que parecieran enemigos.
Porque sí, Taehyung estaba seguro de que Jihoon era su hijo.
Su cabello castaño ondulado estaba presente en el pequeño y había visto sus mismos lunares en el rostro del niño. No necesitaba más pruebas que esas.
Tal vez, hacía siete años, habría temido el hecho de ser padre, pero, en ese momento, solo quería pasar tiempo con su hijo. Aun cuando no pudiera estar románticamente con Yoongi.
Él había entendido que, tal vez, la luna no los había hecho para que vivieran una historia de amor en esta vida, sino para que pasaran su tiempo juntos, como las almas gemelas que eran. Podría ser la pareja destinada de Yoongi, pero eso no significaba que el omega tenía que estar con él obligatoriamente. Y Taehyung ya había aceptado esa idea.
Lo único que quería era que los dos fueran felices, sin importar nada más.
El celular de Taehyung vibró en su bolsillo y el alfa, con pereza, contestó la llamada.
—¿Qué? —preguntó él, ya que había visto que era su hermana.
—Adivina quién está en mi casa —respondió ella con aire altanero.
—No soy adivino.
—Los Min. —Taehyung por poco derramó su té—. Sungjin los invitó a almorzar. Dice que es para darte una oportunidad, ya sabes, para charlar, convivir y ajá.
—¿Hicieron esto por mí? —dijo Taehyung emocionado, su dolor de cabeza parecía haber desaparecido.
—Yo no movería un pelo por ti; él lo hizo. Así que si no lo aprovechas, eres un imbécil.
—Gracias, hermanita —respondió Taehyung, apagando la televisión y yendo a su habitación para cambiarse de ropa.
—Si lo jodes, te expongo en todas mis redes —dijo ella, aunque en realidad le estaba deseando mucha suerte.
—Yo también te adoro. Nos vemos en veinte.
—Nah, estoy en el trabajo. Cuídate.
—Cuídate —repitió el alfa y terminó la llamada.
Bueno, tal vez sí aprovecharía el día, después de todo. Pues, en menos de veinte minutos, estaba en casa de su hermana, tocando la puerta con los nervios a flor de piel.
Había intentado verse casual, no tan formal ni tan vagabundo. Aun así, se había arreglado el cabello y se había puesto un poco de bálsamo en los labios para que no se vieran tan resecos.
Sus manos temblaban y sentía que no podría formular una sola palabra sin tartamudear. Estaba visiblemente nervioso. Tal vez peor de lo que había estado la vez que almorzaron juntos en casa de la madre de Byulyi.
Se había mentalizado en querer hacer las cosas bien, en decir las palabras correctas, en hablar lo menos posible y demostrar que realmente quería que Yoongi lo perdonara.
Aun así, no esperaba que fuera el mismísimo Yoongi quien le abriera la puerta.
Sus ojos negros se sintieron como una puñalada al corazón de Taehyung. Él se veía tan etéreo a los ojos del alfa que sentía que había cometido el peor error de su vida al dejar ir a Yoongi ese día en su departamento.
Se arrepentía de haber dicho cada absurda palabra que había salido de su boca ese día. Amaba a Yoongi, ¿por qué había dicho tales estupideces? Ni siquiera él lo entendía.
—Hola —susurró Taehyung, casi sin aire, sorprendiéndose a sí mismo de poder hablar sin tropezar las palabras.
Los oscuros ojos del omega y su aroma a frambuesas lo dejaron pasmado. Yoongi se veía mejor que el día en que lo conoció, había algo en él que lo hacía ver más atractivo. Y Taehyung no podía descifrar qué era.
—Hola... —respondió Yoongi, tal vez casi igual que el alfa. Taehyung no era adivino, él mismo lo había dicho, pero sabía que no debía hablar de más si quería que Yoongi no se fuera rápido de allí.
Sin saber que Yoongi, por primera vez, no quería salir corriendo del lugar. El omega tenía una tríada de sentimientos corriendo de aquí para allá en su interior, era cierto, pero no pensaba escapar de ellos como un cobarde, pensaba hacerles frente. Estaba enojado, triste y ansioso. Pero no tanto como para impedir que Jihoon, quien había manifestado deseos de conocer formalmente a Taehyung, interactuara con él.
Taehyung era un mar de nervios; Yoongi podía olfatearlo desde donde estaba. El alfa sabía que la última vez que habían estado tan cerca, nada había salido bien y Yoongi se había ido con Jihoon de la mano.
—¿Puedo...? —Taehyung dudó. Pero Sungjin apareció detrás de Yoongi al ver que ninguno de los dos se movía.
—¿Tae? Oh, creí que tu día libre era hasta mañana —dijo Sungjin con modestia—. Claro, pasa, ven. Estábamos justo a punto de almorzar.
Yoongi, visiblemente afectado, se hizo a un lado y dejó al alfa pasar.
—Gracias... —susurró Taehyung, viendo a Jihoon jugar con su sobrino de apenas tres años—. No sabía que tenías visita, debí haber llamado antes —mintió con un visible sonrojo en las mejillas.
—No te preocupes, ven —dijo el omega hacia Taehyung—. Él viene a ver a sus sobrinos cada que tiene día libre —dijo esta vez hacia Yoongi, quien asintió y los siguió hasta donde estaban los niños.
Chaeyeon, quien se había puesto de pie, saludó a Taehyung de manera educada mientras veía a Yoongi, esperando que él le pidiera irse, pero no fue así. Él solo negó con la cabeza y fue a sentarse junto a ella.
—Señor Kim, creí no verle de nuevo —saludó Jihoon, su emoción fue algo que Yoongi no pudo evitar notar, pero el niño siguió sentado en el suelo—. ¿Sabe usted que aparece casi a diario en las noticias? —dijo al ver a Taehyung de cerca. Aunque estaba feliz de poder volver a verlo, un deje de nerviosismo estaba presente.
No era como cuando lo conoció por primera vez, creyendo que era un simple pintor anónimo, o cuando lo vio por segunda vez en casa de Byulyi. En ese momento, era consciente de que el adulto frente a él era su padre. El que creyó muerto debido a una mentira piadosa de su tía y por el mismo que nunca se atrevió a preguntar a su padre por temor a hacerle llorar.
Al mismo que, al llegar a Seúl, quiso convencerse de que no necesitaba conocerlo. Jihoon había pensado que Kim Taehyung era una mala persona que no merecía ser llamada "papá". Pero tener una pseudo idea de él no era lo mismo que verlo frente a él. Taehyung no parecía una mala persona. Tal vez sí como alguien que tomaba malas decisiones, pero no como alguien malo.
Era muy alto y a Jihoon eso le parecía ciertamente gracioso.
Taehyung, con una enorme sonrisa, se acercó al niño. No entendía cómo un alguien de su edad podía hablar con tanta naturalidad con él. Aunque, bueno, él nunca había tenido la oportunidad de interactuar con niños de su edad. Jihoon parecía comportarse como un niño más grande y no sabía si eso era bueno o malo.
—¿Miras mucho las noticias? —preguntó Taehyung. A esa edad, ¿los niños no veían dibujos animados o cosas así?
—No estoy acostumbrado a ver los programas infantiles de Corea del Sur —respondió el niño con una sonrisa que demostraba su nerviosismo.
—Vaya, eso es nuevo —dijo Taehyung, sonriéndole de la misma forma—. ¿Y qué están diciendo los noticieros? —preguntó Taehyung, agachándose a la altura del niño.
—Que tiene usted una novia muchos años menor que usted —dijo Jihoon, como si fuera un secreto.
—Mentira. No tengo novia, ni novio, ni nada —Taehyung respondió con un tono neutro, con la intención de que Yoongi lo escuchara, ya que necesitaba hacerle saber que no había nadie involucrado románticamente con él.
—Papá dice que los medios de comunicación viven de los chismes.
—Tu papá no miente —dijo Taehyung viendo hacia Yoongi, quien giró a verlo en ese mismo instante.
—¿Quieres jugar con nosotros, señor Kim? —preguntó Jihoon con la mirada fija en Taehyung, viendo las similitudes que compartía con el mayor.
—¿Qué vamos a jugar?
—Jugarán más tarde —dijo Sungjin—. Ahora vamos a almorzar. ¿Nos acompañas, cuñado?
Taehyung asintió, observando al trío de omegas. Era el único alfa en el lugar y se sentía pequeño de alguna forma. Pero olvidó todo cuando Jihoon tomó su mano para ponerse de pie. Ese simple gesto le hizo sentir un cálido confort en el pecho.
El hecho de que Jihoon se hubiera sostenido de él para levantarse del suelo le hizo sentir útil de alguna forma. Y su lobo no dudó en hacérselo saber. Se sentía feliz, mucho.
En cuanto llegaron al comedor, Taehyung ayudó a servir los platos bajo la atenta mirada de Chaeyeon. Parecía que a ella no le agradaba demasiado, al menos eso fue lo que el alfa interpretó, ya que sentía su mirada como cuchillos atravesándole hasta el último rincón de su alma.
Sungjin se sentó a su lado en la mesa, mientras los Min se sentaron frente a ellos. Taehyung tuvo que ayudar a Sungjin a alimentar a su sobrino mayor, y Yoongi no pasó por alto eso. El alfa parecía estar presente en la vida de sus sobrinos, al menos cuando sus días libres se lo permitían. Ya que el pequeño de tres años reía mientras Taehyung le ayudaba a comer.
Jihoon, en cambio, tenía problemas para usar los palillos. Algo que hacía sonreír a Yoongi.
—¿Y así te atreves a presumir que eres coreano? —dijo Chaeyeon con una risa hacia Jihoon, quien luchaba por sostener los palillos de forma correcta para poder agarrar suficiente comida.
—Son difíciles —renegó Jihoon.
—Déjame ayudarte —susurró Yoongi sin dejar de sonreír.
—Si cada vez que comemos en casa, prefieres los tenedores, es obvio que vas a tener problemas con los palillos —bromeó Chaeyeon.
Sungjin, quien alimentaba a su bebé con un biberón, se giró hacia los Min.
—¿Quieres que te traiga un tenedor? —preguntó Sungjin a Jihoon, quien, apenado, solo bajó la cabeza.
—Puedo con ello, no es necesario.
—¿Dónde están? —preguntó Taehyung, levantándose de la mesa.
—En serio, no es necesario —dijo Jihoon, con sus orejas rojas de la vergüenza.
En casa de Byulyi, todos habían comido con tenedores, por lo que no había sufrido, pero en casa de Sungjin, se sentía diferente, él no había tenido eso en consideración, así que se sentía mal al hacer al omega ir a buscarle un tenedor.
—Está bien —dijo Taehyung—. A mí también se me dificultan los palillos.
Taehyung mostró su mano, tenía una herida en sanación entre sus dedos, por lo que Jihoon asintió aún apenado.
Con indicaciones del dueño de casa, trajo dos tenedores y le pasó uno a Jihoon, quien miró a Yoongi con pena.
—Prometo aprender a usarlos —susurró.
—Aprenderás con el tiempo —dijo Yoongi sonriente, arreglando el cabello de Jihoon, quien se sintió menos apenado al ver que Taehyung también comía con tenedor, al igual que él.
Taehyung le dirigió una sonrisa, y Jihoon la correspondió de la misma forma.
Al terminar el almuerzo, Sungjin insistió en que se quedaran un rato más, ya que había preparado un postre para después.
Jihoon, emocionado, se acercó directamente a Taehyung y le preguntó si podían ver la televisión juntos. El alfa, con el corazón palpitando de alegría, aceptó casi de inmediato.
Y, en cuanto pusieron el programa infantil y Jihoon se sentó a su lado, Taehyung sintió que así debió haber sido desde un principio. Que no debió haber huido de sus responsabilidades, que si hubiera sido un poco más maduro y le hubiera dicho a Yoongi que podrían encontrar soluciones sobre la marcha, no habría sufrido tanto como lo había hecho en los últimos años.
—Señor Kim —dijo Jihoon, viendo la pantalla. Taehyung se giró de inmediato.
—Dime tío Taehyung —dijo él como un impulso, no quería que Jihoon le llamara tío, pero por lo menos deseaba empezar con algo.
—¿Tío? —preguntó el menor, mirando a Taehyung casi de inmediato—. ¿Por qué debería llamarle tío? —Jihoon sabía lo que hacía y lo que decía.
—Bueno... Es más cercano, digo... No soy un extraño...
—Seguiré llamándole señor Kim, ¿sabe? No podría llamarle tío sabiendo que usted es mi papá.
Taehyung sintió un escalofrío recorrerle desde la cabeza hasta la punta de los pies.
—¿Cómo...?
—Usted mismo lo dijo, mi papá no miente. —Con una sonrisa inocente, Jihoon volvió su mirada al televisor.
Taehyung, pasmado, miró a Yoongi a un par de metros de distancia, riendo por algo que había dicho Sungjin. Él se veía tan cómodo que pensar que no le incomodaba tenerlo en la misma habitación era un avance, aunque no lo pareciera.
—¿Cuánto tiempo llevas sabiéndolo? —preguntó Taehyung hacia el niño, realmente avergonzado.
—Un par de semanas. Antes no me atrevía a preguntar porque creía que estaba muerto, señor Kim. Y cuando mi padre me dijo que no era así, me sentí realmente ofendido. ¿Vivo y no con nosotros? Eso fue un golpe bajo, no quería ni conocerle. Entiendo que haya tenido sus razones, papá me dijo que usted estaba muy ocupado. También que ni siquiera sabía que yo existía. Pero luego, cuando lo vi en casa de la tía Byul, supe que había algo en usted que decía que quería regresar con mi papá o pedirle perdón por las cosas feas que le dijo hace mucho.
—Eres muy inteligente —susurró Taehyung—, entiendo que estés resentido.
—No estoy resentido, señor Kim. Estaba enojado, sí, pero solo fue un berrinche.
—Pero Yoongi te dijo sobre...
—Papá es una buena persona, no me miente, pero hay ocasiones en las que tampoco me dice toda la verdad. No sé qué cosas feas se dijeron, por ejemplo. Pero papá es papá. Me dedica tanto tiempo que mis compañeros dicen que estoy consentido. Me deja leer, ver la televisión, jugar videojuegos, escuchar la música que me gusta. Me ayuda cuando tengo pesadillas y creó una rutina para mí, ya que tiendo a olvidar hasta lavarme los dientes. Me ayuda cuando tengo que estudiar y siempre está para mí cuando necesito ayuda con mis tareas. Me regaña si me porto mal y me enseña a entender cómo me siento.
—Suena como si se esforzara mucho por ti... me... me hubiera gustado estar con ustedes en todo eso —dijo Taehyung con una sonrisa en su rostro, inconsciente de la mirada que Jihoon le dirigía.
—Todavía puede estarlo, señor Kim.
Taehyung no podía creer que un niño de seis años y poco más le dijera eso. ¿Qué se supone que comen y ven los niños de hoy en día? A esa edad, él todavía dependía de su madre para que dijera la mayoría de las cosas que él pensaba.
—¿Quieres que lo esté? —preguntó él, con el corazón en la mano.
—¿Yo? Claro. ¿Usted quiere? —preguntó Jihoon de vuelta. Regresando la mirada al televisor.
La pregunta le tomó desprevenido. Claro que quería estar con Yoongi y con Jihoon. Era lo que más deseaba en ese momento.
—Sí —respondió—. Me encantaría estar con ustedes.
—Pues hable con papá —Jihoon se encogió de hombros—. Yo soy fácil de convencer, papá no tanto.
—No creo que sea...
—Tío Sungjin —llamó Jihoon—. El señor Kim accedió a contarme un cuento, ¿tienes alguno que nos puedas prestar?
—Claro, ven, vamos —Sungjin sonrió hacia Jihoon—. Permíteme un segundo. Chae, ¿me ayudas a llevar a Lia a la cuna, por favor? —dijo, tomando a otro niño en brazos.
Chaeyeon, sin dudarlo, cargó a la bebé, estaba cansada de fingir que estaba cómoda a la par de Yoongi quien no dejaba reprimir su aroma. Ella sabía lo que significaba. O Yoongi estaba enojado o estaba sobre pensando algo al punto de necesitar reprimir su aroma para tener con qué distraerse. Por más desconfianza que le tuviese a Taehyung, ellos dos necesitaban hablar. A solas.
Y así fue como dejaron a Yoongi y Taehyung en la sala de estar.
El alfa se removió en el suelo, nervioso. Yoongi solo cruzó las piernas en el sofá. No estaban tan lejos, pero sentía que el espacio entre ellos era agobiante.
—Así que ¿un cuento? —preguntó Yoongi, rompiendo el silencio entre ellos.
—Un cuento... —susurró Taehyung.
—Si esta es tu forma de redención, no va a funcionar.
—¿Redención?
—Mira Taehyung, es obvio que viniste a propósito. Nadie aparece en casa de su cuñado así de arreglado solo porque "viene a ver a sus sobrinos".
—Yo...
—Entiendo que seas una figura pública y eso, pero seamos realistas, viniste preparado para la ocasión. ¿Quién te dijo que estaríamos aquí?
Después de un corto silencio, Taehyung recordó porqué llamaban a Yoongi "espanta alfas" en la universidad. Él realmente tenía presencia, su voz, su aroma, su postura gritaba que quien dominaba esa situación era él, nadie más. Y Taehyung no podía evitar ponerse aún más nervioso al darse cuenta de que seguía profundamente enamorado del omega frente a él.
—Mi hermana... Ella... no sabe lo de nosotros —mintió, pero Yoongi ni siquiera se dio cuenta de ello—. Creyó que podríamos hacer una linda pareja —El omega bufó.
—Era obvio. "Una linda pareja". Si solo supiera que somos destinados.
Yoongi se cruzó de brazos y Taehyung no podía pensar más allá del temblor en sus manos. ¿Por qué de repente se sentía más sentimental que otros días? Quería salir corriendo de ahí. Yoongi se miraba demasiado imponente ante él, parecía que en cualquier momento lo dejaría noqueado en el piso y Taehyung no podía pensar en nada más que eso.
—No te pido que tengamos una relación, Yoongi... —Se atrevió a decir—. Solo te pido tiempo con mi hijo... Sé que puedo llegar a sonar como un completo hipócrita después de lo que te dije hace años en mi anterior departamento, pero cambié. No soy el mismo idiota que conociste, lo prometo. Solo dame la oportunidad de pasar tiempo con Jihoon, de conocerlo. Es lo único que te pido. Por favor...
Yoongi pareció pensarlo, aunque la respuesta que tomó no parecía agradarle del todo.
—¿Cuándo tienes días libres?
La respuesta tomó a Taehyung desprevenido. No creía que Yoongi hubiera accedido, por lo que sin dudarlo dijo:
—Pasado mañana. Y- y podría tomarme unos días más si lo hablo con mi...
—Pasado mañana, en el parque frente a la biblioteca cerca del museo nacional. A las tres de la tarde. Lleva algo para leer, golosinas y una manta. A Jihoon le gusta leer en el parque, y luego le gusta jugar a la pelota. Ni se te ocurra llevar cuentos para bebés. Le gustan las fábulas y leyendas que no involucren niños. Y no llegues con resaca.
—¿Resaca...?
—Todavía puedo oler el alcohol en ti. —Yoongi interrumpió, su mirada seguía fría, sus brazos estaban cruzados y Taehyung creía que moriría de vergüenza en ese mismo momento.
¿Por qué Yoongi tenía ese efecto en él? Lo dejaba con las defensas bajas y con el sentimentalismo a flor de piel.
De todas formas, le había dado una oportunidad y eso era lo único que importaba a esas alturas. Aunque sintiera que sus manos temblaban y su corazón latía desbocado en su pecho, tenía una oportunidad y no pensaba desaprovecharla.
Dato curioso: Jihoon está inspirado en el hijo de uno de mis primos. Solía darle clases de matemáticas cuando él estaba en segundo grado y tenía la misma edad que Jihoon en esta historia. Ahora él tiene nueve y ya no le veo tanto como quisiera. Pero nunca nos aburríamos al hablar. Yo tenía casi veinte en ese entonces, pero parecía que él también ya que podría hablarle de cualquier cosa y él hablaría como si de un adulto se tratase. Fueron buenos tiempos, pero ya no me llevo tan bien con mi primo. :(
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro