Día 19 Belleza

Tres cuartas partes de su sueldo se ha gastado en maquillaje.

Cada mañana, antes de ir a trabajar, se levanta 3 horas antes de su salida para arreglarse.

Decir que usa una espátula no es exageración. La usa para moldear su nariz ya que no le gusta la propia. Suficiente ha tenido en su antigua vida de colegio como para permitirse que sus pretendientes del ámbito laboral le vean con su horrible nariz, dicho sea de paso, solo a ella le parece horrible. Eso es por el simple hecho de no verse como piensa que es la nariz perfecta.

Incluso un cirujano plástico se negó a operarla, ella pensó que fue porque no tenia remedio, pero el doctor se enamoró de ella a primera vista y no quiso que su rostro cambiara.

Obvio el doc no se lo dijo así, era poco ético y por lo mismo no le pidio una cita romántica. Así hubiera pasado con el chico que se burlaba de ella en el colegio, si no hubiera sido tan infantil y torpe como para darse cuenta que tanto odio era porque en el fondo, le atraía.

La vez pasada también se compró una faja. Su desición fue  a raíz de que un sujeto se le quedó viendo todo el trayecto en el transporte para su trabajo. La verdad es que él se maravilló con su sonrisa, pero eso fue lo último que ella quiso pensar.

Llegó un punto donde, ni el maquillaje, ni la ropa cara, le hicieron sentir una belleza.

Cubrió todos los espejos de su departamento y cuando tenía que arreglarse para ir a trabajar, aguantaba la respiración y quitaba el trapo que cubría su reflejo. Con un cosquilleo en el estomago  y con manos temblorosas, aplicaba el maquillaje para crearse belleza.

Una belleza que siempre tuvo sin necesidad de crearse y de la que nunca se permitió ser consciente de ver atraves de esa máscara de estereotipos, simentada con desestima y pintada con maquillaje.