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Western Stories - El cielo azul hacia la libertad

En el corazón de un pequeño pueblo enclavado en medio de una vasta extensión de tierras de rancho, vivía gente trabajadora que dedicaba su vida a cuidar su ganado y cultivar sus cultivos. El sol caía implacablemente, proyectando un tono dorado sobre los campos secos mientras la gente del pueblo luchaba contra una dura estación seca. Entre ellos estaba la familia Sawyer, una familia humilde de cinco miembros, compuesta por sus padres, Maude y Jacob, y sus tres hijos, Wilder, Elowen y Finn. Los Sawyer vivieron una vida modesta, dependiendo de su rancho para su sustento, pero como los La sequía persistió y sus cosechas se marchitaron, dejándolos con escasas provisiones. Wilder, el hijo mayor, era un joven resistente con un amor feroz por su familia. Compartía un vínculo especial con sus padres, a pesar de que descubrió que era adoptado y seguía siendo su hijo. Sin embargo, la fuerza de sus lazos familiares trascendió las relaciones consanguíneas.


Un fatídico día, una sombra cayó sobre el pueblo en la forma de un extraño, un hombre con un aire siniestro. Deambuló por las calles, observando a las familias en dificultades con una mirada calculadora, sus intenciones veladas por la malevolencia. No pasó mucho tiempo antes de que pusiera su mirada en los Sawyer, específicamente en Wilder, el joven fornido con determinación en sus ojos. Al acercarse a su granja, el hombre propuso un trato a Maude y Jacob, ofreciendo comprar Wilder en a cambio de una suma que podría sustentarlos durante la sequía. Conmocionados y consternados, los Sawyer se negaron con vehemencia, no queriendo separarse de su amado hijo, sin importar el costo. Enfurecido por su desafío, el hombre recurrió a la crueldad, incendiando las cosechas de los Sawyer en una demostración vengativa de poder, dejándolos indigentes y desesperados. Sin comida para ellos ni para sus animales, y enfrentando la inminente amenaza de perder sus tierras, Wilder tomó una decisión desgarradora. A pesar de su desgana, decidió ofrecerse en venta al hombre, impulsado por un profundo sentido de responsabilidad hacia su familia. Al día siguiente, partió con el extraño, dejando atrás a sus padres llorosos, con el corazón cargado de tristeza pero rebosante de amor.


Transportado a un pueblo lejano, Wilder se vio arrojado a una dura realidad, con la tarea de domesticar caballos salvajes y pastorear búfalos rebeldes para entretener a la multitud. Junto a él había otros niños, como él, obligados a la servidumbre por circunstancias fuera de su control. A pesar de las dificultades que enfrentaron, un sentido de camaradería y determinación compartida los unió mientras buscaban una manera de escapar de su difícil situación y regresar a sus hogares.


Los días se convirtieron en semanas, mientras Wilder perfeccionó sus habilidades, ganándose la confianza de un caballo enérgico y dominando el arte de pastorear búfalos. Los vítores de los espectadores resonaron en el aire, mezclándose con el polvo levantado por los animales en estampida, creando una tumultuosa sinfonía de caos y emoción. En medio del caos, Wilder forjó amistades poco probables con sus compañeros cautivos, encontrando consuelo en sus luchas compartidas y sueños de libertad.


A medida que pasó el tiempo, un plan comenzó a formarse entre los niños, un plan audaz para liberarse de sus captores y regresar con sus familias. Con sigilo y coraje, orquestaron su fuga, aprovechando una oportunidad durante un momento de distracción. Corriendo contra el tiempo, navegaron a través de la bulliciosa ciudad, evadiendo la captura y corriendo hacia el horizonte familiar que los llamaba a casa.


A través de pura determinación y resiliencia inquebrantable, Wilder y sus compañeros superaron todos los obstáculos en su camino, impulsados ​​por el ardiente deseo de reunirse con sus seres queridos. El viaje de regreso fue arduo, plagado de peligros e incertidumbre, pero siguieron adelante, con el ánimo intacto.Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, llegaron a las afueras de su ciudad, y las vistas y sonidos familiares los invadieron como un bálsamo para sus almas cansadas. Con lágrimas de alegría corriendo por sus rostros, corrieron hacia la granja de Sawyer, donde Maude y Jacob esperaban, con los ojos llenos de una mezcla de alivio y gratitud. En una reunión sincera, Wilder abrazó a sus padres, sus hermanos se apresuraron a unirse al abrazo, su familia una vez más entera. Las pruebas que habían soportado sólo habían fortalecido su vínculo, reafirmando los lazos inquebrantables que los unían. Y mientras el sol se ponía sobre las tierras del rancho, arrojando un cálido resplandor sobre la familia reunida, una sensación de paz descendió sobre la ciudad, un recordatorio del poder perdurable del amor y la resiliencia frente a los desafíos.

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