Era un día cualquiera en mi pequeño apartamento y me estaba preparando para ir a trabajar cuando noté algo extraño en el baño. Cuando extendí la mano para tocar el líquido que goteaba del espejo, una descarga eléctrica recorrió mi cuerpo. Al principio, pensé que tal vez era sólo electricidad estática de la alfombra, pero luego vi que mi reflejo comenzaba a contorsionarse y moverse. Parecía sacado de una película de terror.

Miré con horror mientras mi reflejo parecía tener mente propia. Sus ojos, que alguna vez fueron de un familiar tono marrón, ahora eran de un rojo penetrante. Su sonrisa se transformó en una sonrisa siniestra, revelando dientes afilados y dentados. Intenté apartar la mirada, convencerme de que era sólo un truco de la luz, pero el reflejo me mantenía cautiva, su mirada quemaba mi alma.

Mientras miraba aterrorizado, el espejo comenzó a gotear un líquido desconocido, arremolinándose y moviéndose en patrones antinaturales. El aire a mi alrededor se enfrió y una sensación de pavor me invadió. Podía escuchar susurros, débiles y resonantes, como si vinieran de las profundidades del espejo mismo. Hablaban de cosas indescriptibles, de deseos oscuros y secretos prohibidos.

Intenté darme la vuelta, escapar de la pesadilla que se desarrollaba ante mí, pero era como si me sintiera atraída por ella, incapaz de apartar los ojos. El líquido continuó goteando, formando formas grotescas y símbolos que parecieron grabarse a fuego en mi mente. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda, un miedo primario que se apoderó de mi corazón.

Y entonces, como si fuera una señal, mi reflejo habló. Su voz era un eco retorcido y burlón de la mía, lleno de malicia y desprecio. "No puedes escapar", siseó, sus palabras chorreando veneno. "Has cometido pecados que no se pueden deshacer. Ahora nos perteneces".

Tropecé hacia atrás, mis manos temblaban mientras intentaba desesperadamente darle sentido a lo que estaba sucediendo. ¿Fue esto algún tipo de alucinación? ¿Un truco de la mente provocado por el estrés o el agotamiento? Pero en el fondo sabía que era algo más. Algo más oscuro.

Obligada a enfrentar mis miedos y deseos más profundos, me encontré más arrastrada hacia el retorcido reino del espejo. Era un lugar de sombras e ilusiones, donde la realidad y la pesadilla se confundían en una danza macabra. Cada paso que daba parecía resonar con una sensación de aprensión, como si estuviera recorriendo un camino que había sido predeterminado para mí.Entonces supe que tenía que encontrar una salida, liberarme de la sujeción del espejo y su reflejo malévolo. Pero mientras luchaba contra su oscura influencia, no podía quitarme la sensación de que todavía me estaba observando, todavía juzgándome por mis pecados.Al final, ese día aprendí una lección valiosa. Aprendí que hay cosas en este mundo que nunca se deben manipular, que es mejor dejar algunas puertas sin abrir. Y cuando le di la espalda al espejo, jurando no volver a verlo nunca más, supe que mi propio reflejo siempre estaría ahí, un recordatorio de la oscuridad que acechaba dentro de mí.

Cuando salí de mi apartamento ese día, el recuerdo del espejo y su retorcido reino me perseguía. Sabía que nunca volvería a ser el mismo, que la experiencia me había cambiado de maneras que nunca podría comprender del todo. Pero mientras me alejaba, me hice una promesa silenciosa: siempre recordaría el precio de jugar con fuerzas que escapan a nuestro control.