014.
capítulo catorce.
(armados).
Stiles seco con su mano el sudor de Hayley, quien estaba apoyada a su lado, intentando mantenerse consciente. Su respiración era errática y su cuerpo temblaba levemente, por lo que preocupaba a Malia.
Scott tomó uno de los planos de la escuela y lo abrió a lo largo del escritorio, ganándose miradas atentas.
—Aquí está el letrero de la escuela, así que la bóveda debe estar aquí— dijo Stiles señalando en los planos con su dedo índice.
—Supongo que si hay una segunda entrada, seguramente sería accesible desde el sótano— sugirió el papa de Kira, mientras que Malia secaba su sudor y el sudor de su hija.
—Probablemente este por este vestíbulo. O por este pasillo— volvió a señalar el lunarejo mirando preocupado a la coyote.
Stiles se cayó debilitado sobre ella, quien se alertó y usó las fuerzas que le quedaban para sostenerlo.
—Wow— murmuró incorporándose. Subió un poco su manga revelando una horrible urticaria.
—Te está pasando a ti también. Te estás enfermando. Todos lo están— explicó Yukimura mirando a todos.
Su mirada se posó en su hija. —No me siento mal—.
—Creo que te está afectando de otra forma, neurológicamente— sacó una hoja de su bolsillo. —Encontré tu examen en la pila junto los otros— lo colocó en el escritorio para que Kira lo analice.
Todas sus respuestas no estaban en los círculos correspondientes, estaban fuera del examen.
•••
Stiles, Kira, Malia, Scott y Hayley bajaron rápidamente las escaleras que dirigían hacia los pasillos subterráneos de la escuela, donde supuestamente, estaba la bóveda Hale.
Caminaron unos metros más y comenzaron a buscarla.
Hayley se detuvo al sentir un mareo, sus piernas fallaron y se tambaleó un poco, hubiera caído de no ser por Stiles que la agarro justo a tiempo.
Malia se acercó a su hija que tenía la cabeza gacha. Cuando la subió sus ojos verdes se habían vueltos dorados, una y otra vez. Sacudió su cabeza bruscamente y se colocó de pie, para ayudar a buscar y encontrar la bóveda mas rápido.
—Oigan, chicos— los llamo Stiles mirando la pared en uno de los estantes. —Por aquí— le hizo una seña a Scott que se acerque y juntos movieron el estante.
Un pequeño círculo con detalles raros, de la altura de la cabeza de Hayley, estaba allí.
—Miren las grietas de la pared— murmuró Stiles señalando la pared de lo que parecía piedra.
—Triskelion. Derek me dijo que eso representaba a su familia— contó la coyote menor a sus amigos.
—Es como la entrada exterior, solo se abren con garras— dijo Stiles dándose una mirada con Scott. Volteó hacia las mujeres. —Con garras de cualquiera, ¿verdad?— se dirigió hacia Scott, quien le negó con la cabeza disimuladamente. Stiles le hizo una seña con los ojos apuntando a Hayley y a Malia. Scott asintio.
La bóveda Hale, solo se podía abrir con garras Hale.
—Hayley, Malia, ¿podrían intentarlo?— preguntó Scott volteando hacia ellas.
Ambas coyotes se miraron y hablaron con sus miradas, volvieron hacia ellos, con Hayley cruzándose de brazos.
—¿Por que nosotras?— preguntó la menor.
—No tengo control— mostró sus manos y no estaban sus garras.
Ambas coyotes se volvieron a mirar y asintieron.
—De acuerdo, lo haré— Hayley se encogió de hombros y se acercó a la entrada de la bóveda.
—Espera— la detuvo su madre y está volteó confundida. —Primero díganme lo que me están ocultando— Scott y Stiles se pusieron nerviosos al instante. —Se que creen que nos están protegiendo pero podemos soportarlo, ¿verdad?— preguntó hacia su hija, quien asintió aún confundida con lo que decía su madre. Golpeó sus muslos. —Se que estamos en la lista— dijo rodando sus ojos.
Scott, Stiles y Kira sintieron cómo el alma les volvía al cuerpo.
—Si...— susurró Stiles.
Malia se cruzó de brazos. —Entonces, ¿cuanto?—.
—¿Cuanto que?— preguntó su pareja.
—¿Cuanto valemos?— dijo Hayley impaciente por saber la cifra que tenía su cabeza, la cual consideraba bastante alta ya que habían intentado asesinarla dos veces.
—Cuatro millones— Stiles se dirigió hacia la coyote mayor.
Esta apartó la mirada pensativa. Levantó la mirada asintiendo con una mueca. —Scott vale veinticinco, Kira, seis. Los matarán a ustedes mucho antes que nosotras— se encogió de hombros.
—No, Malia— murmuró su novio dando un paso hacia ella. —Solo tu vales cuatro millones—.
—Hayley...— Scott llamó su atención, la nombrada lo miro. El alfa miro a su madre. —Ella vale diecisiete millones— Hayley hizo una mueca de sorpresa.
—¿Que? ¿Por que ella no vale lo mismo que yo?— el ceño de Malia estaba fruncido a más no poder.
—Aún no lo sabemos. Creemos que Deaton pueda saber— le dijo Stiles con la voz más tranquila que pudo, al ver como su novia entraba en una crisis nerviosa.
Malia miro a Scott y lo señaló. —Luego de que todo esto pase, iremos a hablar con Deaton—.
—¿Puedo abrirla y ya?— preguntó Hayley rodando los ojos en la situación, aunque le preocupaba los dígitos que valía su cabeza.
Malia se acercó a su hija, cada una puso cuatro garras a cada lado en el círculo, lo movieron hacia la derecha, izquierda y de nuevo derecha, la cerradura se hundió e hizo que se abra la bóveda.
Los cinco adolescentes entraron a paso lento dentro de la gran habitación subterránea que tenía la escuela. La puerta se cerro a sus espaldas, haciendo que todos volteen a verla.
•••
Scott estaba sentado sobre una de las cajas de madera que había allí, con sus codos en sus rodillas y su cabeza entre sus manos, agudizando el oído para escuchar que el corazón de Hayley siga latiendo.
A unos metros de el estaba Kira, que caminaba de un lado a otro, nerviosa, dándole miradas rápidas a la coyote para ver si respiraba.
Stiles tenía en brazos a Malia, que estaba cayendo desmayada unos segundos y luego despertarse para volver a tambalearse y repetir.
En los brazos de Malia estaba Hayley. De todos ellos, ella era la que más grave estaba.
A diferencia de ellos, la coyote estaba inconsciente en los brazos de su madre. Respiraba corta y rápidamente, sus latidos eran erráticos y para nada normales. Cada vez que abría sus ojos verdes, pestañeaba y se volvían dorados, luego se apagaban y sus huesos se comenzaban a romper intentando transformarse, pero ella caía desmayada al quinto hueso que se rompía.
—Aquí es donde todo empezó— dijo Stiles acariciando el brazo de Malia, quien se había quedado dormida tocando el cabello de su hija. —Ahí es donde estaba el dinero— señaló con su cabeza la caja fuerte que había a unos metros de Scott.
—117 millones en bonos al portados— Kira comenzó a ver los estantes mientras Stiles hablaba.
—¿Como cambias bonos al portador por dinero?— preguntó la japonesa tomando un frasco con algo dentro.
—En el banco, supongo— le contestó el lunarejo. —Los dejaron ahí todo el tiempo, juntando polvo— Kira se sentó a un lado de Scott. —Los bonos al portador casi ni se usan—.
—¿Que importancia tienen?— preguntó Kira.
—¿Sabes cuantos problemas pueden solucionar ese dinero?—.
—¿A ti?—.
—A mi, a mi papa...— Kira bajo la mirada apenada. —Las deudas de la casa Eichen y las RM lo están aplastando— acaricio el cabello de Malia.
—Mamá hace esta cosa— comenzó a hablar Scott, rascando su cuello. —Escribe todas nuestras cosas del presupuesto, y cuánto cuestan. Luego las suma todas para saber cuánto nos falta... Para perder la casa— dijo esto último en un murmuró mientras bajaba la mirada.
Los conscientes dirigieron la mirada hacia Hayley al escucharla respirar hondamente sobre el estómago de Malia.
Abrió sus ojos verdes y miro hacia Stiles, quien le sonrió al verla consciente.
Su sonrisa se borró al ver como sus ojos se volvían dorados.
Soltó un quejido al sentir que sus músculos se contraían y acalambraban, gritó entre dientes al escuchar y sentir sus piernas romperse, al igual que sus tobillos y pies.
Soltó un último grito y cayó desmayada en el mismo lugar.
Stiles suspiro cerrando sus ojos. Negó con su cabeza. —Si sigue pasando eso, va a matarse a ella misma— murmuró examinando a Hayley.
—Es su cuerpo intentando curarse— murmuró el alfa estudiándola a lo lejos. —Eso es lo que quieren. Matarnos— susurró Scott, viendo como Hayley volvió a abrir sus ojos dorados.
•••
Scott y Stiles estaban pegados a la puerta. El hombre lobo escuchando con su oído agudizado que era lo que ocurría sobre ellos.
—¿Algo?— preguntó en un susurro el lunarejo.
—Nos están buscando— le respondió entre susurros. —Alguien va a tener que salir— Stiles capto la indirecta de que iba a tener que salir.
Instantáneamente, volteó a ver a Malia y a Hayley. La menor estaba sentada con sus ojos dorados, sufriendo mientras su cuerpo intentaba curarse rompiendo sus huesos. Estaba en el medio de las piernas de su madre, acostada en su pecho, mientras que Malia la abrazaba fuertemente como si su vida dependiera de ello. Respirando rápidamente, mientras que Kira intentaba que regularicen su respiración.
Scott miro la expresión preocupada de Stiles.
Como para no preocuparse. Las dos mujeres mas importantes de sus vidas estaban entre la vida y la muerte.
—Tenemos que decirles la verdad sobre Peter— susurró el alfa al ver como su amigo bajaba la mirada. —Van a ver el resto de la lista negra en algún momento—.
Stiles se acercó peligrosamente a Scott. —Recuerda que Peter es el único que no está en la lista. Lo que lo hace afortunado con el Benefactor. Si se enteran, van a querer ir tras el, sabes que Hayley lo hará, y si ella lo hace, Malia también. Y entonces se meterá en sus cabezas como hace con todos. — Scott miro a las chicas al escuchar las palabras de Stiles. —Incluidos nosotros. Lo dejamos andar por ahí, como si no hubiera pasado nada, como si fuera uno de los buenos— Scott miro a Stiles, quien estaba perdiendo la cabeza. —Scott, el no es uno de los buenos— el alfa volvió a mirarlas, al mismo tiempo que Hayley soltaba un grito al sentir que su brazo se quebraba. —Si se enteran, se irán. Quizá es lo que Hayley espera, porque ambos sabemos muy bien que en el fondo, lo que más quiere Hayley, es tener a Malia y a una familia con ellas. Y si el gana, nosotros perdemos— dijo entre susurros el lunarejo.
—Ya estamos perdiendo— levantó la mano y le mostró la sangre que botaba de sus uñas.
•••
Stiles se acercó a las coyotes.
Malia estaba abrazando a Hayley protegiéndola del frío, mientras ella temblaba.
—Malia. Malia— escuchó la voz de Stiles a lo lejos, llamándola.
—¿Hayley?— preguntó incorporándose de un salto.
A su lado estaba acostada su hija, quien no tardó en despertar al no sentir el calor de su madre.
—¿Hayley?— llamó dulcemente el lunarejo.
—¿Papa?— murmuró dormida, incorporándose a al lado de su madre.
Stiles no pudo evitar acordarse que, hace un tiempo, llamó a Melissa 'Mamá'. Sonrió de lado. —Hola, princesa—.
A Stiles se le aflojó el corazón al verlas.
Hayley había apoyado su cabeza en el hombro de su madre, que tenía su boca cubierta con sangre negra, al igual que su hija, solo que la menor tenía en la nariz.
—Tengo que irme por un momento ¿si?— Malia pestañeo varias veces.
—¿A donde vas?— preguntó preocupada.
—Lo que está pasando, es peor para ustedes— Hayley abrió sus ojos intentando enfocar a Stiles. —Eso significa que no se trata de una enfermedad, es otro asesinato— dijo en susurros, Malia miro a Hayley, que miraba a Stiles con sus ojos llorosos.
—No quiero morir. No así— susurró entrecortadamente la menor, mientras que en sus ojos cambiantes se acumulaban las lágrimas.
—No vas a morir. Te lo prometo— le dijo Stiles tomando sus mejillas.
Ella asintió insegura.
—Tomen— se quitó la campera y se la colocó a Malia. Miro a Hayley y le dio su sudadera.
La coyote menor lo miro con una sonrisa. Sus dientes estaban marcados con la sangre que había escupido.
—Regresarás, ¿verdad?— la pregunta de Malia capto la atención de Stiles.
Sonrió de lado y tomó de las mejillas a ambas coyotes, acariciandolas.
—Si— las miro unos segundos más. —Si, nunca las abandonaría—.
Ambas coyotes le sonrieron. Depósito un beso en la frente a cada una.
Las lágrimas de Hayley comenzaron a bajar al ver como Stiles se iba. Se acurrucó contra su madre, quien también estaba llorando.
Daban por seguro que esa era la última vez que veían a Stiles.
Malia fue acostando poco a poco a Hayley, abrazándola, dándole calor.
Stiles volteó a ver a las coyotes, quienes lloraban temiendo por su vida.
•••
Hayley volteó abrazando a Malia, colocó su cabeza en el pecho de su madre y pasó un brazo por su abdomen.
La punta de sus dedos rozaron con el interior del bolsillo, sintiendo un papel que había allí. Hayley frunció su ceño, apoyando un codo en el piso, se incorporó lentamente mientras sacaba el papel del bolsillo de la campera que tenía su madre.
—¿Mamá?— murmuró Hayley sacudiendo levemente a su madre, despertándose al instante.
Ambas coyotes se incorporaron mirando el papel que tenía la menor en manos.
Scott se tenso al verlas tomarlo. Se incorporó lo más rápido que pudo —Malia. Hayley— intento detenerlas pero ya era tarde.
Hayley abrió la lista, mostrándosela a su madre también. La vista de ambas se comenzó a nublar hasta quedar completamente negra. La mayor comenzó a temblar.
—¿Malia?— preguntó Scott acercándose a pasos torpes.
Ambas chicas levantaron la vista hacia cualquier dirección.
—No puedo ver. ¡Mamá, no puedo ver!— exclamó Hayley girando la cabeza en diferentes direcciones, intentando captar algo.
—No puedo ver, tampoco. No puedo ver nada— dijo Malia en un tono desesperado.
•••
—Oye, ¿Scott? ¿Scotty?— Malia y Hayley escucharon los gritos desesperados de Stiles.
—¿Mamá?— murmuró con miedo al sentir como sus huesos se volvían a contraer.
Malia no pudo preguntar que pasaba, ya que el grito que soltó Hayley la exaltó.
La coyote podía soportar sus piernas y brazos quebrados, pero el verdadero dolor era cuando sus costillas se quebrantaban, achicándose para que se adhiera al cuerpo de coyote.
Scott volteó al escuchar el grito de Hayley, pero se concentró en lo que Stiles decía.
—Se llaman hongos Reishi— gritaba Stiles. —¡Scott! ¡Scott, abre la puerta!— golpeó fuertemente la puerta. —Están ahí contigo. Es un frasco en uno de los estantes. ¡Scott!— gritaba desaforado al no escuchar respuestas. —¡Scott! ¿Puedes oírme?—.
Stiles cayó de rodillas candado de golpear la puerta, unas lágrimas caían por sus mejillas al darse cuenta que había llegado tarde.
—Reishi. Scott... lo vi. En un frasco de uno de los estantes— gimoteó Kira desde el piso. —Reishi—.
Hayley había cerrado sus ojos, respiraba con lentitud. Todo parecía calmado. Sus músculos dejaron de contraerse y sus huesos de romperse. Este era su fin. Lo sabía. Se dio cuenta cuando Stiles las dejo a ella y a Malia solas en la bóveda.
Sus penas dejaron de reproducirse en su mente cuando escuchó un cristal romperse.
A sus fosas nasales llegó un horrible olor. Se olvido de eso cuando comenzó a recuperar la vista y al sentir que sus articulaciones dejaban de doler.
Rápidamente se arrastró hacia Malia, con una sonrisa, que estaba mirando, seriamente la hoja que había encontrado en la chaqueta de Stiles.
Su sonrisa se borró al leer lo que había allí.
Era el tercio que faltaba de la lista negra
Malia Hale. 4
Hayley Hale. 17
Stiles se acercó a paso rápido a ellas y se agachó.
—¿Están bien?—.
Ninguna le dirigió la mirada.
—¿Hayley? ¿Malia?— colocó la mano en el hombro de su madre, está lo tomó de la muñeca y lo alejó.
Hayley, lentamente, se sacó la sudadera de Stiles, dejándola en el piso. Aún sin dirigirle la mirada, se levantó y comenzó a caminar a la salida con Malia pisándole los talones.
Stiles vio como ambas coyotes se fueron y volvió la mirada donde estaban, allí estaba la lista.
Y ellas sabían la verdad.
•••
Eran aproximadamente las tres de la mañana cuando Hayley apareció desnuda en la casa McCall.
Eran aproximadamente siete horas de que se había enterado que tenía una familia.
Eran aproximadamente dos horas de que Scott McCall se había quedado dormido sobre la mesa principal, esperando a que Hayley llegue.
La chica subió las escaleras, colocándose una remera que había en el perchero. Podía jurar que el alfa la había dejado allí sabiendo muy bien que volvería desnuda. Sin siquiera molestarse a ver a Scott, entro a su habitación y la examinó.
Camino rápidamente hacia el armario y comenzó a sacar ropa y a tirarla arriba de la cama. Sacó sus garras y desgarró la remera frustradamente, partiéndola en dos, quedando otra vez completamente desnuda.
Camino hacia los cajones, pasando sus manos por su cara y cabello, abrió el primer cajón bruscamente y sacó un conjunto de ropa interior. Se lo colocó ágilmente y se sentó en la cama, aún con las prendas en ella.
Suspiro cerrando sus ojos. Mientras tomaba una remera cualquiera y se la colocaba, al igual que unos pantalones. Aún acostada.
Hace cinco meses atras, casi seis, se había convertido en humana gracias a Scott McCall, quien se volvió como un padre para ella.
A las semanas Lydia y Stiles le enseñaban lo básico para que entre a su primer año de preparatoria. En ese tiempo, Malia había estado moviendo cielo y tierra para que su hija se sienta cómoda en su forma humana.
Desde que se convirtió tenía varias cosas en claro.
Su nombre era Hayley Tate. Ante los ojos de los demás Hayley McCall, hija adoptiva de Melissa McCall.
Su madre era Malia Tate. Cuando era una niña tuvo un accidente, se convirtió en coyote y mató a toda su familia en el acto. Y en ese tiempo, había tenido una hija.
Su padrastro era Stiles Stilinski. Un adolescente muy hiperactivo que la ayudó a adaptarse a su vida humana.
Su abuelo era el padre de Malia, el Señor Tate. Un hombre que le causaba rechazo la presencia de la coyote.
Ahora las cosas habían cambiado.
Su nombre era Hayley Hale.
Hija de Malia Hale.
Nieta de Peter Hale.
Sobrina de la difunta Talia Hale.
Prima de Derek Hale.
Prácticamente, su vida había sido una mentira.
Se levantó de un salto y salió de la habitación, bajo hábilmente las escaleras y tomó un bolso que había en el altillo.
Comenzó a guardar la ropa que había sacado del ropero. La doblaba rápidamente y la tiraba dentro.
Cuando termino de guardar todas sus pertenencias, se lo quedo mirando unos segundos.
¿A donde se suponía que iba a ir? La casa de Malia no era una opción. La casa se Stiles, menos. Lydia ya tuvo suficiente con el suicidio de Meredith.
—No puedo creer que esté haciendo esto— murmuró tomando el bolso y saliendo por la ventana de la casa McCall.
•••
Hayley golpeó fuertemente la puerta de chapa con su puño cerrado.
Espero unos segundos y volvió a hacerlo.
Dejo de golpear cuando la puerta se comenzó a deslizar hacia su izquierda, dejando a ver una figura somnolienta y despeinada.
—Si me dejas pasar la noche aquí, prometo explicarte todo con lujo de detalles— fue lo primero que dijo la muchacha a la persona que tenía enfrente.
—¿Hayley?— murmuró Derek tallándose su ojo derecho.
—Déjame pasar la noche aquí, por favor— rogó rodando sus ojos.
Y gracias a Peter, tuvo un lugar donde quedarse. Ya que el hombre lobo tenía una habitación de más en su apartamento.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro