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013.

capitulo trece.
lectura obligatoria.

Hayley abrió sus ojos y se incorporó rápidamente en en sofá, levantando su cabeza del regazo de Scott con su mirada perdida; sacando rápidamente sus garras de la pierna de este.

Inconsistentemente llevo una mano hacia su garganta, la cual había sido tajada unos meses antes de que estuviera volviendo hacia California.

Scott la miró sorprendido y Hayley alarmada, estaba rogando de que el alfa solamente piense que solo fue un sueño, pero su mirada decía todo lo contrario.
Por un segundo pensó que solo había sido un sueño, pero las expresiones de Hayley y sus emociones decían otra cosa.

Sus respiraciones eran agitadas y temblantes. Se miraron a los ojos, parecían que los minutos pasaban eternamente. Scott dejó el libro de lado y tomó su rostro entre manos, observando la mirada de temor que le daba la coyote como si hubiera descubierto algo que no tenía que ver.

Los presentes en la habitación los miraban extrañados, unos más que otros. Había algo que entre ellos sabían y nadie decía.

—¿Están bien?— se animó a preguntar Stiles desde la mesa de la cocina, llamando la atención de los alfas.

Volvieron a mirarse a los ojos y Hayley se alejó de su tacto. —Si, solo fue una pesadilla— se limitó a decir encogiéndose en su lugar manteniéndose alejada de Scott.

La muchacha miró el pantalón del alfa, donde habían sangre y cuatro agujeros; entre sueño había clavado sus uñas y bajado la barrera mental haciéndolo entrar en su mente.
Hayley quería golpearse a ella misma por haber soñado eso en el instante que Scott apareció en su mente.

La coyote menor casparreo tratando de sacarse la mirada del alfa de encima, quien la miraba anonadado con mil ideas en su cabeza.

Eso había ocurrido en Nueva Orleans. Lo que sea que haya pasado para que el termine presenciando eso, ese era el gran secreto de Hayley.

—Entonces, ¿alguien sintió algo?— preguntó la recién despierta un tanto incomoda al ver que quien tenía al lado no despegaba su mirada de ella.

—Cansancio— respondió kira en un murmuró.

—Hambre— habló Lydia esta vez.

—Creo que se refería al libro— le dijo Theo a Lydia con una sonrisa encantadora.

Hayley se levanto de su asiento, dejando la copia del libro a medio leer en el piso bajo la mirada atenta de Scott; se acercó a Stiles y a Malia, quien estaba sirviendo una taza de café para ambos. La coyote se alejó dándole las espaldas a su familia para buscar otra taza para su hija.

La muchacha se acercó por detrás de Stiles y lo abrazo dejando un pequeño beso en su espalda; el muchacho volteo con una sonrisa estirando su brazo sano para colocarlo en los hombros de Hayley.

Malia sonrio viendo la escena a lo lejos, podía sentir las emociones de Stiles derrochando amor y cariño paternal hacia su hija. Veía la imagen de Hayley siendo abrazada por Stiles, él dejando un beso en la frente de la muchacha mientras hablaban de algo sin sentido.

Se acercó viendo como su hija tomaba la taza de café que era para Malia y frunció su ceño al ver el café negro.

—Ahí traigo la leche— dijo Stiles levantándose de su lugar sin ser necesario que la coyote menor diga algo.

Malia se apoyo en la mesada y sirvió café en la taza recién agarrada, mientras que su hija vertía un poco de leche en la de ella.

Ambas miraron como Stiles se quejaba de su hombro derecho y lo miraron con el ceño fruncido.

—¿Que le hiciste a tu hombro?— preguntó Malia mirando a Stiles.

Hayley frunció su ceño. —¿Estas lastimado?— preguntó y agudizó su nariz sintiendo el olor a sangre. —Stiles, apestas a sangre. ¿Que paso?

Al instante que preguntó eso se le vino a la cabeza lo acontecido con Donovan. Por lo que sabía solo lo había asesinado por tratar de atacarlo pero nunca le dijo que le había hecho daño.

—El jeep dejó de funcionar de nuevo. Revise el motor, el capo me cayó encima— explicó Stiles sin mirarla.

Hayley frunció su ceño mirando a su madre, que por su expresión de concentración podía jurar que estaba escuchando los latidos de Stiles.

—¿Estas bien?— preguntó Hayley tratando de desconcentrar a Malia, teniendo éxito causándolo.

El asintio y miró a su novia. —Oye, entonces ¿cuanto...? ¿Que tanto recuerdas?— le preguntó cambiando de tema. —¿Fue como una película o fue como vivirlo de nuevo?

Malia tomó aire y lo pensó. —Vivirlo de nuevo.

—¿Fue solo el choque? ¿Nada más?

Hayley agudizó su oído y escuchó los latidos de Malia. —Nada más.

Había mentido. Algo ocurrió en el momento del choque donde Malia era una niña, perdiendo a toda su familia al instante; pero ¿que era?

•••

Hayley estaba jugando con su lapicera mediante que fingía escuchar la clase de filosofía, estaba pensando en cómo enfrentar a la manada y contarles todo lo que había ocurrido en los cinco meses qué pasó en Nueva Orleans.

Deaton lo sabía, Liam lo sabía y ahora Scott también o ni siquiera eso, no pudo hablarlo pero sabía que se aproximaba la larga charla. Su instinto le indicaba que en cualquier momento el alfa iba a pedirle respuestas y no iba a poder negarse, ya estaba levantando mucha sospecha y sus "indiscreciones" podían costarle la vida a muchos.

Sus pensamientos fueron interrumpidos al sentir la toxina de desesperación por sus fosas nasales. Miro a toda su clase esperando a que alguno le esté dando mínimo un paro cardíaco pero no fue así.

Escucho pasos apurados, casi corriendo que pasaban fuera por el corredor. La coyote frunció su ceño y levantó su mano mirando a la puerta.

—Necesito ir al baño, estoy menstruando— dijo la coyote interrumpiendo al maestro, quien se removió incómodo ante la mención de la menstruacion.

No espero la respuesta del mayor y salió hacia los pasillos desiertos de la escuela.
Aspiro profundamente buscando algún indicio de porqué el pánico de la muchacha y pudo sentir el olor a miedo mezclado con olor a fresas.

Lydia.

Comenzó a correr a velocidad vampirica siguiendo el olor y sus instintos. Entro al estand de dirección y la vio tendida en el piso, petrificada con sus ojos abiertos.

Se agachó a un lado de ella rápidamente, tomándola entre sus brazos para sentarla apoyando la espalda en la pared.

—¿Lydia? ¿Lydia? ¡Responde!— exclamaba la muchacha buscando la mirada perdida de Lydia. —Scott, es Lydia. No responde— dijo lo suficientemente alto esperando a que el alfa venga a ayudarla.

La expresión de horror de Lydia fue cada vez más patente a medida que pasaban los minutos. —Lydia, está bien. Estoy aquí— le murmuraba la muchacha.

Pudo sentir unos pasos detrás de ella y los hedores de Scott y Theo. —¿Que ocurre?— preguntaron ambos colocándose a un lado de Lydia.

—No se, la encontré así— respondió la muchacha sin mirarlos.

—¿Lydia? ¿Me escuchas?— preguntó Scott colocando sus manos en el rostro de la chica, girándolo hacia el encontrando una mirada sumamente perdida.

—Es igual a como le pasó a Malia. Creo que recordando— informó Theo mirando a Lydia.

La mirada de Scott se perdió de mientras que el no-integrante de la manada hablaba, teniendo una idea.

Hayley soltó un leve gruñido al ver como la banshee no reaccionaba. —¿Y ahora que? ¿Dejamos que esté momificada y ya?— preguntó con su ceño fruncido hacia Theo.

—Hazlo— murmuró Scott con su mirada perdida. Ambos lo miraron extrañados y el les correspondió. —Haz lo que hiciste conmigo.

Hayley comprendió a lo que se refería, nego con su cabeza y sus labios apretados. No iba a entrar en la mente de Lydia.

—Hayley, no sabemos que le ocurre a Lydia. Hazlo— ordenó el alfa.

Ella apretó nuevamente sus labios y dejó salir un quejido frustrado. Tomó la mano de Lydia y trató de entrar en su mente, pudo ver una especie de vacío color blanco, frunció su ceño e intento con más fuerza. Lo único que pudo lograr es visualizarse a ella misma en el medio de ese vacío.

Con su mirada perdida, examinando el vacío blanco que tenía frente a ella, y su expresión confundida comenzó a negar con su cabeza. —No-no puedo. Tiene como una especie de bloqueo mental, no se que es— informó la muchacha dejando de intentar mirando al alfa. —Es como una barrera, no pude ver nada.

El alfa apretó sus labios ante la respuesta de la coyote. Pero su mirada se dirigió a la banshee al sentir como pestañeaba.

—Lydia— la llamo Hayley colocando una mano en su hombro. —¿Estas bien?

La recién nombrada parpadeo y volvió en si, observando los presentes en la habitación con sus rostros llenos de preocupación.

Scott bajo la mirada a la mano temblorosa de su amiga y la tomó. —Estoy bien, estoy bien.

—Recordaste algo— afirmó Theo.

—No acerca de los Doctores del Pavor— dijo la chica observándolo. —Nada de ellos o de la cirugía.

—¿Y que recordaste entonces?— preguntó Hayley levantándose del piso a medida que sus amigos ayudaban a la muchacha a sentarse en una silla.

—Mi abuela— respondió con la mirada perdida. —En la casa Eichen.

Los gritos de Natalie se hicieron presentes; entró a la habitación con su cara sumida en preocupación preguntando que había ocurrido y que si estaba bien.

Hayley dejo de prestar atención para plantearse muchas cosas. No sabía porque no pudo entrara a la mente de Lydia pero podía jurar que seguro era por su condición de banshee y que el libro, no solo te ayudaba a recordar a los doctores, sino que también todo recuerdo suprimido en en inconsciente.

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