012.
capitulo doce.
Lectura obligatoria.
Las puertas del elevador del hospital de Beacon Hills se abrieron dando a mostrar la presencia de Hayley, Malia y Melissa.
Miro como el alfa estaba retorciéndose en el piso en busca de aire, mientras uno de los doctores del pavor lo tomaba en brazos y lo agarraba del cuello haciendo que los pies del moreno no toquen el piso.
Hayley saco sus garras y le rugió al doctor tratando de intimidarlo con sus ojos dorados. No sabía si era mismo que asesina en un intento de arrancarle el corazón pero tampoco le importaba.
Corrió hacia el doctor comenzando a atacarlo, acertó muchos golpes pero este no siquiera se inmutó.
—No eras muy fuerte cuando casi mueres, ¿verdad?— preguntó burlona tratando de volver a golpearlo pero el doctor detuvo la patada con su mano, lanzándola por los aires. —¿Muy pronto?— mustio la muchacha desde el piso.
Ahí fue el turno de Malia, quien hizo su entrada proporcionándole una patada en el pecho del doctor. Al igual como había pasado con Hayley, el de mascara apenas se inmutaba ante los golpes.
Hayley aprovecho la distracción y se acercó hasta Scott, quien estaba siendo socorrido por Melissa.
Ayudó a la enfermera a llevar al alfa al ascensor, lo tiro hacia adentro y rugió volviendo a la pelea.
Malia había caído y gimoteaba del dolor haciendo que el enojo de Hayley crezca aún más.
Tomando por sorpresa al doctor, Hayley amago a saltar pero al ver como esperaba su movimiento, pateó los pies del hombre haciéndolo caer por primera vez.
Subió arriba de el y le metió la mano en el pecho haciendo exactamente lo mismo que la otra vez, solo que ahora sintió como una descarga eléctrica recorría todo su cuerpo.
Su cuerpo se separó del doctor rápidamente, retorciéndose en el suelo. La descarga que le había dado Kira era una sidra sin alcohol comparada a esta.
Malia sintió el olor a chamuscado que irradiaba su hija.
Rápidamente se acercó a ella, tomó uno de sus brazos arrastrándola lo más rápido posible hasta el elevador, donde estaba Melissa gritando que corran al ver como el doctor se acercaba probablemente a terminar con Hayley.
Al llegar ambas muchachas las puertas del elevador se cerraron al mismo tiempo que el doctor intentaba entrar, causando un leve temblor en el asensor.
—Nunca debimos leer ese maldito libro— dijo molesta la coyote desde el piso aún adolorida.
•••
Hayley estaba con su ceño fruncido y de brazos cruzados entre medio de Malia y Theo. Miraba la el libro original y las copias que habían sobre la mesa de vidrio de la casa de Lydia
Habían planeado juntarse y leer el libro todos juntos bajo la mirada de Malia quien ya había terminado el libro.
Lo que causaba era estimulación cerebral, por lo que había entendido la coyote menor significaba que hacía que su cerebro proyecte cosas que no recuerden. En este caso los doctores del pavor.
Al enterarse de esto no pudo evitar sentirse un tanto tensa ya que había borrado la memoria de Kira y usado compulsion tanto en Stiles como en Scott.
—El club de lectura de mi mamá normalmente tiene más vino— acotó Lydia también mirando los libros al igual que todos en la habitación.
—Bueno, probablemente tampoco lean libros que causan alucinaciones— le contestó Stiles sin mirarla.
Hayley alzó sus cejas con una mueca dándole la razón. —Por eso está aquí mama— Malia miro a su hija y le sonrió levemente. —Para que ninguno de nosotros muera en el intento— hizo una expresión de desinterés mientras se encogía de hombros. —Lindo.
—O algo peor— acotó Kira.
—Como lo que le pasó a Judy— dijo Malia asintiendo con su cabeza. Todos la miraron. —Capitulo 14.
Lydia fue la primera que tomó el libro. —Quizá debería hacer que mi mamá lo lea— comenzó a ojearlo vagamente. —Tal vez recuerde a una chica con cola saltando del techo y atacandonos— siguió hablando con un tanto de sarcasmo.
—Si es que funciona— le dijo Stiles.
—Tiene que— respondió la pelirroja sin dejar de mirar el libro.
—¿Que significa eso?— preguntó Scott mirando a la Banshee.
Con una mirada perdida Lydia hablo. —Creo que los vi durante mi operación— hubo un silencio. —Cuando veo la portada del libro... es casi como...
—Un recuerdo tratando de salir— murmuró Theo completando la frase de la muchacha. Todos lo miraron.
Lydia asíntio. —¿No es eso lo que Valack quería cuando lo escribió?— preguntó Kira.
—Si ellos me hicieron algo, quiero saber que fue— dicho esto la pelirroja se alejó de ellos dispuesta a comenzar a leer el libro.
Poco a poco cada uno fue tomando una copia, menos Hayley, quien observaba que era la única que se negaba a leerlo.
No era necesario. Su condición vampira le permitía no ser hipnotizada y olvidar las cosas, y al convertirse todos sus recuerdos habían vuelto.
—¿No vas a leerlo?— preguntó Scott sentado en el sofá acomodándose para comenzar.
Hayley frunció su ceño.
Era la primera vez que el moreno le dirigía la palabra desde lo que había pasado en la casa Eichen. No se había acercado ni a preguntar por su condición o por el simple hecho de que si estaba bien.
Scott temía que al acercarse a Hayley ella se aleje como hizo durante por mucho tiempo, y no quería arriesgarse nuevamente.
—No se leer— se trató de excusar mecánicamente la muchacha con su tono neutral.
—Si sabes— reprendió Malia a un lado de ella.
—No me gusta leer. No quiero leerlo— arrugo mas su ceño al escuchar el tono de su mamá.
Antes de que Malia comience a darle un sermón Scott intervino. —Está bien. Siéntate aquí, yo te lo leeré— dijo mirándola a los ojos.
—No funciona si lo escucha pero no lo lee— murmuro Stiles tratando que su hijastra no lo asesine ante la mirada que le dirigió.
Hayley suspiro frustrada. —Bien, solo para asegurarme que no me han hecho algo raro a mi también.
Tomo la copia de mala gana y se acercó al sofá, colocándose a un lado de Scott, quien se tensó al sentir a la coyote cerca de el.
•••
La concentración en el libro que Scott tenia en sus manos se vio interrumpida al ver como Hayley movía su cabeza con su rostro arrugado, acomodándose mejor en su regazo, colocando una mano en la pierna del chico inconscientemente.
Scott bajo su mirada y la observo con una pequeña sonrisa. Con sumo cuidado tomó con una mano la manta que estaba en los pies de Hayley, tapándola mientras que ella destentaba sus músculos en un sueño.
Kira, estando a la derecha de Scott, los miró con disimulo, como su novio cuidaba tanto a la coyote, tratando de convencerse a sí misma de que nada ocurría entre ellos.
Scott frunció su ceño al ver como las garras de Hayley salieron lentamente, reemplazando sus uñas, dejándolas perfectamente visibles sobre la pierna de Scott ; aún estaba dormida, podía sentirlo por su respiración calmada.
Hayley tenía su ceño fruncido y se movía levemente, casi quieta.
Scott tomó una pequeña respiración al sentir como la mano de la coyote se contraía, haciendo que sus uñas se claven a un lado de las piernas del alfa.
El hombre lobo tuvo un sentimiento extraño y unas imágenes en su mente aparecían involuntariamente, abalizándolas con su ceño fruncido.
Desde el exterior se podía observar como la mirada de Scott estaba perdida y se movían sus ojos levemente, como si estuviera mirando algo.
Theo miraba ajeno a la situación, con su ceño levemente fruncido examinando la reacción de Scott; tenía una leve sospecha pero no iba a decirla en voz alta.
La luna llena se colaba en las cortinas de la habitación para bebés de la casa Mikaelson. La silla en donde estaba sentada se mecía a medida que la coyote escribía la carta con gran esfuerzo y dedicación a su hijo o hija.
Sus pies apoyados sobre un pequeño banco de tela que Klaus había mandado a hacer para que Hayley y el bebé tengan todas las comodidades de su alcance.
Su concentración desapareció al escuchar la voz de Klaus frente a ella.
—¿Escribes una carta de amor para alguno de tus pretendientes?—
Allí estaba el padre de su hija, con sus brazos cruzados y el caracteristico acento inglés que le parecía irresistible para cualquier mujer.
—¿Quien es afortunado? ¿Jackson?— Hayley sonrió de lado mientras se disponía a escribir. —¿O Liam?— preguntó en un tono burlón. Hayley sonrió completamente al escuchar las burlas de Klaus. —¡No me digas que es para mi!— la sonrisa que tenia se convirtió en una pequeña risa mientras dejaba de intentar escribir. —Pensé que estaba fuera del juego hace años— siguió molestándola con una sonrisa en su rostro.
—El premio para el ego mayor es para...— dijo ella en modo de burla, por lo que Klaus soltó una pequeña risa contagiando a Hayley.
La coyote soltó una queja y tocó su gran panza para sonreír dispuesta a seguir con la carta. El bebé dentro de ella volvió a patearla y ella dejó de sonreír para colocar un semblante serio.
Klaus se acerco a paso lento a ella, paró su caminata colocando una mano en la gran y hermosa cuna que había mandado a hacer para su hijo.
—¿Como está nuestro pequeño lobito?— Hayley lo miro de reojo y toco su barriga.
—¿Quieres...?— preguntó acariciando a su bebé por nacer.
Klaus la miro con sus ojos entrecerrados.
El había tenido la infancia más difícil que cualquier niño pudiera tener.
Llena de maltratos, mentiras, dolor y sangre por delante.
Hayley le sonrió intentando inspirarle confianza; Klaus le devolvió la sonrisa mostrándole toda su perfecta dentadura.
Estaba demasiado enamorado de Hayley y de su hijo, aunque comprendía bien que solo fue una buena noche y que no podrían llegar a ser nada más que familiares cercanos.
—Vamos— animó la chica dejando su lapicera y cuaderno de lado en la pequeña mesita que tenía la silla.
El semblante de Klaus se puso serio y nervioso. Se arrodilló ante ella y lentamente colocó su mano sobre el abdomen de la coyote.
Klaus se sobresaltó al sentir la patada que el bebé había lanzado dentro de Hayley. La coyote rio al ver la reacción del malo y temeroso híbrido original; Llena de sentimientos, colocó su mano sobre la de Klaus, intentando reconfortar al padre de su hija o hijo por nacer.
—¿Lo sentiste?— preguntó ella contenta al ver la felicidad de su compañero.
Klaus sonrió emocionado por tener a su pequeña hija o hijo en sus brazos. Levantó la mirada del piso y observó a la hermosa adolescente que tenía frente a él.
No podía creer que había demostrado tanta felicidad ante la madre de su hija.
—Bien— se levantó y se alejó unos pasos. —Te dejare con tu carta secreta— volvió a burlarse Klaus antes de desaparecer por donde había entrado.
Hayley soltó una risa y volvió a su escritura.
'Querida Zoey, o Caitilin o Angela. A mi pequeña... tu padre acaba de preguntarme si está carta era una de amor. Creo que lo es, de algún modo'
Las imágenes del nacimiento de Hope la golpearon como si fuera un gran saco de boxeo.
Los gritos y el sufrimiento del miedo de que maten a un propio hijo para un sacrificio de una de las brujas de Nueva Orleans, diciendo que esa criatura no debía existir, que era una atrocidad de la naturaleza.
'Nunca hablé con mi madre sobre esto. No tengo idea que habrá sentido cuando estaba embarazada de mi'.
—¡Suéltame, perra!— gritó la coyote forcejeando con la bruja líder del sacrificio.
'Así que pensé en escribirte, para contarte cuan feliz estoy en este momento'.
Klaus había entrado cubierto de sangre a la capilla donde tenían a Hayley secuestrada, lista para parir y que las brujas se lleven a su hijo o hija.
El hibrido contempló solo por un segundo la cara de esperanza de la coyote antes de salir a la carga y asesinar a todos en ese lugar.
'Tu padre y yo morimos por conocerte en este momento'.
El primer brujo se acercó listo para atacar a Klaus, quien rápidamente le sacó la cabeza y la lanzó a otro lado avanzando.
'Y yo quiero hacerte una promesa. Tres cosas que tu padre nunca tuvo'.
Dos brujas se posaron delante del altar, donde tenían a Hayley lista para dar a luz, diciendo un hechizo para lanzarlo a la pared más cercana a Hayley y mantenerlo ahí.
'Un hogar seguro, alguien que te diga que te ama todos los días y alguien que pelee por tu, sin nada más que importe'.
Klaus soltó un grito desgarrador al sentir su espalda impactar con la pared. Hayley lo miro con sus ojos llenos de lágrimas mientras forcejeaba y el gritaba, perdiendo su esperanza en un instante.
'En otras palabras, una familia. Así es, mi bebita. El resto lo descubriremos juntas. Te ama, tu mamá'
Los gritos desesperados de Klaus desde la pared hacían que Hayley se ponga más nerviosa y desesperada.
—¡Te traeré el infierno a tus pies!— amenazo el híbrido.
—El último pujo. Ya llega el bebé— le gritaba una de las brujas a Hayley.
—¡Me bañare en ríos de tu sangre!—.
—¡No, no!— se negaba Hayley a dar a luz al bebé, sabiendo el destino que le esperaba.
—Veo al bebé— dijo una de las brujas.
—Bien, ahora, puja— Hayley no tuvo más remedio que pujar soltando un grito desgarrador, el dolor del intento de contener al bebé se estaba haciendo muy intenso. —Con cuidado—.
—¡Morirán gritando!— siguió amenazando Klaus, forcejeando con el duro hechizo que le habían impuesto las brujas.
—Así— fue el último grito que soltó la bruja mientras que la coyote gemía de dolor.
Klaus quedó en silencio y paralizado al ver al bebé.
Era la niña más hermosa que había visto. Sus ojos azules y su piel roja, llena de restos del interior del Hayley, era la bebe más linda que había visto. Una de las brujas la alzó y miro a los padres.
—Tienen una hermosa hija— Hayley se sentó ignorando el dolor que sentía en la parte baja de todo su sistema. Bajo la mirada a la silenciosa bebe. —Debemos comenzar con el sacrificio apenas desaparezca la luna llena— murmuró.
—Por favor— rogó Hayley, sus ojos se llenaron de lágrimas. —Por favor, ¿puedo cargarla?— murmuró con voz ahogada.
A todas las brujas de la capilla se les ablandó el corazón al ver a la adolescente cargando a su pequeña hija recién nacida.
La coyote examinó a la bebe que tenía en brazos, acordándose cada centímetro de su piel y cabello. Levantó la mirada observando cómo Klaus temblaba del miedo, Hayley le sonrió de lado orgullosa de la hermosa niña que tenían.
Hayley sintió una presencia detrás suyo, giró su cabeza y frunció su ceño. —¿Scott?— preguntó levemente confundida ante la presencia.
Una de las brujas tomó el cabello de Hayley y tiro su cabeza hacia atrás dejando su cuello a la vista, con un cuchillo en la otra mano, desgarro la garganta de la coyote sin piedad.
—¡No!— gritó dolorosamente Klaus al ver como asesinaban a la primera persona que amaba luego de mucho tiempo.
Inconscientemente, Hayley llevo una de sus manos al gran tajo que pasaba de un extremo de su garganta a otro. Cayó rendida y con sus ojos cerrados, mientras que la muerte la abrazaba.
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