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012.

capítulo doce.
(huérfanos).

Malia se acomodaba en su asiento en la clase de geografía, con una mueca mientras miraba sus hojas.

—¿Alguien vio a Stiles, Lydia o Kira?— preguntó la profesora al ver los asientos vacíos delante de la coyote.

Malia siguió mirando sus hojas sin prestar atención a la mujer.

—Malia, ¿alguna idea de donde están tus amigos?— levantó la mirada y frunció su ceño.

—Puedo intentar captar su olor— dijo abriendo las manos mientras se encogía de hombros.

La profesora abrió la boca para hablar, pero se tragó sus palabas. —Claro. Mejor les pongo las faltas— asintio sin saber que decirle a la coyote.

Malia— escuchó un susurro masculino en su nuca.

Volteó lentamente a ver a sus compañeros, todos estaban concentrados en sus cosas.

—Bien. Empecemos con la tarea de anoche— volvió a ver su tarea, ignorando el susurro.

Malia— volvió escuchar el susurro.

Se volteó con su ceño fruncido hacia el otro lado. —Hayley—.

Al escuchar el nombre de su hija, comenzó a guardar sus útiles escolares.

Hayley, Malia— volvieron a llamarla.

A paso rápido comenzó a caminar hacia la salida, colgando la mochila en su hombro.

—Malia. ¿Necesitas salir de clase?— la detuvo la profesora.

La recién nombrada la miro con cara obvia con su ceño fruncido. —Si— se retiró del aula, dejando a la profesora con las palabras en la boca.

Comenzó a caminar por los pasillos en busca de su hija. Fue hacia la clase de matemáticas y entro sin tocar.

—¿Está Hayley?— le preguntó al profesor, quien la miraba con su ceño fruncido. Rodó los ojos y miro a los alumnos, quienes le negaron con la cabeza intimidados por el ceño fruncido de la coyote.

Salió del aula dando un portazo, volteó a ver a Hayley, que estaba con su mochila en su hombro y sus brazos cruzados.

—¿Me buscabas?—.

—Lo escuchaste también— su hija asintió ante la afirmación de su madre.

Madre e hija comenzaron a caminar por los pasillos hasta que llegó al principal. Se detuvieron. Voltearon a ver la figura de Derek en las escaleras.

Hayley se cruzó de brazos.

—¿Que haces aquí?— preguntó la mayor mirándolo.

—Brett sigue inconsciente— Hayley interrumpió a Derek.

—¿El está bien?— el mayor se encogió de hombros.

—Está estable. Debo hallar a su manada y avisarles de la lista negra—.

—¿Y para que nos necesitas?— cuestionó Malia.

—Se algunas cosas de esta manada— comenzó a bajar las escaleras mientras hablaba. —Tienen un lugar de encuentro secreto en el bosque. Hayley y tu son las que mas conocen los bosques de Beacon Hills— Derek miro a Hayley, quien se incorporó con la cabeza en alto ante su mirada. —Y se que Hayley no va a ser la primera vez que trata con ellos— Malia la miro interrogante por un segundo. —Esto es de Brett— les tiro la camiseta de lacrosse. —Huélanlo—.

Malia miro la remera insegura. —Aún no me sale bien esto— negó con su cabeza. Derek miro a Hayley.

—Soy un coyote, no un sabueso— se quejó la coyote con mala cara.

Por cómo reacciono, sabía que ellas aún no sabían cómo hacerlo.

—Háganlo. Les enseñaré—.

Hayley miro mal a Malia, quien la miro más mal y la obligó a comenzar a oler la camiseta. Apenas la acercó a su nariz se alejó de ella.

—Huele horrible— chilló la menor.

—Calla y huele— la obligó su madre en un murmuró.

—Conséntrense en los diferentes olores. Algunos están ligados a la identidad. Otros desprenden una emoción— Hayley pego la nariz a la tela, innalando profundamente y exhalando lentamente con sus ojos cerrados.

Abrió los ojos y sonrió de lado. —Tengo la esencia—.

•••

Derek manejaba sin descuido alguno, sobrepasaba límites de velocidad, no se detenía en las señales de tránsito, doblaba derrapando.

Hayley sacó su celular al escuchar que sonaba, su madre se volteó a verla un segundo y volvió la vista al frente.

—¿Que?— preguntó de mala gana, sin saber quien llamaba.

¿Hayley? Soy Scott, ¿tienes alguna idea de donde está Liam?— Hayley frunció su ceño al escuchar la pregunta.

—No lo veo desde que desperté— respondió inconsciente. Malia volteó a verla con todos su torso, pareciendo el exorcista, con sus cejas alzadas y una pequeña sonrisa. Levantó la vista al espejo retrovisor donde Derek la miraba igual que Malia. Apretó los ojos con una mueca.

—¿Desde que desper...? Hayley, ¿pasaste la noche con Liam?— Hayley bufo.

—¿Está desaparecido?— preguntó rodando los ojos.

Si. Salió a correr con Mason, se adelantó y desapareció— la camioneta hizo un movimiento brusco al entrar a la zona del bosque. —Avísame si sabes algo— corto la llamada.

Dirigió la mirada a su madre.
Malia la miraba con sus cejas alzadas, movió la cabeza.

—¿Te acostaste con Liam?— Hayley la miro mal.

—No y fin de la conversación—.

•••

Hayley se sacó las botas antes de bajar del auto y se colocó las zapatillas de gimnasia que tenía en su bolso.

—Su alfa es una mujer llamada Satomi. Es una de las lobas más ancianas con vida— contó Derek mientras cerraba la puerta del piloto.

—¿Que haces?— preguntó Malia a su hija, que estaba con las botas en mano, para luego tirarlas dentro del auto.

—Estas botas son de Lydia. No voy a arriesgarme a perder un ojo por un poco de barro en ellas— negó con la cabeza.

Las coyotes miraron a Derek, dando su conversación terminada.

—Como decía. Ha aprendido mucho— comenzó a caminar, con ellas detrás de él.

—¿Que quieres decir con eso?— preguntó la menor posándose a su lado.

—Es un hombre lobo mordido. No fue fácil tomar el control para ella. Hace mucho tiempo, hizo algo que la cambio—.

—¿Que fue lo que hizo?— preguntó Malia fijándose donde pisaba a la derecha de Derek.

—Es una historia larga— Hayley hizo un mal paso y casi se cae de no ser porque Derek la atrapó.

—¿Estas bien?— preguntó Malia. Su hija asintió. —Estas perdiendo agilidad aquí— murmuró mientras tomaban rumbo.

—La cita es un mantra. Les ayuda a mantener el control— Hayley lo interrumpió.

—¿Como el que uso yo? 'Alfa. Beta. Omega'— Derek asintió en su dirección y siguió hablando.

Hayley paró abruptamente su paso inhalando hondo. Malia le dio una mirada a Hayley.

—¿Que pasa?— preguntó el hombre lobo.

—Pólvora— murmuró Hayley agachándose a examinar las hojas.

Tomó un castillo y se lo tendió al mayor, lo tomó entre sus manos y lo examinó.

—Si la manada de Brett esta aquí, no creo que se vayan a reunir— Malia tomó el brazo de Hayley prestando atención a lo que Derek decía. —Se están escondiendo—.

•••

Las coyotes cerraron las puertas del auto fuertemente con frustración.

—Lo siento— se disculpó Malia de mala gana al ver la expresión de decepción del mayor.

—No tienes que disculparte, ninguna de las dos— Hayley miro mal a Derek. —Si no quieren ser encontrados, no los encontraremos— las coyotes lo miraron con su ceño fruncido. Suspiro. —Hay algunos hombres lobo que tienen una habilidad. Un dominio sobre sus cuerpos que les permite inhibir su olor— la menor rodó los ojos al escuchar esto, y se estreso más.

—¿Pueden esconderse de otros hombres lobo?— Derek levantó las cejas un milisegundo al escuchar la pregunta de Malia.

—De cualquiera que quiera encontrarlos—.

—Por eso es que nadie sabía sobre Brett. Incluso Hayley—.

—No tampoco de Demarco— murmuró la adolescente desde entre medio de los asientos.

—Quizá debamos probar algo diferente— Malia miro a Derek, haciendo que este la mire también. —Quizá debamos pensar como Stiles— Hayley hizo una mueca considerando lo pedido.

Derek frunció su ceño. —¿Como un loco hiperactivo?—.

—Como un detective— dijo Hayley sonriendo de lado.

—Si realmente son budistas, más que preguntarnos donde se esconde los hombres lobo, deberíamos preguntarnos-— Derek interrumpió a Malia dándole la razón.

—Donde se ocultan los budistas—.

Derek dirigió la mirada hacia la brujula que tenía en su auto, que apuntaba hacia el este.

—Cuando Buda se sentó bajo el árbol Bodhi, buscó la iluminación hacia el este— murmuró pensando.

—¿Hay algún lugar con orientación hacia el este en Beacon Hills?— preguntó Malia mirando al mayor.

—Si la hay— respondió Hayley, sonrió mirando a ambos. —El mirador—.

•••

Malia estaba a la izquierda de Derek y Hayley a su derecha.

Habían estado caminando por horas sobre el mirador y aún no encontraban nada.

Un olor metálico llegó a las fosas nasales de la coyote menor, haciendo que su paso pare abruptamente. Malia y Derek la voltearon a ver.

—¿Mamá?— murmuró Hayley.

—Ven aquí— le hizo una seña a su hija mientras miraba a sus alrededores.

—¿Malia?— pregunto Derek confundido al ver como Malia se aferraba a su hija, alerta.

—¿No lo hueles?—.

Hayley volteó a ver a su izquierda.

—Espérenme aquí— murmuró Derek avanzando hacia la dirección que miraba fijamente Hayley.

Al ver que no volvía, Malia y Hayley comenzaron a caminar por donde había ido Derek.

Se acercaron a su lado, viendo todos los cuerpos muertos llenos de sangre, tendidos en la tierra y rocas que había en el bosque.

—¿Que paso?— preguntó Malia, colocándose a la derecha de Derek.

La mirada del hombre lobo derrochaba tristeza y pena. —Podrían haberlos envenenado—.

—Es genial. Si los asesinos con armas no te mata, el aconito lo hará. O quizá uno sin boca. Quizá deberíamos huir de Beacon Hills. Huir por nuestras vidas. Lo más rápido posible— comenzó a hablar Malia mientras que el olor a tristeza de Derek aumentaba.

La coyote comenzó a irse al igual que el hombre lobo, pero Hayley se quedó mirando los cuerpos, jurando escuchar unos débiles latidos.

—Esperen— los detuvo sin siquiera voltear a mirarlos. Una esencia llegó a sus nariz. —Braeden— murmuró al sentir completamente su esencia.

Corrió hacia la dirección donde venía el olor y allí vio a la mercenaria con una mano en alto, intentando llamar la atención.

Derek llegó corriendo a su lado y tomó a Braeden en brazos.

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