011.
capítulo 11.
(huérfanos).
Se sentía sorda y aturdida.
Hayley abrio sus ojos, en un movimiento ya estaba sentada, rugiendo fuertemente, con sus ojos dorados y sus dientes afuera.
Cerró sus ojos, de nuevo, y cayó hacia atrás exhausta en el frío piso.
Escuchó un golpe. Colocó sus codos en el piso y se incorporó un poco mirando la escena. Cayó en cuenta que le faltaba la remera y que había un gran tajo en medio de su pecho, que estaba cerrándose poco a poco.
A sus pies estaba Brett boca arriba inconsciente. Frente a él estaba Peter Hale con sus ojos encendidos en ese azul eléctrico que lo caracterizaba.
Miro a Derek, pestañeo y sus ojos volvieron a la normalidad. —Supongo que me queda un poco de fuerza de hombre lobo— miro a Hayley y lo volvió a ver a el.
—Si, quizá más de un poco— le contestó su sobrino.
Stiles se acercó a Hayley por su espalda, la tomó de los hombros, haciendo que ella se sobresalté un poco. La ayudo a levantarse y la apoyo contra la mesa metálica. Y le dio una remera blanca que había allí.
Miraron a Brett.
—Doctor, creo que no está respirando— dijo Stiles.
Deaton se acercó rápidamente al chico de Devenford, junto a Stiles se agacharon a su lado.
Con un bisturí, le hizo exactamente el mismo tajo que Hayley tenía en su pecho, de allí, salió un humo amarillo haciendo que Brett respire hondamente.
Hayley dirigió la mirada a Peter, quien estaba mirando a Derek. Giró su cabeza hacia la izquierda, y vio el brazo del castaño.
Habia un rasguño que todavía no sanaba.
Estaba tardando más de lo debido, y Peter no fue el único en darse cuenta. Hayley lo miro con su ceño fruncido.
—¿Está bien?— la voz de Stiles la hizo sacar de su trance, dirigió la mirada a Deaton.
—Creo que se pondrá bien, y probablemente esté inconsciente un rato— respondió Alan mirando al hombre lobo tendido en el piso.
Brett comenzó a susurrar. Hayley paso por atrás de Stiles y se agachó junto al inconsciente. Poso su mano sobre su brazo, mirándolo sería.
—Chicos, ¿escuchan eso?. Creo que está diciendo algo— con el aviso de Stiles, todos miraron a Brett.
Hayley frunció su ceño al escuchar lo que Brett susurraba, acercó su oído a los labios de él. —Está diciendo 'El sol. La luna. La verdad'— se alejó y miro a los presentes. —¿Y eso que es?—.
—Tres cosas que no se pueden ocultar. El sol. La luna. La verdad. Es budista— Deaton se giró hacia Derek.
El castaño miro a su tío. —Satomi—.
•••
—Solo déjame aquí, Stiles—.
Stiles se había ofrecido a llevar a Hayley a la casa de los McCall, esta le dijo que si, pero que primero la lleve a un lugar.
—¡Dijiste que íbamos a hacer una parada, no que te deje en una casa!— exclamó Stiles mientras señalaba la casa que tenían en frente.
—¿En que estabas pensando? ¿Que íbamos a parar en un kiosco?— dijo Hayley rodando los ojos mientras bufaba.
—Hayley, no lo se— murmuró Stiles con el ceño fruncido. —Si te pasa algo Scott me golpearía y Malia me mataría—.
—Está bien, hagamos esto— se giró hacia el, saco su celular y se lo mostró. —Te mandaré un mensaje cada una hora y le avisaré a mamá donde me quedaré, ¿está bien?— Stiles la miro a ella y a la casa que tenía las luces apagadas.
Hizo una mueca. —Genial. No le digas a Scott— se apuró Hayley a salir de Jeep de su padrastro.
Cerró la puerta y lo miro desde la ventana. —Buenas noches, Stiles— canturreo despidiéndose mientras movía sus dedos y caminaba hacia atrás.
Se acercó al costado de la casa, la luz de la habitación estaba prendida; Suspiro mirando el árbol, sacó sus garras y se arremangó la chaqueta de cuero; Camino hacia atrás y comenzó a correr, cuando estuvo a una distancia prudente, salto y clavó las uñas en el tronco del árbol, comenzó a escalar ramas, hasta que llegó a donde quería.
Salto, cayendo en el tejado. Se acercó a la ventana de la habitación, con cuidado de no caerse, tocó el vidrio, haciendo que la figura que había allí se sobresalté y voltee.
Liam abrió la ventana y miro con el ceño fruncido a Hayley.
—Hola, handsome— murmuró con una sonrisa ladeada.
—¿Hayley? ¿Que...?— la coyote apretó los labios y señaló el interior de la casa.
—¿Me dejas pasar?— Liam balbuceaba mientras se daba vuelta hacia la habitación, volvió hacia Hayley quien lo miraba con una ceja alzada.
—S-Si , se-seguro— se hizo a un lado, y le tendió la mano a la coyote.
Ella miro la mano y subió la mirada hacia los ojos azulados de el, le sonrió tomándola.
—Gracias—.
Hayley lo miro a Liam, estaban a dos pasos de distancia.
Se mojó sus labios y guardó sus manos en su chaqueta. —Amm. Yo... quiero disculparme— Liam la miro sin entender. —Por como reaccione con lo del explosivo— el rubio bajo la mirada apenado. —Realmente no sabía lo que era. No se el 50% de las cosas— dio un paso adelante, con una pequeña sonrisa. Liam la miro atento. —Hace cinco meses que soy humana. Pase toda mi vida siendo un coyote. Viviendo en bosques y cuevas— bajo la mirada. —Por eso soy así. Cuando no me gusta algo, gruñó. Cuando creo que algo está bien, lo hago y listo. Nunca pienso lo que voy a decir, solo lo digo— Se encogió de hombros. —Por eso me va mal en el instituto. No puedo dormir sola sin que nadie me abrace, mamá solía hacerlo cuando éramos coyotes— negó con su cabeza y subió su mirada, encontrando esos hermosos ojos azules de Liam. —Así que, lo siento. Siento no haber preguntado antes y actuar— volvió a agachar la cabeza.
Liam sonrió de lado y dio un paso hacia delante.
Sus pechos rosaban. Hayley sentía la respiración de Liam en su frente, levantó su mirada y lo vio a centímetros de ella.
Se sintió intimidada por primera vez en su corta vida humana.
Mirándose a los ojos. Con sus manos temblorosas, Liam, tomó el cuello de la chaqueta que Hayley traía puesta y se la comenzó a sacar lentamente hasta sus muñecas. Acaricio sus brazos mientras que ella terminaba de deslizar la campera, que cayó al piso.
Hayley se mojo los labios, al verla, Liam no pudo evitar hacer lo mismo.
—Quédate. Y cuéntame tu historia de coyote— Hayley sonrió dejando escapar una risa susurrada, bajando la mirada.
Asintió levantando la cabeza.
Liam le devolvió la sonrisa. —Y pro-prometo abrazarte si te quedas dormida— murmuro nervioso el muchacho.
Hayley extendió su mano y entrelazo sus dedos. Liam le sonrió tímidamente.
•••
Hayley entro a hurtadillas a la casa McCall, con sus botas en su mano, con su remera y chaqueta en la otra.
Luego que ella y Liam se despierten, el chico le trajo el desayuno, y por apurada, quiso tomar el café caliente, haciendo que lo escupa rápidamente manchando su camiseta, así que Liam le presto una.
Su paso se detuvo en el medio de la escalera al escuchar a Melissa hablar por teléfono.
—Se que llevo un mes de retraso. ¿Tres meses?— escuchó su suspiro resignado y como cerraba la heladera.
Subió las escaleras completamente y se escondió en el pasillo, aún escuchando la conversación y como Melissa se había acercado.
—¿Estas seguro de que son tres meses?— escuchó otro suspiro. Hayley bajo la mirada. —De acuerdo. Entiendo. Pero si pudieran restablecer la electricidad, aunque sea solo unas horas, seria genial— la coyote suspiro silenciosamente al escucharla a la mujer.
Ella tenía en cuenta que era un gasto mantener a dos adolescentes, más a una coyote y a un hombre lobo, ya que comían más de lo normal.
—Tengo el refrigerador lleno de comida que se va a pudrir. Y, obviamente, no tengo el dinero para reponer $300 en comida. Así que...— soltó una risa forzada. —Estoy más que dispuesta a suplicar—.
Hayley negó con su cabeza, camino unos pasos y entro a la puerta de la izquierda donde estaba su habitación con olor a perro mojado.
Dejo la chaqueta y la remera la dejo en el cesto de la ropa sucia.
Suspiro y camino a paso rápido a la habitación de Scott. Se apoyó en el marco con sus brazos cruzados.
El alfa levantó la mirada, ella le sonrió sin mostrar los dientes con lastima, suspiro y se sentó a su lado.
—Lo escuchaste, ¿verdad?— preguntó la coyote sin mirarlo.
—Si—.
—Creo que conseguiré empleo— dijo asintiendo. Scott la miro al igual que ella. —Le dire a Deaton que me de, o puedo conseguir en el bar de acá a la vuelta— se encogió de hombros. —Están buscando meseros—.
—Ayer me quede revisando el locker de Garrett— murmuró Scott con la mirada perdida. Se paró y luego se agachó a recoger algo debajo de la cama.
De allí sacó un bolso rojo, lo colocó a un lado de Hayley, quien se paró a su para ver mejor.
—Y encontré esto— tomó la tapa del bolso y la abrió.
Había dinero allí.
Mucho.
—Scott— murmuró.
—Es el dinero del Benefactor— Hayley lo interrumpió.
—El dinero de los Hale— susurró tomando un fajo de billetes.
—No puedes decirle a nadie, Hayley— le dijo Scott, mientras tomaba los billetes de la mano de la chica y los volvía a guardar junto al bolso debajo de la cama.
—Scott, sabes que con ese dinero podemos ayudar a Melissa ¿verdad?— Scott volteó a ella y la miro a los ojos.
—No se que hacer, Hayley— admitió encogiéndose de hombros.
—Mira, Scott. Melissa ha hecho mucho por mi, y este maldito dinero-— señaló la cama. —-puede salvar la situación económica. Tienes una semana, Scott. Piensa bien que harás— volteó a retirarse de la habitación. Paró su paso y lo miro desde su hombro. —Si en esa semana no tomas una decisión, tomaré el dinero y se lo daré a tu madre—.
Scott suspiro abrumado, lanzándose a la cama.
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