16
Jimin se acurrucó en posición fetal sobre la cama de Yoongi.
No quería volver a su habitación, allí no tenía nada. No tenía nada en esta academia. Ya ni si quiera tenía nada en su vida desde que sus padres rechazaron su decisión.
Nada.
De nuevo aquella maldita palabra que parecía perseguirlo allí donde quiera que fuese.
Ni amigos con los que contar, ni amores en los que confiar, ni padres en los que apoyarse.
Jimin no tenía nada.
Intentó recrear en su mente un escenario inventado, imaginó como sería ahora mismo su presente si nunca hubiese conocido a Yoongi, o si hubiese rechazado su oferta.
Se veía a si mismo sentado en un pupitre casi tan maltratado como él se sentía en clase, atendiendo a un profesor que lo menospreciaba, aguantando a unos compañeros que ante su incomprensibilidad para el arte y los artistas, emitían burlas o simplemente le hacían el vacío.
"El vacío."
Jimin rió por su desgracia.
Estaba en la mejor academia de ballet de todo Seúl, puede que de toda Sur Corea, y no había pagado ni un sólo won para ello porque la suerte le había sonreído por una vez en su vida.
Había sufrido una especie de enamoramiento repentino hacia su "rescatador", quien al principio parecía querer intimar con él, pero ahora le había pedido que lo ignorase.
Puede que tuviese razón, puede que fuese lo mejor. Seguramente si buscaba en internet alguna de esas páginas de fobias, manías y trastornos, habría alguna sobre creer estar enamorado de alguien que te ha salvado de algo. Si en Estocolmo había gente que se enamoraba de su secuestrador, ¿por qué no iba en Seúl haber gente que lo hiciese de su rescatador?
Jimin hundió su rostro en la almohada de Yoongi para olerla. Tan sólo olía a limpieza y a lejía.
Era cierto que Yoongi no dormía nunca allí.
Jimin envidió por un momento al mayor, con su casa propia, su vida resuelta, sus padres queriéndole.
Él también quería eso, un lugar para él solo, donde refugiarse sin que nadie lo juzgara, tener su futuro claro, sus padres de su lado apoyándolo.
Pero no lo tenía y dudaba tenerlo, al menos no temprano.
Sus tripas rugieron, advirtiéndole de que la hora de la comida se acercaba.
No quería ir a ese maldito comedor en el que cada uno tenía un taper con su nombre y una comida distinta, pensada exclusivamente para él. Quería ir a su casa y pedirle a su madre una buena lasaña.
Pero sobre todo, no quería ir a ese comedor y encontrar a Jungkook. ¿Cómo mirarle tras saber todo lo que hizo con Yoongi? Le daba rabia en su interior el saber que él también se había sentido atraído por el menor.
Jungkook era el rey de los bailarines de aquella academia, todos le temían y amaban.
Quizás era hora de que alguien lo destronase, o al menos muriese en el intento.
Jimin tocó su tobillo inflamado y lo movió despacio en círculos. Un alarido de dolor se escapó de su garganta. No podía volver a su habitación andando tal y como Yoongi le había pedido, tampoco podía ir al comedor, tan sólo podía quedarse allí y esperar a que el dueño de la habitación apareciese.
Para su fortuna, así fue, minutos después.
El rostro de Yoongi transmitía todo el enfado que parecía retener en su interior.
—Te dije que te fueses. -dijo con voz dura.
—No puedo apoyar el pie en el suelo...
El ceño de Yoongi se relajó al igual que el resto de su cuerpo, y se puso en cuclillas frente al borde de la cama para mirar a Jimin desde abajo.
—¿Te sigue doliendo? -ahora con una voz más dulce.
—Ahá, creo que se me está hinchando más.
Una pinceladas de preocupación fueron pintadas en los ojos del rubio.
—Puede que hayas hecho algo más que una torcedura, quizás tengas un esguince, dime, ¿habías tenido alguno antes?
Jimin negó con la cabeza.
—No es nada, seguro que en un par de horas más estaré mejor, además, tengo que entrenar...
Yoongi tomó los brazos de Jimin.
—No. No voy a permitir que te lesiones más.
—Pero tu madre dice...
—Mi madre es una zorra.- soltó sin más Yoongi. Jimin abrió su boca y notó el calor en sus mejillas, por lo que hundió la barbilla en su pecho, lo que hizo reir a Yoongi - Tú también lo crees, ¿verdad?
Jimin no pudo evitar sonreir, y Yoongi no pudo evitar verle desde abajo e imitarle. Quiso alzar su mano y tocar su mejilla, puede que incluso apretarla con dos de sus dedos, pero no podía hacerlo, sabía que tan sólo se harían daño mutuamente, de modo que se mantuvo como un idiota mirando el rostro del menor desde abajo.
—¿Qué miras caraculo? -preguntó Jimin divertido al darse cuenta de que las pupilas de Yoongi se habían perdido en su piel.
Yoongi pareció despertar de un sueño, parpadeó varias veces seguidas y frunció el ceño.
—¿Se puede saber que acabas de llamarme, mocoso? ¿Qué forma es esta de tratar a un hyung?
Yoongi pellizcó la cintura de Jimin para provocarle cosquillas, y éste se intentó proteger echándose atrás en la cama y cubriéndose con los brazos mientras reía.
—¡Para! Si me sigo riendo tendré hipo y dentro de poco es la comida. -dijo como defensa para detener el ataque de Yoongi. Para su suerte, funcionó.
—He visto lo que tienes hoy de comer, no te va a gustar. -dijo Yoongi perdiendo la alegría con la que jugaba segundos antes.
Jimin también borró de inmediato su sonrisa y bajó la vista.
—¿De qué quería hablar contigo tu madre, Yoongi? -murmuró.
Yoongi calló durante casi un minuto, hasta que final dijo.
—De que no vales nada.
◇◇◇
Holaa!
Sé que últimamente estoy bajando el número de palabras por capítulo, pero es que comencé mi curso (chau vacaciones de verano, os echaré de menos ㅠㅠ) y prefiero no dejarlas muchos días sin actualización sólo por ser más largos, ya que al fin y al cabo sucederá lo mismo en la historia, creo que seguiré actualizando más o menos seguido pero con capítulos algo más cortos a los anteriores. ¡Espero que les parezca bien esta idea!
Nos vemos pronto! Déjenme sus comentarios, no tengan miedo, me encanta leerlos y me da mucha alegría y fuerza para continuar, incluso un simple "jajaja" ❤
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