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Capítulo 6

—¿Y no le has dicho nada? —me pregunta Samuel con una cerveza fría en la mano. La rueda entre sus dedos y la tiene pegada a su pecho por si alguien pasa a su lado y la tira al suelo.

Niego decepcionado y escucho las risas de mi grupo de amigos. Agacho mi cabeza y cierro los ojos.

Noto una mano en mi brazo y miro los tatuajes de Mike.

—Venga, tío. Tienes que decírselo ya. Ella no sabe absolutamente nada de que tienes ya el billete comprado y tienes el apartamento comprado. Bueno, más bien tienes que pagar el alquiler de este.

—Se va a enfadar mucho —digo elevando la vista. Miro a mi amigo.

—Joder, Malik. Tienes un par de cojones bastante pequeños —asegura Samuel entre risas y se lleva el pico de la botella a sus labios.

—Ni caso le hagas a Samu —me pide Mike—. Ya sabes cómo es y la bebida se le está subiendo a la cabeza.

Miro a Samuel y casi escupe la bebida en mis zapatos. Retrocedo un poco mirándolo con cara de asco y suspiro.

Nunca antes he visto a alguien así en una discoteca. Confirmo que he salido un montón de veces a fiestas y a discotecas, pero Samuel es diferente a los demás. Nunca ha tenido pareja y se cree que por decirme eso, él vale más que yo. Debería de mantener la boca cerrada porque no sabe qué es tener una persona a su lado.

Tengo que reconocer que es un capullo, pero aún así le tengo cariño. Un cariño que está debajo de una piedra, pero por lo menos le tengo cariño.

Miro a mi chica bailar en la pista de baile con su amiga entre risas. Su pequeño bolso cruzado delante de su pecho, se mueve a un ritmo más lento que su cuerpo. En una mano sostiene un vaso con alcohol y siempre tengo la necesidad de mirarla en cada momento cuando estamos en una fiesta o una discoteca. Me preocupa que algún imbécil eche alguna mierda en su vaso.

Por fin, Giselle me mira con una gran sonrisa y se aleja de su amiga. Corre hacia donde estoy esquivando a todas las personas allí presentes. Coge una de mis manos y no para de sonreír. La miro con ternura, pero a la misma vez intento no mirarla con miedo. Sé que se enfadará conmigo tarde o temprano cuando sepa mi pequeño secreto.

—Hola, chicos —dice con una gran alegría mirando a mis amigos.

Todos le saludan, pero cuando escucho a Samuel, lo miro con mala cara y susurro:

—Adiós, capullo.

Nadie me ha escuchado, pero Mike levanta una de sus cejas desviando la mirada hacia otro lugar de la discoteca.

—Os voy a robar a mi chico por unos minutos, ¿de acuerdo? —dice y agarra mi mano con fuerza.

Todos asienten con una sonrisa y me voy con ella. Esquivamos a las tantas personas que están allí presentes y me mira mientras caminamos.

—¿Qué ocurre, princesa? —le pregunto y escucho su dulce risita.

Llegamos a la barra y llama al barman, un chico joven que es su amigo. Ha trabado una amistad con él porque hemos estado muchas veces en esta discoteca. Giselle es una chica muy amable y siempre consigue amigos por todos los lugares a donde va.

—Kevin, toma mi bolso —le dice y le entrega su bolso con una media sonrisa. El chico coge su bolso y lo coloca debajo de la barra. Allí estará seguro.

Me saluda levantando las cejas mientras no para de sonreír. Voy a saludarlo también, pero siento cómo Giselle tira de mí. Comienzo a correr con ella en aquella discoteca y abre una puerta que lleva a unas escaleras.

Cierra la puerta de un portazo y la música no está tan alta cómo antes. Las paredes de este local son muy buenas porque no dejan que todo el sonido pase entre ellas.

Subimos las escaleras de caracol rápido y, al estar arriba, me estrella contra la pared. Devora mis labios y puedo escuchar un sonido sexy procedente de su garganta. Su perfecto cuerpo aplasta el mío y comienza a rozarlo contra el mío mientras sigo escuchando ese sonido sexy.

—¿Qué pasa, mi diosa? —la interrumpo y no abre los ojos, solo busca mis labios para seguir devorándolos. Cojo sus manos y gruñe molesta.

—¿Cuántas veces te he dicho que no me detengas, Zayn Malik? Estoy muy cachonda desde que comencé a mirarte desde lejos. Estabas hablando con tus amigos y tu perfecto rostro se iluminaba con las luces de la discoteca.

Su aliento roza mi rostro y trago saliva.

La aparto de mí y me mira sin entender nada.

—¿Qué te ocurre, Zayn? ¿Por qué...?

—Tenemos que hablar —la interrumpo y cruza sus brazos en su pecho.

—Hablemos.

Su tono es serio y sé porqué es así. Giselle odia que interrumpa su momento cachondo cuando solo quiere tener placer conmigo.

Se sienta en unas escaleras de metal que conducen a otra planta y comienza a jugar con sus dedos. Luego me mira seriamente.

—Más te vale que sea algo importante, Malik —dice muy seria y lo único que se me pasa por la cabeza es atarla a la cama como forma de castigo. ¿Acaso no sabe que odio ese tono y esa manera en la que se comporta?

Suspiro molesto y lo digo sin pensarlo:

—La próxima semana me voy a Australia.

Abre sus ojos y su boca a modo de sorpresa.

—¿Perdona?

Eso es lo único que dice. Me tengo que preparar para escuchar sus gritos. Sé que ya está enfadada conmigo.

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