Capítulo 16: El jardín secreto
Las semanas siguientes al accidente en el despacho del director habían transcurrido con tranquilidad. Los planes para la misión marchaban bien, sin embargo, aún no daban con la localización de aquella pequeña torre.
— Y así es como ocurrió la fundación de nuestro colegio - terminó de relatar la profesora Weidenholz a sus estudiantes - Recuerden que esto vendrá en sus T.I.M.O.S. por eso es muy importante que lo repasen - completó mientras les sonreía dulcemente a los jóvenes - ¿alguna duda? - preguntó dando una mirada rápida al aula.
La Slytherin recibió un pequeño codazo por parte de la metamorfomaga sentada a su costado, carraspeó un poco la garganta y levantó la mano.
— ¿Si Laia, cuál es tu duda? - dijo la profesora sonriéndole a su sobrina.
— ¿Podría explicarnos de nuevo el proceso de aceptación de nuevas brujas y magos al colegio?, creo que tengo unas cuantas lagunas respecto a eso - dijo con mucha tranquilidad en su voz.
— Claro que si. Verán cuando un niño o niña muestra por primera vez signos de magia, la pluma de aceptación flota de su tintero y va hacia el libro de admisiones para escribir el nombre de aquella persona en él. Sin embargo, el libro puede ser selectivo y hasta que no se demuestre el potencial mágico del niño, este no dejará que se escriba su nombre en sus páginas. Por desgracia nadie ha podido ver esto, ya que desde que los fundadores los colocaron en su torre, esta ha permanecido sellada y ninguna persona ha podido presenciar este acto - relató la profesora. Mero levantó la mano y la profesora le dio la palabra.
— Usted mencionó que ambos objetos se encuentran en una torre sellada, ¿por qué es que se selló? - preguntó de una manera muy vivaz.
— Principalmente para mantener alejados a los mirones - rió un poco al decir esto y después continuó - este proceso es muy delicado y el caos alrededor del mismo podría ocasionar un problema en los registros nuevos. Además, se tiene la creencia de que en esa torre se encuentran documentos muy importantes y confidenciales, por eso mismo es que los únicos admitidos a estar allí son los directores - finalizó decidida a continuar con otros temas de la clase pero la pelivioleta levantó la mano de pronto.
— ¿Y entonces sólo los directores saben llegar a ella? - preguntó un poco desilusionada aunque lo disimuló.
— Bueno, pues existe una leyenda sobre como localizarla, sin embargo, es algo que no puedo contarles, lo siento - dijo esto y miró el reloj de arena colocado sobre su gran escritorio de roble - muy bien chicos, eso es todo por hoy, pueden irse - se levantó de su silla dispuesta a caminar a su despacho, dejando a las chicas contrariadas pero sin perder la esperanza.
Una vez que todos sus compañeros se retiraron, Laia, Mero y Padme se aproximaron al despacho de la profesora mientras Abril las esperaba fuera del aula. Las prefectas tocaron a la puerta y se adentraron en la habitación una vez que la profesora les permitió el acceso.
— Chicas, me llamó la atención su interés emergente por la pequeña torre, las conozco tan bien, en especial a ti Laia, que me atrevería a decir que están tramando algo - dijo mirándolas con los ojos entrecerrados, como si al hacerlo pudiera desentrañar el plan de las chicas.
Laia se puso de pronto nerviosa, no le gustaba guardar secretos a su tía, desde que se había casado con su tío, había sido como una madre para ella, por lo que la culpa comenzó a embargarla. Padme notó esto y decidió salvar la situación.
— Lo que ocurre, profesora, es que esta mañana hemos escuchado a unos chicos menores planeando buscar aquella torre y como prefectas queremos estar preparadas para saber a qué lugares podrían ir y así evitar que se lastimen o pongan en peligro a alguien más. Sentimos que es nuestro deber el velar por la seguridad de nuestros compañeros - mintió muy segura y con un semblante tranquilo.
— En ese caso díganme de quienes se trata y me haré cargo yo misma - dijo tomando por sorpresa a la pelivioleta que no había tomado en consideración ese detalle.
— Por desgracia no vimos de quienes se trataba, estaban escondidos detrás de una estatua de caballero y cuando íbamos a aproximarnos, la profesora Lestrange nos llamó para ayudarla con unos chicos que habían escalado por unas cortinas persiguiendo una rana de chocolate - dijo Laia de pronto, ayudando a Padme a que la historia permaneciera a flote.
— Bien - la profesora Weidenholz soltó un suspiro de resignación y continuó - confío en ustedes, sé que son responsables y no romperían una regla, por algo son prefectas - les dió una dulce sonrisa y luego cambio su semblante a uno serio - la leyenda cuenta que para llegar a la pequeña torre sellada se debe pasar primero por un jardín secreto al que solo han podido acceder aquellos que son dignos de verlo con sus propios ojos, sin embargo, una vez lleguen a la habitación contigua deberán pasar varias pruebas que irán aumentando en dificultad cada que se complete la anterior. Estas son con el fin de probar las habilidades mágicas de quien será digno de estar en presencia del libro y la pluma. Una vez que las pruebas sean completadas, podrán acceder a la torre - terminó de contarles y las miró volviendo a su amable semblante.
— Muchas gracias profesora, no tenemos ni idea de donde pueda estar la entrada a ese jardín pero tendremos los ojos muy abiertos por si logramos retenerlos antes de que hagan una locura - dijo Mero mientras se mostraba como una prefecta comprometida.
— Tal vez deban prestar especial atención a los alrededores del patio de la Torre del Reloj - les comentó bajando un poco su voz - la última persona que estuvo en el jardín mencionó que entró desde una zona cercana al patio, sin embargo, después de años de búsqueda jamás se encontró - dijo esto último con su tono de voz normal.
— Muy bien tía, estaremos atentas, muchas gracias por la ayuda - dijo la pelinegra y las tres chicas salieron del despacho con una sonrisa de complicidad en sus rostros.
Al salir del aula se encontraron a Abril charlando con el chico que se le había quedado viendo aquella ocasión en el patio de transformaciones. Laia se apresuró a ambos y fulminó con la mirada al chico, provocando que este sudara frío al ver su expresión y que Padme y Mero soltaran una pequeña risita entre ellas.
— ¿Qué haces aquí Evans? - dijo la pelinegra plantándose al lado de la pelivino.
— Ho... hola Laia - dijo el chico de Gryffindor - estaba preguntándole a Abril algo referente a criaturas mágicas, me dijeron por ahí que ella era muy buena en eso y quería que me resolviera unas dudas pa... - de pronto fue interrumpido por la Slytherin.
— Si si, bueno, Mero también es buena en eso, deberías preguntarle a ella en vez de molestar a Abril, sé cuáles son tus verdaderas intenciones con ella - dijo haciendo que el chico se pusiera colorado de la vergüenza y buscara ayuda con la mirada a las otras dos prefectas pero estas se limitaron a dedicarle una sonrisa de "no podemos ayudarte".
— Oh miren la hora - dijo viendo su muñeca como si tuviera puesto un reloj muggle en ella - voy tarde a mi clase de herbología - volteó a ver a Mero y le habló - ¿podrías ayudarme después? - la chica asintió con amabilidad - nos vemos luego Abril - dijo mirando con dulzura a la pelivino y luego reaccionó despidiéndose de las demás chicas para salir corriendo por el corredor con dirección a los invernaderos.
— Es lindo - soltó de pronto Abril mientras lo veía alejarse, logrando el asombro de las demás chicas.
— ¡Espera, no! - gritó Laia y entonces Abril le sacó la lengua en señal de broma.
Las cuatro chicas se retiraron a un sitió donde nadie las escuchara y le contaron a Abril cada detalle de su conversación con la profesora. Ella las escuchó con detenimiento y sonrió cuando estas le comentaron donde podría estar aquel jardín.
— No les había contado pero - hizo una pequeña pausa - hace un par de años en mi cumpleaños me sentía muy triste y estando cerca del patio de la Torre del Reloj encontré una pequeña habitación llena de libros y cuando me aproximé a uno de los libreros tomé un libro y de pronto el mueble desapareció dejando a la vista un pequeño corredor que me condujo a un jardín precioso. A partir de ese momento ha sido mi lugar secreto y voy allí cada que me siento muy triste, no me gusta molestarlas cada que eso ocurre - dijo un poco avergonzada por haberles ocultado aquello.
Las chicas abrieron los ojos muy asombradas por la revelación y pegaron brinquitos de emoción. Platicaron durante un largo tiempo sobre aquel sitio y pensaron en aquellas pruebas a las que tendrían que enfrentarse para prepararse.
[Patio de la Torre del Reloj, 20:00 pm]
Unos cuantos días pasaron después de aquello. Las chicas se encontraban dando su ronda de vigilancia como acostumbraban hacer cada noche, sin embargo, ese día tenían otro motivo en su cabeza.
Abril se encontraba oculta esperando a que los demás chicos presentes en el lugar se retiraran a sus salas comunes y una vez esto ocurrió se reunió con ellas.
— Es por aquí - dijo mientras se aproximaban a la entrada de la sala donde se hallaba aquel estante. Padme giró la perilla sin embargo la puerta no se abrió.
— ¡Oh vamos, otra vez no! - dijo Padme quien ahora tenía el cabello rojo del enojo que comenzaba a apoderarla - no quiero romper otra cerradura - dijo en un tono de molestia muy notorio.
Mero realizó la misma acción seguida de Laia, pero la puerta no se abría. Entonces esta última comenzó a forcejearla por si el motivo de esto era que estuviera atorada.
— No creo que se abra de esa forma - dijo una voz a sus espaldas. Todas voltearon asustadas y se encontraron a Matt Evans observándolas con interés. Él comprendió entonces que estaban haciendo algo importante y probablemente fuera de las reglas. Se acercó a la puerta e intentó abrirla sin éxito como las otras tres chicas.
— Tal vez tiene un hechizo para ser abierta exclusivamente por una persona - les dijo mientras se alejaba de la misma y se quedaba pensativo. Abril giró la perilla haciendo que la puerta se abriera con facilidad para sorpresa de las demás. Matt le sonrió a la chica - ven, se los dije - dijo encogiéndose de hombros.
— Queríamos abrirla por fines de vigilancia - se apresuró a decir Mero.
— ¿Abrir qué? No sé a que se refieren, yo no he visto nada - contestó Matt guiñándoles un ojo - se escucharon unos pasos a lo lejos y entonces el chico les habló con rapidez - entren pronto, yo les cuido las espaldas -
— Gracias Matt - le dijo Abril con una sonrisa lo que provocó el sonrojo del chico.
— Si si, gracias Evans - dijo Laia y se apresuró a entrar junto a las demás chicas cerrando la puerta tras ellas.
Abril se acercó al librero, cerró sus ojos antes de tomar el libro que siempre le permitía el acceso y pensó - por favor, necesito entrar con mis amigas - abrió los ojos y extrajo el libro. En ese instante el librero desapareció dejando a la vista un pequeño corredor alumbrado por velas que flotaban con gracia. Las chicas caminaron a través del mismo hasta que llegaron a un grande y hermoso jardín, lleno de las más hermosas flores y árboles, y alumbrado por miles de luciérnagas que se perdían con las estrellas que aquella noche les brindaba.
— Chicas, bienvenidas a mi pequeño paraíso - dijo Abril con una sonrisa mientras las demás se asombraban con tal belleza.
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