04 ✧*̥ messages • real life
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Capítulo 4:
Mochila de Bob Esponja
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📂👥 CONTACTOS
📱🍔 Teléfono de Rubén
📍🏢 Centro de Convenciones
de Los Ángeles, CA.🇺🇸
11 de junio de 2019, 12:20 p.m.
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💬 WHATSAPP
⏰ 12:21 p.m.
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Rubén:
Oyee...
¿en dónde estás?
Mara:
Hola✌️
en donde acordamos ayer ⏳
Rubén:
Siento mucho hacerte esperar,
tuve un inconveniente con unos amigos xd
Voy en camino
Mara:
No te disculpes Rubén, está bien :)
te espero😸
🔽
Rubén:
Estoy aquí
no te veo Maraaa
Maraaa
where are youuu
Mara?
Mara ☹️
Mara:
😂
Perdón, estaba atendiendo a alguien
ahora sí...
¿en dónde estás tú?
Rubén:
En la entrada,
junto a la jardinera :d
Mara:
No te veo
Rubén:
Soy el de negro
Mara:
Hay demasiadas personas vestidas
de negro en este lugar, Rubén
Rubén:
xD
Ya ya,
estoy alzando la mano
mis amigos también,
uno de ellos trae lentes
ya nos viste?
Mara:
Vale vale, creo que ya.
voy hacia allá :)
Rubén:
Vale
🔆 REAL LIFE
🗣 narrador omnisciente
⏰ 12:30 p.m.
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Hablando de destinos, coincidencias y casualidades, Mara estaba a punto de abordar el tren hacia un nuevo capítulo en el libro de su vida; pero ella no tenía la menor idea de que una simple billetera sería su boleto de salida, porque claro, ¿quién lo iba a imaginar? A veces algo tan insignificante puede convertirse en algo magnífico y la muchacha de ojos azulados está a unos cuantos pasos de descubrirlo.
Rubén también.
Y si no fuera porque el directo en Twitch se prolongó unos minutos más de lo esperado, quizás habría llegado en punto del medio día como acordaron la noche anterior, pero el Español perdió la noción del tiempo conversando con sus suscriptores y compartiendo cada cosa que se encontraba por las calles de la ciudad con Mangel y Alex. Menos mal había agendado ya el número de su salvadora en sus contactos y así era más fácil comunicarse con ella.
Particularmente el día hoy estaba muy soleado, típico de esta zona californiana palpando el verano; Mara había despertado cinco minutos antes de que su alarma sonara, su móvil tenía batería suficiente y desayunó un par de waffles especiales con arándanos y nuez. Todo apuntaba a resultar de maravilla este once de junio, la castaña tenía un muy buen presentimiento en el pecho que no permitía que su sonrisa desapareciera desde esta mañana.
Y por otro lado, Rubén no había dormido mucho pero sí lo suficiente para despertar con energía y continuar grabando para su canal. La habitación de hotel les pareció a los tres amigos muy cómoda para sus días de estadía en la gran E3, añadiendo también los desayunos bufete que incluía el hospedaje. Ahora mismo se encontraban listos para iniciar otro stream pero esta vez jugando algo en los stands de los videojuegos que les habían invitado a probar, así que debían ser breves con el asunto de Rubén si no querían llegar tarde.
La castaña se movía de aquí por allá entre la multitud, caminando hacia dónde se encontraba Rubén esperándole, a veces chocaba con la gente, a veces sentía que la ola de personas la arrastraría, pero al cabo de unos segundos más logró atravesar todo eso.
Y ahí estaba él.
En la imaginación de Mara Fellner, Rubén, el chico desconocido, a quien sólo había visto en su foto de perfil en WhatsApp, era un poco diferente a la realidad. No imaginó que fuera tan alto, quizás me saca unos veinte centímetros por lo menos, pensó. En la foto su piel lucía menos pálida de lo que en verdad era, la luz revelaba las tonalidades verdes en sus ojos que no eran totalmente marrones como podría pensarse, su cabello era castaño, un castaño claro muy bonito, se dijo a sí misma, parecido a la cocoa en polvo que usaba para hacer sus pastelitos favoritos en su cumpleaños... pero lo que más había llamado la atención de Fellner fue sin duda alguna la sonrisa y la vibra energizante que irradiaba el muchacho que ahora mismo dejaba de ser un desconocido, para añadirse en la lista de personas que Mara se alegraba de conocer.
Fue un encuentro raro, principalmente porque ninguno de los dos supo qué decir y Alex y Mangel sólo se dedicaban a contemplar la escena.
—H-hola —la castaña fue la primera en soltar una palabra. Por inercia le dedicó una sonrisa como suele hacerlo la mayoría del tiempo a las personas, pero esta vez venía cargada de un poquito de nervios y ella no se explicaba por qué— ¡yo soy Mara! —alargó con un tono de voz más alto y alzando la mano izquierda. Se preguntó si acaso eso se había visto mal.
Rubén Doblas no siempre fue muy bueno con las presentaciones, muchas veces los nervios le consumían y terminaba causando una mala impresión, pero conforme su imagen pública fue haciéndose más y más popular, no tenia precisamente la necesidad de hacer una presentación con nuevas personas, porque ya le conocían a él.
Pero increíblemente este no era el caso.
La chica frente a él no le conoce, no sabe quién es elrubiusOMG. Hacia tanto tiempo que no empezaba de cero con una persona, hacía tanto tiempo que no se sentía como una persona normal y común, y ojalá hubiese tenido tiempo de planear una presentación bien hecha, porque a Rubén le parecía una muchacha muy simpática y bonita, no quería arruinar esta primera impresión, aunque tenía la sospecha de que al tardar tanto en responder, ya lo estaba haciendo.
—Hola Mara —soltó el castaño con un poco más de confianza— eh... yo... y yo Rubén.
¡Es que desde hace tanto no tenía esta sensación! ¿Era normal sentirse nervioso? ¿era normal ponerse así cuando se conoce a alguien nuevo? Rubén tenía la ligera sensación de que no, que conocer personas es algo cotidiano y común, pero entonces, ¿que pasaba aquí? ¿por qué de pronto las palabras se le iban si casi nunca mantiene la boca cerrada?
Estaba tardando demasiado en decir algo, que le dio tiempo de observar mejor a quien le salvó del aburrido trámite de reposición de identificación y licencia para conducir. Ella es Mara Fellner, la muchacha que halló por casualidad la billetera en medio de centenas de personas y que en vez de adueñarse del efectivo que había dentro, le contactó para devolvérsela, cosa que Rubén agradecía mucho. La castaña ahora mismo le tendía una mirada alegre y tranquila, que le permitieron ver mejor el azul de sus ojos, la pequeña curva que hacían sus mejillas al sonreír, su estatura que se asimilaba a la de Alex, su aura de espontaneidad y alegría... por alguna extraña razón, él también se sentía bien por conocerla, por haber coincidido con ella entre miles de personas en este lugar.
—Creo que esto te pertenece —se apresuró en hablar ella, extendiendo la mano para que Rubén tomase lo que es suyo—, ¿si lo dije bien, verdad? Mi español hablado es pésimo —cuestionó la muchacha, apretando los dientes como si estuviese avergonzada.
Rubén dejó escapar una breve risa—. Pues yo pienso que se escucha muy bien —admitió. Seguido, extendió también la mano para tomar su billetera y agradecerle a la chica—, en verdad, te agradezco mucho esto. Me has salvado de varias —rió.
—Oh, no hay nada que agradecer —dijo Mara, ocultando ambas manos en los bolsillos de su hoodie como sinónimo de la timidez que comenzaba a sentir— cuando perdí mi mochila de Bob Esponja a los diez años, me hubiese gustado que quien la encontró me la devolviera después de leer la etiqueta con mi nombre y mi dirección escritos en letra grande. Pero sorpresa, nunca la recuperé y es una pena porque me gustaba mucho. Hasta el día de hoy cada vez que visito ese museo, busco inconscientemente con la mirada por todos lados con la esperanza de hallarla... es tonto lo sé, ¡pero es que era una mochila limited edition!... Perdón estoy hablando mucho.
Rubén esbozó una sonrisa muy amplia, dejó escapar otra risa pero esta vez una más sincera. Después de escuchar la breve y trágica historia de la mochila de Mara, quería contarle de las catorce loncheras de Pokémon que perdió a lo largo del preescolar y un poco de la primaria, pero la parte consciente suya le recordó que si continuaba la charla, llegarían tarde a con Ubisoft y sus nuevos videojuegos.
—Hoy valdría mucho, ya no encuentras seguido mochilas de Bob Esponja.
—¡Exacto!
Ambos rieron.
Rubén fue golpeado por el entendimiento y antes de irse, decidió que era buena idea presentarle a sus amigos.
—Oh, ellos son Mangel —señaló al primero, quien se limitó a sonreír y alzar la mano con energía— y Alex, mis amigos —el segundo hizo un ademán con la mano para saludar y la chica de buena manera correspondió ambos saludos.
—Es un gusto conocerlos, ¿la están pasando bien? ¿se divierten? —inquirió la curiosa muchacha. La verdad es que no quería despedirse tan pronto, los chicos le parecían muy agradables.
Los tres contestaron al unísono un sí, pero cuando la conversación bien podía extenderse un poco más, un recordatorio en el móvil de Mangel les avisaba que debían apresurarse en moverse de lugar para llegar temprano a enfrentar al equipo de AuronPlay.
El de lentes atestó un codazo en el hombro de su amigo para captar su atención y mostrarle la pantalla—. Vámonos ya tío.
La sonrisa de Rubén desapareció casi por completo. Se giró para mirar a Mara y agradecerle una vez más antes de despedirse—. Nos tenemos que ir, pero otra vez muchísimas gracias Mara, hostia, no sé qué hubiera pasado si alguien más se la llevaba. —Pasó ambas manos por su cabello, aún seguía nervioso, acomodó mejor su gorra y se preparó para partir.
—Tengo la creencia de que si devuelvo cosas extraviadas, tal vez algún día Bob Esponja vuelva a mí —rió—. No es nada, Rubén. Cualquier cosa que necesiten ahí tienes mi número telefónico.
Mara se acercó a Rubén para despedirse con un beso en la mejilla, lo que extrañamente causó que las mejillas del chico adquirieran más calor de lo habitual, pero correspondió al gesto de despedida al igual que Mangel y Alex.
—¡Adiós, cuídense! —se despedía la castaña, con la misma gran sonrisa en el rostro y un alivio en el pecho por haber hecho algo bueno para alguien.
Rubén se preguntó si acaso esta sería la última vez que la volvería a ver.
—¡Oye, Mara! —interrumpió el castaño, obteniendo inmediatamente la atención de la aludida.
—¿Si?
—¿Nos podrías llevar a los stands de Ubisoft? No soy muy bueno con los mapas —pidió amablemente.
Mangel y Alex le miraron incrédulos, ¡eso no era verdad!
Pero Mara no sabía eso y como parte de su trabajo, conocía cada rincón de este enorme sitio—. ¡Por supuesto, vamos!
Dylan:
Eu bestia
Mara
Mara
Mara:
Y ahora qué hiciste insecto?
Dylan:
Cuál es la contraseña de la cuenta de
Epic Games?
Mara:
Te la dije hace dos días ,
ahora no puedo buscarla Dyls,
estoy un poco atareada
Dylan:
La olvidé :p
pues qué tanto haces?
Mara:
Ya la encontré:
contraseña1234567
Acabo de devolverle a un chico llamado Rubén su
billetera que perdió ayer...
toda una locura, la encontré sin querer
cerca de los baños lmao
Dylan:
Qué
E3...
billetera?
Ruben?
Rubius?
el YouTuber???
😮😮😮
Mara:
Qué?😳
Noo
Presentando al hermano menor de Mara🥰
tomemos en cuenta que ella no sabe nada sobre Rubius y lo que hace y Dylan como buen fanboy/gamer ha llegado a ver alguno de sus videos, directos y sus historias de IG (más adelante sabrán por qué la familia de ella habla un poco de español), pero la boomer de Mara no está muy al día con eso jsjsjs
Miren quién decidió aparecer!
Me súper disculpo por tardar tantísimo (+2 semanas) en actualizar pero había días donde no quería forzarme a escribir, necesitaba que la inspiración llegara y redactar lo mejor posible:') eso y también el cambiazo de rutina ahora que ya entré a clases en la Universidad
En fin, muchas gracias por estar aquí muffins! Ya somos +4K 💜 y eso me hace extremadamente feliz porque apenas ayer Wonderland cumplió un mes publicada:')
Also! Quiero platicarles acerca de algo muy bonito que vengo planeando con mi hermosa Laurel s-sweetnightmare y se trata de nada más y nada menos que un crossover🥳
Su historia se titula Wildest Dreams y es un fanfic de nuestro querido Guillermo aka WillyRex 💚
¿Qué esperan para pasarse? Es increíble lo que ha hecho y no puedo esperar para comenzar a leer la historia de Galilea y Guillermo 💚
Plus: por ahí llegarán a encontrar a Mara y a Rubén haciendo sus pendejadas, así como aquí tendremos a Gali y a Willy paseándose por Wonderland 💜
Un abrazo!
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