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Capítulo 40 - Agapanto

Cerró la puerta del local, después de atender a un cliente y se condujo hasta el área del vivero, para corroborar que todas las plantas estuvieran en perfecto estado. Mara, su nueva ayudante, se encontraba en uno de los espacios reyenando algunas macetas, mientras tarareaba una canción que en esos días estaba muy de moda.

Acomodó las orquídeas moradas que reposaban sobre uno de los estantes de madera y escuchó el sonido de la puerta ser abierta. Quitó los guantes de sus manos y acomodando su delantal, se acercó al área de exhibición con una amplia sonrisa para recibir al cliente.

Un nuevo cultivo de Agapantos estaba en una de las esquinas, dando una de las más hermosas vistas con sus alargadas flores de seis pétalos y su delicioso aroma. Era una planta realmente exótica y la flor una de las más solicitadas en ese tiempo por ser poco conocida.

También por su increíble belleza.

La clienta llegó a ellos y acarició una de las flores con cuidado, con una sonrisa en los labios. Esta llevaba un teléfono en la otra y parecía hablar con una persona por video llamada.

ㅡ¿Esta te gusta?ㅡ preguntó la chica de cabello corto y flequillo.

ㅡBuenas tardes, Señorita. ¿Desea alguna planta en particular?

La muchacha apartó los ojos del teléfono y miró de arriba a abajo al hombre que le atendía. Era un apuesto joven de cabello castaño que llevaba un mulet hasta el cuello y los ojos casi cubiertos por un flequillo desordenado y con rizos. Esta de inmediato hizo una venia.

ㅡBuenas tardes, estoy buscando una flor exótica para un regalo. ¿Cual es el nombre de esta? Me parece muy bonitaㅡ señaló una de las flores de color entre lila y blanco.

ㅡSi desea algo exótico, está es la indicada. Viene de África del sur y es una de las flores más bellas. También es llamada la flor del amor. Aunque pienso que depende el sentimiento que quiera expresar con el regalo.

ㅡEs perfectaㅡ dijo de una vez con una amplia sonrisa ㅡ. La llevaré ahora mismo y por favor ponga este mensaje en la tarjeta.

La muchacha extendió su teléfono con algo escrito en el block de notas. Asintió de inmediato. Corto un ramo de tamaño mediano y empezó a darle forma sobre el papel Tisue. Añadió un moño y escribió con la letra más legible posible, colocando luego el pequeño cartón entre las ramas.

La muchacha sonrió con tanta dulzura cuando recibió las flores, que le transmitio mucha ternura verla. Trayendo la imagen de la persona que había amado una vez.

ㅡMuchas gracias. Mi amiga estará encantada con ellas— agrego, dirigiendo nuevamente su vista al teléfono.

Tae Hyung despidió a la chica con unas palarbas de agradecimiento junto a un tono amable y recibió a otros clientes que ingresaron al lugar previamente.

Después de una larga jornada de trabajo, orgendo los floreros y despidió a Mara. Cerró el local y se acercó a la bicicleta que usaba para transportarse, pues había cambiado de lugar de trabajo por la cantidad de plantas y el poco espacio en el lugar de sus inicios.

Llegó a casa en media hora. Se sentía muy agotado y lo único que deseaba era despertar hasta al día siguiente a las cinco de la tarde si era posible.

Dejó la bicicleta en su lugar y salió del garage, escuchando el pitido del teléfono.

ㅡPensé que no me llamarías. ¿Es que ya te has olvidado de mi?ㅡ expresó Tae Hyung con una sonrisa.

Ya quisieras. ¿Recibiste mi regalo?

ㅡNo he tenido oportunidad para abrirlo, pero si, lo recibí.

ㅡEsta bien, entones te habló mañana. Estoy ocupado con mucho trabajo en estos dias. Te quiero, hermano.

ㅡYo también lo hago.

El castaño colgó la llamada, llegando a la entrada de la casa, aún con la vista puesta en el aparato inteligente. Alzó la vista cuando algo chocó directamente con su pecho.

El golpe no fue doloroso, pero si brusco y le hizo enfocar por la posición en que estaba, un gran ramo de Agapantos. Vió confundido que era el mismo ramo que había hecho. Con los mismos detalles y la tarjeta escrita a puño y letra.

Unas manos delicadas y pálidas lo sostenían, con uñas de color verde.

Frunció el ceño.

ㅡ¿Que rayos...?ㅡ se alzó sin entender. ¿Cómo diantres ese ramo habia llegado a parar allí? Encaró a la persona, que esperaba, no fuera la misma chica. Porque honestamente no tenia el deseo de plantar ilusiones en nadie por el momento.

Sus ojos conectaron de inmediato con unos color chocolate, que brillaban bajo la luz de la entrada, encendida. Esos labios, ese rostro... Estaba en estado catatónico. Hiperventilando y gritando en su interior. Su corazón latió tan fuerte que podría jurar que nunca antes se había sentido tan vivo y a la vez tan dolido.

La reorrio con la mirada aquosa. Su cabello caía como cascadas a los costados de sus mejillas. Su cuerpo fino y frágil, enfundado en aquel vestido que la vio una vez.

Delante de él se encontraba la persona que jamás imaginó esperar volver a ver.

Todo el y regenerado estaba allí, delante de aquella hermosa mujer. La mujer que le había robado el corazón. Que se quedo con el en medio de tanto proceso. La que jamas imagino, estaría allí frente a sus ojos tan despampanante. La mujer que ahora lo traía con los pedazos unidos y como nuevo.

ㅡHolaㅡ expresó Dong Ji, como si hubiese hecho la promesa alguna vez de volver.

Había pasado un largo año en el que hizo todo lo posible por descubrir el paradero de Seok Jeon por medio de su hermano. Se dio cuenta que el hombre estaba hecho un infierno por lo que le había hecho el hijo de su hermano mayor y había tratado de arremeter contra Seok Jin; sin embargo, las cosas no le salieron del todo bien y este terminó encarcelado después de ser descubierto creando un atentado contra uno de los abogados más importantes de Busan.

Ella, después de buscar por algún tiempo el paradero de Tae Hyung, tuvo que acudir a Jimin. Quien de manera secreta le proporcionó información relevante.

Sin mirar atrás emprendió recorrido hasta Japón con destino a Tokio y entonces empezó a investigar, descubriendo que su Tae tenía una tienda en Osaka.

Se preparó todo lo que pudo hasta esperar el momento indicado de verlo cara a cara.

Y allí estaba luego de aproximadamente tres años.

Se encontraba frente a él. Que ya no se veía demacrado como la última vez, ni delgado. Ahora veía a un hombre casi de treinta con el cabello más largo que la última vez. Se veía demasiado bien y le provocaba el deseo de abrazarlo, de besarlo.

Quería prometerle tantas cosas, pero sabía que ambos eran imperfectos y dos almas que estaban en proceso de reconstrucción. Que ambos se complementaban y ella quería estar allí para él por siempre.

Se quedó estática, con la cara pintada de emociones crudas y mucha ansiedad.

Tae Hyung no tenia palabras. Dong Ji le estaba diciendo todo al estar allí ante su presencia y el no podía responder ante eso más que de la manera que creía correcta. Tomó el ramo entre una de sus grandes manos y con la otra, guió con una precisión exacta a la chica hasta quedar dentro de la casa.

No hizo cruzar el umbral de la puerta, que la atacó con un fuerte abrazo escondiendo su rostro entre el espacio de cuello y hombro. Trato de aguantar todo lo posible, las lagrimas que empezaban a empapar su mirada, compenzando y cortando el dolor en su garganta, al dirigir su mano libre a la mejilla de Dong Ji.

Tae Hyung se condujo hasta su boca, que abarcó con avivada necesidad. Cual respondió la pelinegra sin ninguna vergüenza.

El beso fue suave y despacio, depositando los sentimientos en el y las sensaciones que empezaban a hervir en su sistema. Dong Ji acarició la nuca de Tae Hyung, dándole viajar libre a su cuerpo de disfrutar el momento.

Lo saboreo tanto como pudo, de la misma manera que el lo hacía con ella y terminó luego el beso para quedar mirándose a los ojos.

ㅡ¿Vas a darme una segunda oportunidad?ㅡ preguntó risueña.

ㅡ¿Necesito darte una respuesta?— cuestiono el castaño, sintiendo como inevitablemente, una lagrima escapaba por su mejilla. Dong Ji sonrió con suavidad. Siendo besada de inmediato por el mayor, que no la apartó en un solo momento. — Gracias por esto— susurro Tae Hyung entre el beso y dejo a un lado las flores que simbolizaban el sentimiento que ambos experimentaban.

Nada pudo apagar su amor.

Las paredes de aquella casa fueron testigos de lo que vino después. Los besos y las caricias se llevaron a cabo de la forma más dulce e inocente posible.

Dong Ji desvistió a Tae Hyung sin prisa y recorrió con sus dedos las abundantes cicatrices en su piel. Borrando con sus besos el recuerdo de su pasado y llevándole un sin fin de sueños, que quería, se hicieran realidad.

Fueron torpes en el momento y aunque la inexperiencia remolineana y daba nervios al corazón de Tae Hyung, pudieron prometerse amor eterno en aquel momento tan íntimo. Prometieron en el hecho, que sus corazones pertenecían al otro y que siempre esperaron la silenciosa promesa que escondida en la lejanía, que se volvió tan cercana.

Tae Hyung estaba volando alto en ilusiones cuando se quedó velando el sueño de Dong Ji. Parecía todo tan irreal y etereo. Como si la promesa del cielo de cambiar su vida se estuviese cumpliendo y ya su destino no estuviese siendo pintado de negro.

Habían hablado después de hacer el amor. Dong Ji estaba allí solo por él y esto le había emocionado tanto que podría jurar, lloraría. Lo hizo en esa noche y prometio que por última vez, porque ya Kim Tae Hyung no era más infeliz.

¿Qué pasaría si Dong Ji no hubiese vuelto en su busca?

Las heridas habían sanado. Las cicatrices eran la prueba de su pasado. Pero ya no viviría en él, si no me su presente y en su fututo. Un futuro que le prometia el amor y la esperanza. Un futuro con la mujer que amaba.

Dong Ji abrió los ojos. Recibiendo los contrarios en respuesta, con unos labios medianos, enmarcados con una hermosa sonrisa.

ㅡTe quiero, Dong Ji. Creo que me has dado el mejor regalo de cumpleaños.

La pelinegra sonrió y volvió a besarlo.

"Si te digo que si. Que me gustas más de lo que podría imaginar... Que quiero luchar por ti."

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