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Capítulo 22 - Sentimiento pt2

Las palabras de Dong Ji hicieron eco en su mente, dando paso a una fuerte sacudida por parte de su corazón entristecido. Sentía tanto miedo y a la vez tanta felicidad de que alguien aparte de su propia familia se dedicará a alentarlo.

La testarudez del menor se hubo dicipado dejándole ver a un chico más decidido y firme de lo que imaginaba. Esa silueta frágil y débil sólo era lo contrario a su personalidad. Tan atrevida, incluso creía que más que si mismo.

No había duda, comprendía ahora la razón por la que precisamente se encontraba en aquel círculo. Y eso lo hizo aferrarse con ahínco a él.

¿Podía ser fuerte por Dong Ji?

¿Tenía respuesta a la espera de sus ojos ilusionados?

Realmente no sabía que decir, pero se limitó a asentir ante aquel brillante esplendor que lo iluminaba. Esos ojos tan prietos de cariño, de un niño que sabía tenía mucho que dar. Cerró los ojos aún con el calor de los dedos contrarios esparciendo ternura.

ㅡEso está bien para miㅡescuchó y en breve sintió el leve rose de unos labios suaves conectando con los suyos en un beso corto. La sorpresa y el regocijo se reflejaron en su rostro repentinamente. El menor le brindó una sonrisa de labios cerrados y lo soltó para ir por la comida.

El silencio en la estancia era amortiguado por los recipientes siendo colocados sobre la madera. Tae Hyung se había sentado en la silla y agradecido por los alimentos llevando todo lo que había directo a su boca.

Sin querer soltó una afirmación de satisfacción al sentir el sabor ser degustando por sus papilas y alzó los ojos en busca de la mirada atenta del azabache.

ㅡ¿Qué pasa?ㅡpreguntó de pronto viendo la ceja enmarcada del menor.

ㅡ¿Se está burlando de mi? Por que, si es así, no tendré dudas en irme con todo y dejarlo sólo aqui para que muera de hambreㅡ dijo este con los brazos cruzados.

Tae Hyung dejó caer su cuerpo sobre la silla y alzó ambas cejas con una sentida curiosidad.

¿Cuándo las cosas cambiaron tan rápidamente? El chiquillo había pasado de ser terriblemente honesto a bromista y totalmente coqueto en cuestión de segundos. Rayos, que estaba conociendo muchas cosas de él en un solo momento. ¿Dónde había quedado el tímido y reservado Dong Ji? Juraba que moriría de adorabilidad excesiva, si es que algo como eso podía siquiera existir.

Si antes le gustaba ahora podía rectificar que más que eso, se estaba enamorando.

¿Qué me estas haciendo conmigo?

ㅡ¿De qué hablas?ㅡcuestionó salido de sus pensamientos ㅡ. Si está bien buenoㅡseñaló, llenándose las mejillas un poco y relamiendose los labios cada tanto.

ㅡ¿Esta seguro? Porque si es una mentira suya tendrá que pagar las consecuenciasㅡalertó achicando los ojos y apuntando al mayor con un dedo acusador. La sonrisa pícara se extendió en sus labios y se dispuso a comer de igual manera.

Alguien que lo parara, por favor.

Esa actitud infantil y a la vez atrevida lo único que despertaba una cosa en Tae Hyung.

Deseos de estrujarlo contra su pecho y besarlo hasta el cansancio.

Y lo haría.

Terminaron de comer entre miradas sinceras y sonrisas cálidas, conversando de vez en cuando de cosas triviales. El mayor había conocido un poco más del chico. Realmente de cosas superficiales sobre el trabajo, que tenia a penas veintiun años y su gran afecto y compañerismo para con los demás.

Descubrió que él, Jungkook y Jimin eran muy amigos desde que entraron a la agencia. Y que al primero lo conocía desde la primaria.

Eso era un dato bastante revelador y sorprendente de saber.

No cabía en su cabeza la idea del ingrato de Jungkook siendo amigo del alma de aquel chico tan auténtico, pero así era de extraña la vida.

Respiró profundo cuando se conducían al sofá frente a la televisión, inclinandose un poco para entrelazan los dedos con los de Dong Ji, que no lo repelía.

Se estaba sintiendo bien ser correspondido y eso lo animó por completo. Las ideas que quedaron en su mente dejaron de existir. Todo a su alrededor dejó de hacerlo y sólo una persona era suficiente para él.

Esa que estaba enfrente, sonriendole encantadoramente.

Se aventuró a abrazarlo. Con un brazo rodeando sus hombros y aún con sus manos unidas.

ㅡIntentemosloㅡdijo con su voz un tanto nerviosa y más profunda de lo normal, aún inseguro y poco convencido de la respuesta que recibiría a cambio.

El menor apretó sus dedos entorno a la mano grande y saliendo del escondite en su pecho, lo miro intensamente, dando la respuesta en un segundo.

ㅡSi, Hyeong.

El mayor paseó su brazo hasta dejar la mano sobre la nuca del chico. Le acaricio el cabello con suavidad, saboreando los sentimientos encontrados en aquel pequeño espacio.

ㅡ¿Es lo correcto?ㅡcuestionó más para si mismo.

ㅡNo tengo esa respuesta, pero es inevitable o ¿si?

El ambiente se tornó más íntimo y pesado para ambos. No sabían lo que decían y a la vez si. Los sentimientos a flote como hojas al viento, se desprendían de los contrarios.

Toda aquella sobrecarga de expresiones, palabras escondidas en susurros y emociones se explotaron en un beso.

Uno que prometía la luna, las estrellas, el universo; pero que a la vez dejaba todo a la deriva, sin respuestas.

Dong Ji lo sintió. Sintió la colisión de ambas esencias y todo el valor, todo el deseo a lo prohibido, a Kim Tae Hyung, se volvió una red para consigo. Sabía que sus mentiras podían ser más verdad que cualquier otra cosa. Que el peligro estaba al acecho, que todo terminaría mal... Sin embargo, no le importó.

Soltó la mano de Tae Hyung y le rodeó del cuello como si su vida dependiera de ello.

En su mente se enfrentó a todo lo que viniera. Sintió las fuerzas para lograrlo así como el mayor lo había hecho por él y juraba que enfrentaría todo sólo para permanecer con el mayor. Se prometió mentirse todas las veces que fueran necesarias hasta que todo saliera a la luz.

Lo beso.

Lo aferró.

Se entregó sin medida, dándole la oportunidad al destino de darle todo y recibir, aunque en el camino estuviesen perdidos.

Él era el mal rebajando el bien a su antojo y el amor era el medio de destrucción.

•••

Golpeó con fuerza su mano sobre la madera del escritorio, provocando un sonido seco en el aire. El muchacho frente suyo de cabello naranja sólo parpadeo ante el movimiento.

ㅡ¿Cómo quieres que no me altere? Me estás diciendo que el malnacido de Min Yoon Gi sigue oculto en alguna parte de Corea y aún no lo han capturado.

ㅡCon todo respeto, Señor. Usted sabe que Min es todo un experto en arte de ocultarse. Ya llevamos años desde la muerte de Hee Chul que no tenemos contacto. Aunque deduzco que continúa en los alrededores, es bastante precavido y escurridizo.

ㅡEso ya lo tengo claro. Pero ya no importaㅡrestó el hombro, ahora más calmado. Se giró en el asiento para incorporarse y colocarse frente al joven de cabello verdoso que tenía el cubre bocas sobre la barbilla. ㅡ Yoon Gi no hizo el trabajo que se le encomendó y pagará por sus hechos cuando lo encuentre. Ahora, traeme al muchacho. Tengo cuentas que arreglar con él.

•••

Luego de sumergirse en una posiblemente interminable sección de besos y pronunciados sonrojos, que prometía lo que no podían decir con palabras, Dong Ji quedó rendido en el pecho de Tae Hyung; quien se había quedado medio dormido en el sofá, supuestamente mirando la televisión mientras acariciaba el cabello azabache del contrario.

Este sonreía secretamente sintiendo bajo su cabeza el vaivén de la respiración de su superior, que se estaba haciendo más acompazada de lo normal. Dándole indicios de su repentino sueño.

El mismo se preguntó, apartando el cabello ya seco y un poco desordenado por los manoseos propios; ¿como es que había llegado a convencerse de esto? Él no merecía a Tae Hyung. No merecía lo que le estaba ofreciendo, porque sabía que el mayor estaba entregandose en cuerpo y alma.

Estaba loco realmente por dejarse llevar de los sentimientos. Pero, ¿quien podía negarse al amor cuando estaba justamente ante sus ojos encarnado en un hombre tan hermoso?

Conocía suficiente de él como para saber que no merecía volver al pasado ni empeorar su futuro, pero era un egoísta de primera. Lo admitía.

Quería a Tae Hyung para él sólo y que nadie más tuviese el privilegio de tenerle, pero sólo era un espejismo que su propio corazón estaba recreando para ocultar sus temores.

Notó el rostro maduro con sutiles brillos. Lo beso en las mejillas planas y la nariz, justo en el lugar donde se encontraba un lunar. Al igual que el labio inferior. Lo recostó con cuidado y se acomodó, recibiendo una reprobación cuando intentó quedarse sentado. Siendo entonces aferrado entre los calidos brazos con la mirada puesta en el aparato electrónico, que reproducía una conversación de los protagonistas perteneciente a un drama.

Con la imagen de una escena melosa y una declaración de amor por parte de los amantes, se quedó en el limbo hasta casi perder la conciencia.

Destruirás todo lo que este en tus manos, así lo ames.

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