No sabía cuanto tiempo permaneció resguardado en el dormitorio. No había siquiera conciliado el sueño, pues su mente desidió iniciar su repetitiva retahíla de divagues constantes, que lo único que hacían era hacerlo sentir peor.

Después de sentirse cansado de permanecer en ese estado, salió de la habitación para darse un baño e intentar comer algo que le diera energía; distraerse con alguno que otro programa de televisión.

No creía que realmente algo lo distrayera, sabiendo lo perturbadora que era su mente. Atacandolo constantemente con cualquier cosa que tuviese al alcance.

Suspiró, acomodandose el cabello desteñido en ya no un rojo, si no más bien el color inicial de la decoloración, hacia atrás, para despejar las gotas que caían de el, resbalando por su cara y salió al salón.

En paso lento y poco interesado, caminó descalzo hasta quedar en la división donde se encontraba el pequeño comedor y observó como un cuerpo más bajo que el se desenvolvía en la cocina.

Dong Ji abría y cerraba las puertas de los gabinetes para encontrar algo. Ya no tenía la chaqueta del traje y las mangas de la camisa estaban dobladas hasta los codos. Tae Hyung lo miró más detenidamente, notando lo desahogado que estaba con la camisa una talla más ancha por fuera y mostrando sus coloridos calcetines azules.

Sonrió, enternecido completamente por la apariencia relajada del menor. Se acercó un poco más; capturando la imagen de triunfo en los ojos pequeños del chico al encontrar lo que buscaba. Tenía el labio inferior apresado entre los dientes, que eran visibles, y concentrado en reyenar lo que tenía en las manos.

ㅡ¿Qué es eso?ㅡpreguntó Tae Hyung con interés. Cosa que hizo al menor dar un respingo y un jadeo al soltar la cuchara sobre la sartén, salpicando un poco de la salsa en su camisa.

El acto hizo al mayor apresurarse a estar a su lado para comprobar que no se había lastimado.

ㅡRayos, lo siento. ¿Estás bien?ㅡexpresó tratando de encontrar un rastro de quemadura.

Notó en su mano derecha, que había llevado minutos antes sobre el pecho, Lucía una mancha de salsa en todo el dorso. La tomó entre las suyas y con un paño le limpio el área, dejando a la luz la parte rojiza.

ㅡ Lo estoy. No es nada ㅡcontestó, apartando suavemente su mano de la contraria. Volvió a la olla para servir los platos y así disimular la rapidez con la que los latidos de su corazón iban, sólo con el tacto del contrario.

Un arranque de sentimientos encontrados se posaron en el mayor al ver el débil, pero visible sonrojo en las mejillas del muchacho. Esto lo cautivó completamente y si era posible, lo hizo sentir el corazón apretado y cálido, necesitado.

Sin decir una palabra, se valió del valor y todo lo que llevaba encima para prendarse del pelinegro, escondiendo su cabeza entre su cuello como lo hizo en el auto y abrazando su diminuta figura que temblaba.

Dong Ji no podía pensar o describir lo que sucedía entre ellos, pero lo sentía. Sentía que el mundo, cuando ellos dos estaban solos, cuando se miraban a los ojos o se tocaban, transcurría en cámara lenta.

No quería que este sentimiento creciera por las desventajas y contrariedades que se llevaban a cabo, las que sabía, pegarian fuerte al mayor. Porque ellos no podían tener nada.

No debían.

ㅡ Gracias ㅡsusurró el mayor sorbiendo la nariz y evitando soltar más lágrimas. Dong Ji se volvió en el abrazo y tomó la cara de Tae Hyung para que le viera directamente.

ㅡNo se que sea lo que este viviendo, pero se que es lo suficiente capaz como para salir de esto. Usted es valiente y tiene personas que lo apoyan. Por favor, mantengase estable.

El mayor encontró sinceridad y consuelo en aquellas palabras, más que eso ánimo a seguir adelante.

¿Pero, que se podía hacer si tu mente a veces era más poderosa?

ㅡYo... No puedo.ㅡdijo Tae cabizbajo.

Dong Ji estaba descubriendo en ese momento al hombre que realmente estaba tratando de ocultar. Las defensas que había puesto estaban destruidas por completo.

Ese joven temeroso, cobarde y sensible era el verdadero. El Tae Hyung que dejó en su adolescencia, escondido en el fondo de su corazón.

Ya no había remedio. No cuando esa persona que pensaba no volvería a ver, había estado frente a sus ojos.

El menor insistió. Sin apartar la mirada de su mayor, se tomó el atrevimiento de decir algo de lo que posiblente en el futuro se arrepentiria.

ㅡKim Tae Hyung. Si le pido que lo haga por mi. Si le digo que si, que me gusta más de lo que podría imaginar, que no lo veo como un amigo y que quisiera intentarlo, a pesar de mis temores. ¿Tendría las fuerzas para luchar?

El muchacho estaba usando una mano peligrosa en el juego. No quería dañar al mayor ni a si mismo. Sabía que al fin y al cabo un enamoramiento les haría daño.

Pero era inevitable. Inevitable tener sentimientos hacia Kim Tae Hyung.

Porque, aun con todas aquellas facetas suyas tan cambiantes, él era sorprendente.

El amor era una de las bombas más letales existentes. Así como era hermoso y sentías tocar el cielo con las manos, te dejaba tan profundo en las garras del infierno en un solo segundo.

Y esa bomba explotaría e cualquier momento.