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Capítulo 2 - ¿Perdón?

Se quitó el cinturón de seguridad inmediatamente su hermano aparcó el vehículo. Sus ojos no dejaban de visualizar todo a su alrededor. Las calles, las casas, los locales de aquel barrio. Todo cambió durante esos años.

ㅡHyeongㅡllamó su hermano, que le hacía un ademán hacia si para que cruzaran la calle. Ambos emitieron unos pasos, hasta que Nam Joon, quedó frente a una casa de color azul. El más alto abrió la puerta y pasó al recibidor para quitarse los zapatos.

El castaño hizo lo mismo, quedando descalzo en medio. Sus pies hicieron un leve crujido, pero él no prestaba atención a lo que realizaba su cuerpo, sino a todo lo que estaba frente a sus ojos.

La casa en la que vivió su niñez no era más como la recordaba. Las paredes estaban pintadas de colores pasteles y los muebles de un beige muy agradable. Parecía una de esas casas que su madre solía ver en las revistas y programas de decoración. Con un brillante tono impecable que hacia relucir la limpieza y el esplendor, más que eso, el trabajo que hacía una ama de casa por querer que todo en el lugar fuera acogedor.

Un aroma hogareño se desprendía, dándole el confort que añoró todos esos años.

Al fin estaba en casa.

Su corazón se encogió gustoso por la sensación y se sintió cálido momentáneamente. No podía creer que después de tanto tiempo estaba en el lugar que le vio nacer, sin la presión de su padre, ni sus golpes o regaños. Sin la angustia que se vivía diariamente de la mano de aquel individuo que solía llamarse su progenitor.

ㅡ¡Mamá!ㅡgritó Nam Joon, con una mano acunada en alrededor de su boca, para hacer que el sonido llegara más lejos. Caminó entre los muebles, acercándose a la puerta que daba con la cocina y espió lo que estaban haciendo.

ㅡ¿Por qué cada vez que llegas tienes que gritar tanto, Oppa?ㅡ. Se quejó una suave vozㅡ. Es molesto.

Una silueta baja y de cuerpo relleno, se hizo presente en el umbral. La chica llevaba unos pantalones cortos por encima de las rodillas y una camiseta holgada. En una de sus manos sostenía una cuchara de madera.

Tae Hyung no apartaba los ojos de ella. Sus cachetes estaban marcados por un leve rubor y su cabello se encontraba más corto que antes, con unas suaves ondulaciones en las puntas. La impresión y la dicha se entremezclaron en su sistema, haciendo que en su pecho el órgano latente le bombardeara a toda velocidad.

La joven apartó los ojos de Nam Joon y miró a su dirección, percatándose de su presencia. Esta emitió varias venías a modo de disculpa con el sonrojo, si fuera posible, más pronunciado.

ㅡDisculpe, no le había vistoㅡdijo con una última inclinación.

ㅡNam Joon, ¿qué haces aquí? ¿No deberías estar trabajando?ㅡpreguntó la madre, que salía por otra parte con sus ojos fijos en el moreno. Se acercó al de cabello naranja y lo analizó de pies a cabezaㅡ. Mira nada más que desastre tienes. No entiendo porque estas empeñado en ponerte esos colores tan extravagantes.

ㅡMamá, deja de sermonearmeㅡ. Se quejó.

ㅡ¿Qué dijiste? ¿Qué te crees que eres? ¡No vuelvas a hablarme de esa manera, muchacho insolente!ㅡgritó golpeándole un hombro.

ㅡAuch, eso dolióㅡ. El menor se sobó el área y luego desvió su atención a su hermano mayor, que aún permanecía estático en medio de la puerta principal. La mujer condujo sus ojos al mismo lugar, viendo a un muchacho de cabello castaño y largo, que no ejercía movimiento alguno.

Esta quedó firme. Sus manos empezaron a temblar por el nerviosismo. La negación empezó a hacer hueco en su cabeza.

ㅡ¿Q-qué...? ¿Qué hace él aquí, Nam Joon?ㅡpreguntó la madre, sin apartar la vista de su hijo mayor.

ㅡLo siento, mamá. Pero tenía que hacerloㅡindicó el menor con una mirada triste y de ruego. La mayor apartó los ojos de Tae Hyung, para desviarnos al joven que tenía en frente.

ㅡ¿Cómo has sido capáz? ¿No ves que esa persona es un asesino? ¿No piensas en nuestro bienestar?ㅡgritaba la mujer gesticulando con movimientos bruscos.

ㅡ¿En eso es lo que piensas? ¿En cómo actuará la sociedad ante esto? ¡Esa persona de la que no eres capaz de mencionar su nombre, es mi hermano y tu hijo!ㅡseñaló Nam Joon con exasperación, apuntando a Tae Hyung.

ㅡ¡Él perdió ese privilegio, cuando mató a su mejor amigo, y cuando intentó separarme de tu padre por sus estúpidos caprichos!ㅡexplotó la mujer. Todos allí quedaron en silencio. Nam Joon quedó anonadado por las acciones de su amada madre, de la que pensó, estaría feliz por la llegada de su hijo mayor. El mismo que había vívido diez años pasando por las peores situaciones en la cárcel.

Fue tan tonto al creer que eran sólo suposiciones y que su madre realmente era una egoísta, que pretendía borrar de la faz de la tierra todo rastro de Tae Hyung, por una tontería. Cosa que acabó de confesar.

El mayor no respondió. No negó ni afirmó nada, sintiendo la daga punzante enterrarse más profundo en su cuerpo. Emitió media vuelta y salió con los puños apretados. La mujer que le dio la vida, seguía despreciando su existencia. Seguía manteniendo un creciente rencor. ¿Y quién no lo haría? Si Tae Hyung sólo era un asesino delante de la sociedad. Un pobre diablo. Un marginado que había realizado robo y vandalismo.

Nadie querría estar cerca de alguien como él.

Su destino estaba marcado a ser echado a un lado una y otra vez sin piedad.

Resopló, para soltar el profundo dolor que empezaba a lacerarle. Llevó una mano a su cara, restregándola y llevándola en dirección a su cabello.

¿Para qué tenía libertad física si no existía la sentimental?

Siempre estaría preso en la cárcel de sus propios pensamientos y sentimientos.

¿Qué más daba si su vida era una mierda?

Aunque tratará de opacar sus sombras en la oscuridad, ellas siempre estarían presentes en medio de la luz.

Dispuesto a salir de allí y buscar en donde alojarse, caminó un poco, intentando recordar los lugares que en su niñez recorrió. Una mano le sostuvo del hombro para volverlo. Tae Hyung, con mala cara, notó al más alto que se medio acuclillaba y colocaba sus manos en las rodillas, recobrando el aliento.

ㅡSi que eres rápidoㅡmurmuró, tomando aire con rapidez. Alzó los ojos para ver a su hermano directamenteㅡ. Por favor...

ㅡNo quiero escuchar tus ruegos. No me interesaㅡaclaró secamente y se volvió para retomar el paso. Si la idea de Nam Joon era reconciliarles, y de paso suplicar perdón. Por su parte, estaba muy equivocado. Él no rogaría de lo que evidentemente no sentía remordimiento. Mucho menos sabiendo la verdad en trasfondo.

Tantas mentiras de un amor que solían fingir. Sabiendo Tae Hyung, la verdad enmascarada. Su hermano menor fue el preferido de sus padres desde siempre.

Y no lo negaba.

Cualquiera podría quedar prendado a él por mínima cosa. Su carisma, su sencillez, su humildad y cariño, eran cosas que lo hacían a la gente quererlo.

Tae Hyung, en cambio, siempre había sido un torpe. No le gustaba estudiar y se la pasaba fantaseando. Todo era una lucha constante, para tratar de entrar en el aula; y que decir de sus constantes idas y venidas con Ho Seok. Cosa que le regañaban en todo tiempo, por pensar ante todo, en divertirse y dejar de lado lo más importante.

Aunque, de todas formas no quedaba mucho por hacer siendo un maleante, ¿verdad?

En un principio, cuando su vida era maravillosa y buena, no le daban importancia a esas cosas. Pero luego todo cambió y Tae se refugió en su mejor amigo. En el olvidar que era esclavo y solo era un simple adolescente que podía salir y dar un paseo. Recrear su mente en las cosas que solían gustarle e intentar ser normal como cualquier otro.

Nam siempre fue un prodigio. Un chico de alta estima e inteligencia. El se había percatado muchas veces de sus actitudes diferentes en ambas partes, pero no culpaba al menor por lo que sus padres demostraban. Que rara vez, notaban sus hermanos. Más que nada, deseó el bienestar del mismo sobre cualquier cosa, y el niño nunca se había alejado de su lado. Irónicamente, decía querer ser como él. Siendo fastidiosa y amistosamente apegado.

Él también quiso ser como su Hyeong al igual que Nam. Sin embargo, realmente no tenia nada que se pudiese admirar, por que su hermano menor era excelente en todo y un gran ejemplo de superación en la vida. No como su vida inservible que no daba nada de que enorgullecerse.

ㅡTrataré de convencerla de que está cometiendo un error.

ㅡSi vas a volver a mencionar el tema, ignoraré el hecho de que seas mi hermano y te daré un golpeㅡmurmuró Tae Hyung, mirando mal al chico y luego desviando sus ojos al frente.

A pesar de tantas cosas. A pesar de lo miserable de su vida. Tan sólo ver a esos dos, le había sembrado una semilla de sosiego en el pecho. Se preguntaba si sufrieron mucho cuando no estuvo. Se preguntaba cómo es que Nam Joon lo había encontrado. Por qué... ¿Cómo es que su madre no lo había convencido?

¿Cómo es que lo aceptaba sin más, sin explicaciones o recriminaciones?

Tenia la mente atiborrada de preguntas. Las que esperaba poder aclarar en su momento.

Nam Joon se rió en su cara luego de ver su expresión. Parecía no tenerle miedo y sólo sentía diversión ante la actitud cortante y malhumorada de su hermano. Al que recordaba, no era de esa manera en su adolescencia. Solía ser muy cariñoso, alegre y bastante expresivo en sus sentimientos, pero suponía que las cosas cambiaron desde aquel incidente desastroso.

La cara del menor se tornó sería y luego indicó a Tae Hyung que irían a su departamento. Allí descansaría y luego tenía que salir para acordar un trabajo con uno de sus amigos.

Tae Hyung se sintió bastante extrañado ante esas palabras. Su hermano tenía todo planificado de ante mano, y ese detalle, no lo pasó por alto.

Vaya que el muchacho era premeditado.

ㅡHyeong, debo irme. Puedes comer lo que quieras. En el refrigerador hay comida preparada y algunos bocadillosㅡ. El chico salio de la estancia, después de colocarse sus zapatos, recoger algunos objetos de importancia y saludarle con la mano.

Tae Hyung recorrió el pequeño departamento con ojos curiosos, descubriendo que era el típico lugar de un joven estudiante que vivía sólo. Se acercó al refrigerador. Vio todos los envases que había dentro, optando por comer unas uvas que se encontraba en uno de los contenedores de plástico.

Una puerta corrediza de dos hojas en cristal, era una de las divisiones principales en la sala. El mayor abrió, para tomar un poco de aire fresco en el asfixiante sofoco del calor.

Podía decir que tenía una oportunidad. Aunque no pudiese salir del país, podía hacer algo productivo con su vida. De mucho había servido el ser obediente ante la ley. Recordaba claramente el inicio del juicio y las conclusiones del juez impuesto en aquella ocasión. Sus palabras fueron tan livianas y calmantes para Tae Hyung, que solo pudo dar una exhalación de alivio. De veinte años, la condena redujo a quince, y sólo porque era menor de edad. A parte de todas las demás cosas que tuvo que hacer. Como el buen comportamiento en las celdas y las labores de lugar, que eran asignadas a cada reo.

Si todo iba bien, cumpliría su condena fuera. Ya no tendría que pasar más por ese infierno.

Aunque su libertad no era total. Era libre de alguna u otra forma en la manera física. Pero, ¿y su mente? ¿Sería libre del todo?

Cerró los ojos.

No tenía esperanza y no sabía si alguna vez podría renacer. Sólo estaría allí en el mundo, tratando de intentar sobrellevar su pasado y aprovechando el tiempo que tenía entre las manos.

Lucharía por ello. 



Un cap un poco amargo.
Amo los personajes profundos.

Como notarán Tae aquí es mayor que Nam, espero no sea molestia esto para ustedes.

Gracias por seguir aquí.

Los sarangeo mucho, mucho.

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