● Quiero Tu Amistad ●
Primer día del reto #Flufftober
Tema: Miradas
Neiru x Ai
✷✷✷
Al percibir aquella extraña, pero familiar sensación que todos notamos cuando estamos siendo observados, Neiru paró de comer su almuerzo y se dedicó a prestar atención a su entorno.
Levantó la mirada y se encontró con que, a unas tres mesas más allá, justo hacia el frente, una chica de cabello azulado, muy corto, y poseedora de una llamativa heterocromía, la estaba mirando con atención.
Se trataba de Ohto Ai.
El choque de miradas no se extendió más allá de unos pocos segundos. Al verse expuesta, las mejillas de Ai se colorearon de un intenso carmín y desvió la mirada tan rápido como pudo.
Sin darle importancia, Neiru dejó de prestarle atención y siguió comiendo con aparente tranquilidad. No obstante, en su mente resonaba un nombre, con tanta fuerza e insistencia, que era imposible ignorarlo:
«Ohto Ai... ¿por qué?», estaba ya algo irritada y formulaba la pregunta con vehemencia. «¿Por qué no me dejas en paz?»
Gracias a su dinero, influencias e inteligencia, Neiru Aonuma se había convertido —en los casi dos años que llevaba en la preparatoria—, en una chica muy respetada y admirada por todos sus compañeros.
Aunque nadie intentaba acercarse a ella, ni con buena, tampoco mala, intención, ésto no le importaba. Prefería que todos se mantuvieran alejados.
«Mejor sola que mal acompañada», pensaba.
Para tener gente que se acercara a ella solo por su dinero, influencia o inteligencia, prefería quedarse sola. Así se había mantenido desde que tenía uso de razón y así procuraría mantenerse por el resto de su vida.
Hasta que, un día, conoció a Ohto Ai.
Cuando ésa chica entró de a su vida, todo se descoordinó. Para ella, Ai sólo había aparecido para torcer todo lo que había estado construyendo a su alrededor.
Su objetivo radicaba en agrietar el muro había estado edificando con tanto esfuerzo. Estaba quebrando su amada "protección".
Éso le molestaba cómo nadie tenía una idea.
Desde un primer momento, Ohto intentó acercarse a ella y ser su amiga. Aún cuando no se conocían de nada o el trato entre ellas fuera meramente formal.
Ai se le había pegado como sanguijuela desde que la viera caminando en solitario por los amplios pasillos del instituto y arrastrando aquella maleta gris.
Ignorando toda aquella aura que Neiru desprendía e importándole un soberano pepino el estatus social del que la morena gozaba —y al que todos temían y respetaban—, Ai prácticamente invadió su espacio personal y le hizo aquella propuesta cada vez que tenía oportunidad.
—No sé cuántas veces debo repetírtelo —masculló Neiru con molestia—. No seré su amiga, Ohto-san. Olvídalo. No estoy interesada.
—P-Puedes llamarme Ai si quieres...
—No quiero, Ohto-san —recalcó—. Ahora, con su permiso—Y le dió la espalda a la chica del suéter amarillo con la intención de seguir su camino.
Quería alejarse de aquella loca acosadora tanto como pudiera.
—¡Pe-pero...! —Trató de insistir Ai.
—¿Es enserio? —gruñó Neiru con una venita palpitante en su frente—. ¿No hay alguien más a quién quieras molestar?
Ohto pareció meditarlo seriamente durante unos segundos.
—No, no tengo a nadie más. —dijo al fin.
Vaya que era sincera, se había tomado la pregunta de Neiru muy en serio.
»S-Sólo quiero que seamos amigas... —prosiguió la peliazul—. Eh... Podríamos hacer todo tipo de cosas...ya sabes...
—¿Por qué...? —interrumpió Neiru, girándose nuevamente para encararla. Su mirada jade había cambiado y ya no reflejaba molestia alguna. Ahora sólo había desconcierto y curiosidad—. ¿Por qué deseas tanto que seamos amigas?
Ohto guardó silencio durante unos segundos. Parecía meditar nuevamente su respuesta.
—Porque ambas estamos solas. —explicó sin abandonar esa sonrisa tan extrañamente pura que la caracterizaba—. Es por eso, Aonuma-san.
Neiru ignoraba por completo la causa de lo que sintió en su pecho. Sólo sabía que, por alguna razón, ver ésa sonrisa consiguió que su corazón diera un ligero vuelco.
Le producía un tipo de incomodidad en el corazón, cosas que no quería sentir. Cosas que siempre se obligaba a suprimir para protegerse a sí misma y así evitar cometer todo tipo de errores.
Siempre hacía hasta lo imposible para evitar que el sentimentalismo se apoderara de su lógica y de su vida. El completo equilibrio de todos sus movimientos y acciones era lo que se conseguía con éste tipo de pensamiento.
—¿Por qué no ser amigas si ambas no tenemos amigos? —inquirió la peliazul cuando vio que Neiru no tenía intenciones de responder y sólo pensaba en silencio y sin dejar de mirarla—. Podemos intentarlo, Aonuma-san. —insistió—. Podríamos...
Todo ésto había ocurrido hacía más de una semana.
Regresando al escenario actual, Ai aún se hallaba en el comedor cuando Neiru se levantó de su sitio. Acababa de terminar su almuerzo y ya tenía que irse.
Mientras guardaba los utensilios que usara para almorzar, Neiru recordó que, después de lo último dicho por Ai durante aquél día acerca de la soledad de ambas, ella no pudo refutarle o decir nada más.
Simplemente dió media vuelta y se fue. Al pensar un poco más en ello, Neiru se dijo que habría tenido que decirle: «Tú y yo no somos iguales».
Habría sido muy fácil decírselo. Pero no. No pudo hacerlo porque, en el fondo, era cierto lo que la linda peliazul decía.
Contra todo pronóstico, ya que Neiru se había comportado de lo peor con ella, además de tratarla con muy poca delicadeza, Ohto intentó convencerla nuevamente de que se hiciera su amiga.
Lo intentó y lo siguió intentando una y otra vez, por al menos, unas diez veces más.
Sin prestarle atención al comportamiento hostil y carente de todo tacto por parte de la morena, Ai continuó insistiendo.
No fue sino hasta aquel día, en el que la joven empresaria fue testigo de cómo un grupo de gamberros, chicos sin nada que hacer ni en que ocupar su tiempo, acosaban y maltrataban física y verbalmente a la risueña y linda muchacha, que Neiru entendió a que se refería con lo que había mencionado Ai acerca de su "propia soledad".
Una de las cosas que Neiru solía preguntarse acerca de la peliazul era el hecho de que, siendo tan amable, además de amigable y relajada, nunca le hubiera conocido a ningún amigo o amiga.
Por el contrario, cuando no estaba pidiéndole ser su amiga, estaba sola.
¿Por qué se empeñaba tanto en hacer amistad con una completa asocial como ella?
El pensamiento resultaba ilógico cuando lo rumiabas un poco.
Después de verla en su situación actual, entendió el por qué de ésto.
Mientras el resto de las personas sólo parecía reparar, con demasiado interés, en su heterocromía y la juzgaban por ello, Neiru no le había tomado demasiada importancia. Para la morena, Ohto Ai sólo era una chica más.
Para ella, Ai era normal.
Está demás decir que no había rechazado su amistad por algo como una simple heterocromía.
Por supuesto que no.
Sino por el hecho de que Neiru no quería tener a nadie cerca que sólo se interesara por cosas superficiales. Éso era todo.
Al verla allí, tan "sóla" e indefensa, mientras recibía, con tácita impotencia, las burlas y maltratos de esos inadaptados, Neiru Aonuma sintió que ésa chica y ella tenían más cosas en común de la que se había dado cuenta y que ahora estaban más cercanas que nunca.
Ésa fue su revelación y también lo que gatilló sus posteriores acciones, además de la toma de aquella decisión.
Debía actuar de inmediato.
—Déjenla ya... —ordenó la morena con firmeza. Su voz fue percibida de inmediato, sonaba fuerte y clara. Al escuchar aquello, los rufianes detuvieron sus acciones de inmediato y la miraron desconcertados—. No vuelvan a molestar a mi amiga. —demandó en el mismo tono de antes.
Al ver de quién se trataba, los chicos no pudieron hacer nada más que retroceder, refunfuñando y maldiciendo por lo bajo. No querían tener problemas con ésa chica.
Todos se hallaban más que conscientes de que tener a Neiru Aonuma de enemiga no era la mejor idea del mundo. Meterse con ella sería una completa estupidez, además de un suicidio.
No tuvieron más opción que retirarse.
Cuando se hubieron marchado, Neiru decidió acercarse a la maltratada peliazul.
Acurrucada en una esquina, Ohto tenía la cabeza gacha y se tapaba los oídos con ambas manos.
Recortando la distancia con cuidado, Neiru se acuclilló a su lado y colocó una mano en la cabeza de ella para, acto seguido, regalarle algunas caricias con sumo cuidado.
Podía escuchar muy bien como sollozaba.
—Ya, tranquila —consoló ella. Pasados unos instantes, Neiru sintió como, poco a poco, la joven se calmaba—. Ya pasó, todo estará bien.
Con lentitud, Ohto alzó la mirada, hasta que encontrarse con las esmeraldas de la morena. Antes de que Neiru pudiera hacer cualquier otra cosa, Ohto, sin avisar y sin titubear, prácticamente se le lanzó encima, abrazándola.
—¡Gracias, gracias, gracias! —chillaba la joven de azuladas hebras, rodeándola entre sus brazos y apretándola con firmeza.
Neiru sonrió mientras correspondía el efusivo abrazo. Era bastante agradable sentirla tan cerca de ella.
De ésa forma, ambas permanecieron en la misma posición durante cinco minutos. Ellas dos, solas y, al mismo, haciéndose compañía la una a la otra. Sintiendo como sus respiraciones, momento a momento, se hacían cada vez más y más coordinadas.
Finalmente, y luego de otros cinco minutos, optaron por deshacer el abrazo.
Al separarse, y por alguna razón, no pudieron evitar verse a los ojos con fijeza. Ambas miradas, absortas y muy cargadas de sentimientos encontrados, chocaron otra vez en ése momento.
Durante casi un minuto se observaron con atención, para luego caer en cuenta de lo que estaban haciendo y, presas de una espontánea e incómoda vergüenza, desviar la mirada, cada una con sus mejillas fuertemente sonrojadas.
—V-Vamos. —Neiru se sorprendió a sí misma al notar su propio, y muy poco usual, tartamudeo. Respiró un poco y se calmó. Ahora podía hablar nuevamente con fluidez.—. Ya es hora de salir. Iremos a un lugar específico para que te cambies de ropa. —señaló el uniforme de Ai que, goteando y pegado a su piel, se hallaba empapado gracias a las acciones de aquellos imbéciles—. Luego te invitaré a comer y tomar algo caliente.
—De-de acuerdo, Aonuma-san... —Y sin pensarlo, tomó la mano de Neiru, quién no opuso resistencia ni problema alguno. Al contrario, correspondió el agarre y, apretando con firmeza, empezó a caminar.
Algo acongojada, además de apenada, Ai se dejó llevar por la morena. Mientras salían, Neiru volvió a hablar:
—Y llámame Neiru. —sonrió un poco—. Ahora somos amigas, ¿no?
Algo más animada, Ai sonrió mientras asentía.
—Está bien, Neiru. —asintió en voz baja pero entendible.
Al escucharla, Neiru sonrió como nunca antes lo había hecho.
Escuchar a ésa linda chica pronunciar su nombre era algo que ella podría describir como "refrescante" y hasta adorable.
Ella también decidió responder y darle ésa parte de su confianza que tanto necesitaba.
—Así se hace —elogió con una sonrisa cálida—. Vamos, Ai...
Fin...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro