● Encuentro ●
Quinceavo día del reto #Flufftober
Tema: Almas Gemelas
Momoe x Rika
Edad de las Protagonistas: 17 años
✷✷✷
En un principio, ninguna de las dos habría podido concebir el siquiera poder hablarse.
Esas chicas no se odiaban ni nada por el estilo. Simplemente no se trataban y ya. Cada una parecía pertenecer a un mundo completamente diferente al de la otra, irónicamente, ambas eran seres algo solitarios. Ninguna tenía una amiga como tal.
Relacionarse con los demás no era algo que les quitara el sueño. Por eso, ninguna había tenido la oportunidad de interactuar con la otra, a pesar de que ambas se hallaban en la misma clase y se sentaban muy cerca la una de la otra. Sólo un asiento entre ellas hacía la diferencia.
Aunque parecía que nunca se mirarían o sabrían de la existencia de la otra, éste hecho estaba a punto de cambiar. Y muchísimo más pronto de lo que esperaban.
El último establecimiento que tenía aquél raro, y limitado, jugo de naranja se hallaba casi vacío cuando Momoe llegó. Cómo siempre que ésa rara y deliciosa edición especial salía a la venta, quedaban ya muy pocos en los estantes. Luego de tomar uno, pagarlo y salir del establecimiento, fue que la vió. O, más bien, se vieron.
Era más bajita que ella, tenía el cabello más largo que el suyo, estaba suelto y de un curioso tono rubio muy claro, ojos azules como el cielo, piel pálida y una curiosa sonrisita en el rostro.
Lo primero que ambas hicieron fue mirarse a los ojos, después la pequeña rubia dirigió su atención a al envase que llevaba en la mano. Acercándose demasiado, la ojiazul examinó el recipiente con sumo cuidado, ignorando el hecho de que estaba invadiendo el espacio personal de aquella chica a la que, al parecer, no conocía.
—Disculpa, ¿en dónde lo conseguiste? —Preguntó la rubia, señalando el jugo—. Es que tengo toda la mañana buscándolo y no lo encontraba...
—¿Eh? Oh, el jugo... —murmuró la más alta sintiéndose algo atontada—. Eh, por allá. En aquella tienda...
—¡Gracias!
Cuando Momoe se disponía a continuar su camino, una mano pequeña y delgada tomó la suya, deteniéndola en el acto. Era la rubia.
—¿Pasa algo? —Preguntó Momoe ante la acción de la curiosa chica.
—Pues... En realidad, si pasa algo... —Parecía estar apenada, aunque Momoe no podía asegurarlo—. No traje mi billetera y, de verdad, quiero comprar ése jugo. Ya sabes, es algo que no sale muy seguido y no sé cuándo pueda volver a comprarlo...
—Oh, está bien. No hay problema. —En ningún momento alguna de las dos hizo algo para soltarse las manos. Parecían no darse cuenta de ésto.
Utilizando la otra mano, la pelirroja hurgó en uno de los bolsillos de su pantalón y sacó unas cuantas monedas. Se las entregó con una pequeña sonrisa.
—¡Gracias, gracias! —Por fin la soltó—. ¡De verdad, gracias!
—De nada. —sonrió suavemente, para después continuar su camino, más nuevamente su mano fue tomada por sorpresa y sin consentimiento.
—Disculpa que te moleste tanto... —se excusó—. Pero, ¿puedes acompañarme?
—Está bien, vamos. —respondió como si nada.
Ahora que lo pensaba, Momoe en ningún momento experimentó molestia alguna. Más bien, ésa chica le había parecido extrañamente interesante.
La pelirroja siempre había sido alguien muy amable, pero nunca hasta el punto de prestarle dinero a un extraño, o dejar que ése o ésa extraña invadiera su espacio personal y no le importara, que le tomaran la mano sin su consentimiento y que no reaccionara o tener que acompañarla a comprar jugos limitados cuando ella tenía algo más importante que hacer.
¿Qué sería aquello? ¿A qué se debía? ¿Por qué estaba ocurriendo? ¿Cómo era siquiera posible?
Lo más gracioso es que, mientras caminaban, descubrió que ésa chica era realmente habladora y que además, a pesar de que parecían muy diferentes, tenían muchísimas cosas en común, como los bolos, el helado, y el karaoke.
Supo también que asistían al mismo instituto y que se llamaba Rika Kawai. Cuando por fin se hicieron con el dichoso jugo, descubrieron que no podían separarse así como así. No podían, era muy difícil hacerlo. Pero, debían separarse, era inevitable que...
—Disculpa —comenzó Momoe—, tengo que ir a una farmacia a comprar medicinas y está algo lejos... —Vaciló un momento, pensando la manera de continuar—. Tenía planeado ir caminando... Huh, si gustas podrías...
—¿Acompañarte? —Sonrió de forma gatuna—. Si quiero ir, ya estaba pensando que me ibas a abandonar. —Le guiñó un ojo.
—Para nada, ¿cómo crees? —Sonrió también—. Vamos...
Tomaron la ruta que las llevaría a la farmacia y siguieron caminando, hablando, disfrutando, a nivel consciente e inconsciente, de la compañía de la otra...
Fin
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