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Caitlyn [+18]

La lluvia caía con fuerza sobre Piltover, una sinfonía de gotas golpeando el techo de la pequeña galería donde Caitlyn y Sara se habían refugiado. Las luces parpadeantes de la calle iluminaban sus rostros, resaltando los contornos de sus expresiones.

Caitlyn estaba apoyada contra la pared, con los brazos cruzados, tratando de parecer indiferente, pero cada vez que sus ojos se encontraban con los de Sara, un calor incómodo le recorría la columna. Sara, por su parte, tenía esa media sonrisa juguetona que siempre la hacía perder el hilo de sus pensamientos.

—¿Siempre eres tan seria? —preguntó Sara, inclinándose ligeramente hacia ella.

—¿Siempre haces preguntas tan obvias? —replicó Caitlyn, intentando mantener el control.

Sara rio, un sonido suave y bajo que hizo eco en el espacio cerrado. Dio un paso más cerca, acortando la distancia entre ambas.

—Eres fascinante cuando intentas fingir que no te importa.

Caitlyn sintió cómo sus mejillas se calentaban. Miró hacia otro lado, pero Sara aprovechó ese momento para deslizar sus dedos por un mechón de cabello húmedo que caía sobre el rostro de la sheriff.

—No juegues conmigo, Sara —murmuró Caitlyn, su voz apenas un susurro, rasposo y ronco que hizo que la piel de Sara se erizara.

—¿Quién está jugando? —Sara inclinó la cabeza, sus ojos brillando con desafío y algo más profundo.

Un trueno retumbó a lo lejos, pero ninguna de las dos se movió. La tensión entre ellas era tan palpable como la electricidad en el aire.

—Deberíamos... intentar volver —dijo Caitlyn, aunque su voz traicionó su propia duda.

Sara no respondió de inmediato. En cambio, se inclinó un poco más, sus labios peligrosamente cerca del oído de Caitlyn.

—Tal vez, pero me gusta este lugar. Te ves tan jodidamente sexy con esa falda.

El silencio que siguió fue interrumpido solo por el sonido de la lluvia. Caitlyn cerró los ojos por un instante, intentando recuperar la compostura, pero sabía que la línea entre su deber y su deseo estaba a punto de romperse.

Caitlyn se apartó de la pared, su cuerpo rígido, como si estuviera luchando contra algo invisible. Sara, siempre tan confiada, no retrocedió ni un milímetro. Al contrario, su sonrisa traviesa se ensanchó, un desafio silencioso que parecía decir: "¿Qué vas a hacer al respecto, Sheriff?"

—¿Sabes que esto es un error, verdad? —dijo Caitlyn con voz firme, aunque sus palabras no coincidían con el latido acelerado de su corazón.

—¿Un error? —Sara ladeó la cabeza, como si estuviera considerando la idea. Luego, con un brillo peligroso en los ojos, susurró —. Tal vez, pero dime que no lo has pensado... fantaseas con la boxeadora esa, pero no niegues que tus ojos siempre me han mirado a mí.

Caitlyn apretó los labios. Sus pensamientos habían estado llenos de Sara últimamente, y eso la frustraba. Y sin embargo, ahí estaba ella, incapaz de apartar la mirada, atrapada en esa atracción que la consumía.

Sara dio un paso más, lo suficiente para que Caitlyn sintiera el calor de su aliento. Levantó una mano lentamente, rozando con la punta de los dedos la línea de la mandíbula de Caitlyn. Fue un toque tan ligero como una pluma, pero encendió un fuego en su interior.

— ¿Caitlyn? —preguntó Sara, su tono suave pero cargado de intenciones.

Algo en la manera en que dijo su nombre desbordó la paciencia de la sheriff. En un movimiento rápido y decidido, Cailyn agarró a Sara por la muñeca, tirando de ella para reducir la última fracción de espacio entre ambas. Sus labios se encontraron en un beso intenso orgado de frustración. Pego con fuerza a Sara en una pared blanca de mármol y apretó su cuello.

No había dulzura en ese beso, solo pura necesidad. Caitlyn bajó las manos firmemente sujetas a la cintura de Sara, como si temiera que pudiera escabullirse. Pero Sara no tenía intención de hacerlo. En lugar de resistirse, se inclinó más hacia Caitlyn, correspondiendo con una intensidad que hizo que todo a su alrededor desapareciera, la lluvia, el frío, incluso la noción del tiempo.

— Vaya, Sheriff... — Sara soltó una risita cuando se separaron de golpe, Caitlyn tenía la respiración agitada, su pecho bajaba tan rápido que parecía que iba a tener un ataque al corazón.

La sheriff se dio la vuelta y en un solo segundo empujó a Sara en una habitación oscura, ni siquiera se dignó en prender la luz. Simplemente fue directo al punto. Tomó a Sara de los hombros y la recostó de cara con brusquedad en la mesa. Su trasero estaba elevado, al nivel de la pelvis de Caitlyn.

— Wow... ¿te gusta agresivo? — preguntó Sara con burla notoria, pero la única respuesta que recibió fue una cachetada en su trasero.

De pronto, Caitlyn tomó a Sara de los cabellos de su cabeza, la jaló hasta dejar su espalda como una "c" y su cintura pegada a Caitlyn. Por el rabillo del ojo podía ver la sonrisa burlona de Caitlyn, su labio inferior atrapado entre sus dientes y su mano derecha desabotonando el pantalón de Sara con maestra, como si ya lo hubiera hecho antes.

Sara soltó un pequeño jadeo donde indicaba que el jalón de pelo ya comenzaba a doler, sus dedos se aferraron a las orillas de la mesa.

— ¿Te esta doliendo? — Caitlyn soltó una pequeña risa y Sara intentó soltarse del agarre de la mayor, bajo su pantalón y se atrevió a meter la mano entre las bragas de Sara —. Que pena...

Los dedos de Caitlyn recorrieron la tela de las bragas de la menor, satisfecha y divertida al sentir la humedad de Sara. Hecho a un lado las bragas y paso uno de sus dedos por su clitoris, lo abofeteó y casi al instante, Sara soltó un gemido.

— Deberías guardar silencio — le ordenó Caitlyn mientras acariciaba sus labios vaginales —. No creo que quieras que nos descubran.

Y sin más, dos dedos de Caitlyn se clavaron en el interior de Sara, sintiendo al instante la abundante humedad y la presión que sintió entre sus dedos. Sin esperar que se acostumbrara, comenzó a mover sus dedos sin piedad en el interior de Sara, sacándolos, introduciéndolos. Rápido. Lento. Brusco.

Ella no tenía ánimos de parar, los gemidos suaves de Sara la inspiraban en acelerar sus movimientos cada vez más. La fuerza con la que se clavaban los dedos de Caitlyn era casi posesiva.

Las piernas de Sara temblaron al sentir un nudo sobre su estómago, quiso separarse al sentir sobre estimulación en su vagina, pero su propio cuerpo la traicionó. La humedad comenzó a salir de su interior y se resbaló entre los dedos de Caitlyn.

— No te me vuelvas a acercar en tu maldita vida — demandó Caitlyn mientras saboreaba los fluidos que tenía entre sus dedos.

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Es la primera vez que escribo este tipo de escenas, díganme que tal 😔

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