capítulo 8
— ¿Y cómo puedo ocultar mi olor de tu manada? Digo, no es justo que tengamos que vernos así —bufó Cole.
—A mí me tomó años, Cole. Es difícil.
—Pero tú eras pequeña, ¿cierto?
—Sí —respondí sin entender muy bien el objetivo de esa pregunta.
— ¡Pues ya está! Quizás yo pueda hacerlo antes.
Bufé y comencé a explicarle a Cole cómo lo hice. Su cara cuando terminé me hizo tanta gracia que casi me ahogo.
— ¿Es una broma cierto? —preguntó.
—No —dije riendo.
— ¡Te mato, Gia! —dijo riendo y levantándose. Yo comencé a correr por todo el claro e incluso salté al agua. Cole saltó encima de mí para tirarse al agua y me hundió. Reí bajo el agua y subí a la superficie.
— ¡No es justo! —reí.
—Es que me engañaste. Dijiste que costaba demasiado ocultar tu olor y dijiste que solo tenías que querer hacerlo; como cuando nosotros anulamos nuestros sentimientos, ¿cierto?
—Sí —dije sonriendo.
—Eres una pillina —rió. Yo reí con él y salí del claro.
Tenía la camiseta pegada al cuerpo y no tenía ropa interior. Por suerte la camiseta era negra y no se transparentaba nada. Cole salió junto a mí y también tenía la camiseta pegada, marcándole los pectorales. No pude evitar dirigir mi mirada y él parecía tampoco poder evitar mirar mis pechos. Me sentía ligeramente incómoda cuando le miré a los ojos y nuestras miradas conectaron. Cole se acercó a mí lentamente y me tomó del mentón. Su mirada viajó hacia mis labios y mi corazón comenzó a latir rápidamente cuando mi mirada se dirigió a los suyos.
Mis sospechas fueron confirmadas cuando sus labios se posaron sobre los míos con necesidad. ¡Estaba dando mi primer beso y no era con mi mate!
Al principio no sabía qué hacer, pero tras unos segundos pasé mis manos por su cuello apegándome más a él y tiré ligeramente de su cabello hacia atrás. Sus manos se posaron en mi espalda baja -sí, el trasero- y empujó ligeramente haciéndome enrollar mis piernas alrededor de su cadera. Movió una de sus manos a mi cintura y se movió a velocidad vampírica pegándome contra un árbol. Nuestros labios se separaron y la mano que Cole mantenía en mi cintura recorrió mis curvas y subió hasta mis pechos, dejándola ahí. Una sonrisa ladeada se colocó en mi rostro y él rió levemente, pero le corté besándole de nuevo.
Escuché varias patas correr rápidamente y supuse que era mi manada, así que me separé de Cole y le coloqué un dedo en la boca cuando fue a hablar. De reojo vi a un lobo blanco junto a otro cobrizo y supe que eran Addy y Lucas. El resto de la manada los seguía obviamente volviendo a las casas.
Aparté mi dedo de la boca de Cole y desenrosqué las piernas de su cadera quedando de pie.
—Cole, debo ir a cazar. Mañana nos vemos, ¿sí? —sonreí.
Cole asintió y me dio un beso suave para después casi literalmente desaparecer. Realicé mi transformación y busqué algún animal que cazar; finalmente y con un ciervo en la boca volví hacia la manada y me paré en la puerta de la casa del alfa. Dejé el ciervo en el suelo y ladré.
Lucas abrió y me miró; luego al ciervo.
—Tardaste demasiado, Gia —comentó serio—Ve a tu casa, hoy no comerás —dijo en tono autoritario. Agaché las orejas y lloriqueé aunque hice caso y entré a mi casa empujando la puerta con el hocico.
Lloriqueé en un tono lo suficientemente alto como para que el alfa me oyera y me eché para atrás ante aquellos ojos azules que miraban desde un arbusto que se veía a través de las puertas de cristal. Esperé al alfa que nunca llegó. Y los ojos seguían ahí. Decidida me acerqué a las puertas y miré de cerca, pero en un chasquido desaparecieron.
Me metí al baño y me transformé a humana de nuevo; me duché directamente y cuando terminé me vestí con unos jeans negros rotos y una camiseta blanca de tirantes finos escotada que quedaba casi pegada al estómago. La metí por dentro de los jeans y me puse la chaqueta rojo vino desabrochada encima. Me calcé en unas ''Converse'' -como llamaban a las zapatillas de ese estilo- del mismo color que la chaqueta y me recogí el pelo en un moño desordenado con algunos mechones fuera.
Me senté en el sofá tras pasar por mi cuarto y coger el peluche de lobo negro y lo miré a la vez que lo acariciaba.
''Estaba sentada en el suelo de aquel bosque. Lloraba porque mi hermano se había ido y me había dejado ahí, pero fue en ese momento en el que un lobo marrón grisáceo vino de frente y restregó su hocico contra mi mejilla, como diciéndome que me animara.
— ¿Dani? —pregunté con voz rota. El lobo ladró y movió la cola feliz. Sonreí y me levanté como pude para dejarme caer contra el pecho del lobo y abrazarle. Noté como su hocico se acomodaba en el hueco entre mi hombro y mi cuello. Y también noté que lloriqueó suavemente y sin quererlo porque enseguida paró.''
Me removí sobresaltada por el recuerdo que acababa de tener. ¿Mi hermano se llamaba Dani... Daniel? ¿Por qué lloraba...?
Addy pasó por la puerta que había dejado abierta con un plato de comida y me indicó que callara. Cerró la puerta y dejó la comida en la mesita.
—Gracias, Addy —sonreí abrazándola.
— ¿Cómo estás, Gia? ¿Por qué tardaste tanto en venir con caza? —preguntó con cierta preocupación.
—Ojalá pudiera contarte, Addy —suspiré—Pero no lo entenderías o te pondrías como loca.
—Dímelo. Lo entenderé, lo prometo —me sonrió.
—Me besé con alguien —comencé.
— ¿Enserio? ¿¡Tu mate!? —dijo ilusionada.
—No —reí—Aún... aún no encontré mi mate —mentí.
— ¿Con quién? ¿Es un lobo? O peor, ¿un humano? —preguntó.
—Peor que eso, Addy —murmuré.
—No me digas que... —comenzó.
No sé por qué pero sentía que podía confiar en Addy. Y, olvidando por aquel momento que las paredes escuchan, se lo conté.
—Besé a un vampiro.
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