capítulo 20
— ¡Buenos días! —dijo animada Addy. Me separé de Lucas rápidamente y salí del baño para saludarla. Estaba junto a Sean.
—Hola parejita, ¿ya me has reemplazado, Addy? ¡Sean, no me lo esperaba de ti! —dije con cierto humor. Addy pegó un chillido y corrió a abrazarme fuertemente, tanto que casi grito de dolor— ¡Ay! Lo siento, se me olvidó —se disculpó apenada—No pasa nada —reí.
—Gia, que bien que estás mejor —sonrió Sean abrazándome. Él fue más delicado. Reí cuando escuché un leve gruñido detrás y Addy empezó a carcajear como loca.
—El perrito celoso y gruñón —se burló.
—Addy, no seas cruel —reí divertida mirando a Lucas, que tenía una mirada entre divertida y molesta—Lucas, este es Sean, el nieto de Luz. Ellos me acogieron en su casa del pueblo cuando me fui de la manada de Heff.
— ¿Te fuiste de la manada? —preguntó confuso.
—Una larga historia —respondí incómoda—Resultó que Sean y Addy son mates, así que procura calmar tus celos y sobreprotección de hermano mayor.
Todos reímos excepto Lucas y nos sentamos en el sofá.
— ¿Han habido muchos daños? —preguntó Addy.
—Aún no he ido a mirar —contestó Lucas.
—Pues deberías; eres el alfa —dije yo.
Lucas asintió y salió de la casa para ir a mirar cómo quedó todo.
—Dime, ¿¡ya se besaron!? —preguntó Addy histérica. Yo empecé a reír.
—No —respondí.
— ¿¡Qué!? ¡No puedo creer que mi hermano quedara tan atrás!
—Oh, Addy, no seas tonta —reí nerviosa. Me acababa de acordar de Cole —Em, debo ir a hacer una cosa. En un rato vuelvo, ¿sí? Decirle a Lucas —avisé.
Antes de que pudieran replicarme había salido de la casa y me dirigía hacia el bosque. Es cierto que apenas podía moverme, pero lo intentaba. Cuando llegué a este me dirigí al claro con la esperanza de encontrar a Cole ahí; parece que Dios escuchó mis plegarias ya que ahí estaba.
—Cole —dije. Cole giró la mirada hacia mí, se levantó y me abrazó suavemente.
—Gia, menos mal que estás bien —murmuró en el hueco entre mi hombro y mi cuello.
—Cole, ¿te enteraste de que...?
— ¿De que el alfa encontró a su mate? Claro, es noticia en casi todas partes.
— ¿Estás bien?
—Sí, tranquila. Cuando tú y yo nos besamos sabíamos muy bien quién era tu mate. No me importa, Gia —sonrió levemente.
—Eres genial, Cole. Te quiero —dije sin pensar. Cole me miró asombrado y me abrazó ligeramente más fuerte para no dañarme.
—También te quiero, Gia. ¿No debes irte? Estarán preocupados por ti.
—Ven conmigo. No creo que se enojen, ya te conocen —sonreí. Cole asintió y comenzamos a caminar hacia la manada de nuevo.
Cuando llegamos Cole me llevó al sanador y me sentó en la cama ya que me dolían demasiado las piernas. Se sentó a mi lado y estuvimos un rato hablando y haciendo bromas. Entonces entraron Addy, Sean y Lucas. Este último gruñó hacia Cole con fiereza.
—Lucas cálmate —dije yo algo enojada.
—Mía —dijo acercándose y pegando su cuerpo al mío.
—Tranquilo tío, ya me quedó claro. Ella misma me lo explicó.
Igualmente Lucas me apegó más a él si eso era posible, y sinceramente no me importaba mucho.
—Debo irme —dijo Cole tras un rato. Se le notaba incómodo, normal...
—Sí. Adiós, Cole —sonreí dándole un beso en la mejilla. Cole me guiñó un ojo divertido y se fue a una velocidad anormal.
— ¿Te gusta Cole o qué? —preguntó Lucas detrás de mí. Volteé rápidamente y lo miré incrédula.
— ¿Qué bobada estás diciendo?
—Hombre, estuviste saliendo con él. Además le besas en la mejilla. ¿No te gusta? —volvió a preguntar más autoritario.
—No sé cómo puedes siquiera plantearte eso —suspiré y bajé la mirada—Claro que no me gusta Cole.
—Dime la verdad Gia, te lo ordeno —rugió. Apreté los puños en mis piernas. Esto era justamente lo que quería evitar, mierda. Sin yo saber por qué mi loba lloriqueba y las lágrimas se deslizaban por mis mejillas, sinceramente, era molesto.
—Eres un idiota, Lucas —gruñí, levantando la cabeza. Nuestras miradas conectaron, la de Lucas era dura pero pasó a una de sorpresa y se suavizó. Salí corriendo de ahí -sí, corriendo a pesar de que dolía demasiado- y noté las lágrimas caer hacia atrás por el viento. En cualquier otra situación me habría reído pero no era el caso.
— ¿Gia? ¡¿Gia, qué te pasa?! —exclamó Addy al verme pasar, pero seguí adelante ignorándola.
— ¡Luna! —me llamaron algunos.
Seguí corriendo, ni siquiera sabía a dónde iba. Me quería esconder por el bosque, en cualquier parte. Solo quería huir.
De repente sentí que me agarraban fuertemente del brazo y me volteaban dándome un beso profundo y repentino. Abrí mucho los ojos -aún llorosos- y cerré los ojos lentamente dejándome llevar por la sensación que recorría todo mi cuerpo.
Estaba besando a Lucas.
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