Cap 7: El Campeón De La Tierra (Liu Kang)
La gran sala principal de Shang Tsung estaba envuelta en una atmósfera densa y cargada. Las antorchas titilaban sobre las paredes de piedra, proyectando sombras danzantes mientras los guerreros del Outworld y de la Tierra se reunían, expectantes, para presenciar el próximo combate crucial. Las apuestas nunca habían sido tan altas. Liu Kang, el monje shaolin, se encontraba en el centro de la sala, su mente en calma, aunque sabía que el peso del destino de la Tierra recaía ahora sobre sus hombros.
A su alrededor, sus compañeros lo rodeaban en un círculo de apoyo silencioso. Logan, aún recuperándose de la brutal batalla contra Quan Chi, se acercó primero, colocando una mano firme y honesta en su hombro.
"Escucha, Liu, he visto tu entrenamiento y he peleado al lado de tipos que creía invencibles. Pero ninguno se compara contigo", dijo Wolverine con voz ronca y una media sonrisa en el rostro. "Eres el mejor que tenemos. Pelea con todo, pero no te olvides de quién eres y por qué estás aquí. Shang Tsung te va a poner a prueba, pero todos confiamos en ti".
Liu Kang asintió agradecido, sintiendo la presión de las palabras de Logan, pero también la fuerza que venía con ellas. El mutante era un hombre de pocas palabras, pero sabía cómo inyectar confianza con cada frase.
A su lado, Raiden avanzó lentamente, su presencia calma y casi etérea en medio del caos que rodeaba al torneo. El Dios del Trueno, con su sombrero cónico y túnica blanca, miró a Liu con una expresión de profunda confianza. "Este momento ha sido predicho, Liu Kang. Desde el inicio del torneo, sabíamos que serías tú quien llevaría la lucha final. Mi fe en ti es inquebrantable. La Tierra necesita tu luz ahora más que nunca", dijo Raiden, su tono solemne pero cargado de esperanza.
"Tu fuerza no solo reside en tus habilidades físicas, sino en tu corazón. Recuerda que la victoria no siempre se mide por la sangre derramada, sino por el espíritu que prevalece. Que tu Chi guíe tus pasos. Que tu determinación sea inquebrantable", concluyó Raiden, inclinando la cabeza en señal de respeto.
Liu Kang respiró hondo, dejando que las palabras de sus compañeros resonaran en su alma. Estaba listo. Siempre había estado listo, desde que aceptó el llamado de defender a la Tierra. Pero ahora más que nunca, sentía que cada batalla librada hasta este punto había sido una preparación para este instante.
Mientras se preparaba para dirigirse a la arena, el ambiente cambió repentinamente. Una energía oscura se sintió en el aire, y todos los presentes volvieron la mirada hacia el trono elevado de Shang Tsung. El hechicero sonreía con satisfacción mientras sus dedos esqueléticos tamborileaban sobre los brazos de su asiento. Su voz resonó como un trueno controlado, llenando la sala con un eco malicioso.
"¡Guerreros del Outworld y la Tierra, ha llegado el momento de revelar mi último y más formidable campeón! Presento ante ustedes... a Ermac", proclamó Shang Tsung con una teatralidad oscura.
Una figura imponente, envuelta en ropas rojas y negras, emergió de las sombras. La energía mística que emanaba de su cuerpo era palpable, como si una tormenta estuviera contenida dentro de él. Ermac, el guerrero formado por las almas de innumerables combatientes, brillaba con una luz espectral, sus ojos sin pupilas centelleaban con poder. No era un ser común. Era una legión dentro de un solo cuerpo, una amalgama de almas esclavizadas por la magia de Shang Tsung.
"Con cada uno de ustedes que ha caído en este torneo, Ermac se vuelve más fuerte", continuó Shang Tsung, su sonrisa tan fría como su mirada. "Será el desafío definitivo para cualquier oponente que se atreva a enfrentarlo. ¿Estás listo, Liu Kang?"
Liu Kang estrechó su mirada. Sabía que Ermac no sería un rival fácil. Su energía caótica y su capacidad para manipular las almas le daban una ventaja aterradora. Pero Liu también sabía que su propio Chi, su conexión con la vida y el equilibrio, sería la clave para contrarrestar ese caos.
El murmullo en la sala se intensificó. Los guerreros del Outworld se miraban con admiración hacia Ermac, sabiendo que se enfrentaban a algo más allá de lo mortal. Los peleadores de la Tierra, en cambio, miraban a Liu Kang con preocupación y esperanza. Sabían que él era su mejor y último recurso.
"Debes tener cuidado, Liu", dijo Sonya Blade acercándose brevemente. "Ese monstruo tiene los poderes de cientos de almas. No lo subestimes".
"Lo sé", respondió Liu Kang con una tranquila seguridad.
Antes de que pudiera intercambiar más palabras con sus compañeros, las puertas de la arena se abrieron, y un sonido grave de tambores llenó la sala. La multitud comenzó a desplazarse, tomando sus lugares para ver el combate que determinaría el destino de la Tierra.
Liu Kang caminó hacia la arena, sus pasos resonaban como un tambor silencioso. Mientras lo hacía, recordó cada lección que había aprendido desde su entrenamiento inicial con los Monjes Shaolin, cada golpe que había dado, cada caída y cada levantamiento. Todo lo había preparado para esto.
En la arena, frente a él, Ermac ya esperaba. La energía que emanaba de su cuerpo distorsionaba el aire a su alrededor, y cuando habló, fue con una voz profunda y resonante, como si una multitud hablara al unísono. "Tu resistencia es inútil habitante de la tierra. Nosotros... somos muchos. Y tú eres solo uno".
Liu Kang, con su cuerpo en posición de combate y su mente afilada, respondió con firmeza: "Soy uno, pero el destino de la Tierra lucha conmigo. Y eso es más de lo que necesitaré para detenerte".
Con esas palabras, la tensión en el aire se disparó. Los guerreros se prepararon para ser testigos de un enfrentamiento legendario. La lucha entre Liu Kang, el elegido de la Tierra, y Ermac, la creación oscura de Shang Tsung, estaba a punto de comenzar.
Y en ese momento, todos sabían que solo uno prevalecería...
La arena se oscureció cuando Liu Kang y Ermac quedaron frente a frente, listos para el enfrentamiento. El guerrero shaolin respiró hondo, sintiendo la energía de la Tierra fluir por su cuerpo mientras adoptaba su postura de combate, concentrado y sereno. En contraste, Ermac, envuelto en una aura oscura, era una presencia caótica, con su poder emanando de las almas atrapadas dentro de su ser.
El gong resonó con un sonido metálico, marcando el inicio del combate.
Ermac fue el primero en atacar. Con un movimiento de sus manos, desató una ráfaga de energía verde que se movió como un relámpago, disparándose hacia Liu Kang. El shaolin rodó hacia un lado con agilidad, evitando el ataque, y en un parpadeo ya estaba frente a Ermac lanzando una serie de patadas veloces. La velocidad de Liu Kang era su mayor ventaja; sus movimientos eran precisos, calculados, como una tormenta imparable.
—"Tus golpes son inútiles, Liu Kang. Nosotros somos muchos. Tú eres solo uno"—, dijo Ermac, su voz resonando como la de una multitud hablando al unísono.
Ermac alzó una mano y, de repente, Liu Kang fue levantado en el aire por una fuerza invisible. La energía de las almas atrapadas lo rodeaba como una prisión. El dolor atravesó su cuerpo, pero Liu Kang cerró los ojos, concentrándose. En su interior, encontró la paz que su entrenamiento le había otorgado, un lugar donde el caos de Ermac no podía llegar. Reuniendo su Chi, canalizó la energía hacia sus manos y piernas, rompiendo la prisión invisible con un grito feroz.
—"¡KIAI!"—, exclamó Liu Kang al aterrizar, liberándose de la fuerza de Ermac.
No perdió tiempo. Avanzó rápidamente con un salto y lanzó su icónica Patada Voladora, impactando con fuerza en el pecho de Ermac. El guerrero de almas retrocedió varios pasos, la energía verde que lo envolvía chisporroteaba, pero no cayó.
Ermac extendió ambas manos, y de repente, espadas espectrales aparecieron en cada una de ellas, formadas por las almas que controlaba. Con una habilidad impresionante, comenzó a blandir las espadas en una danza mortal, lanzando estocadas y cortes a Liu Kang, quien apenas lograba esquivar y bloquear. Cada choque entre ellos era como una explosión de luz y oscuridad, el poder del Chi de Liu Kang contra la magia oscura de Ermac.
Liu Kang rodó bajo una estocada y, al levantarse, lanzó una ráfaga de Bolas de Fuego con ambas manos. El fuego llameó en dirección a Ermac, envolviendo su figura. El guerrero espectral se tambaleó por primera vez, las almas que lo constituían se desestabilizaban bajo el ataque constante de Liu.
—"¡Por la Tierra!"— gritó Liu Kang mientras corría hacia él, aprovechando la distracción. Con un giro rápido, lanzó una devastadora Patada Bicicleta, conectando varios golpes consecutivos que hicieron tambalear a Ermac. Con cada golpe, el poder de las almas se debilitaba más.
Ermac intentó lanzar una última ofensiva, pero Liu Kang, con un movimiento fluido, esquivó su ataque y canalizó toda su energía en su técnica final. Con una velocidad asombrosa, saltó hacia el cielo y descendió con su Patada Dragón envuelta en fuego, impactando directamente en el torso de Ermac. El guerrero de almas fue arrojado hacia el suelo con tal fuerza que las almas dentro de él comenzaron a disiparse, su poder disminuyendo drásticamente.
El silencio cayó en la arena cuando el cuerpo de Ermac se desmoronó en una nube de energía verde. Parte de las almas escaparon hacia el cielo, liberadas de su esclavitud, el guerrero espectral quedo en el suelo sin poder levantarse, con un tono gris cual cadaver.
Liu Kang se quedó en pie, jadeando, pero victorioso. Sabía que la batalla había sido dura, pero su voluntad y su espíritu habían prevalecido.
Shang Tsung, desde su trono, apretó los puños. La furia en sus ojos era evidente. No había esperado que Liu Kang llegara tan lejos, que desafiara sus creaciones con tanta determinación. El hechicero se levantó lentamente, su voz fría resonó por la sala.
—"Suficiente..."— dijo con una sonrisa forzada. —"Habrá un descanso... Antes del combate final"—.
La multitud murmuró, sorprendida por la decisión de Shang Tsung. Pero Liu Kang sabía que era solo una táctica para retrasar lo inevitable. Shang Tsung quería que sus enemigos bajaran la guardia, quería ganar tiempo para preparar su próxima jugada.
Raiden, Logan y Liu Kang se retiraron a los pasillos oscuros del palacio, aprovechando el momento de tregua. Caminaban en silencio, pero el aire estaba cargado de pensamientos no expresados. Finalmente, fue Logan quien rompió el silencio.
—"Ese tipo, Ermac... me recordó algo"— murmuró Logan, su voz más suave de lo habitual. —"Esas almas, esa magia... me trae recuerdos, o... fragmentos de ellos. De un lugar... algo parecido a esto, pero diferente. Un lugar donde... me manipularon"—.
Liu Kang miró a Logan con curiosidad. El mutante era un enigma, pero estaba claro que sus recuerdos, o la falta de ellos, le pesaban.
—"¿Crees que esto te ayudará a recordar?"— preguntó Raiden, siempre sereno.
Logan encendió un cigarro, algo que usualmente no hacía frente a sus compañeros, pero en ese momento parecía no importarle. —"No lo sé, pero lo que sea que esté ahí... no es algo que me guste recordar"—. Exhaló el humo y agregó: —"Pero me siento cerca de algo. Como si cada pelea me acercara más a lo que perdí"—.
—"Tal vez lo descubras antes de que esto termine"— dijo Liu Kang, intentando inyectar algo de esperanza en la conversación.
Logan solo asintió, antes de alejarse un poco, sumido en sus propios pensamientos.
Raiden se giró hacia Liu. —"Prepárate, Liu Kang. Queda lo más difícil por delante"—. Con una inclinación de cabeza, el Dios del Trueno también se retiró, dejando a Liu solo para reflexionar.
Liu Kang se quedó quieto en el pasillo, sus pensamientos vagando por los próximos combates. Sin embargo, su meditación fue interrumpida por una presencia silenciosa. Una sombra se movió con agilidad, y antes de que pudiera reaccionar, una hoja afilada estaba a centímetros de su cuello.
—"No te muevas, Liu Kang"—. La voz era suave, pero peligrosa. Kitana, la princesa del Outworld, estaba frente a él, con una mirada asesina en los ojos.
—"Kitana..." —murmuró Liu Kang, bajando lentamente sus manos en señal de que no lucharía aún—. "¿Por qué?"—.
Kitana mantuvo la mirada fría, pero sus manos temblaban levemente. —"Shang Tsung me ha ordenado acabar contigo...—. Sin embargo, había algo en su voz, una duda, una vacilación que no coincidía con su postura letal.
Liu Kang aprovechó ese instante. Con un movimiento rápido, desvió el arma de Kitana y lanzó un puño hacia su abdomen, obligándola a retroceder. Kitana respondió lanzando sus abanicos, que giraron en el aire como cuchillas mortales. Liu Kang los esquivó por poco, cerrando la distancia con ella.
Los movimientos de Kitana eran gráciles y precisos, pero Liu Kang había aprendido a leer a sus oponentes. Cada golpe, cada patada, cada lanzamiento de sus abanicos fue contrarrestado con una habilidad impresionante. Finalmente, después de una serie de intercambios rápidos, Liu Kang atrapó su muñeca y la desarmó con un giro fluido.
Kitana cayó de rodillas, respirando con dificultad. Sabía que había perdido. Miró a Liu Kang con resignación.
—"Acaba conmigo"—, susurró, esperando el golpe final.
Pero Liu Kang, en lugar de eso, retrocedió, relajando su postura.
—"No..."— dijo firmemente. —"Esto nunca sucedió. Jamás nos vimos"—.
Kitana lo miró con sorpresa, pero también con un brillo de gratitud en sus ojos. Por primera vez, dejó de ver en Liu Kang solo a un enemigo. Había algo más en él, algo que admiraba. Se levantó lentamente, aún incrédula por el perdón otorgado.
—"Espero verte en mejores circunstancias..."— dijo Liu Kang suavemente, con una sonrisa de respeto.
Kitana asintió antes de desaparecer en las sombras. Ahora, quedaba solo un combate. El combate final.
Liu Kang estaba de pie en la gran sala del palacio de Shang Tsung, rodeado de los peleadores de Outworld. La tensión era palpable en el aire, todos esperando el anuncio final de Shang Tsung.
El hechicero se levantó lentamente de su trono y se llevó un dedo a la barbilla con una sonrisa sarcástica.
—"Ahora que todos están aquí, creo que es hora de proceder al combate final"— dijo con voz fría.
Los peleadores de Outworld se miraron entre ellos, con caras de incertidumbre y miedo.
De repente, con una explosión de energía verde, Liu Kang se encontró en un lugar oscuro y húmedo. Estaba en un calabozo, con las paredes de piedra desnudas y una sensación de desesperación en el aire. Se escuchó entonces una carcajada profunda y aterradora. Goro, el príncipe Shokan de cuatro brazos, emergió de las sombras con una sonrisa malvada en su cara.
—"Vaya, vaya... si no es el famoso Liu Kang"— dijo Goro con burla. —"Pensaba que estarías más impresionado al verme... pero supongo que los humanos no tienen buen gusto".
Liu Kang mantuvo su compostura sin inmutarse y se preparó para el combate. Podía sentir el poder y la fuerza bruta de Goro, pero estaba decidido a no dejarse intimidar.
Goro avanzó hacia él con los cuatro brazos extendidos, moviéndose con agilidad y velocidad que no correspondía a su tamaño. Su primer ataque fue un puñetazo combinado de dos brazos izquierdo y derecho, que Liu Kang esquivó por poco.
Liu Kang se movió ágilmente hacia un lado, sintiendo el viento de los poderosos puños de Goro pasar cerca de su cara. Sabía que un golpe de aquel monstruo de cuatro brazos podría ser devastador. La adrenalina corría por su cuerpo, y con cada respiración se llenaba de determinación.
—"No eres el primero en intentar asustarme, Goro"—, respondió Liu Kang, manteniendo su voz firme. —"He enfrentado a guerreros más temibles que tú"—.
Con un rugido, Goro lanzó una serie de golpes rápidos, sus brazos se movían como un torbellino. Liu Kang se mantuvo alerta, esquivando con gracia mientras contraatacaba con patadas rápidas y precisas. Con un movimiento ágil, realizó un giro, lanzando una patada que impactó en el costado de Goro. Sin embargo, el príncipe Shokan no se inmutó.
—"Eso fue un roce, humano"—, rió Goro, mostrando su amplia sonrisa. —"Siente el verdadero poder de un Shokan"—.
Con un movimiento rápido, Goro se abalanzó sobre Liu Kang, usando su fuerza bruta para arrojarlo contra la pared de piedra. Liu Kang, en un momento de pura reflejo, levantó las piernas y se impulsó hacia atrás, aterrizando en el suelo con agilidad antes de que Goro pudiera atraparlo.
La sala retumbó con el sonido de los golpes y las risas burlonas de Goro. Liu Kang respiró hondo y cerró los ojos por un breve instante, dejando que el Chi fluyera a través de él. Al abrirlos, estaba decidido a demostrar que su entrenamiento había valido la pena.
Liu Kang comenzó a ejecutar una serie de movimientos fluidos. Lanzó una Bola de Fuego que iluminó el oscuro calabozo, impactando en la cara de Goro y haciendo que este se tambaleara. El príncipe, irritado, apretó los dientes y se lanzó de nuevo, esta vez girando para usar su cuerpo como un proyectil.
—"¡Sufre, Liu Kang!"—, gritó mientras atacaba con una patada giratoria de sus múltiples extremidades.
Liu Kang se agachó, desviando el ataque y aprovechando la posición de Goro para contraatacar con un golpe ascendente. Con un movimiento explosivo, realizó su Patada Dragón, conectando en el abdomen de Goro y levantándolo del suelo. El príncipe Shokan se estrelló contra la pared con un estruendo, las piedras resonando con la fuerza del impacto.
—"¡No puedo creer que este sea tu verdadero poder!"—, gritó Liu Kang, sintiendo cómo la energía del combate lo llenaba.
Goro, aturdido pero aún furioso, se levantó con una mirada de desafío. Se sacudió las piedras del cuerpo, y al hacerlo, dejó claro que no se rendiría tan fácilmente.
—"¿Crees que eso es todo lo que tengo?"—, dijo Goro, con su voz resonando en el calabozo. —"Te haré desear no haber venido aquí"—.
Con un grito de guerra, Goro lanzó una serie de golpes devastadores, cada uno con la fuerza suficiente para derribar muros. Liu Kang se vio obligado a retroceder, esquivando con movimientos acrobáticos y contrarrestando cuando podía. En un momento de pura estrategia, Liu Kang aprovechó la fuerza bruta de Goro contra él mismo, llevando su ataque hacia un lado y girando para asestar un golpe en su rostro.
Con cada intercambio, Liu Kang sintió que la batalla se volvía más intensa. Goro, aunque poderoso, comenzaba a mostrar signos de fatiga. Liu Kang, por otro lado, estaba alcanzando su punto máximo. Con su Chi fluyendo, decidió que era el momento de un ataque decisivo.
Con una determinación ardiente, Liu Kang concentró su energía. Se preparó y gritó con fuerza—"¡KIAI!"—. Con ese grito, desató un ataque final, cargando hacia Goro con una velocidad relampagueante. En un movimiento final y épico, combinó un salto acrobático con una poderosa Patada Dragón, impactando en el rostro de Goro y enviándolo de espaldas, desestabilizándolo.
Goro cayó al suelo, aturdido. El calabozo resonó con el eco del golpe final. Liu Kang, de pie y victorioso, miró al príncipe Shokan, sintiendo que su victoria representaba no solo un triunfo personal, sino la esperanza para la Tierra.
En la sala del trono, Shang Tsung apretó los puños, claramente enojado por el desenlace de la pelea. No había anticipado que Liu Kang superaría todas las adversidades que le había impuesto.
—"Esto no ha terminado, Liu Kang. Te subestimé, pero no cometeré el mismo error de nuevo"—, dijo Shang Tsung, su voz llena de veneno y desafío. El hechicero se puso de pie, sus ojos destilando furia y desprecio. —"Ahora, por el destino de la Tierra... ¡LUCHARÁS CONTRA MÍ!"—. Dicho eso, las manos de Shang Tsung comenzaron a brillar con una energía verde espectral, oscura y poderosa, que llenó la sala con un aura inquietante.
Liu Kang sintió cómo la tensión en el aire crecía. Sabía que esta no sería una pelea ordinaria. Shang Tsung era el maestro del engaño y la transformación, y ya había demostrado su capacidad para cambiar de forma en medio de la batalla. Con determinación, Liu Kang se preparó, listo para enfrentar al hechicero.
La batalla comenzó. Shang Tsung lanzó un torrente de energía verde hacia Liu Kang, quien se lanzó a un lado, evitando el ataque con gracia. Sin perder tiempo, contraatacó con una Bola de Fuego que iluminó la sala, impactando en el pecho del hechicero y haciéndolo retroceder.
—"¡Eso es solo el comienzo, Liu!"—, rió Shang Tsung, mientras su figura empezaba a distorsionarse. En un instante, se transformó en Kano, lanzando un golpe directo hacia Liu Kang. Liu esquivó, moviéndose como un rayo, lanzando una serie de patadas rápidas.
Kano contraatacó con un puñetazo feroz, pero Liu Kang era ágil. Con un giro, conectó con una patada en la cara de Kano, desestabilizándolo momentáneamente. Sin embargo, el hechicero no se rendía fácilmente. En un giro impresionante, volvió a transformarse, esta vez en Scorpion, y lanzó un poderoso ataque con su Espíritu de Fuego.
—"¡Ven aquí, Liu Kang!"— gritó Scorpion, mientras lanzaba su cadena, intentando atrapar al guerrero Shaolin.
Liu Kang, usando su reflejo, saltó por encima de la cadena, aterrizando justo detrás de Scorpion. Con rapidez, realizó un Combo de Patadas que desató una serie de golpes en el guerrero espectral. Con cada golpe, la energía del combate aumentaba, electrificando la atmósfera.
La batalla se intensificaba a medida que Shang Tsung se transformaba en varios oponentes, cada uno más formidable que el anterior. Liu Kang luchó contra Raiden y Sub-Zero, cada uno trayendo consigo su propio estilo de combate y habilidades únicas. Pero Liu Kang se mantenía firme, sus movimientos eran fluidos y llenos de poder, reflejando su entrenamiento y determinación.
Con cada cambio de forma, Liu Kang sentía la adrenalina pulsar en su cuerpo. Se movía con gracia y fuerza, conectando golpes, lanzando Bolas de Fuego y usando su Patada Dragón con una precisión perfecta. La sala resonaba con los ecos de sus ataques, y cada vez que parecía que Shang Tsung tenía la ventaja, Liu Kang encontraba la manera de recuperarse.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad de intercambios intensos, Shang Tsung volvió a su forma original, exhausto pero todavía con una chispa de malicia en sus ojos.
—"¡Imposible! No puedes vencerme, Liu Kang!"— gritó, lanzando un último ataque de energía oscura.
Liu Kang, cansado y herido, sintió que era el momento decisivo. Con un grito poderoso, concentró toda su energía en un último ataque. —"¡KIAI!"—, exclamó, liberando su energía en una Bola de Fuego descomunal que se dirigió hacia Shang Tsung con la fuerza de un volcán.
El hechicero, atrapado por su propia arrogancia, no pudo evitar el impacto. La explosión de energía iluminó la sala, y cuando el polvo se asentó, Shang Tsung se encontraba en el suelo, herido y derrotado.
—"No... ¡esto no puede ser!"—, murmuró Shang Tsung, su voz llena de desesperación mientras trataba de levantarse.
Liu Kang, aunque cansado y lastimado, se puso de pie, mirando al hechicero con una mezcla de compasión y resolución. —"Es hora de que el Outworld enfrente las consecuencias de sus acciones. La Tierra no caerá hoy"—.
Con un gesto, Liu Kang desató su energía, y la sala tembló. Shang Tsung, comprendiendo que su derrota era inevitable, comenzó a retroceder, su rostro mostrando frustración.
—"¡Esto no ha terminado, Liu Kang!"—, gritó mientras se desvanecía en una nube de energía verde, desapareciendo de la sala.
Con su partida, una ola de alivio recorrió el palacio. Liu Kang se dejó caer de rodillas, sintiendo el peso de la batalla y la victoria. Sus compañeros se acercaron, rodeándolo con miradas de admiración y gratitud.
Logan y Raiden, exhaustos pero felices, lo levantaron con esfuerzo.
—"¡Lo lograste, Chico! ¡Has salvado a la Tierra!"— exclamó Logan, con una sonrisa que iluminó su rostro cansado.
—"Tu espíritu y determinación han prevalecido. La Tierra está a salvo, al menos por ahora"—, agregó Raiden, su voz llena de respeto.
—"¡ASI SE HACE CHICO!" —Exclamo con mucha alegria y victoria el buen Johny Cage.
Los demas campeones supervivientes y que se habian pasado al bando de la tierra, Jax, Sonya, Cyrax, Kung Lao y Nightwolf se acercaron a festejar a Liu por su victoria.
Liu Kang respiró hondo, sintiéndose aliviado pero consciente de que la paz nunca era duradera en el mundo de Mortal Kombat. Sabía que el camino hacia adelante estaría lleno de nuevos desafíos y enemigos, pero por ahora, disfrutaba el momento.
El mundo exterior había perdido su derecho de invadir la Tierra, y los héroes, aunque heridos, vivían para luchar un día más. Juntos, se retiraron de la sala, sabiendo que cada batalla, cada sacrificio, valía la pena en su lucha por la justicia y la libertad.
Y así, la leyenda de Liu Kang, el Campeón de la Tierra, continuaría, mientras la sombra del Outworld se cernía sobre el horizonte, lista para desafiar nuevamente a nuestros héroes en un futuro incierto.
FIN.
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