3. Familia
Saqué de mi mochila todos los papeles de la escuela y la llené con ropa y cosas de baño esenciales, por lo que no pesaba más de dos kilos. Sin embargo, no podía esperar a subirme al quinjet y dejarla caer en el primer espacio que encontrara.
Cuando bajé de mi cuarto, me asomé por la ventana que había junto a la puerta de la casa y vi que una camioneta negra y blindada me esperaba estacionada frente a la casa. Perdí la esperanza de volver a ver a Steve cuando un agente vestido de traje bajó la ventanilla hasta la altura de su boca, dirigiéndome la mirada. Le hice una seña con la mano para pedirle que esperara y él asintió.
Bunny expandió una cálida sonrisa por su rostro cuando me vio entrar a la cocina.
—¡Buenos días, Kala! ¿Estás lista para ser una heroína?
Rodé los ojos y sonreí.
—Sólo le salvaré el trasero a Callisto y volveré, Bunny. Les dije en el trabajo que te llevaría al hospital a unos tratamientos, así que no les contestes si llaman —expliqué—. Te sabes mi número de memoria, y por si acaso, sólo presiona el dos para marcación rápida. Cualquier cosa que necesites, no dudes en llamarme, por favor —supliqué, acercándome para tomar sus suaves y arrugadas manos con las mías.
Su nombre completo era Beatrice Bennett, pero me contó que desde que era niña la habían apodado Bunny. Sólo Joseph la llamaba Beatrice cuando peleaban, lo que ocurría casi nunca.
Su sonrisa se enterneció cuando vio los signos de preocupación en mis ojos. Ella sabía que no me sentía calmada dejándola sola. Es decir, me mudé de mi viejo apartamento hace tres años, cuando Joseph falleció y la idea de dejarla sola me mortificó demasiado.
—Oh, no te preocupes por esta anciana, Kala —me dijo con un tono ligeramente divertido, soltando mis manos para hacer un ademán con ellas en señal de despreocupación—. Voy a estar bien. Estaré viendo las noticias, esperando a ver qué nombre de superheroína te dan.
—De acuerdo —me resigné, apretando los labios en una sonrisa de rendición. Me acomodé la mochila, bajando la mirada un segundo. Exhalé y la miré a los ojos—. Bunny, si algo me ocurre... quiero que sepas que te agradezco todo lo que has hecho por mí.
Bunny borró su sonrisa y frunció levemente su rostro. Suspiró y se rascó la cabeza, sacudiendo su corta cabellera rulosa y blanca. Olí su miedo por mí, su preocupación.
—Entiendo que quieras salvar a tu hermana, y admiro eso de ti, pero recuerda que tú no le debes nada, Kala —me recordó, enseriándose—. No quiero que te disculpes más con ella. Te has arrastrado demasiado.
Asentí lentamente, tomando nota de su consejo.
—No lo haré. Lo prometo.
Me di cuenta de que se relajó.
—Bien —aceptó—. Y más vale que vuelvas en una pieza —añadió con tono amenazante—. De preferencia, con el Capitán Rogers.
—¡Bunny!
Se rió quisquillosa y alegre cuando vio mi reacción avergonzada.
—Oh, no lo niegues. ¡Vi cómo lo mirabas, y él a ti! —exlcamó ilusionada— Ése sí que es un hombre de pies a cabeza. Me encantaría como yerno. ¿Podrías considerarlo?
No pude evitar reírme antes de acercarme a abrazarla con cuidado. Aunque sólo me iba por unos días, iba a extrañarla. Bunny era todo para mí, y yo era todo lo que le quedaba. Sólo nos teníamos una a la otra.
—No me ignores, Kala. Hablo en serio. Apostaría la casa a que ese chico es todo un partido. Sé lo que Jospeh diría si estuviera aquí: "si alguna vez piensas casarte, más vale que sea con él y no con otro idiota como Carl".
Sentí una breve presión de dolor en el corazón por Joseph. Lo extrañaba, y Bunny tenía razón: eso era algo que él diría. Sólo puse los ojos en blanco y me separé con una sonrisa. Ella me siguió sonriendo también, hasta que borró el gesto, abrió la boca y los ojos en O y alzó el dedo índice al aire, recordando algo.
—¡Casi lo olvido!
Se dio vuelta y se acercó a una de las sillas del comedor, sacando del asiento bajo la mesa una chaqueta negra de piel y franjas amarillas en los hombros y mangas.
—Está algo desgastada, pero siempre fue mi favorita. La usé en mis misiones más importantes —me dijo, tendiéndome una chaqueta negra de piel y franjas amarillas en los hombros y mangas—. Es mi chaqueta de la buena suerte. La estaba usando cuando conocí a Joseph.
Boqueé, sorprendida con el regalo que me ofrecía.
—No, Bunny. Es tuya. No puedo...
—Tómala —insistió, volviendo a tendérmela—. Quiero que la tengas, y que cuando la uses te des cuenta de que no eres ni un monstruo ni un experimento. Eres una niña con habilidades que el mundo necesita. Mi niña.
Me miró con sus grandes ojos azules, usando la misma ternura que la de un cachorro. No pude negarme y la acepté. La sensación fría de la piel de la chaqueta fue agradable al tacto.
—Gracias —le sonreí, conmovida por el obsequio.
Volví a abrazarla, inhalando el olor de su perfume y su crema de almendras. No me gustaba los olores de los químicos que les ponían a los productos de cuidado personal, pero con Bunny no me importaba.
Le regalé una última sonrisa antes de voltearme y salir de la casa hacia la camioneta, que todavía me esperaba pacientemente. Me subí al asiento trasero, ya que el de copiloto estaba ocupado por una agente, y dejé salir un largo suspiro. No podía evitar preocuparme por la salud y la seguridad de Bunny. Sin mi protección, corría más peligro del que me permitía imaginar.
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