━ i. sueño o premonición
✮ ✯ CAPÍTULO 1 ✰ ★
━━ sueño o premonición
HARPER TARAREABA POR LO BAJO UNA CANCIÓN QUE SE REPRODUCÍA EN LA RADIO, mientras resaltaba, con marcador amarillo, gran parte del contenido de un libro que reposaba sobre sus piernas, "los secretos de la licantropía", un viejo y gastado escrito que habían conseguido en la biblioteca. Lo había releído tantas veces, esperando que cada vez que lo leyera, mágicamente aparecieran las respuestas que buscaba; pero eso no sucedía, cada vez que con atención repasaba las palabras de las hojas, se daba cuenta de que era el mismo contenido que había leído una y otra vez este verano, en cientos de páginas web y obras escritas por algún aficionado a los hombres lobo. Comenzaba a desesperarse.
Soltó un suspiro y lanzó el libro con exasperación al otro lado de la habitación. El escrito cayó junto al monto de libros que Harper y James habían recopilado en la biblioteca.
Básicamente de eso había tratado su verano, no muy divertido en realidad, desde el día en que llegaron a Beacon Hills, dedicaron gran parte de su tiempo a la búsqueda de cualquier pista sobre la maldición de la licantropía y para eso ambos se habían tomado el trabajo de recorrer cada uno de los estrechos pasillos de la biblioteca de Beacon Hills, escogiendo, no tan cuidadosamente, cualquier obra que tuviera la palabra hombre lobo en el título. Tomaron desde obras que no habían leído en su vida hasta los tomos de la saga de crepúsculo. Cualquier información era realmente valiosa, incluso si se encontraba en libros de la sección fantasía.
James levantó el libro, con el que había tratado de ocultar su rostro somnoliento, al sentir, desde el borde de la cama, a la castaña acomodarse sobre su almohada dispuesta a dormir.
—Deberías seguir leyendo, aún es temprano Harper —pronunció, recibiendo un gruñido por parte de su hermana, quien acomodó su cuerpo bajo las sábanas y cubrió su cabeza con el filo de las colchas para evitar la luz.
—Si está almohada no estuviera tan cómoda te la arrojaría —contestó malhumorada.
Una media sonrisa apareció en el rostro del castaño, quien empezó a recoger las páginas y libros esparcidos por la habitación. Harper no se había molestado en retirar las cosas de la cama cuando se acostó, así que ahora James era el que se encargaría de hacerlo.
Estaba demasiado cansado, no había leído tantos libros en toda su vida, a pesar de que la lectura era uno de sus pasatiempos favorito. Así que con esfuerzo colocó todo dentro de un pequeño espacio en el armario; al menos ahí nadie notaría el desorden.
Dio un pequeño vistazo al cuarto, orgulloso de que por primera vez desde que llegaron ahí estuviera tan arreglado, y caminó hacia a su habitación para poder descansar también. Pero en cuanto su cabeza tocó la almohada cualquier rastro de sueño desapareció fugazmente, dejándolo solo con sus pensamientos y la destellante luz de luna entrando por su ventana.
Se revolvió entre las sábanas cuando el recuerdo de su llegada al pueblo invadió su mente. Solo habían pasado un par de días desde que habían llegado, para su mala suerte, en medio de una de las noches más tormentosas del año. Totalmente empapados y con el frío, característico del pueblo, carcomiendo sus huesos; esperaban frente a la puerta de una casa que no habían visitado en años y de la cual solo conservaban pasajeros recuerdos.
Will Willow abrió la puerta, o como ellos lo conocían, su tío. Era un hombre con el cabello rubio, que no pasaba de unos 40 años y aunque ellos fácilmente lo habían reconocido, puesto que su rostro se conservaba tal y como lo recordaban. Era diferente para su tío, solo los había visto un par de veces cuando eran aún unos pequeños y revoltosos niños, por lo que en cuanto al fin los reconoció, su rostro esbozó una gran sonrisa y emocionado de volverlos a ver, los invito a pasar.
Entre una taza de té caliente y unas galletas caseras, que les había ofrecido, soltaron la verdad, principalmente el como habían llegado ahí. La historia no fue sencilla de contar, la noticia del fallecimiento de su hermana fue como un balde de agua fría para Will y la parte más dura de explicar para los mellizos. La culpa y la tristeza eran las principales emociones que abordaban a Will, pues se arrepentía de ni siquiera haber llamado a su hermana en todos esos años, además conocía el sentimiento de soledad que Harper y James sentían en ese instante.
Fue así que ambos castaños habían decidido omitir pequeños detalles de su historia para no molestar a su tío. Como el hecho de que su sobrino, el mismo que engullía las galletas ansioso, era un hombre lobo, que podría destruir toda su casa o incluso desgarrarle la garganta en un arranque de ira.
Ninguno de los mellizos Willow se sentía orgulloso por ocultar la verdad; pero al menos ahora tenían un techo sobre su cabeza bajo el cual descansar y una alacena llena de comida la cual devorar; ya resolverían luego como decirle a Will.
Sea cual sea la razón por la que los había dejado quedarse, si por la culpa que sentía hacia al no haber podido ayudar a su hermana o en un intento de hacer una buena acción como su tío. Ambos estaban conformes.
Cuando los ojos de James comenzaban a cerrarse y sentía su cuerpo caer en un sueño profundo, sintió como alguien se sentó al borde de la cama y movía levemente su hombro.
—James, despierta, no vas a creer lo que soñé.
✮ ✯ ✰ ★
James bajó por las escaleras hacia la cocina. Estiró su cuerpo y un bostezo salió de sus labios, por primera vez en mucho tiempo había logrado dormir tan plácidamente. El sentimiento de tranquilidad se esfumó al ver cientos de dibujos, con cautivadores trazos y manchones, regados sobre el mesón de la cocina. Todo era un desastre. Y en medio de ese desarreglado escenario estaba Harper reposando sobre su brazo y con un hilo de baba cayendo de entre sus labios.
James observó con sigilo, algunos de los dibujos. Era como si Harper hubiera intentado plasmar, en un arranque de energía, cada pensamiento que se le cruzara por la mente. Y en realidad no estaba tan lejos de la verdad.
¿Un bosque?¿Un chico? y ¿Un lobo? No tenía ni idea de lo que había estado dibujando su hermana; pero extrañamente al examinarlos, cada dibujo parecía estar conectado, como una pequeña y desordenada historieta.
—¿Qué rayos sucedió aquí Harps? —cuestionó el castaño, moviendo suavemente el hombro de su hermana para despertarla, Harper se sobresalto al oír a su hermano y al instante sintió un leve ardor en su cabeza y su brazo entumecido—. Parece que un torbellino arrasó con la cocina y se dedicó a trazar dibujos toda la noche. Luces terrible.
Era verdad, Harper no estaba en su mejor momento, unas oscuras ojeras formaban parte de su rostro y su largo pero desarreglado cabello caía por su espalda. Pasó sus manos suavemente por su rostro intentando despertar sus sentidos.
Mentiría si dijera que había dormido a gusto anoche, dado que con suerte y había pegado ojo después de la pesadilla que había tenido y mucho menos logró hacerlo cuando bajo a la cocina y arrasó con media jarra de café.
—En realidad no podría sentirme mejor —mintió. Estiró sus brazos y esbozó una pequeña sonrisa hacia su hermano—. ¿Viste los dibujos?
—¿Estos? Los que ocupan la mitad de la cocina. No, ni los noté —comentó con un tono sarcástico, mientras se servía una taza de café—. ¿Todo esto es por el sueño de ayer?
James recordó brevemente haber oído entre sueños, a la mitad de la noche, la voz de su hermana contando uno más de sus extraños sueños, no le había prestado demasiada importancia y al despertar no creyó que ella lo haría; después de todo sus sueños siempre solían ser inusuales.
—Yo no lo llamaría solo un sueño —comentó. Esparció los papeles sobre la mesa y fue colocándolos uno al lado del otro, dejando posible ver la conexión entre todos los gráficos—. Creo que esto fue una visión.
Harper podía asegurar que todo lo que vio ayer era completamente real, al menos para ella. Y es que en verdad lo sintió. Sintió la desesperación al no poder hacer nada por aquel chico que estaba siendo arrastrado por un lobo hacia la oscuridad del bosque; y aún siente náuseas al recordar la imagen de la mitad de un cadáver en medio del bosque. Despertó jadeando y sobresaltada, sintiendo el sudor frío recorriendo su espalda; por lo que después de pensarlo todo la noche, entre dibujo y dibujo, llegó a la conclusión de que eso era una premonición.
—¿Visión? Yo pienso que has leído demasiadas historias de lobos.
—Si, una visión, mi mente no pudo solo imaginar todo esto. Este chico, fue mordido por un lobo —expresó, señalando el trozo de papel en el que estaba detalladamente dibujado el rostro del chico—. Además las brujas del aquelarre solían tener visiones todo el tiempo.
—Tu no eres ese tipo de bruja. Nunca tuviste una visión en tu vida.
—Claro que si —expresó ofendida, con una mueca en el rostro, intento recordar un solo momento en el que haya logrado prevenir el futuro—. Recuerdas esa vez en la que predije que cenaríamos hamburguesas.
—Eso no cuenta, me dijiste que habías soñado que comías hamburguesas y me obligaste a comprártelas —soltó el castaño, con una leve sonrisa, apoyándose sobre el mesón .
—Esta bien, mal ejemplo —levantó sus manos en señal de rendición—. Pero debes creerme.
Un atisbo de ilusión apareció en el rostro de Harper, el cual James no quería ver desaparecer. Además no era una completa locura que Harper empezara a tener inusuales premoniciones, puesto que su legado estaba formado de brujas que poseían esa insólita habilidad, brujas que llegaban a predecir diversos aspectos de la vida de alguien, desde su muerte hasta los misterios de su vida amorosa.
Lo único que no encajaba en su mente era: ¿Por qué Harper soñaría con un chico al que ni siquiera conocían?
—Te creo —murmuró, aún no muy seguro, ya se encargarían de lo de la visión luego.
Su pequeña conversación se vio interrumpida, cuando Will apareció por las escaleras con una gran sonrisa en el rostro, muy bien vestido. Una camisa recién planchada y su gafete del hospital prendido de ella.
—¿Listos para su primer día? —cuestionó, sirviéndose lo que quedaba de café en una taza e ignorando el desorden en la cocina—. ¡Oh, lindos dibujos! Tienes talento.
Su último comentario hizo aparecer una sonrisa en los labios de la castaña. La cual desapareció rápidamente al recordar que hoy era su primer día, en la gran pero problemática preparatoria de Beacon Hills. Solo pensarlo la ponía nerviosa.
Will había llegado a un trato con los mellizos, el les permitía quedarse si ellos prometían asistir a la preparatoria. Fue su mejor intento de ser un buen tío; pues para él su significado de preparatoria se conformaba de aburridas clases, interminables tareas y el ingreso a un futuro mejor o al menos a un futuro alejado de lo sobrenatural. Que equivocado estaba.
Y como era de esperarse Harper y James no habían logrado evitar el trato y convencer a su tío que no necesitaban de la preparatoria, ni las tediosas experiencias escolares.
Incluso aunque hubieran detallado una lista de dos razones en una arrugada servilleta; la razón que encabezaba la lista se basaba en el hecho de que ninguno de los dos habían estado en una preparatoria antes, todos sus conocimientos los habían adquirido en el aquelarre; y eso decía mucho de las pocas habilidades sociales que tenían; aunque eso era de lo que menos debían preocuparse.
La segunda razón era mucho más convincente, había sido idea de James colocarla e involucraban a Harper y sus incontrolables poderes; pues aunque Harper había practicado y memorizado muchos hechizos desde que era una niña, aún tenía problemas para que sus emociones no controlaran su magia.
Por supuesto, la lista no logró convencerlos ni a ellos y para cuando se dieron cuenta, ambos estaban en frente al gran letrero que anunciaba que habían llegado. El golpeteo que James producía con su pierna y el hecho de que Harper no parara de hablar en todo el camino, haciéndole preguntas totalmente al azar a James, delataba que tan nerviosos estaban ambos.
Se despidieron de Will, quien les deseo un buen día desde la ventanilla de su auto y se alejó con una orgullosa sonrisa al saber que logró sacar a sus sobrinos de sus cuartos.
—¿Nervioso? —cuestionó la castaña, dando una curiosa mirada a su hermano—. No has parado de hablar de esto desde que prometimos que lo haríamos.
—Creo que la que no paraba de hablar de esto, fuiste tú —Harper rodó los ojos y ambos caminaron juntos hacia la entrada—. Yo sobreviví a la sangre de lobo en mis venas, creo que puedo con esto —soltó con seguridad.
—Quizás tu sobreviviste, pero yo aún tengo que sobrevivir a ti y tus impulsos influenciados por la luna llena —comentó Harper, acomodando su bolsa sobre su hombro —, pero no te preocupes mi búsqueda de cadenas, para evitar que un hombre lobo te devoré, aún sigue pendiente.
—¿Esa es tu mejor idea? —Cuestionó, enarcando su ceja. No le agradaba para nada la idea—. Encadenarme durante la luna.
—Pues la magia no resolverá este problema, así que es eso o llamar a control de animales y que se hagan cargo de ti.
—Creo que prefiero cambiar de tema. Por ahora, me centrare en las clases —Una sonrisa confiada apareció en sus labios. Al menos aprobar las clases era algo que sentía que podía controlar.
—Tienes razón. Tú sobresaldrás en clase de matemática y yo arrasaré con la barra del almuerzo.
—Realmente no creo que puedas hacer eso —resopló divertido.
—Hasta puede que conozcas una chica linda —pronunció, empujando levemente a su hermano.
Su mirada se dirigió hacia la chica con un largo cabello rubio rojizo cayendo perfectamente sobre su espalda, que caminaba con seguridad hacia la entrada. Harper habría deseado tener esa seguridad en su primer día, pero a cambio tenía a su querido hermano mitad lobo para apoyarla.
James y Harper la observaron por un momento y luego desviaron su mirada a la multitud de estudiantes que entraban. Ambos avanzaron, pero James paró en seco a mitad de las escalera, una mueca asomó en su rostro y el sonido de una conversación lo puso alerta. Buscó con su mirada el origen del sonido, pero no parecía nada cercano. El ruido no quedo ahí y aún podía escuchar dos voces que hablaban entre si «Ya, muéstramela» . El problema era encontrar de donde provenían.
—James, ¿estas bien? —preguntó Harper y volteó hacia su hermano al ver que se había detenido, para observar a su alrededor inquieto.
—Harper, ese... ese es el chico de tus dibujos —tartamudeó James confundido, señalo hacia un par de chicos, con palos de lacrosse sobresaliendo de sus maletas, no tan alejados de ellos.
En cuanto Harper volteó, el mismo moreno que había aparecido repentinamente en sus sueños, se encontraba con la camiseta levantaba y mostrando a quien parecía ser su amigo, una gasa que tapaba una profunda y dolorosa herida que se marcaba en su torso. Una herida que convenientemente se encontraba en el mismo lugar en el que Harper había visto que lo mordía un lobo, una herida que traería demasiados problemas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro