▷ White Day
En una pequeña casa a la vuelta de la esquina, el silencio reinaba con tranquilidad y firmeza en una de las habitaciones.
La sincronía de la brisa al mover las cortinas con las inhalaciones y exhalaciones del joven era cómoda.
Las luces de la habitación estaban apagadas y la luz de la tarde y el reflejo de la aurora era lo que permitía observar al joven de cabello plateado recostado boca arriba en el colchón con los auriculares blancos en sus oídos; sus ojos estaban cerrados mostrando una increíble paz, su atuendo coincidía con su expresión, un suéter color rosa, un mono ancho blanco y unas medias de alpaca.
Sí, definitivamente coincidía con esa tierna expresión de increíble paz.
Aun así, la paz que se percibía desde fuera, no se disfrutaba desde dentro.
En sus pensamientos, sentimientos y emociones había completo caos.
Sus latidos se sumaban a la pelea provocando erráticas respiraciones, un calor en sus mejillas y un sonrojo carmesí.
Suspiró ruidosamente y abrió sus ojos enfocando el techo raso, se sentó en su cama y atrajo las rodillas a su pecho mirando a un lugar en específico.
Un objeto, un arreglo o un detalle, mejor dicho.
Uno que se mostraba prominente entre los demás detalles que quedaban pequeños e intimidados ante ese monumento.
Extendió su mano a la mesita de estudio, que a la vez era de noche, pero que también servía de escritorio.
Una mesa multifacética.
Tomó el regalo que tenía una abertura hecha con anterioridad, exactamente, quitó la carta envuelta y la leyó como había hecho desde el día en que se le entregó.
Feliz San Valentín, Jinnie. Sí, sé que dirás que los regalos en este día son monos, sobredosis de azúcar, vergonzosos y que son las mujeres las que acostumbran a regalar. Sí, sé todas las opciones posibles en las cuales puedas pensar, pero, soy antisistema y esta vez, te regalaré este humilde detalle, son chocolates hechos por mí.
Sí, sí, así como lees, hechos por mí.
Espero disfrutes de ellos mientras lees el resto de la carta.
Como sabrás, debo viajar por asuntos de trabajo y regresaré en dos semanas, así que cuídate, duerme temprano, come bien, toma agua, abrígate del frío, sal a caminar y no te hagas daño ¿bien? Me preocuparía que te hicieras algo y no esté cerca de ti.
A ese punto, la sonrisa en los labios de Jin delataba la felicidad en su corazón, que empezaba a latir un poquito más rápido.
Sin más preámbulos (que no se note que soy malo para dar suspenso), lo que realmente quiero decir es que te quiero, Jin.
Para ser exactos, me gustas.
Soy muy torpe para esconder mis sentimientos, aunque, tampoco quiero esconderlos.
Y para aclarar, no lo digo para que correspondas mis sentimientos (aunque no me molestaría de igual forma), aun así, lo hago porque no puedo seguir ocultándolo.
Soy muy cobarde para decirte esto de frente por lo que vi esta carta y el viaje como opción viable para confesar mis sentimientos, para decirte que me gusta tu sonrisa, el parpadear continuo de tus ojos, tu escandalosa risa, tus malos chistes, el brillar en tu iris cuando hablas de tus mangas favoritos.
Sí, caí rendido ante esas pequeñas cosas que se convirtieron en costumbre para mí.
No puedo ocultar que cada vez se me hace más difícil no tocarte, porque sé que no me ves de la misma forma en la que yo te veo y mi intención no es incomodarte.
Créeme que es lo mínimo que quiero hacerte sentir.
Lo siento de antemano si esto te incomoda, puedes hacer como si nunca hice esto, si es lo que prefieres.
Mientras estés bien, yo también lo estaré.
Feliz San Valentín.
Con amor, RM
Su respiración era acelerada, sus manos temblaban y la carta en ellas también, podía sentir su piel caliente y probablemente, sus mejillas estaban muy rojas.
A pesar de toda esa emoción que le causó y le seguía causando esa carta, sentía una tristeza y confusión.
Namjoon había regresado hace una semana y lo primero que hizo fue preguntarle si había leído la carta, a lo que respondió que sí. Desde ese día le evadía, no coincidían salvo en las reuniones de la mesa redonda donde ni en broma podía saltárselas, pero al finalizar, se escabullía y cuando Jin lo buscaba, ya no estaba.
Aunque siendo sinceros, existían muchas maneras de acorralarlo pero Jin, no se sentía preparado para mirarlo a los ojos.
Cosa que también entristecía a Namjoon, por otro lado.
Cada vez se cuestionaba si hizo lo correcto, o si debió decirle personalmente en vez de una carta, o si Jin se molestó tanto que no quería verlo más.
Namjoon golpeó con fuerza el saco de boxeo al pensar en eso.
Sus compañeros de entrenamiento lo observaban en silencio, era bastante notorio que cargaba una frustración de ocho kilos en la espalda, por lo que preferían obviar la tensión palpable y concentrarse en la máquina en la que estaban.
Salvo Jungkook.
Su mejor amigo y compañero de entrenamiento, a quien le valía bastante el estado de ánimo de Namjoon, por lo que se acercó y le tocó el hombro ganándose una mirada asesina.
- Amigo, si las miradas mataran ya estuviera viendo las papas crecer desde abajo - con su dedo medio le golpeó en la frente, Namjoon se quejó por eso.
- ¿Qué quieres?
- ¿Yo? - preguntó desinteresado el rubio - Quiero rematar el saco que dejaste moribundo - le dijo señalando el saco que tenía unas cuantas abolladuras.
Namjoon suspiró - Lo siento - se alejó.
- A mí me da igual y si el gimnasio fuera de mi propiedad, te hiciera comprar uno nuevo, pero, como no es mi gimnasio... tendrás que hablar con Hope - Namjoon asintió buscando con la mirada al pelirrojo.
- Está bien, hablaré con él - y le regaló una sonrisa bastante desganada, lo que provocó una mueca en Jungkook quién le rodeó los hombros.
- ¿Quieres beber?
- No llevo ebrios en el auto.
- Oye, oye, dije beber no embriagarse hasta olvidarse el nombre - reprochó, pero de nada le sirvió porque Namjoon le conocía - Está bien, solo dos y nos vamos.
- Más te vale o te dejo allí y que tu tierno te vaya a buscar.
- B-basta con eso - le empujó sonrojado.
Namjoon sonrió y se dirigió a las duchas para quitar el resultado de malograr el indefenso saco de boxeo.
Ya eran pasadas las diez de la noche y Jin se encontraba sentado en su mesita multifacética, con una bolsa de regalo, la misma contenía una pluma montblac que había visto en una de las tiendas, Namjoon amaba coleccionarlas de diferentes colores para combinarlos con su atuendo.
Sí, era muy maniático, pero esa actitud le parecía una cualidad adorable.
La había comprado antes de que Namjoon se fuera de viaje porque tenía pensado dársela el día de San Valentín. Sin embargo, debido al viaje inesperado, no pudo entregárselo y no era capaz de dárselo luego de la carta.
Ahora, tenían una oportunidad para remediarlo.
El conocido White Day, era un día donde una persona corresponde los sentimientos de otra persona que se le confesó en el San Valentín.
Algo que haría Jin, aunque no sabía exactamente cómo.
Llevaba tres años conociendo a Namjoon y nunca había querido darle importancia a esas mariposas en su estómago, al calor en sus mejillas y al palpitar intenso de su corazón.
Pensó que era una respuesta meramente emocional a los halagos, atenciones y pequeños detalles.
Ahora se daba cuenta que no.
Namjoon no se acercaría a él a pesar de que le dijo que no necesitaba una respuesta.
Aunque tal vez, Namjoon no la necesitaba, pero Jin sí necesitaba decirlo.
Necesitaba aclarar sus sentimientos y sobre todo, tomar de lleno la oportunidad que se le presentaba.
El problema, es que no sabía cómo acercarse a Namjoon sin que éste saliera corriendo, casi levitando, huyendo de él.
"Tendré que ir a su apartamento" pensó "Quedamos en ir al parque mañana, pero, fue antes de todo esto" frustrado dio vueltas en el asiento, mirando la pequeña bolsa marrón que ocultaba el envuelto de corazones dentro, por fuera muy serio, pero dentro... todo era muy amoroso.
Jamás se había imaginado haciendo esas cosas, pero ahí se encontraba, planeando como confesarle sus sentimientos al chico que le gusta, que casualmente, también gusta de él.
- ¡A la mierda contigo, Jin! - estaba de pie frente al espejo con un atuendo bastante lindo pero, que no le convencía y era el quinto conjunto que se probaba.
- ¿Qué son esas palabras, Seokjin? - Molesto, tiró la chaqueta negra en la cama y como lo hizo una vez a sus cinco años, se tumbó en el suelo bajo la mirada de su madre, ella enarcó una ceja divertida y cerró la puerta - Oh, alguien tuvo una mala noche.
- Mamá... - se sentó al lado de ella en el suelo - me siento idiota.
- Oh, ya somos dos.
- ¡Mamá! - su madre sonrió, cosa que lo hizo sonreír también. Ambos quedaron en silencio por unos minutos.
- ¿Me quieres contar?
- ¿Lo pregunta?
- Bueno, desde hace tiempo eres lo suficientemente grande e independiente como para resolver tus problemas, pero, me parece ser que no es el caso de hoy.
Jin suspiró - No sé cómo confesar mis sentimientos - respondió con sinceridad y miró al llamativo e intrigante suelo. Jess lo pensó mientras lo miraba.
- ¿Cuál es el problema?
- Que siempre tuve sentimientos pero, soy bastante idiota y despistado que no me di cuenta de ellos, hasta que lo veo que me evade luego de que él se declarara y ahora no sé cómo acercarme porque prácticamente me huye y tampoco me siento muy valiente como para gritarle lo que siento y... me siento estúpido - respiró frustrado, luego de decir sus pensamientos de forma incoherente.
Su madre analizó las palabras de su hijo y solo sumó dos más dos.
- Sólo dile lo que sientes - Seokjin la miró - Sé que suena inútil, pero es la forma de resolver esto. Además, Namjoon no es del tipo de persona que te dejará varado si le pides hablar.
- Pero-
- Tal vez lo sea - interrumpió - pero, no contigo. No te dejará varado.
Jin lo pensó y cayó en cuenta - Espera ¿Cómo sabes que-?
-¿Es Namjoon? - Jin asintió - Tres años fueron suficientes para saberlo, hijo.
- ¡Ah! - gruñó frustrado - Sí, soy idiota.
- No es tu culpa, hijo. Eso suele suceder cuando los sentimientos se desarrollan luego de la amistad o dentro de ella. No aprendemos a diferenciar si las acciones se basan porque somos amigos o me está queriendo decir algo más - acarició el cabello de su hijo y sonrió - normalmente pensamos que lo hace porque somos amigos y tratas de no malinterpretar sus acciones para no tener una situación incómoda - suspiró - al final terminas perdiendo un amor. Ese es un punto.
- ¿Y el otro?
- Podemos pensar que tiene una atracción hacia nosotros y resulta ser falso, lo que provoca incomodidad, malentendidos y terminas perdiendo una buena amistad. Ningún extremo es bueno, terminas lastimado y lastimando.
-Qué complicado - murmuró Jin.
- Si no quieres llegar a esos extremos, es mejor que te vayas alistando y te encamines a ese departamento que conoces muy bien - la castaña se levantó del suelo y recogió la ropa tirada - Tal vez esta sudadera vinotinto te quede mejor que esa chaqueta.
Jin la miró y luego a lo que tenía puesto.
- Sí - sonrió - probablemente sea mejor.
Luego de arreglarse, decidió ser natural. Al fin y al cabo, vería al mismo Namjoon de siempre, no había cambiado nada y lo próximo que haría, pudiera ser que cambiara algo entre ellos.
Pudiera ser, si no metía la pata.
Bajó de su habitación y pasó por la sala, despidiéndose de la invasión familiar que había en ella.
Era una costumbre cenar todos en alguna casa los fines de semana.
Se había librado de una charla de sus tías y las citas a ciegas.
Cuando salió de la casa fue que se dio cuenta de la cantidad de tiempo que había perdido arreglando el regalo y buscando una ropa decente.
En pocas palabras, estaba hundido en sus propios pensamientos y si no fuera por su madre, aún seguiría en el suelo desesperado y gruñéndole a la habitación.
"¿Y si lo llamo?" pensó, sacó su teléfono pero cuando buscó su nombre se acobardó "No, que sea una sorpresa" dijo, respiró profundamente y apresuró su paso antes de que la lluvia empezara a caer.
A unas cuadras, las primeras gotas humedecieron parte de su rostro, por lo que cambió su ritmo al correr para no mojarse.
Fuera del edificio, el conserje lo reconoció y le sonrió.
- Buenas tardes, Seokjin.
- Buenas tardes, Jang ¿Cómo estás?
- Perfecto ¿No me ves? - Seokjin rodó los ojos y sonrió.
- No traje los lentes hoy, me aseguraré de traerlos la próxima vez - Jangjung le guiñó el ojo.
- Namjoon está arriba, Jungkook bajó hace rato - Jin asintió.
- Está bien, gracias - dicho esto, subió hasta el apartamento del mayor. En el trayecto, sus manos tenían ese fastidioso temblor y su cuerpo empezaba a desprender sudor por los nervios.
Las asas de la bola de regalo le picaba en las palmas y sentía sus piernas moverse inquietas "Vale, Jin, debes calmarte" respiró tres veces profundamente y salió del ascensor, caminó por el pasillo hacia el único apartamento de ese lado.
Respiró tres veces nuevamente e iba a tocar el timbre pero, bajó su mano y se quedó de pie frente a la puerta.
"¿Y si se molesta porque no le avisé que venía?" retrocedió "No, no creo que se moleste" se convenció y levantó su mano de nuevo para tocar "Pero ¿si tenía planes y yo se los interrumpo?" suspiró "Si ese es el caso entonces, no le doy regalo y me devuelvo con la frente en alto" asintió "pero... ¿Si está con alguien?"
Enojado consigo mismo se cacheteó fuertemente y tocó de la misma forma la puerta.
Dentro, Namjoon se sobresaltó por el toque fuerte "Seguro es Jungkook que se le olvidó algo" confiado, abrió la puerta pero, fue empujado y aturdido cayó al suelo.
- ¿Qué mierda? - cuando enfocó dentro, vio a Jin de pie en el umbral del pasillo y se asustó - ¿Jin? ¿Qué?
Rápido cerró la puerta y se acercó al menor, pero éste miraba al suelo, su cabello cubría sus ojos, sin embargo, se percató del enrojecimiento en una de sus mejillas; asustado le levantó el mentón y se encontró con los ojos llorosos del menor.
- ¿Qué pasó? - preguntó alterado, pero Jin negó con su cabeza.
- P-porque... - susurró - ¿Por qué soy tan indeciso? - le preguntó al castaño quién se encontraba confundido - Me molesta ser así, me cuestiono mucho mis decisiones y no estoy seguro de lo que hago.
- Jin, no... - y se detuvo de decir algo, porque no sabía qué decir.
- Sabes - sorbió su nariz - ¿Cuánto tiempo tengo de pie frente a tu puerta? - Allí, Namjoon se hizo una idea de por dónde venía la situación.
- Jin, si es por la carta yo-
- No necesitas una respuesta, lo sé - asintió - pero, ¿Qué pasa si yo necesitaba la pregunta? - Namjoon retuvo el aire en sus pulmones y sorprendido, buscó en los ojos de Jin algo que le dijera que era una broma o que estaba soñando.
- ¿Qué?
- Qué pasa si siempre me has gustado y solo necesitaba que tú me correspondieras? Qué pasa si soy lo bastante idiota como para obviar mis sentimientos ¿sólo para no hacer incomoda nuestra amistad?
Jin no pudo sostener la mirada del castaño y agachó su cabeza.
Namjoon aun procesaba las palabras que había dicho Jin, "¿Eso significa que le gusto?", su voz aun no salía de su faringe, por lo que carraspeó y agarró los hombros del menor.
- Eso significa que ¿yo te gusto?
Jin lo miró a los ojos, ambos se miraban expectantes y al final, el menor estalló en risas.
- Me alegra no ser el único idiota aquí - sonrió - ¡Claro que sí! Te acabo de confesar que casi muero de un infarto al corazón por lo que siento por ti, me están temblando las piernas por decir eso y me preguntas ¿Si me gustas? - el peliplateado comenzó a reír - Eres idiota, Nam.
La sonrisa gigante en sus labios provocaba que las lágrimas salieran de sus orbes. Namjoon lo observó y cuando su mente aterrizó en el momento y espacio, una tierna coloración carmesí bañó su tez morena.
Sin poder contenerse, Namjoon abrazó a Jin levantándolo del suelo y dando vueltas en el pasillo hasta la sala.
Ambos reían y sonreían como dos tontos aliviados de que su situación no pasara a más, pero, una sensación extraña en su mano y recordó.
- ¡Mierda! - rechistó.
- ¿Qué pasa? - preguntó el castaño bajándolo de sus brazos.
- Olvidé esto - extendió la bolsa marrón que estaba bastante aporreada - Lo siento, no sabía cómo decirte ni qué decirte - suspiró - mi plan era tocar la puerta, pasar, entregarte el regalo y mi respuesta.
Namjoon sonrió - ¿Pero?
- ¡Agh! Soy bastante estúpido ¿entiendes? Ese era el plan dije era. Cuando me paré ahí me cuestioné hasta mi existencia y estaba a punto de irme y me enojé conmigo y terminé empujando la puerta y - suspiró de nuevo. Namjoon sonreía enternecido, tomó el regalo y abrazó al menor.
- Te quiero, Jin - asombrado y sonrojado, Jin se recostó en el hombro del mayor y lo rodeó con sus brazos.
- Yo también te quiero, Nam - se relajó inhalando el aroma natural que desprendía el mayor, le parecía adictivo y agradable.
- Jin...
- ¿Sí? - respondió aun en el hombro del mayor.
- Ya que estamos en esto... ¿puedo besarte? - El color que había vuelto a las mejillas del menor, fue teñido de nuevo por el rojizo.
- M-me gustaría - respondió alejándose del cómodo hombro y quedando muy cerca de los labios ajenos.
Con una sonrisa, Namjoon afianzó su agarre en el menor y eliminó la distancia entre ambos, uniendo por fin los belfos ansiosos.
Se sentían primerizos, como niños que apenas conocían el amor.
Tal vez era cierto, apenas lo estaban conociendo a pesar de sus veintiocho y veintiséis años de edad, respectivamente.
Ambos se alejaron y se miraron a los ojos y volvieron a su cómoda posición abrazándose de nuevo, ninguno quería soltar al otro.
O por lo menos hasta que Jin reaccionó de nuevo alejándose del mayor.
- ¿Y ahora? - preguntó Namjoon divertido por las reacciones tardías y repentinas de Jin.
- Ahora estamos saliendo ¿está bien? Después de esto, haberme confesado y traído un regalo que afirmara mi respuesta a tu confesión del catorce de febrero, estás apartado. Estamos saliendo - contestó señalándolo.
Namjoon estalló en carcajadas.
- De verdad ¿hacía falta aclararlo?
- Claro que sí, hay historias en las que después de declararse y besarse aún piensan que no hay nada entre ellos y - golpeó el fornido brazo ajeno - no pasará con nosotros.
- De acuerdo, de acuerdo - respondió aún entre risas. Atontado de tanto reír, se arrodilló en el suelo y tomó la mano de Jin - Entonces, para hacer todo esto formal y que no pase como en las historias románticas, Kim Seokjin ¿quieres ser mi novio?
Casi saltando en un solo pie, Jin respondió.
- Sí quiero - y fue casi saltando porque en realidad, se abalanzó a los labios ajenos y cayó encima del mayor, quien en medio del beso reía.
Después de todo, Jin seguiría actuando impulsivo y Namjoon, seguiría disfrutando de ello.
Por eso, después de muchos años, se dieron cuenta que la edad no era un impedimento para el amor y menos, para vivir un momento cliché.
Una historia en la que Namjoon se declaró a Seokjin en el día de San Valentín y Seokjin, le dio su respuesta en el Día Blanco.
Porque uno esperaba la respuesta a sus sentimientos y el otro, la pregunta para despertar los suyos.
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