Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

LUNA MENGUANTE

¿Cuánto dolor puede soportar una persona antes de renunciar?

Se había convertido en el sol entre las nubes tristes de su vida y ahora esta nublado de nuevo

Eso depende de cada quien.

Y en ese momento el dolor ya había sobrepasado un límite.

Por eso es que estaba solo en aquel lugar.

En los lindes de ese frondoso bosque, un pequeño lobo de pelaje color canela, paseaba con pasos firmes pero delicados.

Ningún animal más en aquel bosque le tomaba atención. Ese lobo se dirigía a un pequeño claro que recordaba, aun después de tantos años y de lo que ese lugar significaba.

Un conjunto de gruesos arboles rodeaban aquel espacio, dejando que la luz de la luna le iluminara. De día las florecillas que pintaban el suelo brillaban en su color natural. Pequeñas campañillas lilas.

De noche, la luz de la luna les daba un color plata, revestidas con el néctar de la fina brisa de la noche.

Había amado por mucho tiempo ese lugar, uno al que acudía con su madre. Su lugar secreto.

Y nada lo había perturbado hasta esa noche.

Emergió de entre las sombras, viendo con nostalgia cada espacio en el que sus ojos se posaran.

La añoraba cada día.

Trotando más cerca se detuvo al recordar, una de las campanillas en la firme tierra le llamo la atención y por un momento la vio pintada de carmesí como aquella noche.

Aulló con dolor, con una fuerza que solo la pérdida podía entregar.

Mas sus agudos sentidos le hicieron hacer una pausa a sus tormentosos recuerdos.

Olisqueo el aire de su alrededor, sintiendo una mezcla de madera y sangre fresca. Pero también podía distinguir otros aromas, una cantidad minúscula de sándalo, casi imperceptible pero ahí estaba.

Fresas, un aroma a fresas recién cortadas y maldad.

Un extraño conjunto de aromas.

Tembló.

El miedo provocaba que sus pequeñas patas temblaran y su cola por reflejo se enredara entre ellas.

Ahí; junto a él, en la noche había otra criatura.



Camino con rapidez en dirección a ese lastimero aullido. Estaba cerca así que no le costó mucho tiempo llegar al lugar.

Cuando era pequeño había conocido a unos cuantos cambia-formas que se reunían en la sala de juntas de su padre. Nunca les albergo una confianza plena.

Desde muy temprana edad mientras se formaba como el fututo líder que debía de ser, se le enseño a distinguirlos entre su forma animal y su forma humana, había unos cuantos cambia-formas en las filas de los cazadores. Habían demostrado su lealtad y fuerza. Eran parte activa de sus entrenamientos. Ahora; con la edad, incluso el olor podía hacerle saber quién era que cosa.

Y ese de ahí, ese lobo de ahí era uno de ellos.

Para él no era extraño ver bien en la oscuridad y alumbrado con la luz de la luna vio que de hecho el lobo le temía a él.

Era algo natural dado que era un cazador.

Uno con un solemne propósito.

Acabar con los Rougarou.

Pero no había hecho algún movimiento alguno que resultara amenazador en este caso.

Además de que el poder que le había otorgado su nacimiento le dotaba de dones más allá que cualquier humano u otro cazador pudieran desear.

Era un prodigio.

Sus ojos podían ver más allá.

El pequeño lobo se agazapo más en su lugar, aun temblando de miedo y expectativa antes sus acciones.

Con rapidez que solo un animal poseía dio media vuelta a la izquierda yendo hacia el norte intentando huir del lugar. La suave tierra entre sus patas salió despedida a un lado en cuanto emprendió la carrera, pero esta fue cortada por una certera flecha que casi da en una de sus patas delanteras lo que lo hizo detenerse en su lugar.

Esa no era opción de huida.

El lobo lo supo, que esta persona había leído sus movimientos. Abriendo los ojos en entendimiento solo dio dos temblorosos pasos hacia atrás.

El arco ya estaba cargado de nuevo, mientras que la otra flecha aún se movía por la fuerza en la que había sido enviada al suelo justo en el lugar por donde planeaba escapar.

—Preséntate ante mí, lobo—

Tenía que obedecer. Algo más le hacia obedecer.

Poco a poco el ambiente se cargó con la magia con la que habían sido dotados los seres de doble naturaleza. La humana y la animal.

El pequeño lobo se convirtió en un chico no mayor de su edad. De cabello castaño alborotado y largo a los lados, un pendiente formado por tres racimos rojos en uno de sus lóbulos y ojos pequeños color café claro.

Ojos que expresaban miedo.

Vestía ropa típica de un pequeño pueblo.*

Ropa de un omega.

Un kimono de color azul con un lazo rojo que rodeaba su cintura y marcas a los lados en los brazos, tejidas con hilo dorado que mostraba su condición a quien lo viera.

Alguien intocable.

Este era el probable Rougarou que tenía que matar. Así había sido descrito según la información que le entrego su padre antes de partir.

Uno de los hijos de Kiyoshi Teppei ¿Pero qué hacía en este lugar olvidado de Dios? Y lo que es más importante ¿Dónde está su hermano alfa? ¿Y porque Teppei permitiría que se quedara en este lugar? Muchas preguntas y pocas respuestas, más sabía que pronto las encontraría.

Su miedo no indicaba al típico monstruo enloquecido que mataba sin sentido solo por el placer de la sangre. Además de que se había convertido a humano, algo que a los Rougarou con locura de sangre se les había negado.

Seria tal vez el otro chico, él estaba aquí para averiguar ese hecho.

—El pueblo está aún lejos de aquí ¿Qué haces tú solo en este olvidado lugar?— No quiso sonar demasiado frio pero era algo ya en su naturaleza —Habla ¡Contesta!—

La voz de mando que salió de sus labios le llevo a ver algo que pocas veces había presenciado, el chico había caído en sus rodillas al suelo, ladeando la cabeza a un lado mostrando claramente su cuello en signo de sumisión. Estaba indicando que el alfa era de hecho el y que este obedecería todo, absolutamente todo lo que se le pidiera, pero al parecer la voz había abandonado sus cuerdas vocales.

Dejo las cosas que pudiera mostrar aún más miedo al chico; es decir sus armas, sabiendo que eso sería también un problema para el si su juicio erraba. Camino los pocos pasos que los separaban agachándose a su lado.

Paso sus nudillos por el cuello expuesto notando lo firmemente que este había cerrado sus ojos.

—No te hare daño... a menos que me indiques lo contrario—

Una advertencia justa.

—Ahora mírame a los ojos y habla, tu nombre y que haces en este lugar—

Por unos momentos mientras cerraba sus ojos sintió paz, quería muy en el fondo de su alma morir.

Este extraño bien podría hacer ese sueño realidad. No debes.

Por un momento creyó sentir el calor de su madre al estar entre sus brazos. Pero le estremeció sentir una fría mano aceptando la entrega de poder.

Fue algo instintivo, algo que odiaba. Siempre los machos alfas demostrando todo su poder contra los de su especie. Amaba que ni su padre ni hermano hicieran tal cosa humillante.

Su padre regia con ese precepto, todos eran iguales y nadie debía de ser sometido de esa manera.

Abrió los ojos ante las palabras dichas frunciendo el ceño por lo que se le presentaba. Era solo un humano. Un cazador muy humano cabe destacar.

¿Entonces porque?

¿Porque no pudo evitar someterse de esa manera? Además de que estaba seguro de que algo en el fondo de su mente se le escapaba, era como estar cerca de esa idea y esta desaparecía como agua entre sus manos.

—Mi... mi nom-nombre es Kouki, Furihata Kouki y vi-vivo aquí, bu-bueno no aquí... pero aquí...—

No podía apartar la mirada de sus ojos dispares.

Rojo como el fuego que crepita en una hoguera bien alimentada de madera.

Amarillo como el sol en la cúspide del día.

Y el color de su cabello como la sangre de hace tiempo derramada. Suponía que en el día este seria de un tono más claro pero ahí, en medio de la noche y con la poca visibilidad que el astro nocturno le daba era la sensación que le hacía sentir.

Su ropa denotaba su procedencia, el carcaj lleno de flechas colgando de su espalda. El blanco de su ropa resplandecía y a pesar de suponer que llevaba ya tiempo viajando no se veía en absoluto llena de suciedad. Seguía impoluta.

Llevaba una capa a media espalda que ondeaba levemente con la fresca brisa de la noche, además de lo que podía notar una fuerte y pesada protección en el pecho.

No muy lejos de ahí, en donde se había encontrado antes se encontraba sus armas. Una espada labrada en el mango con un hermoso león y el arco de madera fina, no era tonto; había muchas probabilidades de que el cazador mantuviera más armas entre sus ropas, podía oler el ligero aroma de la plata cerca así que debía de ser cuidadoso, era un cobarde y si tenía que morir lo haría pero no quería tampoco que sus padres sufrieran más perdidas, lo prometió a Hyuga y no quería decepcionarlo aún más.

Poco a poco comenzó a relajarse, algo que sabía no debía de hacer, era notorio que esta persona era un cazador y el, una presa.

—Seirin está a varias horas desde este punto— le dijo el extraño

—Mi casa está cerca—

—Llévanos ahí—

—Pe-Pero se-señor... — titubeo nervioso

—Seijuuro; llámame Seijuuro, mi nombre es Akashi Seijuuro y dime ¿Has dicho pero?—

—Lo siento, lamento mi poca hospitalidad, aunque estamos en medio de la nada, debo mostrar algo de la educación que se me ha dado—intento decir de la manera más neutral que le fue posible

Después de lo que sintió una media hora y más entrada la noche dejaron el claro; había algo siniestro en él, pero también desesperanzador. Le recordaba a su niñez. Pero no iba a ahondar en esos asuntos, se encontraba en una misión y no iba a decir que estaba de suerte. Justo había encontrado a quien buscaba.

Podía ver el miedo con el que el chico avanzaba entre la espesura del bosque, su espalda aun temblaba en algunas ocasiones y era extraño que le guiara a su hogar con tanta facilidad sin oponerse o dar más lucha. Dado su condición omega el bien pudo ordenarle lo que quisiera y sabía que sin duda obedecería pero siendo quien era no iba a usar ese tipo de trucos sucios.

—Aun no me has dicho que es lo que haces aquí— comento con tranquilidad

—Ya le dije que aquí vivo señor—

—Seijuuro, entiéndelo; vives aquí ¿Tu solo?—

El pelirrojo vio como sus manos se aferraban a su pecho ¿Por qué alguien estaría en soledad por gusto propio? Algo ocultaba.

—Así es...—

—Solo estaré de paso, iré a entregar una carta, volveré si no es molestia a descansar antes de partir— después de todo el lugar era un punto en medio de la nada, serviría para descansar

—No tengo problemas, pero dudo que quiera volver después de visitar el pueblo... creo...—

No había habido necesidad de decir sus planes además de que eran parcialmente verdad, la próxima reunión de altos mandos de la comunidad sobrenatural se acercaba, generalmente era alguien más quien se encargaba de esa tarea, pero les era conveniente que fuera el mismo quien lo hiciera y así ahondar en el problema del Rougarou suelto.

Y eso que acababa de mencionar le había llamado la atención.

El chico trastabillo peligrosamente cerca de caer, debería tener una excelente visión nocturna, pero se sorprendió al notar que era por demás simple y torpe. Pero había algo más. Furihata Kouki olía a manzanas, a manzanas con canela.

Y eso le inquietaba, nunca antes le había dado un olor diferente a cualquier cambia-formas que no fuera como a perro mojado. Y le molestaba que ese olor le incomodara y lo que es peor; le gustaba.

Diviso con la luz de la luna una cabaña de madera. Simple pero perfecta.

La casa parecía como si formara parte de un enorme árbol; de dos pisos, llena de musgo y vegetación por todos lados, las pequeñas ventanas estaban decoradas con cortinas que se movían con la brisa de la noche ¿En qué pensaba cuando las dejo abiertas mientras estaba fuera?

La casa tenía un porche donde descansaba un sillón para dos personas, la puerta negra labrada con una escena de una madre loba y su cachorro aullándole a la luna. Un tallado por demás heromoso.

Se aterro.

Porque ahí, detenido frente a la puerta que Kouki abría frente a él, vislumbro un pedazo del futuro.

— ¿Señor Akashi?—


Conocida también como "creciente menguante" o "Luna vieja" (este último término poco conocido) ya que es idéntica a la Luna nueva visible, pero en sentido opuesto. La Luna menguante solo es posible verla de madrugada, hacia el , justo por encima de la y antes de que salga el . Tiene apariencia de pequeña guadaña. 

Imagen de cómo se ve Kouki.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro