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CUARTO CRECIENTE


Tambaleante salió de su cabaña. Escuchaba el ulular del viento, la frescura de la noche, escuchaba a cada animal nocturno moverse en la protección de la oscuridad.

Un búho hululo a la lejanía, enviando escalofríos por todo su cuerpo. Algo no andaba bien, podía sentirlo. Agudizó el oído intentando escuchar esos sonidos que le parecieron sollozos. Sus orejas lobunas salieron en su ayuda y se maravillo por las sinfonías de la noche que ahora se le mostraban

Con parsimonia se adentro al claro que antaño le hacia tan feliz, el lugar donde había pasado momentos bellos con su madre. Su corazón tembló ante el recuerdo algo difuso pero decidió alejarlo.

A lo lejos vio un bulto moverse en medio de la oscuridad, levanto la mirada ahora carmesí al cielo, la luna no ayudaba esa noche, había tan poca luz.

El bulto se movió nuevamente trayéndole a la conciencia, acorto la distancia que los separaba con rapidez, cayendo sobre sus rodillas en cuanto noto con horror de quien se trataba.

Era Hyuga. Un muy herido Hyuga. Comenzaba a hiperventilar del miedo, la voz de su alfa resonaba en sus oídos diciéndole que se quedara en casa.

Pero tenía que salvarle, el omega con todo y su carácter huraño le había dado amor y salvado la vida cuando más le necesitaba. Temblando e implorándole a su alfa volviera a ayudarle en su mente se acercó al cuerpo maltratado en el suelo.

Con cuidado le movió, escuchando los gemidos de dolor que este soltaba, tenía ambos ojos hinchados, el labio roto y un corte en una de sus cejas. A saber que más tendría debajo de la ropa.

Vio como con dificultad abría un poco uno de sus maltratados ojos, dejando salir unas cuantas lágrimas. Levanto una de sus manos llevándola a su rostro, Kouki la tomo entre las suyas instándole con la mirada a que no hiciera mayor esfuerzo.

—Sal... Hu-Huye de aquí... sal... d-de aquí...—

Sus orejas emergieron, se movían intentando captar algún movimiento extraño mientras sus ojos revisaban todo el claro.

—Nos iremos de aquí ju-juntos, no... no te dejare aquí...—

Escucho como unas hojas se rompían a su derecha, por el lado de la espalda, escucho gemir a quien amaba como una madre, tenía miedo ¿Cuándo había visto temblar de miedo a alguien tan valiente como él?

—No...— le dijo a las sombras tras de si —N-No dejare que le toquen...—

¿Querían algo con él? ¿Quiénes eran esas personas? Volteo con temor para verles el rostro, sintió que eran dos, un alfa y un omega.

No los reconoció. Nunca en su vida los había visto. En cuanto noto el brillo rojo tras los lentes del alfa más alto sintió un latido sordo dentro de su cabeza. Ese hombre le producía el más intenso miedo y malestar.

—Veo que ha funcionado, hemos traído a casa a nuestro invitado de honor, a la función principal—

La sonrisa sardónica mostrada en el rostro del desconocido le causo escalofríos, por instinto se guarneció con el maltratado pelinegro, escuchando sus propios gimoteos y los contrarios por el miedo.

De un momento se vio apartado de donde estaba por el omega, levantándolo con fuerza, haciendo que sus pies a penas arañaran desesperados el suelo en busca de soporte.

—Este mocoso tiene la información que buscamos, apresúrate y obtenla— le escucho decir a la otra persona ¿De que estaban hablando? ¿Qué información?

—No es tan sencillo mí querido Makoto, no es tan sencillo—

Fue soltado sin cuidado, cayendo al suelo. Desde su posición vio como el de lentes se le acerco levantando su mentón con uno de sus largos dedos. El tacto le pareció nauseabundo. No le quería cerca.

—N-no me toque... —

Alcanzo a decirle con la valentía que poseía. Más se arrepintió en cuanto sintió un fuerte golpe en su mejilla. Sintió un gusto metálico, notando como le había hecho sangre en los labios.

No le dio el gusto llorando, aunque le dolía no lo haría.

—Una fierecilla, tal como su madre...—

— ¿Ma-Madre...?—

—Si... tu madre, pero en realidad hablo de Satsuki, no de la desabrida de Aida, disfrutaré cada segundo la manera en la que voy a corromperte—

Kouki tembló arrastrándose en el suelo, dándose la vuelta y corriendo hacia Hyuga, con dificultad le levanto del suelo, sin importarle cuando este gimió de dolor, tenían que llegar a su hogar y atrincherarse, ya a salvo revisaría sus heridas. A pasos rápidos, lo más que podían comenzaron a alejarse, era cansado, pero tenía la resolución de salvarlo, de salvarse ambos.

Sintió el ardor y el dolor en un instante. Salió despedido de los brazos del mayor a un lado del claro, justo donde alumbraba la luna. El dolor aumentaba con cada movimiento, sentía calor y un líquido escurrir en su espalda, gruño exasperado, no pretendía morir ahí. Se acercó nuevamente a Hyuga, levantándolo con dificultad. Este un poco consiente le ayudo un poco. Esos malditos estaban jugando a la cacería con ellos.

Fue demasiado rápido, pronto nuevamente Hyuga se encontraba en el suelo, él era alzado por el cuello mientras pataleaba por algo de oxígeno. Vio al mayor arrastrarse a un árbol y quedar inconsciente al resguardo de este. Fue lanzado al suelo, dando varias vueltas en la hojarasca, se quedó ahí quieto. Tenía que evaluar sus opciones, eran dos contra uno; lo sabía, que estaba condenado. Solo quería ver una última vez a su alfa y pedirle perdón por desobedecerlo.

—Eres muy persistente niño—

Vio a un pelinegro de sonrisa arrogante en su cara, ojos oscuros y un gran mechón de pelo colgando entre sus ojos. Se acuclillo donde él se encontraba, tomándolo por el rostro, le vio girar en dirección a las sombras mientras aun le sostenía.

— ¿Cómo es que este inútil tiene la información que necesitamos? Es obvio que no sabe nada, solo es que le traes ganas ¿Verdad?—

De entre las sombras emergió un enorme lobo negro, ni siquiera pudo verlo, a pesar de presumiblemente haber recuperado algunas habilidades propias de su especie, ni lo vio ni pudo captar algún olor en el ambiente que indicara su presencia. Frente a sus ojos se transformó a su forma humana, frente a él, alejándolo del omega.

—Tanto Satsuki como Aida eran astutas Makoto. Aida fue una gran científica, sé que el niño lo sabe, ella debía encontrar una manera de guardar el secreto además de transmitir la cura y sé que este niño tiene todo eso y bueno, el que quiera joderlo ya es un plus—

Se estremeció adolorido entre sus brazos, intentando por todos los medios huir de ese alfa. No entendía nada de lo que decían, él no sabía nada, no quería saber nada.

Sintió un aire tibio y algo rancio en su cuello. La lengua del contrario le saboreaba y se asqueo, removiéndose con más ganas de salir de sus brazos.

— ¡Basta! Suélteme, suélteme—

—Pues le apuras que sus chillidos me tienen arto, tanto tiempo tardamos en dar con el, necesito una dosis—

—Es complicado, pero se cómo llegar a sus recuerdos—

Vio los ojos del alfa, notando sus intenciones. El horror, el asco y la furia llenaron su cuerpo al darse cuenta de lo que quería, al sentir las manos intentándose colar bajo su ropa.

—Entonces te dejo, no soy fan del voyerismo—

Vio al omega marcharse entre las sombras, ignorando por completo al pelinegro herido, eso le fue de ayuda, solo tenía que hacer algo para deshacerse del alfa, aunque era más fácil pensarlo que hacerlo.



Un pequeño grupo de cambia formas corría en medio de la oscuridad hacia el interior del oscuro bosque, a ellos les seguía un muy rápido corcel blanco que galopaba lo más rápido que podía mientras que su dueño le hacía ir al máximo de su capacidad, el animal relincho y se alzó en dos patas al ser detenido de manera intempestiva.

Dio unos cuantos saltos en su lugar, jalando las riendas e intentando calmarlo.

— ¡¿Por qué nos detenemos?!—

Vio al alfa de Seirin erguirse en dos patas, para después ver la transformación de todos ellos, iban tres alfas; Kiyoshi, Rinnosuke, el mismo y Shun, el omega.

—La dirección de la casa es al noreste pero, capto un olor conocido en la dirección opuesta, se mezcla con el de Hyuga el de Kouki y alguien más, es decir que son cuatro personas en total, un alfa y tres omegas—

Escucho a Kiyoshi hablar algo incómodo — ¿Reconoces un aroma? ¿Sabes quién es?— le dijo molesto, estaban perdiendo tiempo vital. Le había costado solo un día completo llegar hasta Seirin a máxima velocidad y estaban haciendo la misma distancia en tiempo record.

—Lo sé y eso es... preocupante, nos separaremos, Shun y Rinnosuke irán a la casa, Seijuuro y yo a donde se dirige el olor ¡Andando!—




Se retorcía entre los brazos ajenos, Imayoshi, como ahora sabía que se llamaba, le tenía bien sujeto de ambas manos, con una de las suyas mientras que con la otra le desvestía, no paraba de gritar y de patalear en un intento de evitar sus intenciones, pero la fuerza que este tenía no era en nada comparable a la suya, aun así no pensaba dejarse tomar después de haber sido de su alfa, de su destinado.

Sintió un golpe en la mejilla, su animal interior se retorcía por querer salir, sentía el cambio en sus huesos el dolor en su piel.

—O no cachorrillo, no vas a cambiar, no me sirves siendo un pequeño perrito asustado—

Vio una jeringa acercarse a su cuello haciéndole sentir el pinchazo, dolor y luego un líquido caliente. Sintió la lengua del alfa recorrerle la piel, deteniéndose en su marca. Le escucho chistar molesto, pero no podía ver claramente.

Sintió sus fuerzas marcharse, dejando caer sus brazos laxos y sin fuerzas a los lados, sabía lo que pasaría, al menos deseaba perder la conciencia, morir para no sentir el asco que ahora le embargaba.

Se asustó viendo rojo por unos instantes. En su inconciencia, en el fondo de ella vio una luz.

Entonces escucho las risas, y vio una escena que; a su parecer no había visto nunca. Pero entonces ¿Por qué estaba en su cabeza?


La luz se colaba por los grandes ventanales. Esa era su casa, lo sabía. Vio a un pequeño cachorro de pelaje café correr entre los muebles mientras su madre le correteaba. Le siguió con la mirada, era una escena feliz, una que no había recordado hasta hora. El cachorro se detuvo frente a una puerta, arañando con las patas para poder entrar en ella, más la peli castaña no se lo permitió. Lo levanto entre sus brazos para besarle la nariz.

—No pequeño kou, a esa habitación no debes de entrar a menos que yo te lo diga—

Luego la escena cambiaba, estaba frente a un escritorio. Entre sus manos tenía unos papeles que no entendía. Un montón de letras a los que no les hallaba pies ni cabeza.

Dies iræ, dies illa,

Solvet sæclum in favilla

Preces meæ non sunt dignæ,

sed tu bonus fac benigne,

ne perenni cremer igne.

Oro supplex et acclinis,

cor contritum quasi cinis,

gere curam mei finis *

—Mami, no entiendo nada—

El pequeño Kouki volteaba la hoja de un lado al otro, tomándola como si esta tuviera sucio.

—No necesitas entenderlo cariño... ... ... ... ... — La siguiente frase por más que se acercó para intentar escucharla no pudo ser entendida.

Nuevamente se encontraba en otro lugar, o tal vez era solo otro recuerdo. No podía escuchar nada, solo eran imágenes oscurecidas, su madre le veía con pena. Con dolor. Muy pocas veces le notaba ese sentimiento en su mirada.

El pequeño Kouki escuchaba claramente sus palabras mientras llorando soportaba el pinchazo de una jeringa y el líquido de este se esparcía poco a poco por su cuerpo. El calor le quemaba desde el brazo hasta su corazón y después de ahí no hubo nada.





—Día de la ira, aquel día

en que los siglos se reduzcan a cenizas

Mis plegarias no son dignas,

pero tú, al ser bueno, actúa con bondad

para que no arda en el fuego eterno.

Te lo ruego, suplicante y de rodillas,

con el corazón acongojado, casi hecho cenizas:

hazte cargo de mi destino— *

El pelinegro detuvo su exploración, estaba agitado y a nada de tomar al delicioso castaño que venía deseando desde aquella noche en la que escondido le vio nacer, aquella noche en la que la traidora de la alfa peli rosa había escondido el trabajo de toda su vida. Una droga que le haría el hombre más importante del bajo mundo. Una noche en la que sin pena alguna le había arrebatado la vida.

— ¿Qué demonios dices mocoso?—

Tardo en registrar lo sucedido en su mente, de un momento a otro se encontraba contra un árbol sosteniendo su cuello con un severo sangrado. Aquel niño indefenso estaba ahí en medio del claro, tambaleante.

Se suponía que la droga le dejaría fuera de combate para tomarle como quería. A menos que la alteración y el miedo hayan cumplido su cometido y por lo que veía asi era. Pero era demasiado pronto.

Las respuestas a todo aquello que necesitaba estaban con él. En el fondo de su mente solo que no lo sabía. Una experiencia lo suficientemente traumática le traería esos recuerdos al borde de su mente y después solo le bastaría torturarlo un poco más para que le dijera todo lo que sabía.

Pero no contaba con lo que había pasado. Su curación debido a su estado alfa empezó a detener el sangrado viendo el actuar del castaño omega. Más no entendía las palabras del chico. Entonces este levanto la cabeza, viéndole a los ojos. Un extraño brillo dorado se dejaba ver en cada parte de su piel expuesta, esta titilaba en cada latir de la sangre en sus venas.

Y entonces... Kouki le sonrió.





Cuarto creciente, Esta fase lunar se da cuatro días después de la Luna creciente. En esta fase de la luna, el 50 % de su cara visible es iluminada por el sol, por lo que la luna muestra, en el hemisferio norte, la mitad derecha iluminada y la mitad izquierda oscura, y en el hemisferio sur muestra la mitad derecha oscura y la mitad izquierda iluminada. En el hemisferio norte, el cuarto creciente más alto del año se da en el mes de marzo y el más bajo en el mes de septiembre. En el hemisferio sur el cuarto creciente más bajo se da en el mes de marzo mientras que el más alto, en septiembre. En pocas palabras, el cuarto creciente más alto se da en el inicio de la primavera y el más bajo en el otoño, tanto en el hemisferio norte como en el hemisferio sur. Esta fase lunar es visible en la mitad del día en otra mitad de la noche por lo que tiene su orto aproximadamente a las 12 hrs, su cenit lo tiene a las 18 hrs y su ocaso a las 00;00 hrs. En el cuarto creciente, la luna recorre entre 90 y 135 grados de su órbita.  

*** Las palabras en Latín son versos de «Dies Irae», un himno latino del siglo XIII. 

Solo utilice tres versos que me parecieron adecuados. 

Es bastante famoso, si deseas ver su traducción y leer sobre su historia... Esta en la wiki jajaja por mas que intente no pude pegarles el link

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