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🐺Capítulo 9|Gruñidos


CAPÍTULO 9=Gruñidos.

Joaco:

No supe si ya había despertado o seguía durmiendo, pero la imágen ante mis ojos parecía un sueño, el mejor de los sueños.

Firu tenía sus párpados cerrados, su pecho se alzaba lentamente con el ritmo su respiración y podía notarla en cada parte de mí mientras me abrazaba. Alcé un poco la cabeza viendo a nuestros pies y me dejé caer nuevamente sobre las sábanas.

Ella me abraza, todo su cuerpo me está rodeando, incluso sus pequeños pies descanzan sobre mis piernas.

Estiré la mano y con cuidado de no despertarla le acaricié su espalda, ella se removió, pero solo para enredar su brazo alrededor de mi cuello y continuó durmiendo pacíficamente. Deslicé mis dedos y los bajé por su espalda disfrutando la calidez y suavidad de su piel y su cabello que caía despeinado y con total libertad sobre su rostro.

Lo hice a un lado, solo un poco y vislumbré la mordida en su cuello.

Definitivamente es un sueño.

Está curada y tiene la cicatriz más hermosa que haya visto. Ahora ella y yo estamos conectados, ya no hay peligro o riesgos de que se lastime, ya no más tristeza, ahora estaré al tanto de ella cada segundo del día...Soy el lobo más afortunado de la historia.

Me incliné hacia ella y olvidando que estaba dormida presioné mis labios en su oreja y le susurré al oído las palabras: Mía. Mía desde ayer y para siempre.

—Pronto también seré tuyo— me apresuré a agregar, pero entonces ella se removió quitándose todo su negro cabello de la cara y me miró con grandes ojos oscuros.

—Hola— saludó bostezando y llegando a mi corazón.

—Hola, Firu. — me acerqué, moría por besarla, necesitaba tanto hacerlo...

—¿Por qué me mordiste? — preguntó. Mi sonrisa se fue, me eché para atrás postergando mi beso e incluso fingiendo por su bien no notar que está asustada, aunque intenta ocultarlo.

—No te mordí.

Exacto, solo le dimos amor— estuvo de acuerdo Trent. —Incluso curamos sus heridas, mira sus muñecas— me indicó y lo hice. Sus manos no traían vendas, probablemente se cayeron con sus movimientos al dormir, pero allí no hay herida o marca que pruebe que allí alguna vez su piel estuvo lastimada.

—Te marqué— le expliqué brevemente pues no sabía hasta donde podía llegar sin revelarle mi secreto y tengo mis dudas al respecto. Estoy más que seguro que si mis ojos y mi bonita cara sumado a mi simpatía no pudieron conquistarla de inmediato, decirle que soy un honbre lobo, mitad vampiro, con problemas para transformarme y además con el puesto de un príncipe y algún día alfa de la manada más poderosa del mundo le fuera a atraer o incluso gustar.

—Eres un caníbal— se enojó y salió de la cama, aunque yo me quedé viendo como su hermoso cabello le caía por la espalda hasta llegar a su... —¡¿Por qué estoy desnuda?! — su grito me aturdió, mi instinto me dijo que corriera hacia ella, que la tomara, que formara un nido y la metiera en él manteniéndola a salvo por el resto de su vida y de cualquier peligro que la hiciera gritar, pero mis instintos menguaron y volvieron a dormir al notar que ella huía de mí.

¿Qué fue lo que gritó? — me encontré preguntándome y entonces me arrebató las sábanas y noté lo que tanto se me había pasado por alto.

Estaba desnuda.

Por eso pude acariciar libremente su espalda.

Solté una carcajada y rodé sobre mi pecho agarrándome el estómago.

—¡Lo siento!— me reí y recibí un almohadazo, el cual solo me alentó a reír aún más.

Estuvo desnuda ¡¿Cómo no lo noté?! ¡¿Acaso vivo en la luna?! Pero por otro lado ¡Mi mate durmió desnuda conmigo y no lo noté, pero sí pasó! ¡Sí!¡Sí que pasó!

—¡Deja de reírte!— me retó y alcé la cabeza volviendo a estallar en carcajadas al verla envuelta en la sábana y viéndome enojada y con pucheros en la boca.

¿Por qué se enoja? Yo debería enojarme por mi despiste.

—¡Ya basta!— me dio otro almohadonazo y la alegría no se me fue, pero sí oculté la sonrisa por mi bien. Mi mate es humana, pero al parecer estando enojada sí da unos almohadazos muy fuertes.

—Bueno— contuve la risita y me senté en la cama con solo los boxers puestos y sin remera.

—¿Por qué estoy desnuda? — me apuntó con la almohada y tragué grueso ¿Si no respondo me dará otro almohadazo? Casi suelto la carcajada, una humana golpeando con una almohada a un hombre lobo no es algo que se vea todo los días.

—Cuando te encontré en el baño estabas así— le expliqué y todo rastro de humor se esfumó en mí, ella había estado cubierta de sangre, creí...creí que me moría cuando la vi.

—¿Tu..tu me viste? — preguntó dejándome maravillado una vez más. Mi mate podía pasar del enojo a la timidez en un santiamén.

—No, bueno si. Recién, pero cuando te encontré estaba más preocupado por ti y por eso no le presté atención. De hecho si no me lo hubieras dicho hace un segundo no lo habría notado — bajé la mirada y cerré los ojos.

Soy su mate, debo notar todo de ella, hoy hice mal, pero mañana ya no. Mañana despertaré y lo primero que haré será verla desnuda y luego recibiré otra ronda de almohadazos porque esa vez sí me los mereceré.

Alcé la cabeza y ella me miraba con timidez.

—Me...— su voz salió entrecortada y me señaló mi remera y pantalón que descanzaban en el piso junto a la cama —¿Me das ropa? — preguntó y asentí, pero no le di la que se encontraba en el piso, pasé a su lado y busqué en mi mueble algo que le pudiera quedar.

Rápidamente descubrí que mi ropa es demasiado grande para ella. Soy mucho más alto, también soy delgado y ella tiene unas bonitas caderas y cada curva femenina que mañana sabré me volverán loco, pero aún si le presto mi ropa todo le quedará enorme.

Me pasé la mano por la frente y revolví en el último cajón. Mamá me insistió en guardar una prenda de cada año de vida que tengo, quizás la ropa del Joaco de quince años le quede bien.

—¿Por qué no me das una de esas camisetas? — preguntó justo en el momento en que encontraba una pequeña camiseta rosa pastel de la época en la que a mamá se le ocurrió que debíamos vestirnos de rosa.

—Son muy grandes. — dije distraídamente mientras sacaba la remera y comprobaba su tamaño.

—Podría usarlas de vestido— me sugirió y pasó junto a mí aún envuelta en las sábanas. Me hice a un lado y la observé eligiendo entre mis prendas una camiseta color celeste idéntico al de mis ojos y unos pantalones cortos unos tonos más oscuros que la camiseta. —Sal— me ordenó provocando una gran sonrisa en mí.

Si me echa de mi propia habitación es porque su instinto humano le dijo que todo lo mío es suyo.

Salí con una enorme sonrisa en mi rostro y la esperé afuera dejando cuidadosamente la puerta abierta para poder entrar con facilidad en caso de que algo le pase.

Aguardé en silencio, pero oyendo cada uno de sus movimientos, la espera pronto se me hizo insoportable. Que utilice mi ropa es un gran paso, incluso más que darle un beso. Ahora con mi ropa tendrá mi aroma y ello solo significa una cosa.

Todos en la manada sabrán que ella es mía y cuando vean su marca será otro sueño más bonito que verla dormir. La manada entera nos deseará una larga vida y cientos de cachorros.

Firu probablemente se sentirá un poco incómoda, pero yo me alegraré por ambos y prometeré que esos cientos de cachorros serán un éxito.

—Listo— anunció en algún momento sacándome de mis pensamientos y volteé obteniendo un rápido vistazo del pequeño espacio que dejé entre la puerta y la pared. Firu por alguna razón eligió utilizar la pequeña ropa rosa que le di y ahora se encontraba guardando la camisa y el pantalón celestes de regreso al mueble.

Abrí del todo la puerta y sin avanzar me quedé en el marco viendo como la remera y el short parecían hechos a su medida y por un instante, antes de que ella volteara a verme sentí como si mi corazón se detuviera solo para volver a latir un momento más tarde advirtiéndome que esto no es un sueño, que esa belleza frente a mis ojos es mi mate, la verdadera y único amor de mi vida.

—¿Por qué pones esa cara? — la desconfianza en su voz hizo que reaccionara y regresé a la cama para no asustarla con lo que debía ser una mirada perdida y babeante de lobo enamorado.

—Solo estaba viéndote — murmuré sintiendo como mis mejillas se calentaban. —Te ves hermosa.

Firu pestañó y dejó caer sus manos a cada lado de su cuerpo.

—¿A sí? — preguntó lentamente, pero fue raro, su tono no fue el sarcastico y enojizo de siempre. Casi parecía que me estaba coqueteando, pero Firu no hace eso ¿O sí?

Alcé rápido la cabeza, debía corresponder al coqueteo, aún si solo era producto de mi imaginación. No obstante, hubo un brillo entre nosotros cuando nuestras miradas se conectaron, fue tan intenso que me dejó con la boca abierta.

—Sí— tragué grueso, Firu es hermosa. Muy, muy hermosa.

La observé boquiabierto acercarse a mí con sus caderas y cada curva moviéndose de forma sensual. Su pequeño cuerpo atrayendo toda mi atención y dejando mi garganta seca al instante. Me estaba matando y solo se estaba acercando.

—¿Te gusto? —preguntó cuando llegó a escasos centímetros de mí. Sus pechos quedaron frente a mi boca y me vi obligado a alzar la cabeza, solo así podría enfocarme en el sonido que salía de sus labios y no tanto en su cercanía y lo fácil que sería para mí atraerla un poco más cerca.

—Sabes que sí...

Su mano subió a mi pelo y la otra bajó a mi nuca, las palabras se me atragantaron y apenas pude respirar. Ella me estaba volviendo loco.

—¿Cuánto? — separó las piernas y se subió encima de mi regazo, su cuerpo quedó perfectamente encajado sobre el mío, era un alivio que tuviéramos ropa puesta, de lo contrario no sería capáz de aguantar si hace algo más.

—Firu— contuve la respiración para no distraerme con su aroma a lluvia. —Si sigues con esto te meteré en la cama y te haré mía— le advertí, lamenté mi falta de tacto, aún así hizo caso omizo de mis palabras y se inclinó y acercó y de repente su boca estaba sobre la mía...y ya todo quedó atrás.

Pensamientos, preocupaciones, incluso respirar, ya nada de eso existió. De repente todo se trataba de besarla y disfrutar de nuestro beso como si jamás fuera a obtener otro.

Su boquita se movió suavemente sobre la mía, era tímida y yo también lo fui, pero no podía encubrir lo que quería por mucho que lo intentara, este era nuestro beso, igual de importante que los que le seguirían, pero mis instintos opacaban eso y pronto aprendí a besarla y nos guié a un ritmo desenfrenado donde mi boca deseaba la suya al punto en que sus manos en mi pelo y nuca fueron toques insuficientes y necesité llevar mis propias extremidades a su cuerpo rodeándole las caderas y la redondes de su trasero con mis propias manos.

—Déjame volver— susurró en mis labios y me paralicé, aunque ella continuó besándome. —Déjame ir a casa— repitió y me dolió, me estaba utilizando, aprovechándose de mis sentimientos para que cediera a su pedido.

Me hice para atrás, alejándome, aunque ella no me dejó ir y la poca fuerza de voluntad que pude obtener se esfumó con su lengua lamiendo tímidamente la comisura de mi labio. La tomé en mis brazos y la volteé sobre la cama, tuve un recuerdo de la puerta estando abierta, pero lo ignoré y me subí encima de mi mate volviendo a capturar sus labios entre los míos y deslizando cuidadosamente mis dedos bajo sus caderas.

—Jo..joaco...detente—pidió, pero no lo conseguí, jamás besé a alguien ni traje una chica a casa o la recosté bajo mi cuerpo mientras tentativas opciones para complacerla se colaban por mi cabeza. Además, me encantaría repartir besos por su cuello y sentir su delicioso aroma que ahora me pertenecía. —Joaco— el dolor atravesó nuestro nuevo vínculo, sentí que besarla le estaba haciendo daño, como si la forzara, pero yo sabía que no era así. De todas formas me alejé bajándome de la cama y recargándome en una de las paredes, buscando fuerza en ellas.

—La proxima vez no me detendré, así que no lo hagas— gruñí, la vi asentir con miedo en sus ojos y me volteé recargando mi frente en la fría pared que poco a poco fue despejando mis pensamientos. —Ve a desayunar— le ordené con suavidad, ya no quería asustarla, no obstante, sentía el descontrol en mis ojos y aún era pronto para que viera el rojo y el dorado peleándose por tomar el control de mi mirada.

—Lo siento— la oí murmurar y pasó junto a mí.

Dejé pasar algunos minutos quedándome completamente quieto y respirando solo lo suficiente para de esa forma no atrapar su aroma y cuando ya me sentí mejor y el rastro salvaje y descontrolado desapareció, bajé viendo a Firu desayunando y a mis hermanas saliendo de la casa junto a mamá.

Papá me sirvió mi propio desayuno, murmuró algo sobre asistir a una reunión y se marchó al ver que al menos por hoy yo no iba a decir más que darle leves asentimientos con la cabeza asegurándole que lo había oído.

Firu y yo nos quedamos a solas, desayunamos en silencio, aunque yo no podía dejar de pensar en ella y como se sentiría no detenerme. Repetir una vez más nuestro primer beso, disfrutar de su suave piel con mis dedos o el decioso aroma que emanaba de ella cuando empecé a besar su cuello.

Deja de pensar en eso a menos que quieras darte una ducha de agua fria— me dijo Trent y bufé viendo disimuladamente mi entrepierna.

—Ya es tarde, ducha de agua fria, aquí voy— le dije y escuché su risa, estuve a punto de levantarme y subir las escaleras, aún no había terminado de desayunar, pero no quería molestar a mi mate o incomodarla, sin embargo, había algo que me estuvo torturando desde que abandonó la habitación.

—¿Sentiste que te estaba obligando? — le pregunté siendo lo más neutro que pude, ocultando bajo la alfombra el dolor.

Ella dejó el tenedor junto al plato y me vio de reojo.

—Lo siento— murmuró.

—Pero tú lo empezaste. — me dolía y ni mi lobo ni yo podíamos entender cómo es que de estar dispuesta a besarnos pasó a producirnos dolor por nuestro nuevo vínculo.

—No quería que fuera tan lejos.

—¿Solo lo suficiente para que accediera a dejarte ir? — pregunté, pero no esperé respuesta y para cuando la vi asentir yo ya me estaba marchando yendo tras esa ducha de agua fría.

.     .     .

Me demoré bastante, tanto que el agua dejó de salir, pero es que las emociones de Firu me llegaban tan fuertes que parecían mías y me distraían.

Con el cuerpo aún enjabonado salí de la ducha y me quité las burbujas con la toalla, sequé mi cuerpo y regresé abajo prestándole extrema atención a cada escalón y sabiendo que si las emociones de ella seguían así de fuertes subir y bajar las escaleras no sería para nada una buena idea.

Al llegar a bajo la descubrí caminando de un lado a otro por la sala, los platos ya no se encontraban en la mesa, pero no me sorprendió que los lavara, sino que con todo lo que me tardé, no haya intentado huír.

—¿Firu? — llamé, sus emociones se volvían más intensas a cada segundo,  eran una ola gigantesca de miedo mezclado con confusión y angustia.
—¿Qué pasa? — ella se giró y corrió hacia mí, me abrazó y ocultó su cabeza en mi pecho mojando mi camiseta con sus lágrimas. —¿Por qué lloras? — la rodeé con mis brazos tratando de reconfortarla y acaricié su cabello como hacen las madres con sus cachorros para que estos se relajen luego de un día de muchos juegos.

—Creo que me estoy volviendo loca— su tono afligido no me pasó desapercivido, ni la forma en que se sujetó la cabeza o la confusión que poco a poco iba dominando el resto de sus emociones.

—Ven— la llevé a uno de los sofás y nos senté, limpié sus lágrimas y la observé y hasta olfateé buscando alguna herida, pero no la había, todo se curó anoche con mi mordida. —Dime qué te pasa.

Me estaba preocupando, esto no me gustaba nada y no sabía cómo reaccionar.

—Oigo aullidos y gruñidos en mi cabeza— bajó la mirada evitando mis ojos, una pisca de vergüenza y timidez se hizo un lugarcito entre sus emociones.

—¿Aullidos y gruñidos? — preguntó Trent.

—¿Desde cuando los oyes? — quise saber, por supuesto que le creía, no había rastro de mentira en sus sentimientos, este no era un truco para que la deje marcharse, realmente algo le estaba pasando.

—Desde que te fuiste— explicó derramando más lágrimas que me apresuré a secar y entonces Trent se empezó a reír.

Pregúntale si suena como a grr, auuu, auuu— me indicó mi lobo soltando más carcajadas.

Este no es momento para reír — me quejé —Nuestra mate está llorando— le gruñí y solo se rió.

Por eso, pregúntale si suenan como grr, auuu, auuu.

Mi cerebro tradujo las palabras y de mala gana repetí en voz alta el sonido.

Los ojos de Firu se ampliaron tan grandes que me preocupó, pero para mi alivio hubo una nota de conocimiento que me llegó a través del vínculo.

—¿Esos son los sonidos que escuchas? — interrogué y los repetí. —¿Grr, auuu, auuu?

Ella asintió con miedo y se alejó de mí.

—¿Cómo lo sabes?

Su desconfianza me dolió más que nunca ahora que podía sentir sus emociones a flor de piel, pero en lugar de sollozar mi dolor, le sonreí y sequé otra lágrima.

—Es mi lobo, está diciéndote "Firulais, me haz hecho esperar mucho" , no sé porqué no lo entiendes, se supone que deberías, pero no importa, esos gruñidos y aullidos que oyes son cariños de parte de alguien que te quiere mucho y no tienes que asustarte.

—¿Se van a detener?

¡Claro que no! ¡Aún no le dije que la amo! — se molestó Trent y por las emociones de Firu supe que en este mismo instante se lo estaba diciendo.

—Eso depende de él— le expliqué y ella asintió y desvió la mirada.

—¿Puedes hablar gruñidos y aullidos?

Sentí más vergüenza viniendo de su parte y sonreí.

—Yo no le llamo así, de hecho no sabía que eran gruñidos y aullidos— eso llamó su atención y se giró. —Cuando mi lobo me habla oigo palabras y frases, como si habláramos el mismo idioma.

—¿Y por qué yo oigo gruñidos y aullidos?

Porque es humana— se lamentó Trent.

—Porque no sabes el idioma de los lobos.

—¿Y tú sí? — arqueó una ceja y sonreí.

—¡Claro que sí! ¡Ahora sé que es mi segunda lengua! Y si quieres puedo traducirte— me ofrecí. Jamás había oído sobre el lenguaje de los lobos, hablar con ellos es algo que está con nosotros, soy mitad lobo después de todo, pero es increíble, estoy seguro de que nadie lo notó...bueno, no es como si todos tuvieran una mate humana, pero eso solo me hace más afortunado.

—Bueno...¿Qué significa Grrrr, au, auuuuuu? — preguntó entre risas y desvié la mirada sintiendo mis mejillas calentarse. No puedo creer que Trent le haya dicho eso. —¿Y bien?

—Lameré sus orejas y tu trasero hasta que te salga una cola y pelo— murmuré avergonzado.

—¡Sí, claro! Esa cosa en mi cabeza te dijo eso, que oportuno ¿No crees? — se alejó y le sonreí.

—Lo creo, soy muy afortunado de tenerte, Firu y mi lobo aprovechará cada oportunidad para hacértelo saber.

Me alegra que no se lo haya tomado a mal, lamer las orejas es algo muy íntimo y ni hablar del trasero.

—Es sarcasmo— dijo ella y Trent me lo dijo unos segundos después soltando carcajada tras carcajada. —Joaco...

El miedo se volvió a disparar y levanté rápido la cabeza.

—¿Qué pasa?

—Está gruñendo mucho.

—¡Solo me estoy riendo!— se burló Trent y me incliné a besar la frente de mi compañera.

—Esa es su risa.

Holaaa queridos lectores!

¿Cómo están?

Desde el comienzo les conté que específicamente en esta historia muchas cosas cambiarían y la primera y principal es el idioma.

Me dí cuenta de que no tendría sentido que Evelin le entendiera a Trent cuando él le hablara en su cabeza, ella es humana después de todo y es imposible que oiga más allá de gruñidos y aullidos.

Lo bueno es que tiene a Joaco para traducirle😉.

En los próximos capítulos también habrá cambios, algunos más significativos que otros, pero que harán que este par (¿O debo decir trío?), tenga su final feliz.

Atte: MicaelaEP ❤️

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