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🐺Capítulo 4|Sarcastica.


CAPÍTULO CUATRO=SARCASTICA.

Joaco:

Es muy linda cuando se enoja, pensé que le dolía la pierna. Me preocupaba,  aunque fuera un pequeño corte y unos rasguños, pero si podía hablar con sarcasmo y señalar el tamaño de mi pene, entonces estaba bien.

Enarqué una ceja y la miré con diversión de arriba a bajo. Es pequeña, pero al parecer su sarcasmo y su atrevimiento miden dos metros.

—Firulais— me incliné recordándole mi altura y enseñándole una vez más mis lindos ojos y mi cabello castaño casi rubio —Cuando esté entre tus piernas, ya no diras que mi pene es pequeño.

Ella rió ¿Qué le causa tanto?

—Eso no va a pasar— dijo cruzandoce de brazos, imitando mi gesto de hace unos segundos.

¡Ya me imita!

—Pues claro que si, tarde o temprano pasará— encogí los hombros,  así es la vida, algún día incluso seremos marido y mujer. —Naciste para mi— cerré los ojos para olerla, pero el aroma de la comida opacó su aroma a lluvia y los abrí —Y comete la comida que ya se enfrió y no me deja sentirte—  le ordené y ella bufó, pero recogió la bandeja y comenzó a comer.

Yo me alejé para darle un poquito de espacio, no mucho, quería estar cerca para cuando de nuevo su aroma me llegara.

—¿Cómo se que no está envenenado?

En cuanto lo preguntó sentí que algo se rompía dentro de mí y a lo lejos en mi cabeza Trent aulló.

—Jamás te haria daño.

Ella es todo para mí ¿Cómo podría hacerle daño a mi Firu?

—Ya basta, hablo en serio— dijo y supe que para nada confiaba en mí.

Me duele que desconfíe— aulló Trent demasiado triste para que su voz fuera  más que un pensamiento.

Lo sé, a mi también me duele. Si fuera una loba no dudaría de nosotros— le respondí mientras tomaba el tenedor y me cortaba un troso de la milanesa que allé en la heladera y me lo llevé a la boca.

—Ahora puedes comer, Firu.

—Primero tragalo.

Ay.

Me tragué la comida solo para complacerla y asegurándole de que no hacía trampa le mostré que no tenía nada en la boca.

El dolor acrecentó cuando recién entonces comenzó a comer, no obstante, a pesar de mi demostración de la milanes, ella la hizo a un lado como si estuviera contaminada y solo se comió el arroz y la ensalada.

A pesar de eso se comió todo el resto y para cuando terminó recogí la bandeja y la llevé a la cocina pues sabía que con una rodilla lastimada ella no intentaría escapar.

Al subir luego de lavar los platos y cubiertos que utilizó la vi. Estaba recostada en la cama viendo el techo como si fuera de lo más intesante.

La observé por un rato recargado en el marco de la puerta, ella cada tanto se giraba y veía la pared o se cubría los ojos o jugaba con sus uñas demasiado cortas como para lastimar a nadie.

Se notaba que estaba aburrida, pero yo no, no me cansaba de verla y de olerla, su aroma ya no se sentía como lluvia, la milanesa se le había quedado impreganda, no me molestaba, ella era lo más hermoso del mundo y su aroma, cualquiera que fuere, también.

—¿Vas a seguir mirándome así todo el día? —me preguntó tomándome por sorpresa y desvié la mirada sintiendo mis mejillas arder.

Creí que no me había notado.

—¿Al menos podemos salír de aquí? Me estoy aburriendo— me pidió y sonreí, dudaba poder negarle nada, excepto volver a casa porque este es su nuevo hogar, a mi lado.

—Okey, pero no te escapes.

Podría llevarla a recorrer la manada, iríamos a la laguna, quizás cuando volviera a tener hambre ir a cenar o...

—No, claro que no.

Parece sarcasmo— me indicó Trent y olfateé el aire que definitivamente se había vuelto más denso. La mentira se había instalado y hasta podía oler la emoción de mi mate humana.

—Ya vuelvo— le avisé para que no se preocupara y como no ya no estaba tan seguro de que no intentaría escapar cerré con llave solo para prevenir.

Di cinco pasos y entré al cuarto de Leyla. Mi hermana estaba en la cama pintándose las uñas de rojo.

—Hermanita, dame una de tus esposas— tomé asiento a su lado y esperé. Ella se puso roja. —Sí se de las esposas, me enviaste por el paquete ¿Recuerdas? Y no soy idiota, desde lejos se olía el metal, así que prestame unas.

La conocía, tenía más de un par.

Ella me señaló un cajón y sonrió.

—¿Tienes novia? —me preguntó abriendo mucho los ojos.

—Encontré a mi mate. —La felicidad se notaba en mi voz, pero se me esfumó cuando ella arqueó una ceja y me miró pervertidamente. —Quita esa cara, las esposas son para que no se escape.

—Con más razón—dijo y me miró más pervertidamente haciéndome reír.

—Es humana y cree que la secuestré— le aclaré.

Ella bufó y rodó los ojos regresando su atención a su uñas.

—Y ahí le quitaste todo lo divertido.

Rodé los ojos, tomé las esposas y me fuí a mi habitación planeando qué le diría a Firu para que no se altere.

¿Qué tal "Estas pulseras están de moda entre las parejas"?— sugirió Trent.

Abrí la puerta y la vi. Ella ya no se encontraba en la cama, ahora estaba tratando de salir por la ventanita, pero su trasero se quedó atascado.

—¿Estás tratando de insitarme? — le pregunté. Dudaba que nuestra relación fuera tan rápido, pero por su posición había una posibilidad.

—Ayudame, idiota, me atoré— dijo y reí a carcajadas.

—Bueno, a la cuenta de tres te metes— creo que asintió pues su trasero se movió. De todas formas lo tomé como un sí y me coloqué detrás de ella. Su cercanía y mas en esta posición hizo que ciertos pensamientos inapropiados se colaran en mi cabeza, pero mi mate necesita ayuda y no hay tiempo para eso, aunque hoy nombró mi pene y ahora esto.

Tendremos cachorros antes de lo pensado.

Sujeté su cintura, me tomé un segundo para sentir el ardor de su piel calentando a la mía y conté.

—Uno, dos, tres— tiré de ella con cuidado de no hacerle daño y la metí hacia dentro cayendo uno sobre el otro al piso. —Hola.

Su carita estaba a centímetros de la mía.

—Espacio personal— dijo y rápidamente se levantó, yo aproveché y tomando su brazo le espocé su muñeca a la mía.
—¡¿Pero qué mierda haces?! —gritó enojada y supe que fue la mejor opción.

La idea de la pulsera no iba a funcionar.

—Vamos, Firu— me levanté y tiré de su mano hacia la puerta.

—¡Eres un psicopata! —me gritó y reí.

¿Por qué se enoja si solo la cuido? ¿Acaso otro le destrabaría el trasero? Seguro que se alejarían por su aroma a milanesa.

—Solo estoy haciendo lo que me pediste.

—¡Yo no te pedí que me espoces! —me gritó y la guié cuidadosamente escaleras abajo, no quería que volviera a caerse.

—No, pero me pediste salir y esta es la única forma— le dije señalando distraídamente nuestras muñecas. El exterior estaba fresco, no hacía ni mucho calor ni mucho frío y el sol adornaba el cielo con sus rayos.

—¿A donde me llevas? —preguntó al salir de la casa, sus ojos veían todo. Me hizo muy feliz que quisiera conocer su nuevo hogar.

—A tomar un helado ¿Quieres?— no era buena idea llevarla al bosque, no aún con la muerte de los humanos tan reciente, debíamos esperar unos meses, así los animales y los bichos hacían su trabajo.

—Bueno— se dispuso a decir y continuamos caminando.

Las personas de la manada que pasaban cerca de nosotros olían el aire y luego la veían mal.

La próxima vez le pidiré que se bañe, así el aroma a milanesa se le va y todos serán agradables.

Es una humana, nadie la querrá, la milanesa no tiene nada que ver— explicó Trent y por instinto les gruñí a cada miembro de la manada obligándolos a desviar la mirada, mi mate no necesita ojos malos sobre ella, solo miradas cariñosas.

Mi familia y yo si la querremos, eso es lo único que importa— nos dije y me detuve cuando sentí un leve tirón de las esposas.

—¿Por qué te miran así? —me preguntó Firu y reí.

—A ti es a la que miran.

—Maldito pueblo.

Su ceño se frunció.

—Oye, esto no es un pueblo es una manada.

Pronto le enseñaría todo acerca de este lugar.

—Con razón, solo a animales como tú se les ocurriria secuestrar a una chica y esposarla— se cruzó de brazos dejando mi mano muy cerca de sus pechos.

Definitivamente tendríamos cachorros pronto.

—Eu, no te enojes, eres muy gruñona— le pellizqué la mejilla.

—Y tu muy tierno para ser un puto secuestrador, pero aquí estamos ¿no? —Sonreí.

Me dijo tierno.

Besé su mejilla.

—Tu también eres tierna, en especial cuando te enojas y haces puchero y acercas mi mano a tu pecho.

Rápidamente bajó la mano y me recordé para la próxima no señalar qué tan cerca se encontraban mis manos de allí.

—Agg ¿De todo lo que te dije solo te quedó la palabra tierno? —asentí.
—Eres increible— me dijo y sonreí aún más.

—¡Gracias! ¿Lo ves? Ya nos estamos entendiendo.

Ella se llevó la mano a la frente y esta vez quedé cerca de sus labios. Quizás tengamos dos cachorros.

Idiota,ella está siendo sarcasticame hizo saber Trent.

O sea, que Cuando me dijo que soy tierno e increible ¿no lo dijo enserio?

No.

Creí que ya estábamos avanzando, qué decepción.

El resto del camino fue silencioso, Firu miraba todo y a todos, era tan chiquita que debía mirar hacia arriba para verle la cara a la personas lo cual era gracioso, pero no lo dije y contuve la risita, en nuestro aniversario le regalaría unos tacones, pero solo los usará afuera, porque amo su pequeña estatura humana.

Al llegar a la heladería yo la dejé pedir y luego elegí su mismo gusto. Limón, pero apenas pude comerlo pues luego de que nos lo dieron ella empezó a chuparlo y yo no podía dejar de verla hipnotizado.

—¿Por qué me miras así? —me preguntó y le pegó un lenguetazo al helado, él mío ya estaba derritiéndose en mi mano.

Me relamí los labios.

—¿Comes así el helado y me preguntas porque te miro? —reí.
—Deja de ser obsena— le dije.

—Y tu deja de ser mal pensado.

Touché— dijo Trent, pero lo ignoré, Firu le había dado otro lametazo obseno a su helado.

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