CAPÍTULO TRES=CAÍDA.

EVELIN:

Consideré buena idea intentar huir, me escabulli fuera de la habitación donde me mantenían cautiva, atravesé en silencio el pasillo mientras Joaco hablaba con la joven chica que hace unos instantes lo llamó "Hijo" como si no aparentaran tener la misma edad y bajé en silencio las escaleras.

Ya casi huía, podía sentir las brisas del aire fresco del bosque acariciarme la piel, estaba a nada de conseguirlo, pero entonces él gritó, me había descubierto, ya sabía que huí y en mi intento por apresurarme, por no dejarme capturar, tropesé y caí tres escalones y acabé en el suelo golpeándome la rodilla.

El dolor me atravesó en ese instante, subió por mi pierna hasta sacarme un gemido de la garganta. Intenté cubrirme la boca soportando el dolor y volver a levantarme, pero descubrí que el dolor era más fuerte que mis posibilidades de escapar. Observé mi pierna aferrándomela al pecho y recé porque no estuviera un esguince.

Debía volver al bosque, encontrar mis pertenencias y continuar la huída que tenía pensada para el anochecer del día en que el oso nos atacó.

Yo no tenía pensado quedarme, no quise venir al bosque, pero mis padres y el de mis amigos insistieron, dijeron que sería bueno estar al aire libre, al menos los de ellos, los míos solo querían deshacerse de mí y yo de ellos, pero ahora estoy aquí.

Escuché pasos en la escalera y al alzar la cabeza vi que él estaba bajando, corriendo hacia mi.

Intenté volver a pararme, pero el dolor se hizo más intenso y me rendí quedándome en el piso hasta que él finalmente bajó y sacudió la cabeza en reproche.

-Firu, si vas a correr por las escaleras asegurate de no caerte- me dijo y quise matarlo.

Idiota, como si no lo supiera ya- quise quejarme, pero guardé silencio y dejé que me tomara en sus brazos y me llevara nuevamente hacia su habitación.

Al llegar intenté que me bajase, yo podía regresar sola a la cama, pero aunque me removí no logré nada, el chico tiene fuerza y me dejó suavemente sobre las sábanas.

-Quédate aquí, te curaré- entró por una de las puertas de la habitación para luego salír con un botiquín y regresar a mí.

-Dolerá un poco, Firu.

Maldito apodo.

-Deja de decirme así-me quejé, la caída y ahora esto es demasiado , seguro soy la única chica que al intentar huír se asusta y cae por las escaleras antes de siquiera salir de la casa.

¡Que suerte la mía! ¡Encima mi secuestrador es un adolescente con carita tierna, pero que no engaña a a nadie es un loco, estoy segura!

-Eres mía, te digo como quiero-señaló al empezar a curarme y sonreí.

Eso es maldito psicópata, cura mi herida, así luego me escapo.

Lo observé atentamente, primero limpió los raspones y la sangre del pequeño corte que me había hecho, luego puso alcohol y lo vendó.

-Listo-dijo cuando terminó y me sonrió -Tuviste suerte de que fuera yo tu mate, los otros no tienen un botiquín en su casa- me sonrió muy orgulloso y recogió todo.

-Gracias- le devolví la sonrisa, la suya se agrandó y juro que vi sus ojos volviéndose dorados, pero de repente ese tono desapareció y sus ojos celestes regresaron -Ahora déjame ir.

Su sonrisa se fue y ¿Me gruñó?

-No, tu te quedas- se lavantó del piso y me dio la espalda, yo aproveché para buscar mi celular en los bolsillos del pantalón.

-¿Qué buscas? -me preguntó haciéndome saltar del susto. Me estaba mirando.

-Mi celular- respondí y me detuve en seco ¿Por qué le estoy diciendo esto? No se supone que deba contarle mis planes.

-¿Para qué? - atravesó rápido la puerta y regresó sin el botiquín.

-Tengo que ir a mi casa- no podía dejar de decirle, no mientras sus ojos me miraban fijamente.

Él guardó silencio y luego dijo:

-Tu familia está muerta, no te vas.

La forma en que lo dijo me asustó y retrocedí pegando mi espalda contra la pared pues sentía que en cualquier momento iba a saltar sobre mi.

¿Por qué está así? Pareciera que me quiere atacar, es como si fuera un animal enjaulado ¿Qué le pasa?

Él me observó retroceder y sacudió la cabeza como si se estuviera espabilando y se acercó muy muy lentamente.

-No te quiero hacer daño, esto es nuevo para mi.

-¿Si?

-Sí- dijo con una media sonrisa mientras asentía con la cabeza.

-¿Es tu primera vez secuestrando a una chica? -Su sonrisa se fue y él me gruñó de nuevo ¿Qué le pasa?

-No te burles y quita tu sarcasmo.

-Lo siento, señor secuestrador inexperto, es que estoy tan felíz por estar aquí contigo- me burlé y sus ojitos se iluminaron.

-¿En serio? - preguntó esperanzado.

-No.

Otro gruñido.

-Ya deja de ser sarcastica-me dijo cruzandoce de brazos y haciendo un puchero que mezclado con su carita de niño lo hacían hasta verse inocente y buenito.

-Te ves tan tierno así, a si que si no quieres que patee tus pelotas dejame ir o haré que tu pene sea más pequeño de lo que es.

Puede verse como un niño, pero no lo es y ni su ternura me harán cambiar de opinión, yo me largo de aquí, quizás no hoy, pero sí algún día.