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🐺Capítulo 26|Crearla.

CAPÍTULO 26=Crearla.

Joaco:


—Trent ¿Dónde estamos? — le pregunté a mi lobo.

Nos encontrábamos en lo que parecía una pradera, rodeados de flores y mariposas que revoloteaban a nuestro alrededor.

No era algo que hubiese visto jamás. El cielo estaba azúl, tan oscuro como la noche y no había una luna que iluminara, pero se veía como si fuera de día.

Me incliné y tomé una de las flores. Su color se intensificó cuando la acerqué a mi nariz para olerla.

Milanesa

La flor olía a Firu.

Recogí otra.

Lluvia.

Igual que ella.

Tomé una tercera.

Yo.

Esta olía a mí.

Ansioso por descubrir que otros aromas tenían recogí otras seis.

Lágrimas. Sangre. Hamburguesa.

Una y otra vez olí en ellas a Firu, hasta que el aroma cambió, aparecieron flores con aroma a miel, apareamiento, cigarrillos y...

Me acerqué la última a la nariz.

¿Amapola? Reconocí asqueado el aroma de la flor y la aparté rápido de mí.

Papá dijo que no debíamos acercarnos a esas plantas, drogan a los lobos y los vuelven tontos.

¿Por qué Firu olería a una amapola?

Recogí otra flor, esta era una rosa, tenía espinas y olía a muerte.

Recogí otra, la arrojé lejos de mí.

Putrefacción.

Tomé una última...

—Deja de jugar con las flores de la perdición— gruñó una voz y un lobo marrón apareció a mi lado. Mordió mis dedos, me sacudió la mano e hizo que todas las flores se me cayeran.

Estas se marchitaron en cuanto tocaron el suelo.

—¡Oye! Estaba haciéndole un ramo a mi Firu— le gruñí enseñándole mis dientes y él aplastó las flores con sus patas.

—No le haces un regalo a tu compañera con las flores de la perdición.

—¿Por qué no?

—Porque nunca ibas a conseguir dárselas, Joaco— rodó los ojos. —Llevas todo un día oliendo las flores.

—Eso es imposible, acabo de llegar.

—No, no es imposible. Las flores son mágicas, como todo lo que existe en el hogar de mi bisabuela. Si tomas una flor y la hueles, desencadenas una obsesión por oler más y más hasta que llegas a la última, esa ya no huele a nada y por alguna razón los lobos se quitan la vida en esa.

Miré las flores.

Olían a Firu al principio. Milanesa, lluvia. Luego me tentaron con miel y apareamiento. Y entonces comenzaron a oler a cosas malas. Cigarrillos, amapolas, seguidas por muerte, putrefacción y...no.

—Si ya no hueles nada, es como si tu loba hubiera muerto— le cuento y el lobo se detiene.

Mira una vez más las flores y luego a mí.

—¿A cuál llegaste? — me pregunta, sus ojos son como los míos.

Que extraño.

—Putrefacción.

Él guardó silencio y cerró sus colmillos alrededor de mi mano, no me mordió, pero pude sentir el filo de sus dientes a punto de cortar mi piel, mientras comenzaba a tirar de mi mano, para que me moviera.

—¿Quién eres? — se veía idéntico a mí cuando cambio de forma. El mismo pelaje marrón y gris, una cola esponjosa, orejas bonitas y puntiagudas. —¿Papá?

—¿Cómo que papá? Soy Trent— se rió y me movió la cola. —¿No puedes distinguir esta cola preciosa y estas orejitas bonitas?

Lo miré una vez más y sacudí la cabeza.

Nunca me había visto a mi mismo de esa forma. Era como una copia lobuna de mí.

—¿Por qué no estás en mi cabeza?

—Porque vinimos a ver a mi bisabuela. Ella me dará a mi loba y Firu podrá completar el cambio, apresurate, deberíamos haber hecho esto ayer— gruñó y tiró de mí.

Comenzó a correr y yo traté de seguirlo. Las flores con espinas se enganchaban a mi pantalón, rasgaban mi ropa, mi piel y tal vez sangré por la pierna durante horas mientras atravesábamos la interminable pradera.

—Ya casi— dijo Trent que no me hablaba en mi cabeza como lo hace normalmente, aunque tampoco parecía que hablara en voz alta, era algo imposible con su boca en mi mano, sin embargo se oía como si tuviera un altavoz de algún tipo que le permitía comunicarse.

—¿A qué te refieres con completar el cambio? Las orejas y la cola de Firu desaparecieron hace semanas.

Me dolió el pecho cuando se fueron, lloré en silencio durante casi medio día. No sabía lo que significaba que ya no las tuviera, pero me aterraba que se tratara de que su muerte estaba cerca.

—Es porque el cuerpo ya no le dolía tanto y consiguió relajarse lo suficiente mientas dormía como para que su cola y orejas desaparecieran, pero puede invocarlas en cualquier momento y después de esta noche Firu podrá transformarse por completo.

—¿Va a ser una loba? ¿Una loba completa?

Trent se detuvo y las flores desaparecieron. Un campo apareció frente a nuestros ojos y vimos muchos lobos haciendo fila frente a un puesto de ¿Helado?

—¿Qué es esto?

Él no me respondió y volvió a tirar de mi mano, llevándonos al final de la fila.

Los lobos nos veían mientras nos acercábamos al final, algunos con interés, otros me enseñaron sus colmillos y otros hicieron reverencia.

—Ignóralos, los que gruñen son lobos exiliados, los que hacen reverencia son de manadas aliadas y los que nos miran con curiosidad no pertenecen a ninguno de los dos grupos, pero jamás han visto a un humano aquí, así que no te sientas mal si alguno se acerca y te huele el trasero. A menos que no te lo hayas lavado, entonces sí sientete mal, habrás apestado al lobo de por vida.

Arrugué la nariz y miré el puesto de helado.

Soy más alto que todos ellos, por lo que ninguno obstruye mi vista, pero quizás estaba viendo mal porque ¿Qué tan probable es que haya una hermosa mujer atendiendo el puesto de helado vestida como si fuera a ir a una gala utilizando una corona en su cabeza y muchas joyas?

—Deja de mirar así a mi bisabuela, ella podría quemarte vivo y nunca te enterarías.

—¿Tu bisabuela, Trent?

—Tu la conoces como la diosa luna— explicó y mi mandíbula cayó.

—¿Por qué la diosa está atendiendo un puesto de helados?

—No es un puesto de helados, es el puesto del amor. — Trent ronroneó y todos los lobos delante de nosotros lo imitaron.

—¿El puesto del amor?

Más ronroneos.

—Sí, el puesto del amor...

Otra ronda de ronroneos.

—Ya sé, pero que significa— suspiré y él por fin soltó mi mano.

—Es como el caldero. Antes de que nacieras los lobos venían aquí en pareja a crear a su cachorro, pero eso era peligroso, muchos murieron porque sus humanos quedaron desprotegidos, además a veces los lobos eran torpes y asignaban fechas erroneas haciendo que sus hijos encuentren a sus mates luego de siglos y eso no estaba bien. Así que luego de que cierto alfa de casi quinientos años encontró a su lobita siendo una niña y que luego cierto guardia encontrara a su loba a los casi cuarenta, la diosa cambió el sistema y ahora solo hace falta que venga uno de nosotros para crear a una loba.

—Pero nosotros no venimos por un hijo ¿Verdad?

—No, pero es el mismo procedimiento.  Necesitamos una loba para Firu y como no hay nadie más que venga por ella porque sus padres están muertos, nos toca a nosotros.

—¿Los padres de Firu están muertos?

—Sí, por eso tardé en encontrarte. Fui a la biblioteca de la escuela de lobos, busqué el nombre de Firu y el libro donde está toda la información de ella ya estaba desbloqueado así que lo abrí y sí, están muertos. Fueron asesinados un día después de que ella nació y como es mitad humana y mitad loba, su parte lobuna no llegó a desarrollarse sin un padre lobo que la guíe. Es nuestro deber ayudarla ahora.

—¿Qué más sabes de ella?

Me dolía saber que nunca tuvo a nadie más. Incluso ahora, en las noticias sus padres adoptivos ni siquiera presentaron una denuncia por su desaparición. Papá estuvo al pendiente de ello, temía que los humanos comenzaran a investigar en el bosque, pero no lo hicieron y los padres de ella simplemente fingieron que nunca existió.

—Tiene una hermana un año mayor que ella, pero vive lejos. Su mamá era humana y su papá era lobo, ellos se querían y la querían mucho a ella, fueron buenos, él le daba masajitos a la panza de su mamá cuando Firu se movía mucho y le hablaban, a veces le cantaban nanas y solo así Firu dejaba de patear. También ya sé de nuestro Wolf-love,  ese libro es muy bueno, Firu tendrá un hijo sí y un hijo no, varones, pero serán muy diferentes el uno del otro y se pelearán seguido. También vivirá muchos años, no tantos como un lobo normal, porque ella solo es mitad loba, pero seis siglos creo que es suficiente ¿No crees?

Seis siglos y dos hijos.

—Sí, lo es.

—Oh, es nuestro turno, muévete, a la bisabuela no le gusta esperar— me empujó hacia adelante. En algún momento los lobos por delante de nosotros habían desaparecido y una larga fila se había formado detrás nuestro.

Trent hizo una reverencia, lo imité, aunque no lo hice bien, un príncipe no hace reverencia, pero ella no dijo nada al respecto, ni siquiera me miró. Estaba sonriendo y llorando lágrimas doradas mientras estiraba las manos y Trent se subía sobre sus dos patas para dejarse acariciar.

—¡Trent! — la voz de la diosa me aturdió, era como el canto de una sirena.

—¡Hola bisabuela! ¿Me das una loba para llevar?

—Umm, está bien— ella le dio una caricia a su cabeza y se agachó detrás del puesto. —Pero recuerda que en cuatro meses debes volver aquí y pedir a tu cachorro.

—Sí, bisabuela.

—Y no te olvides que en ocho meses debes venir y pedir al siguiente.

—No lo olvidaré.

—Oh y sé que leíste el libro de tu loba, pero no me gustó el Wolf-love, es muy aburrido para la familia real, así que jugué un poco con lo hilos. En una década volverás a pedir otros diez cachorros ¿Quedó claro?

Trent alzó las orejas y me miró.

¿Diez cachorros?

—Sí, bisabuela.

—Y no prometo nada, pero ¿Qué opinas del número quince?

Ay, no.

Firu va a opinar que me va a castrar.

—Me gusta ¿Podemos redondearlo a veinte?

¡Trent!

—¡Por supuesto! Entonces una loba para llevar, dos cachorros, uno en cuatro y otro en ocho meses, luego diez en una década y otros veinte cuando estés listo.

Firu...ella realmente va a castrarme.

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