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🐺Capítulo 19|Culpa


CAPÍTULO 19=Culpa

Evelin:

No llegué muy lejos antes de que Joaco entrelazara su mano con la mía y comenzara a caminar a mi lado.

No hizo comentario acerca de mis lágrimas, tampoco de mi apariencia y miró al suelo mientras las profundidades del bosque nos recibían.

Creí que me llevaría al campamento y que nos encontraríamos con sus hermanas o con el resto de aquellos que habían ido a pasar la semana allí frente a la fogata, pero en vez de eso me llevó a una pequeña laguna iluminada por un claro de luz ubicada en alguna parte del bosque.

Tomó asiento en la orilla, se quitó las zapatillas y me instó a que me uniera a su lado. En cuanto lo hice también me quitó mis zapatillas y metió nuestros pies en el agua.

-Que estés llorando es mi culpa, Firu- murmuró tan bajo que apenas pude oírlo, él miró el agua en lugar de verme a mí -Estaba viniendo hacia aquí para darme un baño cuando vi a Leyla con Cris ¿Recuerdas la historia que te conté sobre lo que sucedió entre ellos en el pasado? - asentí, aunque no entendía cómo se unía su hermana y su primo conmigo y el hecho de que ya no soy una humana -Creí que se estaba repitiendo la historia. Cuando llegué aquí lo vi a él bebiendo del cuello de Leyla, así que lo ataqué, pero no soy fuerte, Firu. Casi muero- mi corazón se aceleró y me acerqué más a él, necesitando por alguna extraña razón su cercanía. Él me rodeó con su brazo y llevándose mi mano a los labios la besó -Y cuando estás emparejado, como nosotros, si uno muere el otro muy probablemente también lo haga. Mamá dijo que sentiste dolor, pero no fue por la transformación, al menos no al principio, sino por mí. Estabas sufriendo las repercusiones de mis actos. Lo lamento, estoy tan avergonzado...

-No es tu culpa- apoyé mi cabeza en su hombro y hundí mi nariz en su cuello.

Huele a un copo de azúcar.

-Sí lo es, debí pensarlo mejor antes de arrojarnos al agua, pude llamar a mis guardias o incluso a papá...pero en lugar de eso casi nos mato y provoqué que te transformaras en algo que no querías. -Oí la vergüenza y la tristeza en su voz, así que lo abracé, a pesar de que no quería ser esto, pero ahora me sentía conectada a él, a su aroma y a nuevas sensaciones que me suplicaban que no lo dejara sentirse triste. -Lo siento, Firu.

Acarició mi cabello y yo el suyo. Consolándonos mutuamente.

-Hiciste lo correcto, salvaste a tu hermana- lo felicité porque necesitaba que no estuviera triste, aunque no podía decir lo mismo de mí.

Me sentía como una prisionera de un mundo donde todo lo que alguna vez conocí ya no existía.

-No es cierto, Leyla obligó a Cris a sacarme del agua y luego le dijo a papá que Cris es su mate. Estaban destinados, Firu. Lo ataqué justo cuando estaba reclamando su sangre e impedí que su unión se complete. - tomó una piedra y la arrojó al agua. -Y casi te mato. - sollozó, pero se secó rápido las lágrimas -Y ahora estoy llorando cuando debería estar consolándote. Lo siento. Lamento haberte dado unas orejas y una colita hermosa. La próxima vez pensaré en ti antes de reaccionar- cambió su mano a una pata y la colocó sobre su pecho
-Palabra de patita.

Sonreí porque era difícil enojarse con él cuando me dice hermosa y me enseña su patita.

-Palabra de patita- repetí y coloqué mi mano sobre su pata.

Nos quedamos en silencio por un tiempo, volví a llorar al ver mi reglejo en el agua y él me hizo reír una vez más.

-Firu ahora estás esponjosita, no llores, por favor. - pidió y de repente cambió de forma, oí algo quebrarse y él gruñó, pero la bestia de cuatro patas que bajó las orejas y presionó su ozico contra mi cuello al mismo tiempo que sacaba su enorme lengua y me lamía la mejilla no demostró señales de que ese crujido proviniera de su interior.

Lo miré y a lo grande que era y no me moví por miedo. Creía recordar haber visto a una bestia idéntica antes, pero las imágenes estaban borrozas a causa del dolor que estaba padeciendo, aunque estaba segura de que esa bestia era su padre.

En ese entonces él no me había atacado.

¿Lo haría Joaco?

Con miedo y temblando por su lengua y dientes sobre mi cara retrocedí, pero él no gruñó ni me atacó.

De hecho mantuvo sus orejas bajas y movió su cola.

-¿Vas a matarme?

La bestia gruñó y se sentó, una de sus patotas, porque eran inmesas, golpeó el suelo tres veces y luego otras tres y otras tres más hasta que comprendí que quería que me acercara.

-¿Estás seguro? - insistí.

Él volvió a golpear su patota y lentamente me acerqué, primero una mano y le piqué con mi dedo el pelaje.

-Esponjoso ¿Ves? - oí en mi cabeza y me sobresalté.

-¡¿Puedes hablarme?!

-Sí, siempre he podido ¿Se siente como una caricia? - preguntó y yo me estremecí, mientras el eco de su voz viajaba por cada una de mis células.

-Es extraño- le dije y acaricié su pelaje. -¿Me convertiré en una bestia como tú?

Oí su risa y la enorme cabeza de la bestia se sacudió.

Me eché para atrás asustada.

-No soy una bestia, Firu. Soy un lobo y tú aún no haz completado el cambio, por ahora solo tendrás esa colita y esas orejitas esponjosas, pero si quieres ser como yo tenemos que esperar al abuelo y esta noche nos dirá como ir con la diosa y así te transformarás por completo.

Eso no me disgustó, pero tampoco me agradó.

-¿Y si no quiero ser como tú? - pregunté temerosa de que aún así me obligaran.

-Entonces permanecerás tal y como estás. Pero ya no podrás volver a ser lo que eras, Firu.

Con sus palabras en mente me acerqué a la orilla de la laguna y vi una vez más mi reflejo.

Mis orejas eran de color chocolate, peludas como las de un caniche toy y la cola en mi trasero se movía por propia voluntad golpeando sin parar el suelo del bosque.

-¿Y mis orejas humanas? ¿Dónde están?- pregunté.

-Solo puedes tener un par de orejas, Firu, sería raro si tuvieras más- me explicó y aún así las busqué a los lados de mi cara, pero donde antes se encontraban mis pequeñas orejas uradadas, ahora no había más que piel y mi pelo cayendo sobre mis hombros.

-¿No hay forma de ocultar las nuevas? - no me desagradaba lo que veía, se parecía mucho al cosplay que hice hace un año para ser una tigresa, excepto que ya no volvería a casa a quitarmelas como al final de cada evento, estas eran reales y aunque me gustaba el cosplay, solo se trataba de un juego, no algo permanente.

-No, Firu, lo lamento.

Suspiré y miré mi cola. Era casi del largo de mi pierna y tan espesa de pelaje que estaba segura de que podría trensarla o al menos ponerle brochesitos.

-¿Qué pasará si elijo cambiar...por completo?

-Tendrías una loba, una voz interna que te guíe. Se volverán amigas y te ayudará a tomar buenas decisiones.

-¿Solo eso? - vi que apartaba la mirada -Dime qué más, Joaco- mi voz se aflojó, no quería que hubiera más, esto ya era demasiado para mí, sin embargo me aterraba estar a oscuras respecto a mi futuro.

-Luego de transformarte y cuando me huelas como hiciste esta mañana querrás reclamarme y yo a ti. Es lo nomal entre mates, siempre sucede en el primer encuentro y significa que nuestros lobos tomaran el control de nuestros cuerpos con el objetivo de montarte y aparearnos. No sé cuánto durará, eso no se le dice a los cachorros, pero cuando ellos terminen tú y yo seguiremos. Volveremos a nuestras formas humanas y me marcarás, con suerte conseguiré controlarme.

-¿Con suerte? - me alarmé -¿Y si no lo consigues?

-Entonces te reclamaré con mi cuerpo y te haré el amor hasta que nos agotemos.

Mi cuerpo reaccionó a sus palabras, poco a poco me iba mojando entre las bragas, a pesar del miedo que sentía recorrerme.

-¿Estás seguro de que no hay más opciones? - temblé. Tenía miedo a esa voz de la que él habla. Su lobo me gruñía, según él y sus palabras, su lobo trataba de comunicarse conmigo, pero no quiero una voz propia gruñéndome en mi cabeza todo el tiempo, mucho menos si puede controlar mi cuerpo y hacer lo que quiera conmigo.

-Lo siento, Firu, pero no. Solo podemos elegir no hacerlo nunca o esta noche cuando el abuelo nos diga como.

Asentí viéndome las manos, preguntándome si seguía siendo yo misma o si algo había cambiado.

-¿Por qué esta noche? ¿Ni siquiera tengo la opción de esperar un poco más?

-No, hoy hay luna llena, Firu. La siguiente es el mes próximo y no creo que sea prudente esperar.

Joaco eligió ese preciso momento para volver a ser humano y presionar sus labios sobre los míos.

Mi corazón se hinchó de felicidad y me pregunté si estas nuevas emociones eran producto del cambio.

-No tienes que decidir ahora, Firu, el abuelo tardará en llegar- me contó, pero a causa de su beso yo ya no pensaba en mi futuro, sino en sus labios, en su calor y en que sabía que estaba desnudo a escasos centímetros de mí.

Recordé la vergonzosa situación con su madre hoy en la sala, pero fui más atrás, al momento en que separó mis piernas y dejó besos en lugares donde nunca antes me habían besado.

Me sentí acalorada y mi cola golpeó con rapidez la tierra.

-Firu...- Joaco ronroneó y olfateó mi cuello -No expulses ese aroma, te lo suplico- se entregó a la curvatura de mi cuello e inhaló o eso creí que hacía, su mano sosteniendo uno de mis pechos por encima de mi camiseta me distraijo y atrajo toda mi atención a sus dedos. -Son grandes, me gusta... nunca vi unos. Pero sé que las hembras de mi manada no los tienen así, déjame verlos, quiero saborearlos. - olfateó y ronroneó.

El ronroneo hizo que me distrajera pensando en el gatito y ese recuerdo hizo que reaccionara.

Me alejé de él y su desnudez, me alejé de su aroma, me aparté de los recuerdos de esta tarde y regresé a la idea de que este nuevo cambio me estaba haciendo actuar de forma extraña.

-¡No me toques!- le advertí, aunque no salió como yo esperaba. Fue un jadeo deseoso y él en lugar de retroceder avanzó.

-¿No quieres que te toque? - ronroneó, me rodeó con sus brazos y apoyó su frente en la mía. La tensión se sentía en el aire, me estaba sensibilizando nuevamente -¿No quieres, Firu?

Gemí, mis piernas temblaron tan solo con su voz y ahogué una exclamación cuando levantó mi pierna y empujó contra mi pantalón haciéndome sentir lo grande que es.

-Te advertí que no era chiquito, pero soy muy tímido para presumir, así que siéntelo, descubrelo por ti misma- movió sus caderas, su dura masculinidad haciendo que me empape aún con los pantalones puestos.

-Joaco...

-¿Sí, Firu?

Algo se movió detrás de él y me senté poniéndome alerta. Mi mano salió volando hacia él, tratando de protegerlo y me quedé boquiabierta al ver a dos hombres super altos y musculosos, a quienes por cierto no iba a poder derribar, saliendo de detrás de unos arbustos y haciéndonos una reverencia.

-Príncipe, Princesa. El antiguo alfa los espera- dijo el primero, aunque el otro se nos quedó viendo con una sonrisa mientras seguía el camino de mi mano.

Me giré a ver a Joaco preguntándome por qué ese hombre sonreía, pero me encontré con un Joaco rojo como un tomate que me veía con ojos dorados y los labios separados.

-Firu- ronroneó y sus ojos bajaron. Seguí el camino, me distraje con su torso, con los sutiles musculos que encontré allí. Estiré mi mano y lo acaricié. Al mismo tiempo continué bajando, siguiendo el recorrido con mis ojos y mi mano. Llegué a la curva de su cintura, su piel era suave y fuerte, bajé un poco más, pero descubrí que mi otra mano ya estaba allí.

Agarrando su polla. Dura, goteando sobre mi piel y oliendo tan bien...a copos de azúcar.

-¿Necesitan un momento? - preguntó uno de los guardias, el que sonreía, el que no había hablado hasta ahora y yo puse rápidamente distancia entre los dos, sintiendo mis manos y mejillas quemar.

-No- se apresuró a decir Joaco y recogió nuestras zapatillas.

Yo me horroricé por no haber quitado antes mi mano y también porque cuando me giré a ver a los guardias mi pensamiento fue de protección hacia Joaco, aunque no protegí a Joaco, sino a su...cosa.

Él cambió a bestia una vez más y luego me empujó la pierna para que siguiera a los hombres que ya se estaban dando la vuelta.

No me atreví a alzar la mirada, estaba avergonzada, mi mejillas quemaban y el hecho de que mi cola por sí sola se entrelazó con la de Joaco no ayudó.

Era como ir de la mano, solo que con la cola y no sabía como separarlas.

Tomé yo misma nuestras zapatillas tras ver que se las estaba por llevar a la boca y seguímos a los hombres camino a la ciudad, no obstante me detuve a tan solo unos pasos.

-¿El antiguo alfa es tu abuelo? - pregunté con la voz temblorosa y mi cerebro uniendo las piezas.

-Sí, se llama Logan ¿Por qué?

-Porque mi tiempo se acabó y aún no he elegido, Joaco.

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