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🐺Capítulo 10|Entrenamiento.

CAPÍTULO 10: Entrenamiento.

Joaco:

Se formó un cómodo silencio entre Firu y yo, las emociones de mi compañera seguían algo confusas y por momentos me enseñaban su miedo, pero eso no tenía que ver conmigo, sino con Trent que a pesar de mis advertencias seguía hablándole, desesperado porque mágicamente ella pudiera entenderle.

Por otra parte, ella no volvió a pedirme que le tradujera, tenía la esperanza de que eso nos uniera y me llevé una gran decepción cuando no lo hizo. Sin embargo, había preguntas que también creí que me haría. Como por ejemplo ¿Por qué puedo oír gruñidos y aullidos? ¿Por qué tienes un lobo? O incluso ¿Qué es un lobo y qué hace en tu cabeza? Pero ella no las hizo, ni siquiera sentí la chispa de curiosidad entre tantas emociones.

Me quedé observándola todo el rato, casi sin pestañear, por lo que ahora me ardían los ojos, aunque no hice nada por apaciguar ese ardor. Estaba haciendo un gran esfuerzo por verla y a la vez desenredar sus emociones para yo poder entenderlas como para también desperdiciar mi tiempo en otra cosa como un simple ardor en los ojos.

Nuestro nuevo vínculo iba en solo una dirección, ahora yo conocía sus sentimientos y emociones, también podía adelantarme a algunas de sus necesidades si eran lo suficientemente fuertes para alcanzarme, pero ella no contaba con estas habilidades, al menos no por ahora que no me había marcado ni reclamado como suyo.

El aburrimiento se coló con fuerza en mi interior, como un hilo que me picaba el hombro indicándome que mi mate se había cansando de nuestro silencio y necesitaba algo para entretenerse.

-Vamos- le indiqué la puerta mientras me levantaba de un salto de mi silla.

Sus ojos se iluminaron y me imitó, noté su emoción por al fin abandonar la casa, aunque esta estaba acompañada por la desconfianza y una nueva emoción que no pude descifrar, pero que sabía no era buena.

-¿A dónde? -preguntó viendo mi mano que inconscientemente estaba abierta esperando que ella la tomara, cosa que no hizo.

-Tengo que ir a entrenar - le expliqué, aunque era una verdad a medias. Podía ir a entrenar si lo deseaba y si no, nadie me obligaría, no obstante, el campo de entrenamiento está del otro lado de la manada y es una gran oportunidad para que ella se enamore de la manada y decida que es un hermoso lugar para vivir.

Ella bufó y me siguió. Su carita seria antes pudo haberme convencido de que no le gustaba la idea de acompañarme a un entrenamiento, pero sus emociones delataban la verdad, mi mate estaba ansiosa por salir.

Empezamos a caminar por la manada, mantuve una mano estirada por si ella decidía tomarla en algún momento y con la otra le señalé la casa de mis abuelos, las de mis tíos y la de algunos miembros importantes de la manada, aunque ella no se mostró muy interesada en nada de eso.

-¿Por qué aquí todos son adolescentes?- me preguntó de repente viendo a los pocos que pasaban junto a nosotros y que inclinaban su cabeza al verme a mí.

Me lo pensé por unos segundos antes de contestar ¿Cómo podría explicarle que no envejecemos y que vivimos por la eternidad?

-Genética- me decidí, aunque eso no satisfizo sus preguntas.

-Eso es absurdo, para mi que tus padres no son tus padres, son muy jovenes- me dijo y estuve de acuerdo. Si no fuera porque mi padre es más musculoso y fuerte que yo, lo cual lo hace aparentar ser unos pocos años mayor, se podría decir que tenemos la misma edad.

-Genética- volví a decirle, conteniéndome de contarle que a pesar de que papá y yo no nos vemos de la misma edad debido a su físico, mamá y yo sí lo parecemos, aunque solo es una fachada, ella es más fuerte que todos en esta manada, excepto quizás por el abuelo Logan.

Ella rodó los ojos y seguimos caminando en silencio, me sentí mal porque mis respuestas no le gustaron. Firu creía que mentía, no lo dijo, pero lo pude sentir.

-Si me sigues mirando así, te vas a tropesar- indicó y me dí cuenta que en todo el camino no había dejado de mirarla ni de dejar mi mano alzada para ella.

-Lo siento-me disculpé y bajé la mano, pero fue imposible apartar la mirada. Mi ropa en su cuerpo es lo más sexy que he visto y no quería despegar los ojos de ella.

-Ya basta, en serio, te vas a caer- me repitió y sonreí.

-¿Te preocupas por mi? - le pregunté sin ocultar la sonrisa. Una parte de mí quería que ella supiera lo mucho que significa para mí tener su cariño.

-No, solo me incomoda que no pestañees- dijo sin mirarme, cruzando las manos sobre su pecho a la defensiva y reí, está mintiendo. -¿Falta mucho? -preguntó y supe que lo decía para cambiar de tema.

-Algo- La realidad era que sí, faltaban como diez cuadras aún. Pero para nuestra suerte las calles no estaban muy ajetreadas de personas, aún era temprano y esto nos permitiría llegar a tiempo y hasta disfrutar de la hermosa manada.

Por supuesto su reacción no fue la que esperé:

-Estoy cansada- murmuró lo suficientemente bajo como para que un humano normal no la oyera, pero mis orejas siempre atentas y mis sentidos lobunos captaron sin problema el mensaje y una vez más estiré mis manos hacia ella.

-¿Quieres que te lleve? -le pregunté. Sería pan comido, por lo general no puedo levantar a una loba ni a nadie, no es que lo haya intentado, pero se requiere bastante fuerza, en especial porque los lobos cargamos con poder propio, aunque con Firu no será un problema.

Ella me miró como analizándome de pies a cabeza y rápidamente sacudió la cabeza.

-No, deja, puedo seguir.

No me esperaba eso, pero asentí aceptando su decisión y continuamos caminando.

El bosque al igual que los miembros de la manada poco a poco fueron despertando y pronto pudimos oír a los diferentes animales que habitaban allí y ver a las aves volar.

Sonreí al ver a una bandada de loritos pasar a unos cuantos metros por sobre nuestras cabezas y agudicé mi oído al sentir un aullido a lo lejos.

Los guardias encontraron a un cachorro en el bosque y buscaban a sus padres para devolverlo a su hogar.

El mensaje fue transmitido y pronto recibió una respuesta.

Sus padres iban en camino.

-¿Sigue en pie lo de cargarme? - Firu picó con su dedo mi mano llamando mi atención.

-Sí, pero a cambio quiero algo- dije distraídamente viendo a una familia pasar frente a nosotros con un niño en sus brazos. La madre lo abrazaba y el padre le explicaba porqué no debía aventurarse solo en el bosque. Mientras tanto los poco agudizados oídos de mi compañera la mantenían ajena a todo lo que ocurría a nuestro alrededor, era una lástima.

-¿Qué quieres? Dilo rápido- exigió mi Firu y así lo hice.

-Un beso.

-No.

Estuve a punto de agacharme para que se suba a mi espalda, con beso o sin beso no quería dejarla caminar si estaba cansada, pero ella siguió caminando y tuve que trotar para alcanzarla.

Unos cuantos pasos más tarde ella se detuvo y suspirando sonoramente, enseñándome su desacuerdo, se acercó y parándose de puntitas me besó la mejilla.

Sus ojos brillaron con malicia y me hice una nota mental de que la próxima vez debía indicarle dónde y por cuanto tiempo quería mi beso. Pero un trato es un trato y disfruté de ese pequeño beso con todas mis fuerzas, así que se había ganado que la cargue.

-Sube- le indiqué, agachándome para que pudiera rodearme la espalda con sus piernas y con facilidad enganchó sus brazos alrededor de mi cuello y permitió que le sostuviera los muslos impidiendo así que se cayera.

-No sé como puedes levantarme- murmuró y yo volví a caminar apenas sintiendo su peso en mi espalda, mi Firu es una pluma.

-Es que no pesas nada- le expliqué y ella soltó una carcajada, pude sentir el sarcasmo de su interior, aunque no lo comprendí.

-¿Me haz visto? - interrogó y asentí. No entendí cómo se relacionaba su apariencia con su peso, aquí todo se trataba del poder, así que esperé la explicación que no tardó en llegar.
-Peso mucho y tú eres un fideo...todos aquí son fideos- murmuró viendo a nuestro alrededor y a las personas que nos cruzábamos.

-Para mí no pesas, Firu- repetí.

-Si tu lo dices...

El resto del camino nos sumimos en un silencio no tan cómodo, deseé regresar a casa para obtener un poco de esa paz que tuvimos hace tan solo unos minutos, pero como faltaban solo unas decenas de metros para llegar al campo de entrenamiento continué caminando hasta que en pocos minutos pude bajarla sobre las gradas y la invité a sentarse.

-Te quedas aquí- le ordené notando que aparte de mí, no había nadie más con quien dejarla. Y es que no quería que estuviera sola, pero tampoco podía llevarla a los vestidores.

Ella se negaba a tomar mi mano y a besarme la boca, estaba más que claro que verme desnudo no estaba en su lista de cosas por hacer...aún.

-Pero...

-Mira, yo tengo que ir a cambiarme y hay muchos otros que también lo harán, no puedo dejar que entres, pero volveré rápido- Besé su frente y me fuí trotando deseando que los demás guardias se demoraran un poco más en llegar para poder pedirle al entrenador que al menos por hoy los combates fueran de humano a humano y no de lobo a lobo.

Firu no está lista para saber que puedo convertirme en una bola peluda que mueve la cola, para las orejas y que probablemente le ronroneará porque es la humana más increíble que he visto.

Evelin:

Observé la espalda de Joaco mientras él se alejaba rumbo a una pequeña cabaña y fijé mis ojos en los suyos cuando se volteó a verme por última vez antes de atravesar la puerta que indicaba con un cartel de madera que allí eran los vestidores.

En cuanto esta se cerró bajé un escalón y luego otro hasta dejar las gradas. Sin apartar la mirada de la puerta por si esta se abría atravesé el campo de entrenamiento y me apresuré a aventurarme en el bosque.

Tuve miedo de caerme o de encontrarme con un oso o algún otro animal peligroso, por lo que decidí caminar mirando en todas las direcciones, pero en el especial viendo hacia abajo para no pisar ninguna ramita y evitar hacer ruido alguno.

Pronto la cabaña y el campo de entrenamiento quedaron atrás y el frondozo bosque me rodeó. Podía oír a las diferentes especies de animales que lo habitaban, logré reconocer algunas aves y ardillas, pero no vi ni me topé con ninguna. Era como si estuvieran ocultas, escondidas del peligro que se encontraba entre los árboles.

El viento se levantó soplando mi cabello y azotándo mi rostro en el proceso, mi piel se erizó y deseé tener una chaqueta o alguna protección que me resguardara del frío, pero no hubo tiempo para prepararme.

El plan surgió de manera espontánea cuando Joaco dijo que iríamos a su entrenamiento, él no me contó de qué se trataba y yo solo vi la oportunidad de salir de su casa y escapar. No obstante, ahora veía los pros y contras, tan solo unos minutos atrás el cielo estaba despejado y el enorme sol de la mañana acompañaba a las nubes, sin embargo, en la penunbra del bosque no había sol que alcanzara a calentarme ni nubes que se avistaran tras los grandes árboles.

Aquí todo era ruidos de animales que no estaban a la vista y una inmensa cantidad de árboles que me impedían ver donde se encontraba el final del bosque.

Comencé a sentir miedo con cada paso que daba, recapacité sobre la mala decisión que había tomado y consideré dar media vuelta y volver, pero entonces el crugido de una rama me hizo sobresaltar y me giré en la dirección del sonido.

Allí no había nada.

De repente otra ramita fue quebrantada en la dirección contraria y otra más la siguió.

Supe de inmediato que lo que fuera que me había encontrado no venía solo y me estaban rodeando.

Asustada, me recargué en un árbol y presioné mis manos en mi boca acallando cualquier sonido que podría salir de esta. Quizás si no me oían se desviarían.

-Sabemos que estás ahí.

Reconocer una voz humana y a la vez juguetona me confundió por completo.

¿Era Joaco y su grupo de compañeros de entrenamiento que habían venido por mí?

Las pisadas se volvieron más cercanas, ya ninguna lograba ocultar su presencia en el bosque y de mala gana, maldiciendo internamente por haber sido atrapada huyendo, me dirigí al lugar de donde llamó aquella voz.

Ya no tenía sentido seguir huyendo, las pisadas provenían de todas las direcciones y no había manera de que consiguiera escapar con ellos aquí.

Tropecé con una roca y caí de rodillas, las hojas bajo mis pies crugieron todas al mismo tiempo cuando caí sobre ellas. Mi rodilla ardió, noté que las hojas no habían sido las únicas víctimas de mi torpeza, mi rodilla ahora tenía un corte y un pequeño hilo de sangre se deslizaba por mi piernas.

Refunfuñé y me puse en pie encontrándome cara a cara con el dueño de la voz.

-La encontré- anunció viendo por encima de mi hombro y volteé esperando a que lo próximo que mis ojos vieran fuera a Joaco, no obstante, tres figuras salieron de la oscuridad. Todas altas, corpulentas y con miradas amenazantes dirigidas a mí.

Y ninguno era Joaco.

-¿Qué hace una cosita tan deseable como tu por aquí?-me preguntó el del medio. Un pelirrojo que solo llevaba unos pantalones azules y que definitivamente tuvieron días mejores. Los dos chicos a su lado eran idénticos a él, compartían el mismo par de ojos verdes, la misma nariz con el tabique algo desviado, unos labios que parecían pintados por un inusual color rosado y la misma vestimenta.

Trillizos.

-Es mía- declaró el chico a mi espalda que definitivamente no era parte del trío pelirrojo, pero que debía ser alguna especie de lider entre ellos pues los trillizos dieron un paso atrás y yo también lo hice.

-No soy de nadie- murmuré y continué mi camino escondiendo mi sorpresa y el miedo de saber que Joaco no estaba con ellos y que venían por su cuenta.

-¿Ya te vas? -preguntó uno de los pelirrojos interponiéndose en mi camino y no sé cómo, pero pude sentir la presencia de los otros tres a mi alrededor, atrapándome en un perfecto círculo.

-Yo...yo- no sabía que decirles. Me había enfrentado a tipos intimidantes en mi escuela. En aquel entonces esos chicos solo se dedicaban a burlarse, a decirme cosas que me herían, pero estos no estaban aquí para burlarse de mí y eso me dio miedo.

-¿Es verdad que los humanos no tienen con qué defenderse? -preguntó uno de los trillizos.

Una mano, la del no-trillizo, se posó en mi espalda baja, por instinto retrocedí, pero solo choqué contra otro de ellos.

-¿No quieres jugar con los lobos, humana?

No respondí y opté por empujar a uno de ellos y abrirme un espacio para escapar, excepto que no conseguí siquiera moverlo y los tres se rieron.

-Es suficiente - les advertí, no me había dejado intimidar antes y no lo haría ahora.

-¿Nadie te dijo sobre los peligros de aventurarte en el bosque, humana? - preguntó el no-trillizo y me sentí estremecer.

Si algo me habían advertido desde pequeña era sobre el bosque.

Quedaba a muchos kilómetros de la ciudad más cercana, pero todos sabían que no debían averturarse en él. Se decía que aquellos que quisieran entrar nunca iban a poder salir. Los animales que lo habitaban se encargarían de ello.

Ahora lo entendía, el bosque estaba repleto de locos.

Joaco, su familia y ahora estos chicos.

Joaco:

Me sentí extraño mientras salía de los vestidores, creí que era porque en mi apresuro por volver con Firu me olvidé de cambiar mis pantalones por unos deportivos, pero tan pronto como los tuve puestos y la sensación no desapareció supe que no era eso. Busqué en mis pensamientos, en como se sentía mi corazón ahora que ella y yo estábamos conectados y detecté el almizclado sabor de la adrenalina.

Había dejado a Firu en las gradas ¿Le pasó algo emocionante?

Salí rápido para comprobarlo, azoté la puerta de los vestidores en el proceso y me quedé viendo que las gradas se encontraban vacías y ella ya no estaba allí.

-¿Firu? - llamé viendo hacia todos lados.

Mi corazón se agitó en preocupación y Trent, siguiendo nuestros instintos, me hizo dar un paso hacia el bosque.

Miré más allí, donde el campo de entrenamiento terminaba y una línea de árboles marcaba dónde terminaba la manada y comenzaba el bosque.

Di un paso apresurado en esa dirección, no noté los siguientes metros, solo caminé y luego corrí hasta que los árboles cubrieron la luz y la manada quedó atrás.

-¿Firu? - llamé utilizando el eco del bosque a mi favor y sentí un rasguño en la pierna, me detuve para comprobar, aunque no había nada allí.

-Corre- me ordenó Trent y olfateé el aire buscando un camino, un rastro que me llevara a encontrar a mi mate, pero el olor a lluvia estaba desperdigado por todos lados.

-¿Hacia dónde? - le pregunté a Trent. No sabía qué rastro seguir, los aromas no se volvían más fuertes en ninguna dirección en particular. Debí saber que esto podría pasar, el bosque está húmedo la mayoría de los días y llovizna todo el tiempo, Firu jamás sería encontrada aquí. No con su delicioso aroma a lluvia que tan bien se camuflaba aquí.

-Derecha- ordenó y corrí. Mi pierna ardía con cada paso como si el dolor fuera mío, pero eso sirvió como motivación, mi mate necesita ayuda y es mi deber encontrarla y estar allí para ella. -¡No! ¡Izquierda! - gruñí y di media vuelta regresando sobre mis pasos, pero entonces cambió de opinión y volvió a hacerlo segundos después. -¡Derecha!

-¡Trent!- le grité al mismo tiempo que las emociones de Firu cambiaban.

Estaba asustada, enojada y preocupada, una emociones que juntas formaban un olor parecido al azufre.

¿Qué había generado ese cambio? ¿Se encontró con algún animal?¿Otro oso?

-Trent, concéntrate, por favor- le supliqué y hubo silencio, temí que al igual que en otras ocasiones él se hubiese dormido. Sabía que no importaba cuanto tratara de evitarlo, en cualquier momento o situación, él podía caer y no había nada que él o yo pudiéramos hacer para evitarlo.
-¿Trent? - llamé sintiéndome impotente, debía llegar a ella, debía protegerla.

Debía cuidar de mi mate.

-Izquierda- repitió y le obedecí -No estoy del todo seguro, solo sigo mis instintos - me contó con tristeza en su voz, aunque fue suficiente para mí.

Corrí y corrí por el bosque, el corazón me martillaba fuerte pues con cada segundo que pasaba, Evelin estaba más asustada y enojada y yo no lo entendía, pero no me detuve a buscar una respuesta, no encontraría ninguna allí donde estaba. No hasta llegar a ella.

-¡Espera!- gritó Trent y me choqué contra un árbol, utilicé sus ramas para no caer y me puse estable. -Tienes que silbar, hay algo acercándose a ella. Silba. Ahora, ahora. No hay tiempo, está demasiado cerca, él ha olido su sangre.

Sentí miedo, mis manos temblaron mientras sacaba el silbato de mi bolsillo, solo un soplido y mis guardias llegarían, era un precio que debía pagar.

Lo llevé a mis labios y silbé, el bosque repitió el sonido hasta que un silbido se convirtió en cientos, las aves lo imitaron, el oco lo hizo resonar y en un pestañeo recibí un aullido de respuesta.

-Corre- volvió a ordenarme Trent y ya no me detuve, pronto sentí como si mis pies no tocaran el suelo, no podía cambiar de forma a lobo, eso me cansaría o quizás no resultaría, pero ahora me sentía volando, iba tan rápido que la vegetación a mi alrededor se volvió un borrón. -Cinco metros- me indicó, aunque ya no sentí el miedo de Evelin, sentí su alivio y la preocupación alejándose. Creí que era por mí, yo aún no podía verla, los árboles y mis sentidos poco desarrollados lo impedían, pero quizás ella si podía.

Entonces llegué y el corazón me dio un vuelco al ver con quién estaba.

—Suéltala— el rugido salió de mi pecho con un poder como nunca antes había tenido. Hizo temblar a los presentes y todos dieron un paso atrás, luego cayeron sobre sus rodillas, todos con la cabeza gacha y los ojos cerrados.
—Evelin, ven aquí — le ordené y lamenté la brusquedad de mis palabras. No era mi intención hablarle así, pero no podía llamarla de una forma cariñosa, no cuando me tenía más preocupado la cosa que tenía a su lado.

—Primo— me saludó esa cosa mientras alzaba sus manos enseñándome que no había garras allí y movía exageradamente sus labios demostrando que tampoco tenía colmillos.

No confíes— me advirtió Trent y mantuve mi vista fija en él hasta que Firu estuvo a escasos centímetros de mí y pude atraerla a la protección de mis brazos. Solo entonces me atreví a mirarla.

—¿Estás bien? — le pregunté, comenzando a revisarla y a la vez manteniendo mi atención fija en esa cosa que seguía enseñándome sus manos.

—Sí, Cris llegó justo a tiempo— explicó viendo a esa cosa y gruñí instintivamente al oír que lo llamaba por su nombre.

Estuve a punto de atraerla más cerca, pero entonces noté que los tres guardias detrás de la cosa estaban retrocediendo lentamente.

—Oigan ¿Por qué no protegieron a su princesa? — exigí saber, pero ninguno respondió y volvieron a quedarse quietos.

—Yo puedo explicarlo— murmuró la cosa y lo ignoré. No se podía confiar en él, era algo que aprendí desde pequeño y aún al día de hoy ese recuerdo seguía atormentándome.

—Respondan— exigí, sintiendo como el poder de hace unos segundos se iba adormeciendo.

Pronto Trent volvería a caer en un sueño profundo y estaríamos indefensos.

—¿Protegerme?¿Ellos? — preguntó Firu con su tono sarcastico de siempre y me satisfizo mucho saber que se reconocía a sí misma como una princesa, mi princesa. —Ellos trataron de atacarme, si no fuera porque Cris llegó...

¿Si no fuera porque Cris llegó? Eso no tenía sentido.

—¿Dejaste que él te mordiera? — gruñí, era lo único que podía explicar que defendiera a esa cosa.

—Príncipes— los guardias llegaron sin que yo los notara y rodearon a los cuatro guardias, a la cosa y a Firu y a mi en un mismo círculo. —Oímos el silbato ¿Se encuentran bien? — preguntó el de más alto rango y sacudí mi cabeza.

—No, no estamos bien. Arresten al principe Cristopher— les ordené y comencé a caminar de regreso a la manado con Firu pegada a mi cuerpo tanto como me fue posible acercarla.

—Joaco, él no me hizo daño— murmuró viendo por encima de su hombro como los guardias sujetaban por los brazos a la cosa y luego nos seguían. —Los otros cuatro me encontraron y trataron de intimidarme, Cris me protegió de ellos— me explicó, no obstante, no pude creerlo, no cuando se trataba de él. Pues era un secreto para el resto de la manada, pero a diferencia de ellos, todos los miembros de mi familia sabían lo que él podía hacer y no estábamos seguros cerca suyo, no con tan pocos guardias y mucho menos en el bosque donde él se la pasaba gran parte del día y probablemente ya se conocía cada centímetro.

—¡Joaco, yo no le hice nada!— lo escuché gritarme, aunque nuevamente lo ignoré, pero no se me pasó por alto como forcejeaba tratando de liberarse.

Tomé a Firu en mis brazos y apresuré el paso. Ella se quejó, pero no había tiempo para explicarle. Debíamos darnos prisa y regresar al campo de entrenamiento, no confiaba en que pudieran mantenerlo sujeto por mucho más tiempo.

—¡Soy tu primo!— lo oí gritarme y fui más rápido. Firu trató de ver por encima de mi hombro y le oculté el rostro en mi pecho.

No quería que lo viera, ni él a ella. Solo el hecho de ser humana la ponía en más peligro que a cualquiera de nosotros.

Atravesamos lo que me pareció una eternidad de bosque hasta que finalmente llegamos al campo de entrenamiento donde una pequeña parte de los guardias estaba ya en las filas y veía en nuestra dirección.

Busqué al entrenador con la mirada y lo encontré en las gradas, sin embargo, no estaba solo, papá estaba con él.

Genial.

Me acerqué rápido a ellos, los guardias me siguieron y solo hablé luego de dejar a Firu en las gradas donde desde un principio debió estar.

—¿Estás lastimada?— quise saber, pero vi el rasguño y el hilo de sangre fluyendo de su rodilla antes de que ella siquiera abriera la boca.

De inmediato me giré y me abalancé sobre la cosa, los guardias lo mantuvieron sujeto y de reojo vi como papá y el entrenador se apresuraban a alcanzarme, tratando de detener mi ataque, pero fui más rápido que todos y golpeé mi puño contra su mejilla volteándole el rostro a un lado.

—¡Joaquín!— rugió papá, Evelin gimoteó a mis espaldas y oí cientos de respiraciones cortarse.

La cosa no se inmutó de dolor, pero su labio comenzó a sangrar y allí donde mi puño le impactó su piel comenzó a volverse rosada.

—Si la vuelves a lastimar te mataré— le advertí y fui apartado de él antes de que pudiera encestarle otro puñetazo.

—¡¿Qué pasa entre ustedes dos?!— papá rugió y el poder en su voz me hizo estremecer. —Suélten al príncipe de inmediato— les ordenó a los guardias, pero yo les rugí y la mitad de ellos lo soltaron, aunque la otra mitad tembló resistiendose a la orden de su luno y obedeciéndome a mí.

—Él lastimó a mi mate, papá— expliqué, esperando que lo encarcelara o lo exiliara de la manada de una vez por todas.

—Eso no es cierto— gruñó la cosa.

—Él no me hizo daño— dijo Firu al mismo tiempo. —Fueron esos cuatro— se acercó a mi lado y señaló a los guardias que habían estado desde el principio en el bosque.

—¡No sabíamos que era la princesa... pen...pensamos que era una humana perdida!— explicó uno de ellos sonando aterrado y los otros tres que debían ser trillizos asintieron.

—Solo queríamos espantarla, pero no le hicimos daño— dijeron los trillizos al mismo tiempo y miré la rodilla de Firu.

—¿Y por qué está lastimada?— gruñí viendo acusatoriamente a la cosa.

—Los escuché seguirme y me tropecé con una rama— se quejó Firu y volteé a verla, descubriendo que me miraba con la misma acusación que yo miraba a la cosa.

¿Me culpa a mí?

—¿Y qué hacías en el bosque? — interrumpió papá atrayendo toda nuestra atención a él.

Solo entonces Firu apartó la mirada y vio el piso.

—Trataba de huír.

¿Ella trataba de huír?

—¿De Cristopher, cierto? — cuestioné.

—No, de ti— sus ojos vieron directo a los míos y dentro de mí, mi corazón se rompió.

¿Ella no huía de él?

—¡¿Lo ves?!— me gritó la cosa y volteé a verlo.

—¿Por qué estabas en el bosque? ¿Eh?

—No tengo nada que decirte, deberías agradecerme por salvar a tu compañera, todos saben lo que les pasa a los humanos que se adentran en el bosque.

Sí, lo sé y por eso los guardias serán castigados, pero antes...

—Dime que hacías en el bosque— repetí, mi tono volviéndose más amenazante, aunque solo era una apariencia, no podría hacerle daño, ya no con Trent durmiendo.

—Tío, diles que me suelten— se dirigió a papá prefiriendo no responder a mi pregunta, aunque yo ya tenía una idea de su respuesta.

—¿Oliste su sangre, cierto? — le pregunté y sus ojos brillaron ante la mensión de esa palabra.

Realmente la había olido.

—Tío, no le hice daño...Yo la protegí.

Papá vio de él a mí, le sacudí la cabeza pidiéndole silenciosamente que no lo libere, que no le permita quedarse. Es un peligro andante que debe marcharse de una vez por todas.

—Suéltenlo— ordenó papá y los guardias lo liberaron. —Y ustedes cuatro, ya no forman parte de esta manada, quedan exiliados— espetó al grupo que Evelin había señalado.

—Gracias— murmuró la cosa y se acarició la mejilla. Lamentablemente mi puñetazo ya se había curado, probablemente ni siquiera le dolía a este punto.

—Vete a tu casa, Cris, iré en unos minutos— le dijo papá y él desapareció sin mirar atrás.

Los cuatro guardias exiliados cambiaron de forma y huyeron al bosque. No tenían derecho a recoger sus pertenencias ni ha despedirse de nadie, sus familias serían informadas de su exilio más tarde junto con la causa de tal decisión.

Atacar a un miembro de la manada y más a un miembro de la realeza era condenado al exilio.

—Joaco, lleva a Evelin a la casa y curale la pierna, hablare contigo en la noche— me ordenó a mí y tragué grueso.

—Sí, papá— le hice una reverencia y cargué a Firu en mis brazos para que no utilizara su pierna herida.

Cuando estuvimos lo suficientemente lejos de los oídos agenos presioné mi frente en su hombro y aspiré una bocanada de su delicioso aroma.

—¿De verdad querías huír de mí? — no podía entenderlo, mi mordida debió hacerla sentir mejor, era mi promesa de darle una familia...

—Bájame— dijo y no hizo falta sentir sus emociones para saber que estaba molesta, su voz la delataba.

Obediéntemente la dejé en el suelo y solo la liberé cuando estuve seguro de que su pierna lastimada no la haría caer.

Ella avanzó volviendo a toda prisa por sí misma a casa sin esperarme y yo troté hasta alcanzarla.

—Firu.

—Lo amenazaste con matarlo— su enojo se mezcló con su miedo, aunque no noté nada en su voz, ni en su mirada. Ella era buena ocultando sus emociones. Al menos con su apariencia.

—¿Puedes perdonarme? No volveré a hablar así frente a ti. — le prometí.

—¿Lo harías?

—¿Hablar feo? No, ya no. Ahora sé que no te gusta, asi que...

—No, me refiero a matarlo. — se detuvo y volteó a verme.

Esperaba una respuesta, aunque sabía que eso la aterraba. También a mí, pues no sabía qué responder ¿Lo haría? ¿Podría matar a alguien? Nunca había pensado en eso, no hasta hoy cuando ella estuvo en peligro ¿Mataría para protegerla?

De inmediato supe la respuesta, haría cualquier cosa por ella, pero eso no significaría que lo volviera más fácil.

—No soy un asesino— le dije y ella asintió y volvió a caminar, noté que aún estaba tensa y no me gustó ¿Me temía? —Firu, nunca te haría daño ¿Lo sabes, cierto?

—Me mordiste— me recordó e hizo a un lado su cabello enseñándome mi marca en su cuello.

—Eso es diferente.

—¿Cómo? Si hubieses mordido más fuerte, me habrías matado.

No había pensado en eso. Yo solo quería darle un hogar, hacer que ese vacío en ella y toda la tristeza desaparecieran.

—No, me detuve antes de perforar de más y no es una mordida cualquiera, es...una marca, Firu. Una que significa la eternidad y mi completo amor.

Ella solo continuó caminando.

—Sé que te estoy dando una mala imagen de mí, pero si supieras que solo quiero protegerte del peligro quizás...

—Él no es peligroso— se giró y volvimos a detenernos. —Esos cuatro chicos no me dejaban ir, él llegó y me salvó, Joaco.

Dolía tanto que lo defendiera.

—Él no es un salvador, él es peligroso, probablemente es la cosa más peligrosa con la que puedas encontrarte aquí y debes mantenerte alejada de él, si te lo encuentras, corres. Si lo ves, huyes. Si se te acerca, gritas.

—Él...me...salvó...de...esos...cuatro...
chicos— repitió, irritada.

—No fue así— la contradije. Él había olido la sangre, quizás la salvó al final, pero solo porque la quería para sí mismo. —Por favor, no te le acerques— le supliqué y llevé mi mano a su mejilla. Los nudillos me dolieron, era la mano con la que había golpeado a la cosa, pero ignoré ese escozor. Valía la pena con tal de acariciarla.

—Todos en este lugar están locos— me dijo y volvió a caminar, esta vez alejándose de mí.

Holaa queridos lectores!

Este es el momento en el que digo "Confíen en el proceso", antes le había contado que específicamente en esta historia, habría más cambios y la rivalidad Cris-Joaco es uno de ellos.

Uno de los más importantes me atrevería a decir, puesto que luego de esta historia ya saben la que viene 😉, así que sí, les pido confíen en mi y tengan en mente que siempre prometo un happy ending y esta no es excepción.

Lamento la demora.

Espero sigan aquí.

Atte: MicaelaEP ❤️

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