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🐺Capítulo 1|Firulais


CAPÍTULO 1=Firulais.

Joaco:

Los guardias llegaron a tiempo, espantaron al oso, nos protegieron a mi mate y a mí y luego nos escoltaron a la casa de mis padres de regreso a la manada.

En todo el trayecto, el cual fue más largo de lo normal porque lo hice a pie, estuve olfateando a mi compañera intentando entender porqué es una humana y no una loba.

Ya había descartado la sangre, pero por pocos segundos pensé que tal vez su aroma aún así le pertenecía a los humanos que murieron, que quizás ella había pasado demasiado tiempo entre ellos y el aroma se le pegó, pero con cada bocanada de aire que tomaba, el aroma a lluvia me llegaba y debajo de él la indudable esencia humana prevalecía y no le pertenecía a otro sino a ella.

Acaricié su cabello el cual era negro y repasé una vez más su rostro. Éramos muy diferentes, su ceño está fruncido como si en cualquier momento fuera a despertar y a gritar, sus cejas son negras y finas ¿Se quitó algunos pelitos para que queden así?

Y sus labios...jamás me sentí tan atraído por unos labios. El inferior es rosado y carnoso y el superior es apenas unas tonalidades más oscuras que su piel. Me encantan las pequeñas pecas en su nariz y mejillas, también su piel oscura y suave. No puedo evitar pensar que me veo como un fantasma a su lado, pero me gusta porque somos muy diferentes físicamente, muchos compañeros son así, pero eso solo nos hace idénticos en nuestra personalidad.

Fantaseo con la idea de que le guste lo mismo que a mí, quizás podría llevarla por helado o ver películas viejas durante la noche, incluso hasta podría hacerla disfrazarse de algún personaje y justos hacer el mejor cosplay que haya existido.

Hay tanto que quiero hacer con ella, pero no se compara con mi necesidad de que ya suceda el momento en el que abra los ojos, se fije en mí y nos declaremos amor eterno.

Le diré que sí y ella me dirá que sí, luego me inclinaré y besaré su mano para que se fije en mis bonitos ojos celestes y cuando me sonría otorgándome ese hermoso gesto de aceptación, la extrecharé entre mis brazos durante cada noche por el resto de nuestras vidas...aunque se está tardando.

Ya debería haber despertado, pasaron treinta minutos del ataque del oso y casi llegamos a casa, pero ella sigue dormida.

-Pronto lo hará- me prometió Trent que mientras yo miraba apasionadamente a mi compañera se encargaba de evitar que choquemos contra algún árbol.

Cinco minutos más tarde llegamos a casa, la gran mansión que papá hizo construir para mi familia se alzaba resaltando entre las demás. Estamos en un bosque, así que las casas son hermosas cabañas rústicas hechas de tronco, pero nosotros no somos una familia normal, mis hermanas y yo solemos emfermarnos así que no vivímos en una cabaña. Se siente casi como un edificio con las paredes enyesadas para que el frío no entre, pero solo es la imitación de una casa humana hecha de ladrillos.

-¿Qué haces con esa chica? -preguntó mi mamá cuando entré en la cocina y tuve que ver a todos lados dándome cuenta que ya habíamos llegado, pero me alegré porque por fin iba a poder presentarles a mi familia al amor de mi vida.

Me aclaré la garganta, sonreí y viendo a mi aún dormida compañera abrí la boca, pero las palabras que salieron no fueron las mejores.

-Ella es mía- solo eso salió de mi boca, me esperaba poder decir algo como "Ella es mi destino" o "Ella es mi muy somnolienta mate", pero supongo que decir que es mía también cuenta, creo.

-Es tan, pero tan hermosa con esos rizos negros y esas largas pestañas-dijo Trent ignorando que de nuestra boca salían romroneos.

-¿Ella es tu mate? -mamá se acercó a mi lado para observarla mejor.

-Sí- dije distraídamente mientras evitaba pestañear. No quería perderme ni un instante de su vida, si ronca quiero verlo y oírlo. Si babea quiero limpiar esa baba y si murmura algo quiero estar allí para decirle "Es solo un sueño, pero cuando despiertes aquí me tienes".

-¿Es una humana?- mamá se inclinó un poquito, olfateó el cabello de mi compañera y luego se alejó unos pasos para seguir oliendo el aire.

-Sí, es la humana más hermosa que he visto-murmuré y nos giré, mamá nos veía maravillada. -¿A que sí? -incliné a mi humana hacia ella y sonreí, se ve hermosa con la luz brillando como brillantina sobre su piel.

Pero mamá no reaccionó como esperé, ella gritó, se alejó y mi sonrisa desapareció.

-¡Está cubierta de sangre!

-¡No es suya!- le aseguré, la había revisado antes de levantarla del suelo del bosque. La sangre no le pertenecía, era de uno de los humanos más próximos a ella, el que gritó hasta que el oso acabó con él. -¡Había un oso y otros humanos!- me apresuré a decir y la aferré más a mi pecho.

Pensar en el oso me ponía nervioso, si tan solo hubiera llegado unos minutos más tarde ella no estaría viva ahora mismo y yo nunca sabría lo que es la felicidad.

-¿Estás seguro, Joaco? Tiene mucha sangre.

-Lo estoy, ella está bien, ella es mi compañera, mamá.

Miré a mi compañera y luego a mamá que nos veía con una mezcla de preocupación y orgullo.

-Lo es y te dije que no tardarias en encontrarla-mamá me envolvió en sus brazos por un segundo y se apartó dándome un beso en la mejilla.
-Cuídala, tengo que enviar a alguien para que vigile la casa y le pediré a los guardias que revisen el bosque. Si hay más humanos...

-Están muertos, el oso los asesinó mamá- murmuré y empecé a subir las escaleras, los humanos aún me preocupaban, pero ya no podía esperar más, así que en cuanto subí las escaleras me meti en mi habitación y acosté a mi mate en mi cama descubriendo de inmediato que a pesar de nuestra nueva distancia de apenas unos centímetros su aroma me llamaba.

Era más intenso, como si tuviera una tormenta dentro de mi casa y mi instinto me dijera que vaya hacia ella.

La queria, queria reclamarla mordiendo su cuello, hacerla mía una y otra vez hasta que mi aroma quedase impregnado en ella. Ser uno solo hasta que nuestros cuerpos quedasen agotados. Ser suyo. Para siempre.

Era extraño y fantástico, podía sentir mis ojos cambiando sin control a dorados o quizás a dorado con rojo a causa de mis emociones descontroladas y al mismo tiempo mi corazón se aceleraba, entusiasmado por verla hacer algo, lo que sea.

Y entonces se movió y me adelanté pegando mi nariz a la suya para estar todo lo cerca posible y facilitarle la tarea de abalanzarse sobre mí cuando abriera sus ojos.

De apoco los abrió, pestañó dos veces. Me vio, a cambio le sonreí enseñándole mi bonita sonrisa y mis bonitos ojos y luego...gritó.

-¡Ahhhh! - su mano golpeó mi nariz, arañó mi mejilla e hizo temblar mis labios -¡Dejame ir!- gritó y me sentí mal ¿Ya se quiere ir?
-¡Secuestrador!- volvió a gritar y retrocedí, aunque una parte de mí se sintió orgulloso de la pequeña humana.

Es fragil, es mucho más débil que yo, pero aún así intentó defenderse. Nunca vi a criatura más valiente y eso me encantó, definitivamente nos llevaríamos bien.

-Oye cálmate, no te haré nad...- su mano impactó en mi mandíbula -¡Auch! no golpees- me quejé dando otro paso atrás y empecé a sobarme el golpe con la mano.

-Déjame ir-pidió, las lágrimas se deslizaban por sus mejillas, me destrozaron.

-Oye- me acerqué de nuevo, pero volvió a querer pegarme y tuve que mantener distancia. -No te secuestré, te salvé del oso y te traje aquí- le expliqué tranquilamente para que se calme y deje de llorar, aunque yo ahora quería llorar ¿Por qué no se está abalanzando sobre mí?¿Por qué no me da un mordisco?

-Al fín traes a alguien a la casa, ya estaba empezando a pensar que eras gay-dijeron desde la puerta y gruñí, quise alzar mi dedo medio en respuesta, pero tenía algo que la espantaría mucho más rápido.

-Largo hermanita o le diré a papá que te acostaste con el setenta por ciento dr los idiotas de la escuela.

Un segundo después mi hermana Layla ya no estaba.

-Lo siento- me disculpé con mi mate, no quería que tuviera una mala imagen de mí, por lo general no tengo que amenazar a las gemelas, pero hoy fue la excepción. Quiero este día para que mi mate y yo nos conozcamos y eso incluye que nadie de mi familia intervenga.

Sería muy raro si entraran en medio de nuestro apareamiento.

-¿Ya nos conociamos? -me preguntó de repente y sonreí.

Ojalá.

Si fuera así jamás la olvidaría.

-No.

-¿Estás seguro? - insistió y vi sus ojos, no están dorados como los míos, no enseñan lo cautiva que está por mí, pero son negros y se sienten profundos, tanto que quise alcanzar esa oscuridad.

-Seguro...

-Es que te siento como si nos conocieramos desde siempre-dijo y sonreí.

Es porque eres mi amor.

-No lo creo, tal vez en otra vida.

-Ella nos reconoce, su corazón sabe que somos su otra mitad-me dijo Trent y sonreí aún más, pero ella retrocedió pegando su espalda a la pared ¿La asusté?

-¿Cómo te llamas? -me preguntó, su voz algo temblorosa, pero lo trataba de disimular y tuve que suspirar, ella es tan valiente...

-Joaquín, aunque debes llamarme Joaco-ella asintió, pero no dijo su nombre -¿Y tú? -le pregunté esperando con ansias escuchar el nombre de mi futura esposa y madre de mis hijos.

-Evelin.

¿Evelin te casarias conmigo?

-Suena perfecto- dijo Trent y asentí, podía imaginarnos en cualquier lugar del mundo y sonaría igual de increíble que ahora.

-Ya debo irme- se sentó en la cama
-Mi grupo debe estar buscandome-comenzó a levantarse, pero la detuve posando mi mano sobre su hombro.

No dejaré que se vaya, no ahora que ya está aquí.

-Tu grupo está muerto, el oso los mató- le conté y entonces notó la sangre que la cubría.

Ella hizo una mueca de dolor y empezó a llorar.

-¡Abrázala! ¡Abrázala! ¡Ahora! -me gritó Trent y lo hice, casi caigo sobre ella por culpa de mi torpeza, pero lo disimulé y pronto pude tenerla nuevamente entre mis brazos.

Se sentía tan suavecita.

-Ya mi Firulais, deja de llorar- pedí tiernamente y para reconfortarla froté suavemente su espalda.

Ella soltó una carcajada, me enamoré de esa fugaz risa, pero tan pronto como llegó se desvaneció y ella siguió llorando.

-¿Me...me dijiste Firulais? -

Por supuesto.

-Así les decimos a los cachorros sin familia y como todo tu grupo...bueno, ya sabes- me llevé los dedos a la garganta y fingí cortar mi cuello...ella lloró más fuerte.

-Estás metiendo la mano hasta el fondo ¡Idiota!- me reprochó Trent y me aferré a ella dándole más caricias a su espalda, tratando de disculparme pues no era mi intención lastimarla. Simplemente no lo pensé cuando le hice esa señal de muertito.

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