🐺 Capítulo 50|Regreso.
Logan=
Maldito portador de lo que es mío, la noticia me a llegado.
Mi preciada propiedad, también llamada por los ignorantes "Luna Genna" está preñada.
Has sido astuto, conseguiste arrebatarme el legado de la corona para siempre, no obstante yo también celebro tu triunfo, pues si no tengo a tu mate la cual fue prometida a mí desde su nacimiento, desearé a tu falsa diosa que tengas una niña y te la arrebataré.
Me llevará un poco más de tiempo pero ¿Sabes algo?
Soy el nuevo alfa de la manada Savage-Lycans y si algo nos caracteriza es que sabemos esperar por la deliciosa venganza y yo esperaré mientras armo mi ejercito ansiando que llegue el día en que tu liderazgo acabe y el mío surja.
Camina en paz maldito enemigo, te estaré vigilando y volveré en algunos años por lo que es mío.
Sin firma, sin nombre, sin remitente y aún así los lobos salvajes habían conseguido meter una caja con una nota y un ramo de rosas blancas quemado, dentro de mi manada.
No se me ocurre quien pudo habernos traicionado, ni siquiera mis hermanos o mis padres sabían la noticia del embarazo.
El traidor debía ser alguien que a tenido contacto con Genna o con sus hermanos, pero lo dudo. Lion y Loan no la pondrían en peligro, sus mates no los traicionarían a ellos tampoco y por mucho que me cueste y duela admitirlo tengo que considerar que tal vez los guardias que por tantos años entrenaron para servir a la manada han sido los mismos que le dieron la espalda.
Olfateé la caja y me apresuré a quitar el hocico, el olor a alcohol me provocaba dolor de cabeza y la caja estaba impregnada de el.
—Alfa— Alec y un pequeño grupo de soldados nos recibieron en su forma humana.
Más temprano había hablado con Alec ya que antes de regresar me di cuenta de que no había forma de traerle los chocolates y el anillo a Genna si no era por mensajería y como las compañías humanas se niegan a hacer envíos al bosque por lo peligroso que es, lo envié a él a ir por la caja y le ordené que me esperara aquí en las orillas de la manada para tenerme al tanto de como habían llegado los objetos.
Con un gruñido mío, los guardias tanto su pequeño grupo como el mío, se alejaron dándonos un poco de privacidad.
—¿Me extrañaste más o menos que a Jeins?— preguntó con diversión mientras se acercaba para abrazarme.
—Hay un traidor entre nosotros, Alec— su sonrisa se volvió sádica.
—¿A quién debo matar, hermano?— me preguntó recogiendo la cajita pequeña que habían dejado, leyó la carta y gruñó tan fuerte como yo cuando la leí las primeras diez veces.
—Voy a ser tu padrino— dijo antes de cambiar de forma y destruir la caja con sus garras.
Nos adentramos en la manada, el consejo nos esperaba, pero dejé todo atrás permitiendo que Alec les dijera como había salido todo en Half-moon y regresé a casa antes advirtiéndole a él y a los guardias que guardaran silencio sobre la caja y las flores quemadas que el enemigo había enviado.
Si los miembros de la manada se llegaran a enterar de que el enemigo pudo entrar y salir sin ser visto se armaría una ola de miedo. Además, si nadie estaba al tanto de que buscábamos al traidor, el mismo no huiría y lo podríamos atrapar.
Corrí por la manada, ignoré las muchas reverencias hacía mi persona y cuando estaba a sólo doscientos metros reconocí a la madre de mi cachorro.
Genna estaba sentada en el porche con sus manos cerradas en puños sosteniendo su rostro y un bonito puchero adornaba sus labios.
—Nos está esperando— se alegró Tax.
Cerré mis ojos para sentirla con más intensidad y por dentro sonreí porque menos de doscientos metros era la distancia que separa la felicidad de la tristeza e impaciencia que está sintiendo ella en este momento.
Me apresuré y cuando estuve tan cerca que prácticamente podía lamerle la cara, mordisqueé con cariño su oreja.
Genna pegó un respingo, casi cae de los escalones y como su héroe me arrojé debajo como alfombra para amortiguar su caída.
—Hola— dije desde abajo, ella estaba tan emocionada que comenzó a llorar sentada sobre mi lomo, pero sin reaccionar.
—¿No me das un beso?— le pregunté con diversión contando los segundos que se tardaba para reaccionar y darse cuenta de que volví.
—Logan— sus manos bajaron de su rostro dónde cubrían su boca y sin verme me acarició las orejas. —¿Eres tú?— se levantó y giró sobre sus talones quedando frente a mí.
Me incorporé en mis cuatro patas y le lamí la mano.
—¿Eres tú?— repitió y estiró su dedo para picarme el ojo.
—Pícame el ojo y te muerdo, lobita— advertí jugando.
—Logan— soltó un largo suspiro y entre llantos y lágrimas se llevó la mano al pecho. —¿Logan...
—Ya estoy de regreso, lobita— le prometí y se me quedó viendo cómo una estatua.
Mordí con cuidado su mano y la guié dentro de nuestra casa, tal vez si me veía siendo yo mismo y no en mi forma lobuna al fin me iba a besar.
Al entrar me aseguré de que los guardias no estuvieran a la vista y regresé a mi forma humana.
Genna siguió llorando, así que la alcé en mis brazos y sosteniéndola contra mi pecho la besé con pasión y al cabo de uno de los mejores segundos de mi vida, la bajé con delicadeza y retrocedí para verla de arriba a bajo.
Sus pies estaban descalzos, sus piernas se encontraban desnudas por el vestido color celeste que no le llegaba más allá de la rodilla y su hermoso cabello se encontraba atado en una coleta alta que acentuaba sus ojos oscuros y a sus dulces y rojizos labios.
Hermosa.
—Eres tú— sus ojos se llenaron de lágrimas —¡Eres tú, Logan!— gritó al fin y se lanzó a mis brazos.
—Ya era hora— suspiró Tax mientras Genna y yo nos fundiamos en otro beso.
Me dio besos por aquí y allá, con sus colmillos dejó pequeños mordiscos en mis mejillas y cuello dejándome pequeñas marquitas y por último cuando creí que me acariciaría me jaló no muy fuerte de la oreja y con un gruñido dijo:
—Logan Strike si no vuelves a responder a mis llamados te arrepentirás, me asustaste, te estuve esperando todo el día— me retó haciéndome reír.
Me incliné un poco a su sensual altura de un metro setenta y cinco y mordisqueé su oreja tal y como ella había hecho con mi mejilla.
—Perdóname pequeña, prometo que la próxima vez—lamí su cuello —Seré un buen esposo.
—Logan— sollozó.
—Genna— me preocupé.
¿Qué le pasa?¿Por qué llora tanto?
Bajé mi mano a su vientre esperando sentir aquella descarga y allí estaba, lleno de vida.
—Te amo, te extrañé mucho—dijo con un nudo en la garganta y suspiré de alivio ante sus palabras.
Yo también la había extrañado mucho.
En mis tiempos libres la llamaba y cuando me veía obligado a colgar o a ocupar mi tiempo en otras cosas contaba los segundos, minutos y horas que faltaban para regresar a ella.
—Yo también te amo y no tienes idea de cuanto te extrañé, los días no fueron los mismos sin ti, cachorrita.
Sin desear esperar un minuto más comencé a alzarle la falda, desabroché los botones en su espalda y cuando el vestido cayó me quedé sin habla, sin poder respirar o siquiera poder pensar.
—¿Pasa algo malo?— preguntó cubriéndose con el vestido y le gruñí en protesta no queriendo que haga eso —¿Es porque no me depilé las piernas?
Reí por sus tontas suposición y la alcé en mis brazos. Caminé con ella hacia mi habitación y me detuve en el marco viendo como los decoradores habían dejado todo.
Olfateé el aire y no había ni un atisbo del aroma de las otras lobas, pero el aire sí olía raro, como húmedo.
—¿Por qué huele así?— gruñí.
Genna olfateó el ambiente y sonrió.
—Las personas esas dijeron que la fragancia se llama "Pureza virginal", pensé que te gustaría ya qué huele a una florcita— me dijo y gruñí una vez más.
—No me gusta— le dije y recordé que en el viaje cada aroma nuevo me resultaba asqueroso.
—A mí sí— sonrió y dándome un pico que me hizo olvidar de la razón de porqué la traje aquí y entonces al bajar mis ojos a su estómago recordé.
—Bien, mira— caminé con ella y la bajé frente al espejo. —Mira como creció— susurré en su oído
—Mira la sexy mamá en la que te estás convirtiendo—dije con la voz ronca cerca de su cuello.
—Creció unos centímetros— dijo feliz.
Sus ojos se volvieron bicolores entre dorado y rojo y se acarició el pequeño bulto apenas perceptible de costado.
—Te quiero, los quiero— lamí su hombro. —Y ya estoy aquí,
lobita— dije recordando una vez más la nota —Ya estoy devuelta para protegerte y al bebé.
Bajé mis manos, ya no aguantaba la necesidad por sentirla, por tenerla y asegurarme acercando todo lo posible nuestras almas de que ella estaba conmigo, a salvo.
—Logan de verdad no me depilé la piernas— dijo haciendo puchero. —Si me das cinco minutos...
—¡GENNA WOLFBLOOD!— ambos intercambiamos miradas —¡¿CÓMO ES ESO DE QUE ESTÁS EMBARAZADA?!— Oímos a Lion gritar y nos apresuramos a vertirnos, por suerte yo tenía mi armario aquí y ella aún conservaba su ropa interior así que pudimos ser rápidos al vestirnos.
Salimos tomados de la mano, yo delante de ella y vimos a su hermano echar chispas al caminar en círculos por la sala.
—Lion— mi voz sonó profunda, ronca por la reciente excitación.
—¡TÚ!¡VOY A DESTROZARTE EN MIL PEDAZOS!¡¿POR QUÉ NADIE ME DIJO ANTES?!— gritó caminando hacia nosotros.
—Te lo iba a decir cuando Logan llegara— explicó Genna y su hermano gruñó.
—Es reciente Lion, ahora por el bien de tu hermana te sugiero que tomes asiento y lo hablemos con calma.— llevé a Genna al sillón y Lion le atrapó la mano cuando pasamos frente a él.
—¿Cómo podría estar sentado cuando todo lo que quiero es abrazarte princesa?— le dijo él dejándome tan atónito como confundido.
Genna lo abrazó y él le devolvió el abrazo y susurró en su oído cosas que no llegué a oír pero que a ella le gustaron pues sonrió y le lamió la mejilla.
—Gracias, Lion— dijo entre sollozos y gruñí porque me la había echo llorar.
—Lobita— traté de atraerla hacia mí y ambos me enseñaron los colmillos.
—Momento de bebé a hermano-papá— me advirtió el híbrido y bufé dejandoles un momento para ellos —Seré el mejor tío del mundo— la alzó y la llevó al sillón —Y por si no quedó claro no quiero que me escondas más nada, si a Loan no se le escapaba mientras dormía yo no me hubiese enterado— le dijo y ella asintió.
—Te diré en el próximo— le prometió ella haciéndome muy feliz y a él muy miserable.
—¿Próximo? No bebé, nada de próximo por un largo, largo tiempo.— le dijo él y le besó la mejilla —Me mudaré a la casa de al lado y vendré todos los días para asegurarme de que sigas una dieta estricta de sangre y carne, sino el bebé podría ser débil— le dijo y por alguna razón Tax sollozó.
—¿Está todo bien, Tax?— quise saber.
—No, hice algo malo, Logan— su voz se quebró y su llanto no se pareció a nada que haya conocido hasta entonces, él de verdad lloraba.
—¿Tú nos traicionaste?— mi pecho se endureció de solo pensar que mi consejero, amigo y papá compartido de mi cachorro
nos habría traicionado.
—No digas tonterías, yo jamás— sentí como se aferraba a ese lazo que nos unió desde nacimiento
—Cuando Tiara y yo estábamos eligiendo las cualidades de nuestro cachorro, sin querer dejé caer el frasco de la debilidad en la fuente y temo por ella, ¿Qué tal si le hicimos daño a la bebé, Logan? Yo no podría vivir si ella sufre...
¿Bebé?¿La bebé? ¿Es una niña?
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