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🐺 Capítulo 26|Dudas.

CAPÍTULO 26=Dudas.

Genna=

—¿Ya tienes sueño?—le pregunté. Logan bostezaba desde hacía rato y tiene grandes bolsas bajo los ojos. Me da penita verlo así, le dije que se vaya a descansar, que otro día podríamos ver las estrellas juntos, pero no quiere, es muy testarudo y gruñón.

—Dormiré cuando tú lo hagas— se distrajo por un buen rato peinando y trenzando mi cabello mientras mirábamos las estrellas en el cielo. La noche había salido estupenda, Logan y yo bailamos durante toda la fiesta, comimos y me dio jugo de uva para que simulara que era vino porque no quiere que beba, pero Nathan sí había bebido y algunos de los otros chicos también.

—¿Por qué yo no puedo beber vino?— le pregunté.

—Cariño aún eres pequeña— dejó caer mi nueva trenza sobre mi hombro y me rodeó la cintura, de inmediato la corriente y su poder me rodearon, estaba a salvo y calentita con él.

—Alec dejó a Nathan beber— lo contradije.

—Tú no eres Nathan—  sus labios rozaron mi cuello y ese leve toque provocó que mi corazón latiera con fuerza, más rápido que de costumbre.

—No es justo, lobo malo— proferí un gruñido bajito, pero bastante alto para que él no escuchara.

—Cariño esta noche me avergoncé frente a toda mi manada, al menos compénsame con un fuerte abrazo— me susurró con cariño al oído. Lentamente me giré y le di un abrazo de osa panda a oso panda con rabito.

—¿Así está bien?— le susurré de la misma forma que él a mí y llené de besos sus mejillas. —Te quiero— le rodeé el cuello y lo abracé más fuerte.

—Te amo lobita— sentí su manos tocar mi cintura y luego ser retiradas rápidamente. —Ya es muy tarde— se levantó, me levantó con él y puso distancia entre los dos.

—¿Siempre va a ser así?— me abracé el pecho y discretamente nos señalé con la mano. Él siguió mi gesto y soltó un largo suspiro.

—No para siempre— comenzó a caminar escaleras a bajo, lo seguí caminando detrás de él a cierta distancia pero se sentía muy lejos como si hubiera una barrera invisible que nos separase y nos impidiera estar juntos.

—¡Al fin!— los ojos de Lion estaban más rojos que dorados, está enojado. —¡Dónde estabas! La fiesta acabó hace una hora— me retó y me sorprendí, ver las estrellas con Logan se sintió tan lindo, tan íntimo, el mundo y el tiempo habían desaparecido.

—Fue mi culpa— como siempre Logan asumía la culpa de todo y me hacía sentir como una pequeña sin poder defenderse por sí misma y teniendo un guardaespaldas para todo.

—¡Basta!— el grito salió de Tiara y de mí.

Los tres me vieron sorprendidos, yo nunca grito, no me gusta, es horrible gritarle a alguien pero esta vez sentí la necesidad de hacerlo.

—No quiero que me protejan más— cambié de forma y corrí.

No quiero que me vean como pequeña, no soy una niña, ya entiendo las cosas, tengo quince al menos deberían respetar eso.

Genna espera, no es seguro que andes sola por ahí— Logan venía pisándome las patas, lo escuchaba, lo sentía cerca, su poder me perforada, se apoderaba de mí. Él trataba con su fuerza de alfa controlarme, acercarme a él pero mi lado vampírico no se lo permitía.

Hermanita espéranos— Lion y Loan eran una sola voz que también me perseguía, llegué a la casa, entré, corrí por las escaleras y me encerré en mi habitación.

Logan fue el que primero en llegar, golpeó, trató de entrar pero no iba a lograrlo a menos que tirara la puerta.

—Genna abre, lobita— no se cansaba de golpear.

—No soy una niña— le dije y apagué las luces, quería dormir y soñar, olvidarme de la forma en que todos me trataban y al menos dentro de mis sueños poder disfrutar de esa libertad que sentía al correr por el bosque.

Logan=

No nos abrirá— Tax se dio por vencido luego de tres horas. Nuestro cuerpo estaba cansado, el sueño estaba ganando la batalla y si no fuera por las fuerzas obtenidas con los años habríamos caído dormidos como cachorros.

Volví a mi habitación e hice una mueca porque aunque el traje no me gustaba sí era bastante cómodo y calentito y ahora está hecho pedazos.

Bostecé muchísimas veces a lo largo de la noche, me preparé tres cafés y aún así tenía sueño, no había dormido desde el día anterior y ahora eso me estaba pasando cabida.

Tax háblame, tengo sueño y si me duermo— bostecé —Genna se va a traumar— Tax también bostezó.

No te duermas, si te duermes nuestra loba se asustará, así que no te duermas, no te duermas, ya te estás durmiendo— lo escuché gruñir a lo lejos pero no le di importancia, mi alma se estaba separando de mi cuerpo al dormir y viajaba junto a Genna dónde de alguna forma la pude rodear con mis brazos sin estar con ella en la habitación y así, separados pero juntos compartimos otro sueño.

El bosque estaba gritando, los pájaros volaban, los peces saltaban sobre la laguna y la manada completa estaba a nuestro alrededor, sentía a Genna cerca y de pronto, dos pares de ojos dorados con manchitas rojas se abrieron y me vieron.

Sus cabecitas pequeñas y los rizos largos contrastaban con su pálida piel. Las pequeñas yacían en un canasto y yo no era el único que las veía con adoración, todos las veían de la misma forma.

Me acerqué y les gruñí a todos los presentes, giré al rededor de ellas, les dejé mi aroma y cuando demostré que eran mías me senté en cuatro patas frente a ellas.

—Mías— gruñí.

Ambas me pertenecían y eran los dos grandes amores de mi vida.

—Mías— ronroñé muy feliz, al fin, al fin estaban conmigo, las dos.

—Logan— Genna me llamaba desde alguna parte, su voz era más poderosa y lograba quitar mi atención de las dos pequeñas de ojos dorados con rojo y rizos largos y oscuros.

—Lobita— la busqué, giré a mi alrededor. Los pájaros ya no cantaban, las personas ya no estaban y las dos lobitas chiquitas ahora estaban en los brazos de Genna.

—¿Quienes son?— las veía a las tres con adoración y las protegía aún sin estar en pose de ataque.

—Son nuestras lobitas— Genna las veía con tanto amor como yo a ella.

Me acerqué más y las olfateé, las tres olían igual, se veían igual, respiraban igual.

—Mías—volví a ser humano y las abracé —Sólo mías, mi lobita, mis cachorras— romroné en el cuello de mi amada.

—Logan estás desnudo— el miedo en su voz me dio no sé qué.

—¡Despierta!¡Logan despierta!— salté en la cama y gruñí, me había quedado dormido y Genna me había visto desnudo y fantaseando con una familia, no pude haber caído más bajo, ahora no sé cómo voy a verla a los ojos ¿Cómo le voy a explicar que quiero una familia con ella si apenas puedo besarla o decirle te amo sin querer demostrárselo?

Cómo sea, hice mi aseo, me di una ducha y bajé a preparar el desayuno para mi lobita y para sus hermanos, al menos debía actuar normal, tal vez con suerte ella no lo recuerde.

—Buen día—susurraron en mi oído, era ella. Me di la vuelta y no había nadie, me desesperé por no encontrarla y a la vez me creí loco pero al girar hacia adelante allí estaba ella riéndose a carcajadas.

—Casi me matas de un infarto—un gruñido involuntario salió de lo más profundo de mi garganta. No estaba enojado por el susto que me dio al aparecerse de la nada sino por esa sensación de tristeza que sentí al escucharla pero no tenerla.

—Lo siento, estaba probando mi parte vampira—bajó la mirada, sus mejillas estaban enrojecidas y se fue a sentar aún con la cabeza gacha a una silla en el comedor.

—Buen día— respondí algo aturdido. Soñar con una familia se había sentido tan real que ahora siento un vacío, una pequeña desilusión porque eso no a pasado y mucha tristeza porque seguramente pasarán décadas hasta que podamos hacerlo realidad.

—Iré con Nathan al bosque—,me avisó y la jarra de jugo se me cayó.

—No te quiero con otro— la imagen de las cachorras en sus brazos no se iba.

—Nathan es un amigo— dijo enojada y sus hermanos entraron a tiempo para evitar la pelea que seguramente íbamos a tener.

—No debiste irte así anoche— Loan le acarició la mano y ella la retiró.

—No soy una niña— nos repitió.

—No, pero aún eres cachorra— Loan trató de reconfortarla guiñándole el ojo y sonriéndole.

—Es lo mismo— Genna se levantó y salió de la casa, dejé todo dónde estaba para ir tras ella pero ambos hermanos se interpusieron.

—Déjala respirar, es una adolescente, necesita aire limpio sin olor a chucho— Lion necesita urgente una paliza.

—Dos, yo también quiero pegarle, ojalá lo piquen las pulgas al dormir— le deseó Tax.

Terminé de preparar el desayuno y cuando ambos estaban llenos a reventar corrí por la manada persiguiendo el delicioso aroma a nuez y chocolates que me a vuelto loco por tantos años.

Él rastro aromático de deliciosa atracción me llevó a la casa de mi beta, Genna y Nathan salían de la casa y caminaban por la manada mientras reían y se sonreían.

Ella le contaba que era una híbrida mitad loba y vampira y él se veía muy interesado por todo lo que ella decía. Tax gruñía "La loba es mía, la loba me pertenece", esa era la frase que se repetía para sí mismo.

—¡Genial!— Genna iba riéndose y dando saltitos de casi dos metros de altura mientras giraba y hablaban.

Eres tan linda— las palabras se me escaparon y llegaron hasta ella, sus saltos pararon, su sonrisa se fue y comenzó a buscarme, me escondí y no vio nada más que arbustos y personas que iban de aquí para allá por la manada.

Asomé la cabeza y ya no estaban, se habían adentrado en el bosque y en ese momento, cuando comencé a correr con el corazón en la mano, Jeins se atravesó en mi camino y casi caigo y lo atropello por su repentina aparición.

—¿Qué crees que haces?— me miró desafiante y con una sonrisa burlona.

Caminé hacia mi costado asomando la cabeza para tratar de verla pero una vez más Jeins me tapó el camino.

La estoy siguiendo, muévete— le gruñí.

—Logan si Genna te descubre se va a enojar mucho— me advirtió.

Da igual, no voy a dejar que Nathan se aproveche de su inocencia— corrí y llegué a la laguna.

Genna están nadando en ropa interior y con Nathan muy cerca de ella arrojándole agua y en bóxer.

Él gruñido que dejé salir hizo que las aves revolotearan y que el agua de la laguna se arremolinara formando pequeñas olas que salieron a la superficie. Genna se quedó quieta y Nathan no sintió nada pero ella sí, ella pudo notarme, sentir mis celos, mi enojo, mi molestia porque estuviera con otro y entonces salió del agua y comenzó a vestirse, Nathan desvío la mirada, al menos el cachorro no la veía con otros ojos.

—¿Genna?¿A dónde vas?— le preguntó.

—Logan me a llamado— mintió, yo sólo le advertí, técnicamente no es un llamado.

—Espera, debo decirte algo— Nathan salió con apresuro y la siguió, ambos comenzaron a caminar de regreso a la manada y yo suspiré de alivio porque estuviera una vez más dentro de mi territorio dónde podría cuidarla.

—Dime— le indicó ella.

—Me gustas Genna— me acerqué y lo ví y vigilé como un depredador a su presa. La bestia dentro de mí se estaba soltando y había un enemigo, un objetivo que merecía llevarse consigo toda mi furia.

—Logan— Jeins se interpuso, creí que se había ido pero talvez estuve tan concentrado en mi loba que no lo noté cerca.
—Confía en ella, Genna no te traicionaría, es tu mate— me recordó.

Confío en ella pero no él— gruñí, Genna no le decía nada y tenía la mirada en el suelo mientras él esperaba una respuesta.

—Es el hijo de nuestro hermano, de tu beta— me recordó —Es Nathan él no tendrá nada con ella y ella no tendría nada con él, ahora vuelve a tu casa y espera para hablar con ella, mates es cincuenta, cincuenta, Logan.

No le hagas caso y mata al mocoso, Genna es nuestra y él se le acaba de confesar— me gruñó Tax.

—Te aseguro que ella lo va a rechazar Logan, Genna nació para tí no hay razón para que corresponda a los sentimientos de otro— me aseguró mi hermano y suspiré.

—Te mataré si siento una pisca de Nathan en ella— le eché una última mirada a Genna y volví a mi casa para esperarla y dejar que ella me contara todo.

Llegó diez minutos después, había lágrimas en sus ojos y al verme me abrazó con fuerza y lloró en mis brazos.

—¿Estás bien?— me rompía el corazón verla llorar de esa forma.

—Nathan se enojó conmigo— sollozó y le limpié las lágrimas. Cerré mis ojos, la olfateé y el rastro de Nathan apenas era perceptible, sonreí por eso, Genna no había estado muy cerca de él como para besarlo y no había sucedido nada entre ellos.

—¿Por qué se enojó? Puedes contarme todo lobita mía— le acaricié la mejilla y una vez más le sequé las lágrimas.

—Él dijo que le gusto— sollozó y apretó con fuerza mi ropa —Y le dije que yo te quiero a tí— así es, que le quede claro.

—Eso estuvo bien, lobita. Fuiste sincera, él se dará cuenta de eso y volverá a hablarte— realmente espero que no.

—¿De verdad? Nathan es mi único amigo y no quiero perderlo—más lágrimas cayeron y ella misma se las limpió.

—Tranquila lobita, todo va a estar bien— la cargué en mis brazos alzándola del suelo como a una pluma y nos senté en el sillón —Te lo prometo, siempre vas a ser feliz a mi lado— alcé su mano y la acerqué a mis labios como tantas otras veces he echo y se la besé. Ella se ruborizó y el matiz de sus ojos cambió y se fue tiñendo de dorado y rojo.

—Logan ¿Puedo hacerte una pregunta?— preguntó algo inquieta, subió sus pies al sillón y se abrazó las rodillas.

—Puedes hacerme todas las preguntas que quieras lobita—le respondí con sinceridad. Jeins tenía razón, Genna no me traicionaría y tal y como él dijo ella confía en mí.

—¿Qué es el sexo?— me preguntó con confusión y yo me atraganté con mi propia saliva. Él color se me subió a las mejillas y de inmediato procuré estar serio y tener una actitud típica de un alfa.

—Es cuando— apreté los dientes, no quiero hablarle de esto ahora pero tampoco puedo decirle que sexo es comer un caramelo porque tarde o temprano lo va a descubrir y se va a enojar conmigo por mentirle —Es cuando dos personas se aman demasiado y hacen...hacen algo—dije nervioso y con los pelos de punta.

—¿Tú me amas? —su timidez al preguntar fue de las cosas más tiernas que he visto en toda mi existencia.

—Sí, te amo mucho—le sonreí y le besé la mejilla esperando que ese fuera el final de sus dudas pero no, la suerte no estaba de mi lado el día de hoy.

—¿Y por qué tú y yo no tenemos sexo?— me volví a atragantar con la salida y tocí. —¿Estás bien?—quiso saber y asentí

Ella asintió sonriendo.

—¿Entonces?— insistió impaciente.

—Aún eres joven, amor, no tienes edad para pensar o practicar el sexo— le expliqué y encendí la televisión. Ya no quiero hablar de esto, estoy tan acostumbrado a verla como a una pequeña que estos temas me inquietan.

—¿Y qué edad tengo que tener para que practiquemos el sexo?— me preguntó más emocionada que nunca.

—Debes tener más de quince años, lobita—le besé la mejilla y cambié los canales dando por finalizada la conversación.

—¿A los dieciséis?—reí, no pude evitarlo.

—Más de dieciséis Genna—le dije y con pena hizo puchero.

—¿A los diecisiete?—me lo pensé y negué, no sería correcto.

—Más de diecisiete— contesté.

—¿A los dieciocho?— reí con fastidio, estas preguntas me ponen incómodo.

—Cuando tengas dieciocho amor, aún te falta—dejé la televisión en una película y la vi de reojo, ella pensaba y se mordía las uñas.

—Logan— me picó el hombro y me giré viéndola directo a los ojos —Y bien cumpla los dieciocho me enseñaras que es—declaró con firmeza.

—Genna mira la televisión cariño— Traté de concentrarme en el programa pero no podía, cada tanto me acordaba de sus preguntas y no podía evitar reírme.

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