🐺 Capítulo 15|Laguna.
CAPÍTULO 15= Laguna.
Logan=
—Alfa ¿Qué hacemos con estos rogues?— los gruñidos y quejidos de los desterrados se trasladaban con la brisa hacia mí. Mis hombres los tenían atrapados, estos rogues sólo eran unos más de todos los que habían atrapado vagando y escabulléndose entre mis tierras.
—Mátenlos— ordené sin darles mucha importancia. La vida de estás personas no valía nada, el olor a muerte que destilan impregna en todo el lugar y sólo significa una cosa, ellos han matado, cometido algún delito tan imperdonable que sus propias manadas los repudiaron a tal punto de echarlos y dejarlos solos para convertirlos en rogues.
—Logan no puedes seguir matándolos— Alec me tiene harto, no deja de contradecirme desde hace cuatro años cuando todo el infierno se me cayó encima y la luna me quitó al pequeño amor de mi vida.
—Yo hago lo que quiero, ahora date la vuelta y ve al patio a asegurarte de que los guardias cumplan con mi orden.— giré al no escuchar pasos y Jeins estaba para junto a Alec mirándome como si viera a un extraño mientras que Alec tiene sus manos convertidas en garras y aprieta la mandíbula al mirarme con odio. —Te di una orden— avancé hasta él y Jeins se interpuso.
—Hermano cálmate— mi hermano menor a adquirido la maldita costumbre de siempre meterse, él también me tiene harto, todos me tienen hartos ¿Por qué no me dejan en paz y se van para siempre como Genna?
—No empieses tu también— lo tomé de la camiseta y con facilidad lo quité de mi camino.
—Logan no puedes seguir así—se paró una vez más delante de mí.
—Hermano sabemos que la extrañas— Alec pareció meter de repente la cola entre las patas
—Pero...
—No vuelvas a nombrarla o acabarás con el cuello torcido como los rogues de afuera.
Me salí de la oficina antes de que comenzarán a relatar el estúpido discurso ensayado de que la encontraremos tarde o temprano. Subí los primeros escalones y me detuve recordando la razón por la que no subía ni dejaba que nadie subiera.
Retrocedí los tres escalones y cambié de forma. Las cientos de cajas de nueces y chocolates que se compraba por mes para mantenerme vivo simulando el aroma de mi loba ya no me servían. Mi lobo percibía claramente que nuestra otra mitad ya no estaba y aunque esas cajas y ese aroma artificial sirvieron para poder sobrevivir estos cuatro años ya no están funcionando y lo sé porque me siento cansado, no hay día que no me pelee con alguien o desee acabar con este dolor para siempre.
—¿A donde vas?—ambos vinieron detrás de mí listos y preparados para acompañarme en sus formas lobunas a donde sea que yo vaya.
—Iré a respirar, no me sigan— No esperé respuesta, no me interesaba si me seguían aunque preferiría que no lo hicieran y me dejaran al menos cinco minutos de privacidad.
—Logan la has buscado por cuatro años, ella no está en esa laguna— Jeins volvía a tratar de razonar conmigo y yo una vez más lo ignoré y corrí enterrando con gran fuerza mis patas en la tierra hasta que llegué al húmedo lugar donde alguna vez Genna me dijo que se bañaba, una pequeña laguna escondida en el bosque.
Los árboles de alrededor eran los más verdes y bellos de todos, creaban una ilusión perfecta de que detrás de tantas hojas y ramas no había nada más. Me llevó tiempo encontrar este lugar pues no tenía idea de dónde se encontraba la laguna y al hallarla pude deleitarme por un mes entero con el aroma que había quedado de ella y que con el tiempo se fue yendo y dejando más dolor en mi pecho.
—Logan, estás aullando— no sé cuál de los dos lo dijo, no tenía importancia, ya no importaban mis aullidos de dolor, la diosa luna nunca me escuchaba y Tax me torturaba con las imágenes de nuestra lobita, con su sonrisa, con su forma tan rápida que tenía de fastidiarme o castigándome con los tristes recuerdos de las muchas veces que la hice llorar en la semana de celo.
—Logan— podía sentir tanto la fuerza de Alec como la de Jeins ayudándome a seguir adelante. A ambos se les había hecho una extraña costumbre el estar conmigo y compartirme las fuerzas de sus lobos cada que las necesitara pero no es aceptable y no lo entienden. Se supone que soy fuerte, soy el alfa de alfas y ya debería poder pasar página y superar la huida de mi loba pero no puedo, la extraño de tal manera que hasta el aire se me escapa de los pulmones al pensar en ella.
—Volvamos, en la tarde vendré solo, ninguno de los dos tiene permitido acompañarme o ser mi escolta, necesito estar solo por un tiempo y ustedes no ayudan.
Genna=
—
¡Feliz cumpleaños hermanita!— Dos altos y alocados hombres lobos venían subiendo las escaleras con un enorme pastel decorado torpemente con la frase : "Princesa Genna feliz cumpleaños".
—Pide un deseo—Loan estaba más entusiasmado que yo y Lion desbordaba de alegría a su seria manera.
Soplé las velas y me dejé abrazar y despeinar mi cabello por ellos que comenzaron a burlarse y a llamarme niñita por cumplir apenas quince añitos.
—¿Qué quieres de regalo?— Loan daba saltitos con el pastel en sus manos.
—Puedes pedir lo que sea hermana— Lion le jaló de la oreja a Loan mientras decía esto y me sonrió con disimulo mientras nuestro hermano se quejaba y trataba que el pastel no se le cayera.
—Quiero ir al bosque—fuí firme con mi decisión y el pastel sí cayó.
—No— ambos se pusieron de acuerdo por primera vez y es justo para contradecirme.
¿Por qué son así? Llevó cuatro años encerrada dentro de la línea blanca, ya soy grande y el lobo malo no debe seguir buscándome como ellos aseguran que hace, seguro hasta se olvidó de mí y de que existo.
—Por favor— junté mis manitos bajo mi barbilla e hice pucherito para convencerlo -Sólo una horita y luego vuelvo a encerrarme en la torre...
—...Sabes que es muy peligroso—Me interrumpió Lion y asentí comprendiendo el peligro pero hoy es mi cumpleaños y nada malo pasará.
—Soy grande, ya como con los cubiertos y no hago trampa en las cartas ¿Pueden por favor darme una hora de libertad? Extraño bañarme en la laguna y jugar con mis amigas las ardillas cuando huían de mí ¿Puedo?—no iba a dejar de insistir y ellos, los dos, lo saben muy bien.
—Bien pero sólo una hora y si no vuelves te castigaremos Genna, el bosque es muy peligroso con tantos lobos locos sueltos—salté por arriba del pastel aplastado y abracé a mis dos protectores y hermanos locos.
—Una hora y vuelvo— les aseguré y salí disparada hacia mi habitación para ir tras mi mochila antes de que se arrepientan y vuelva a estar otro año sin salir.
Me cargué la mochila con ropa al hombro y salí por la ventana, al tocar el piso con los pies cambié de forma y llevé la pequeña carga con la boca hasta la laguna.
Al llegar a mi escondite favorito donde bañarme choqué con un aroma dulzón tan rico y único que por alguna extraña razón me sentí protegida y a salvo.
Dejé mi mochila a un lado para más tarde vestirme y volví a ser humana, me tiré de un chapuson al agua fresca y transparente y nadé como un pececito hasta que mi tiempo se fue y la oscuridad cayó sin que yo pudiera darme cuenta.
La hora permitida había finalizado mucho tiempo atrás y cuando salí de la laguna los problemas vinieron o más bien yo fuí hacia ellos al escuchar un aullido que al principio me hizo quedarme quieta del miedo pero que luego cuando el delicioso aroma se intensificó me hizo correr hacia él mientras mi loba gritaba como loca las palabras "Mate" y "Nuestro".
La sorpresa vino de inmediato cuando un enorme lobo negro de ojos amarillos saltó sobre mí y ronroneó como gatito en mi cabeza.
—Te amo— pude reconocer su voz al instante, mi instinto decía que huyera pero mi loba decía "¡No! ¡Te quedas!" y el enorme lobo de gigantes orejas se convirtió en humano aprisionándome de tal forma debajo de sus brazos que no me quedó otra que cambiar yo también —¿Donde estuviste todo este tiempo?— parecía más desesperado que yo.
No le respondí, traté de huir empujándolo pero la mole no se movió y me aprisionó más entre sus brazos.
—Logan déjame ir, no me acercaré a tí, dile a la bruja que no vine— acercó con cuidado su rostro al mío y cerró sus ojos, inhaló mi aroma y jadeó como si le doliera.
—Lobita— abrió los ojos y recalcó mi aspecto de arriba a bajo deteniéndose en ciertos lugares y regresando a verme con una mirada encendida y rara.
—Ya no eres más una niña— traté de abofetearlo y él se aferró a mi cuerpo como positivo y negativo al juntarlos.
—Mis hermanos...—traté de respirar —Ellos te van a matar, vuelve con Darla— quise implantarle miedo.
—Lobita tus hermanos no me asustan y no estoy con Darla, de hecho estoy tan feliz de al fin encontrarte mi pequeña y a la vez tan arrepentido por haber sido tan débil al desmayarme y permitir que Darla te echara... Pero ya todo está bien, ella ya no interferirá y nosotros podemos ser felices mientras esperamos a que...
—Logan déjame ir, mis hermanos me castigarán si tengo tu aroma y no quiero eso— traté de convencerlo de otra forma.
—Entonces no vayas con ellos y vuelve conmigo, en casa hablaremos y me pondrás al día— no está entendiendo parece golpeado en la cabeza.
—Yo ya tengo una casa— le aclaré.
—No, tú eres mi mate y vivirás conmigo—aferró sus manos a mis caderas como si temiera que me vaya pero me tiene tan atrapada que es imposible.
—Tal vez cuando era una niña podías mandonearme pero no ahora, ya tengo 15 y nadie me manda—me deslicé como gusano por debajo suyo y me cubrí el cuerpo con las manos para que se concentrará en mis ojos y no en otra cosa.
—Aún eres menor y yo tengo más años de vida que tú, para mi sigues siendo una niña asi que vamos—Se sentó frente a mí cerrando sus piernas para que yo no viera nada de lo que oculta y me miró como Lion me mira cuando lo contradigo.
—Si voy contigo esa mujer volverá a lastimarme y tú no tardarás en gritarme—apesar de lo que le dije él estiró su mano y acarició mi rostro. Sus manos me hicieron sentir como si el terciopelo me estuviera acariciando y pronto me encontré ronroneando y queriendo estar más próxima a él.
Me acerqué sin tener conciencia de mis actos y me eché entre sus brazos los cuales me rodearon con firmeza y me hicieron sentir rara pero extrañamente cómoda. Continuó acariciándome y yo cada vez quería más de sus caricias y abrazos. Me senté en sus piernas y me abracé a su pecho tan suave y duro a la vez que funcionaba perfecto como una almohada que olía muy bien.
—¿Qué fue lo que te hizo Darla?— me preguntó sin dejar de acariciarme. Su voz mezclada con sus caricias me causaban amnesia y me costaba concentrarme en lo que me decía. —Lobita.
¿Qué me había dicho?
Dejó de acariciarme y le gruñí, soltó una risa y luego volvió a acariciarme.
—¿Qué te hizo Darla?— preguntó de nuevo y me quedé callada, no tengo ganas de hablar de ella ni ahora ni nunca.
—Lobita puedes confiar en mí—lo dijo y le creí, todo lo que saliera de su boca sonaba tan bien que convencía.
—Ella quiso matarme—los recuerdos volvieron acaparando el lugar de sus caricias y tuve suficiente fuerza de voluntad como para alejarme de él.
—Genna...
Está destrozado, le duele tanto como a mí alejarme de él.
—No quiero volver a tu manada, me iré a casa con mis hermanos— Cambié de forma y corrí como si mi vida dependiera de ello, él no me siguió por suerte y al atravesar la línea blanca la seguridad me rodeó y él no iba a poder encontrarme.
Logan=
Maldita perra ¿Cómo se atrevió? ¿Quién se cree para hacerle esto? Darla me las pagará cuando la vea.
—Lobita ella ya no te hará daño...¿Donde está?—miré hacia todos lados y ella no estaba.
—¡Otra vez Logan! !¿Cómo puedes perder de nuevo a nuestra loba?!¡Eres un idiota, ya hasta vergüenza me da ser tu lobo—gruñó Tax.
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