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Capítulo 37

Nota: Leer las aclaraciones del primer capítulo.


CAPÍTULO 37

El señor Jeon tuvo un tiempo complicado luego de haber despertado, pudo reconocer rápidamente que había estado inconsciente por demasiado tiempo. Su cuerpo no se encontraba en las mejores condiciones y el cansancio luego de la pelea seguía vívido.

Pero eso no le impidió buscar a su hijo.

Así que ocurrió tal cual como le relató al médico, él siguió el rastro de sangre que se extendió hasta llegar al refugio, su corazón estaba acelerado y claramente pensaba lo peor. Hallar a su hijo en el suelo sobre su propia sangre había sido la peor escena que el hombre recordaba a lo largo de sus años.

Pudo tranquilizarse al escuchar el lento palpitar, su primer pensamiento fue ayudarle y tratar las heridas que faltaban por sanar. Lo extraño era que el lobo no respondió ante ninguno de los movimientos de su padre.

Por ello había llamado a Jin, era un alivio hallarle vivo, pero tenía una mala corazonada al verlo allí inconsciente. Él sabía que su hijo no le perdonaría el hecho de llamar a Jin para pedirle ayuda y dejar al humano sin protección.

La idea se resumió a llevarlo hasta allá. Jin había estado esperando por la nueva llamada por parte del señor Jeon, él entendió la necesidad de ocultarle la verdad al humano.

No podría culparlo si él asumía que estaría de nuevo en peligro con la presencia de Jungkook, él había aceptado que su jefe permaneciera lejos. Así que ellos estaban siguiendo esa voluntad del humano.

No tomó más que un par de días para que el señor Jeon lograra conseguir llevar el enorme lobo inconsciente hacia el límite de Wōnsang. El camino había sido tediosos, no solo se vio en la necesidad de buscar un transporte, sino de usar los últimos pocos recursos que tenía para lograr conseguir el viaje deseado.

Jin apareció a los pocos minutos en el lugar donde establecieron reunirse.

— Señor — la vista del médico recayó de manera inmediata sobre el enorme lobo oscuro que estaba sobre lo que parecía ser una plataforma con ruedas.

— Es difícil cargar con un lobo de más de 150 kilos — expresó el hombre.

— ¿Él sigue sin despertar? — preguntó acercándose para checarlo.

— Si, solo lo he visto moverse un poco, pero eso es todo, él no ha despertado en ningún momento.

— Bien — La vista de Jin escaneó el cuerpo entero del lobo — las heridas están sanando bien, lento, pero está bien.

El médico rodeó el cuerpo para acercarse hacia la gran cabeza.

— Sus latidos son realmente lentos, me gustaría poder decir que es algo normal, pero me tiene en duda el por qué no despierta a pesar de que en su mayoría se encuentra bien.

— No estoy seguro realmente, he intentado de todo un poco para tratar de despertarle, pero nada ha funcionado.

Jin se mantuvo en silencio por demasiado tiempo mientras revisaba a Jungkook.

— Me preocupa que tenga heridas internas y esa sea la razón por la que su cuerpo no está realmente en movimiento — murmuró deslizando su mano contra las fauces del lobo — también el hecho de que ha pasado demasiado tiempo sin comer o hidratación.

— Pensé en eso también, pero es difícil alimentarle estando así.

— Sería más fácil con su cuerpo humano, así podría usar suero en él.

Ellos se encargaron de llevar a Jungkook hacia el lugar que ocupaba Jin, fue realmente difícil tener que esperar a que los humanos abandonaran las calles para poder movilizarse con el lobo.

Parecía un poco ridículo ver dos enormes hombres empujar la plataforma a través de las calles vacías.

Tomó un par de minutos lograr entrar el cuerpo en el apartamento que Jin estaba alquilando, el lobo ocupó gran parte de la sala.

— Lo mantendré en observación por el resto del día e intentaré darle suero, es una ventaja que ahora esté trabajando en una veterinaria, solo debo imaginar que es un enorme perro.

El señor Jeon lo observó moverse a través de la sala mientras atendía las heridas que quedaban a la vista en el cuerpo de su hijo, él ayudó en cada cosa que Jin le pidió.

Para el médico era difícil actuar con la pérdida de la mitad de su brazo izquierdo, pero a él no le importó. En el momento en el que Jin consiguió ponerle suero, un bramido se produjo desde la garganta del animal.

Ambos observaron a Jungkook removerse ligeramente y mover la oreja que se hallaba a la vista.

— Esa es una buena señal — dijo Jin.

— ¿Lo es? — preguntó esperanzado el señor Jeon.

— Si, eso indica que le dolió el pinchazo, es que es difícil hacerlo con un solo brazo — se disculpó Jin enseguida.

La primera noche pasó de forma preocupante para ambos, Jungkook seguía inconsciente por lo que su estado a pesar de sanar también empeoraba al no recibir alimentos como los necesitaba realmente.

— Jin.

— ¿Si?

— ¿Qué sucedió con el humano? — había curiosidad en la expresión del hombre.

— Él comienza a establecerse, está buscando un trabajo que le permita llevar a Baek consigo, él lo está haciendo bien a pesar de todo.

— ¿Y mi nieto?

Jin desvió la vista de Jungkook hacia el hombre.

— Él no comprende, pero él lo llama de vez en cuando, es un poco triste escucharlo.

El hombre desvió la mirada hacia su hijo.

— ¿Crees que mi hijo hizo bien en tomar esa decisión?

— ¿La de luchar contra la manada?

— Sobre no ser parte de la vida de su hijo.

El médico no supo qué debería responder. Comprendía el miedo que podría sentir el humano, el verle incluso debía recordarle lo sucedido.

— No estoy seguro señor, no sé qué se siente tener un cachorro, pero parece que los padres harían cualquier cosa por sus hijos, ¿No es así?

El señor Jeon entendió aquella indirecta.

— Su vida se antepone a la nuestra Jin, no es algo que decides, es algo que sientes.

La segunda noche transcurrió sin cambio alguno, Jin tuvo que abandonar el apartamento para poder continuar con la vida que estaba estableciendo, él debía salir a trabajar por lo que el señor Jeon se encargó de cuidar al lobo.

Dos semanas tomó para que el lobo hiciese algo más que mover sus orejas o emitir algún bramido por lo bajo.

Jin casi deja caer el plato lleno de comida al costado del lobo quien acababa de rodar para moverse un poco más hacia el balcón donde la brisa gélida entraba al apartamento.

— ¿Él acaba de... — el señor Jeon también había visto el movimiento de su hijo.

— Si, creo que no está inconsciente justo ahora, él solo está dormido — habló Jin en voz baja.

— Entonces, si alguien hace un sonido alto él podría despertar, ¿verdad? — preguntó el hombre con la vista fija en su hijo.

— Tal vez, no estoy seguro.

— ¿Deberíamos? — cuestionó el padre.

Jin le echó un vistazo rápido al hombre quien señaló con la mirada hacia su hijo.

— ¿Quieres que yo lo despierte? — preguntó rápidamente Jin.

— Si, tú eres el médico aquí — exclamó suavemente.

El médico deslizó la mirada hacia el gran lobo, el asunto era una tontería, él solo debía despertarlo.

Su corazón se aceleró al momento de avanzar cortando la distancia con el lobo quien se mantenía inmóvil ahora. No debería ser gran cosa, solo debía despertarlo.

— ¿Jefe? — le llamó suavemente.

— Jin, no creo que despierte si solo le murmuras.

— Es que realmente creo que hay que ser cuidadosos, no sé cómo podría reaccionar, lo menos que necesitamos es que se exalte y nos asesine en el proceso.

— Comprendo — respondió el señor Jeon — entonces iré a esperar afuera mientras lo despiertas — el hombre dio media vuelta.

— ¿Qué? — Jin alzó la voz inmediatamente — no puede dejarme solo, si algo sucede necesito que me ayude señor — explicó preocupado por la situación.

— ¡Dijiste que puede lastimarnos! — el señor Jeon también alzó la voz sin darse cuenta.

— ¡Es una posibilidad! ¡Ha estado inconsciente demasiado tiempo y es imposible dar un diagnóstico neuronal con él estando en forma de lobo!

Un gruñido interrumpió la ligera discusión que mantenían los hombres allí.

— Creo que ya no es necesario despertarlo Jin — el padre señaló hacia el enorme lobo que se había puesto de pie a las espaldas del médico.

Jin evitó hacer movimientos bruscos topándose con la rojiza mirada de su jefe.

Oh, el lobo estaba enseñándoles sus filosos colmillos.

Eso no era una buena señal.

— Creo que sigue pensando que está en peligro — se expresó Jin por la posición defensiva que tomó el lobo.

— ¿Qué se supone que hagamos ahora? — preguntó en voz baja el padre manteniéndose inmóvil en su posición.

— Para serle sincero señor, no tengo la menor idea.

El lobo abrió sus fauces dejando salir un fuerte gruñido.

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