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C6: Encuentro No Planeado

Luego de la llegada de Taewook a Red, mi padre organizó un pequeño banquete en su honor, como una celebración del compromiso entre los herederos y de la alianza entre nuestras manadas. Durante toda la cena, yo solo deseaba que llegara el momento de retirarme, pues estaba a punto de perder la paciencia con Taewook, quien no dejaba de contarme todas las hazañas que había logrado en Eurus. Algo me decía que ni la mitad de esas historias eran ciertas, pero no me atreví a decir nada.

La conversación entre él y mi padre fluía con naturalidad mientras yo intentaba mantener una expresión neutral. No era como si quisiera ser grosera, pero el constante bombardeo de historias de "grandeza" de Taewook ya me estaba cansando. Lo único que deseaba era salir de allí y estar en un lugar tranquilo.

-Y dime, Taewook -interrumpí su animada charla, deseando un cambio de tema-, ¿cómo es tu familia? Nunca tuve el privilegio de leer todas las cartas que fueron enviadas.

Él pareció sorprenderse un poco, pero no tardó en responder.

-Pues somos mis padres, mis dos hermanitos y los mayores: Hyemoon, Seoktae y Taemoon.

-¿Taemoon? No recuerdo haber visto ninguna carta de ella. -El nombre de los tres hijos mayores lo recordaba de cuando mi padre me entregó las cartas, pero Taemoon ni siquiera fue mencionada en las que logré leer.

-Puede ser que no haya enviado la suya. Ella suele ir un poco en contra de las decisiones de nuestro padre. -Taewook explicó con una sonrisa, como si no fuera gran cosa.

Ambos alfas retomaron la conversación, ignorándome nuevamente. Ya cansada de ser una mera espectadora, me levanté de la mesa, despidiéndome educadamente de los presentes antes de retirarme.

Subí rápidamente a mi habitación, deseando quitarme ese pesado maquillaje y cambiarme por algo más cómodo. En cuanto me deshice de todo lo que adornaba mi rostro, me tumbé en la cama y tomé el libro de la lección del señor Lee. Aunque intentaba concentrarme, mi mente seguía divagando.

-¿Amber? -La voz de mi nana me sacó de mis pensamientos. Dejé el libro a un lado y me levanté para abrir la puerta, permitiéndole el paso.

-Pensé que estarías aún con tu padre -comentó, observando mi estado.

-Él y el joven Min tienen una charla bastante amena. Yo solo soy un estorbo allí. -Volví a tomar el libro y me acomodé en la cama, deseando poder concentrarme.

-¿Qué es lo que lees? -preguntó curiosa.

-El libro que encargó el señor Lee para la lección de mañana -respondí sin mucho interés.

-¿No te ha dicho tu padre? -me preguntó, con un tono que me pareció un poco extraño.

-¿Qué tiene que decirme? -pensé, casi con miedo a lo que iba a decir a continuación.

-Tus lecciones fueron canceladas para que puedas pasar tiempo con tu prometido. -Me miró, como si esperara alguna reacción, pero yo estaba demasiado sorprendida como para decir algo.

-No me dijo nada... Gracias por avisarme, nana. -Mi voz salió más apagada de lo que hubiera querido.

-No es nada, pequeña. Ahora, a dormir, que mañana te espera un día ajetreado. -Mi nana se retiró, pero yo no tenía ganas de dormir. Al contrario, me quedé despierta un rato más, tarareando la canción que mi madre solía cantarme cuando era pequeña.

La melodía, antes tan simple y reconfortante, ahora tenía un peso mucho mayor en mi corazón. Las palabras de mi madre resonaban en mi mente con más fuerza que nunca. Me había dicho que buscara a aquella persona que me hiciera latir el corazón con solo verla. Algo que contradecía por completo lo que mi padre siempre había insistido: que debía encontrar a alguien con quien pudiera vivir una vida feliz. Pero la felicidad no se medía en tranquilidad, sino en esa conexión tan profunda que solo los verdaderos lazos podían ofrecer.

El cansancio finalmente me alcanzó, y pronto caí en un sueño profundo.

La mañana siguiente, sentí una presión en mi cintura y al abrir los ojos, me encontré con el rostro de Taewook, tan cerca que podía sentir su aliento en mi piel. Anoche debí de dormir tan profundo que ni siquiera me di cuenta cuando Taewook entró en mi habitación y se recostó a mi lado, abrazándome mientras ambos dormíamos. Sin pensarlo, lo empujé con fuerza, haciendo que cayera al suelo con un golpe seco.

-¿Qué son esas maneras de despertar a tu prometido, princesa? -dijo, claramente molesto mientras se levantaba, frotándose la cabeza.

-¡Vete de mi habitación! -le grité, mi voz llena de frustración.

-No entiendo por qué te molestas -comentó mientras se ponía de pie e intentaba acercarse nuevamente a mí. -Vamos a casarnos, será algo normal dormir juntos.

-¡Largo de mi habitación, o te juro que te saco a patadas de aquí! -le respondí con firmeza, sin poder tolerar más su presencia.

Vi cómo salía rápidamente de la habitación, y en su lugar, mi nana entró, mirando la escena con cara de confusión.

-¿Tú lo invitaste a tu habitación? -preguntó, sorprendida.

-No, acabo de despertar y él ya estaba aquí. -Mi tono era corto, pero no me sentía culpable. ¿Cómo se atrevía a entrar en mi habitación sin siquiera preguntar?

Mi nana asintió, como si ya se hubiera acostumbrado a mi actitud. Se acercó al mueble donde estaban mis trajes y, con una sonrisa cómplice, sacó un hanfu blanco de entre los que casi nunca usaba.

-¿Un hanfu? -me acerqué a la prenda con cierta sorpresa. -Creí que nunca me permitirían usarlo.

-Tu padre pensó que sería buena idea que usaras algo que realmente quisieras. Me costó trabajo, pero logré convencerlo. -Me miró con cariño.

Sonreí ampliamente y corrí a abrazar a mi nana.

-Gracias, nana... esto significa mucho para mí. -El hanfu era un traje que mi madre solía usar. Ella había crecido en Asia y había traído consigo muchas tradiciones y objetos de allí cuando se casó con mi padre.

Este traje, completamente blanco, con una tela roja que envolvía mi cintura, me recordaba a mi madre y a su cultura. No recordaba haberlo visto antes, pero estaba feliz de poder usarlo ahora.

Al bajar al comedor del castillo, allí estaban mi padre y Taewook esperándome. Mi padre sonrió al verme entrar, reconociendo el hanfu al instante.

-¿Listos para el día de hoy? -me preguntó, claramente orgulloso de mi elección de vestimenta.

-Más que listo, rey -respondió Taewook, y ambos compartieron una sonrisa que no dejaba lugar a dudas sobre lo que esperaban de mí.

El día se presentaba largo, y aunque traté de mantener la calma, mi corazón latía con fuerza. ¿Qué tan lejos me llevaría este compromiso que ya sentía tan ajeno a mí?

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