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C48: Último Secreto

El sonido de las espadas chocando era lo único que se escuchaba en el aire, el resonar metálico llenando el espacio con su eco. Mi respiración era pesada, cada golpe de mi espada contra la de Rye enviaba una ola de adrenalina a través de mis venas. La práctica había comenzado hace un par de horas, pero a diferencia de los alfas, quienes ya habían terminado su turno, yo aún no me sentía satisfecha. No era solo un entrenamiento físico; era una forma de descargar la tensión que se acumulaba en mi interior, esa sensación de que el mundo seguía girando sin descanso, llevándome con él.

Tras la coronación, Red y Eurus habían prosperado enormemente. La unión de nuestras manadas trajo consigo alianzas poderosas, ampliando nuestros dominios y fortaleciendo nuestras relaciones con otros reinos, al final la alianza forjada fue tan fuente que incluso entre los humanos era conocida como la manada "Wolf". Todo parecía ir bien, pero no podía evitar la sensación de que, en algún lugar, algo dentro de mí todavía no estaba del todo resuelto. Durante los primeros años como reinas, todo fue abrumador. Las responsabilidades y los viajes constantes me habían dejado con poco tiempo para mí misma. Sin embargo, tras un tiempo, logré encontrar un pequeño respiro, un espacio en el que, aunque de manera breve, pudiera volver a ser yo, la Amber que alguna vez luchaba con espadas y entrenaba para sentirse viva.

Mi hermano Rye era mi compañero constante en esos entrenamientos. Al principio, cuando decidí retomar la lucha, me sentí torpe, fuera de práctica. Pero con su ayuda, todo comenzó a fluir de nuevo, como si los recuerdos y los reflejos se activaran de una manera instintiva. Pero hoy, en especial, había algo en mi interior que no me dejaba concentrarme. Tal vez fuera la carga de todo lo que venía sucediendo en mi vida, o tal vez fuera la sombra de una verdad que aún no me atrevía a enfrentar.

-Tomemos un descanso -dijo Rye, su respiración también acelerada, mientras me miraba con un poco de preocupación-. Debes ir a arreglarte antes de que Taemoon regrese.

Mantuve mi espada en las manos por un momento más, sintiendo su peso y su familiaridad, como si todo lo que había sido mi vida antes estuviera a punto de reclamarse nuevamente. Miré el cielo por la ventana, los tonos anaranjados del atardecer iluminando el día que se desvanecía. La brisa fría me alcanzó, y de repente sentí un escalofrío.

-Aún falta demasiado. Me comentó que llegaría hasta el anochecer -respondí, dándole una excusa, aunque en el fondo sabía que, si me quedaba un minuto más, mi mente seguiría atrapada en pensamientos que no deseaba enfrentar.

-Hablo en serio -replicó él, viéndome con los ojos fijos, como si pudiera ver más allá de lo que estaba diciendo.

Suspiré y solté la espada. Tenía razón. Era hora de enfrentar la conversación que había evitado. Pero antes de hacerlo, necesitaba tomar aire, aclarar mis pensamientos.

-¿Cuándo piensas decirle a Taemoon sobre tu "asunto pendiente"? -preguntó Rye, su tono serio y directo. La pregunta me tomó por sorpresa y sentí un nudo en el estómago. La ansiedad me recorrió al instante, un nerviosismo que no podía controlar. ¿Cómo responder a eso?

Mi vista se posó en la espada que ya no sostenía, mi vista recorriendo su empuñadura mientras intentaba encontrar las palabras.

-Lo sé... pero no es fácil -respondí finalmente, sintiendo la presión en mi pecho. Cada palabra era un peso adicional.

-¿Tienes alguna mejor idea? -dijo él, el tono de su voz más firme ahora. -Necesitas hacerlo, Amber. Es algo que va a afectarla también.

El silencio se instaló entre nosotros por un momento, y aunque quise pensar en una respuesta, en una salida fácil, sabía que no podía evitarlo por mucho más tiempo.

-Necesito hacerlo... por ella -murmuré, mi voz apenas audible. No estaba segura de cómo ni cuándo sucedería, pero estaba decidida.

Con esa conversación suspendida en el aire, me dirigí al interior del castillo. Sentía un peso en el corazón, como si todo lo que había estado guardando estuviera a punto de salir, pero no podía liberarlo aún. Mi única opción era continuar adelante, incluso si el precio era alto.

Entré en la biblioteca, buscando el libro que había estado leyendo recientemente, el que contenía los recuerdos de mi abuela. En las últimas páginas, había comenzado a escribir algo que no pude terminar. Me senté en una mesa, con el libro frente a mí, y me sumergí en sus palabras, como si pudiera encontrar respuestas entre las líneas.

"La luna de sangre pinta de rojo el destino que nos une, aquel cruel camino recorrido fue nuestra prueba. El destino es cruel, te arrebata para poder darte algo, continúa en tu camino y no pierdas el rumbo, pues cuando..."

La frase quedó incompleta. Un suspiro salió de mis labios mientras cerraba el libro, la incertidumbre llenando mi mente. No sabía si estaba lista para enfrentar lo que vendría, si podía seguir adelante con lo que mi corazón temía. Pero no tuve tiempo para pensar más, pues el sonido de la puerta se abrió bruscamente.

-Tía, necesito de tu ayuda -dijo Kate, entrando en la biblioteca con prisa. Su aroma estaba cargado de ansiedad y nerviosismo, algo que inmediatamente me hizo ponerme alerta.

La miré, sorprendida por su entrada apresurada. Kate tenía la habilidad de ser directa, pero en ese momento, su rostro mostraba una mezcla de preocupación y confusión que no pasaba desapercibida.

-Primero, tranquilízate y luego explícame qué sucede -dije, intentando mantener la calma mientras ella respiraba hondo, tratando de calmarse.

-Estaba regresando de mis lecciones cuando unos chicos de la nueva familia que se unió a la manada se acercaron -comenzó, y mi mente rápidamente identificó a la familia de la que hablaba. Hace unos días, habían estado en el castillo para conocernos a Taemoon y a mí-. Y cuando me acerqué a ellos, mi lobo empezó a moverse como loco, no sé qué pasó. Pero por miedo a que fuera algo malo, me alejé de él y vine aquí. Quería encontrar a mi madre, pero no está, y no quiero que mi padre sepa.

Escuché sus palabras con atención. Kate había sido reconocida como alfa hace dos años, pero aún no tenía mucha relación con su lobo. No era raro que se sintiera perdida en ese aspecto.

-No es nada de lo que debas de preocuparte -respondí, intentando tranquilizarla-. Tu lobo simplemente se sintió emocionado de tener al chico cerca.

-¿Por qué se emocionó? ¿Alguna vez te pasó algo así? -me preguntó, ansiosa.

Asentí, recordando el primer encuentro con Taemoon, el mismo sentimiento extraño de conexión que había experimentado.

-Sí... cuando recién conocí a Taemoon, mi lobo supo desde el primer día que ella era mi pareja destinada -respondí, mis palabras llenas de la misma emoción que había sentido entonces.

Kate se quedó en silencio un momento, y luego la miré cuando exclamó, sorprendida.

-¡¿Entonces tendré que casarme con él?!

No pude evitar reírme ante su respuesta tan directa, la tensión que sentía se disipó por un instante.

-Ya te dije, no te preocupes, Kate -dije, acercándome a ella-. No sabemos con certeza por qué tu lobo reaccionó así. Pero aunque lo estuviera, no es necesario que se casen.

-¿No? -preguntó, confundida.

-El que el destino los quiera juntos no implica un matrimonio. A veces puede ser solo una amistad. Lo importante es que tanto tú como tu lobo estén de acuerdo en lo que quieren. Por eso te insisto tanto en que debes aprender a controlar a tu lobo, Kate. Si tu relación con él no está en balance, te será más difícil entender lo que realmente deseas.

Kate parecía procesar mis palabras, pero entonces algo me detuvo. Un mareo repentino me golpeó, y antes de que pudiera reaccionar, mis piernas flaquearon. La oscuridad comenzó a tomarme y, antes de que pudiera mantenerme en pie, caí al suelo.

Kate reaccionó rápidamente, acercándose a mí con desesperación. Vi su rostro llenarse de alarma, pero antes de que pudiera decir algo más, todo se volvió borroso.

En ese momento, pude escuchar los pasos que se apresuraban por el pasillo. Rye llegó rápidamente, y al verlo, me sentí aliviada. Su presencia era reconfortante, incluso si mi mente ya comenzaba a perderse.

-Llévala a su habitación, yo iré por el médico -dijo Rye, con voz urgente. Aunque no veía claramente, sentí cómo me recogía en brazos y comenzaba a caminar.

Mientras era llevada a mi habitación, el aroma de Taemoon, que aún estaba en el aire por su reciente partida, me rodeaba, pero no la veía en este momento. Sabía que ella volvería pronto, pero en ese instante, lo único que importaba era que Rye me estaba cuidando.

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