C42: Huida
El paso de los días se ha vuelto una eternidad en esta oscuridad. Si alguien me hubiera dicho que sería prisionera en un castillo, ignorada por todos, atrapada entre las paredes de un calabozo sin esperanza, habría partido en mil pedazos ante la incredulidad. Pero aquí estoy, aún viva, aunque a veces siento que el alma ya ha dejado mi cuerpo.
Cada día, lo mismo: el frío húmedo calando mis huesos, los constantes intentos fallidos de escape, la sensación de estar atrapada en una pesadilla interminable. Eleonor ha sido mi compañía constante, su presencia me da un poco de consuelo en medio del caos. Su mirada refleja desesperanza, pero aún conserva una pequeña chispa de resistencia, algo que la mantiene firme en este pozo sin salida. Yo, en cambio, me siento vacía. Ya no sé en qué creer, ni en quién confiar. Las sombras se alargan, y cada día siento más cerca la llegada del final.
A pesar de que hemos intentado escapar más veces de las que puedo contar, no hemos tenido suerte. En el último intento, corrimos hacia lo que parecía una salida, pero la puerta fue sellada por guardias antes de que pudiéramos salir. Fue en ese momento cuando todo se desmoronó. Eleonor, entre lágrimas, discutió con alguien que alguna vez consideró cercano. Loon, quien no era más que una sombra del hombre que conocí, se mostró indiferente, y en el proceso, resulté herida. Fue una quemadura pequeña, pero fue suficiente para recordarme lo insignificante que soy aquí.
Aunque la situación es grave, hay algo que me mantiene en pie: Loon. Extrañamente, es él quien nos lleva las raciones. No sé por qué lo hace. Tal vez tiene sus razones o tal vez simplemente se siente culpable por lo que ocurrió. Lo observo desde lejos, mientras Eleonor come a sus espaldas, aprovechando lo poco que nos dan. A pesar de mis intentos por ignorarlo, no puedo evitar notar que, de alguna manera, está tratando de redimirse. Y es extraño. Tal vez me esté engañando a mí misma, pero en este lugar, la esperanza puede tomar las formas más insospechadas.
Un día, el silencio se vio interrumpido por un estruendo. Un ruido que no sabíamos si debía alarmarnos o darnos algún tipo de esperanza. Los guardias se alteraron y, por un momento, creímos que sería otro intento fallido de escape. Pero, para nuestra sorpresa, la puerta de nuestro calabozo se abrió. Loon y el señor Lee entraron. No pude evitar que mi corazón diera un salto. Eleonor, al igual que yo, se levantó al instante, mirando a Loon con una mezcla de alivio y desconfianza.
Me moví un paso atrás, instintivamente poniéndome frente a Eleonor. Sabía que tenía que protegerla. En este momento, ella era más vulnerable que nunca. El señor Lee nos informó que el rey había ordenado que todos los guardias defendieran el castillo ante un ataque. Aunque las palabras me parecieron incompletas, Loon me miró y asintió, algo en su rostro me decía que esto podría ser nuestra oportunidad de salir. Era difícil de creer, pero aquí estábamos.
Lo que siguió fue un silencioso escape. El castillo parecía sumido en el caos mientras avanzábamos por los pasillos. No pude evitar pensar en Rye. ¿Estaba bien? ¿Lo habría encontrado Taemoon? La princesa, la única persona que realmente entendía la magnitud de lo que estábamos enfrentando. Si ella estaba bien, al menos tendríamos un futuro, un propósito. Pero no había tiempo para pensarlo ahora. No hasta que saliéramos de aquí.
Nos detuvimos cerca de una salida, y en ese momento Loon nos ordenó a las tres que nos quedáramos atrás mientras él y el señor Lee investigaban la situación. Había algo que no me gustaba. El nerviosismo en los movimientos de Loon, la tensión palpable en su rostro. Observé cómo su mirada se desvió hacia la entrada, donde unas sombras emergían de las oscuras puertas. No podía ver bien quiénes eran, pero no podía permitir que nos atraparan de nuevo.
–¿Qué pasa? –pregunté, incapaz de quedarme callada ante la tensión que crecía.
–Hay personas, pero no sé si son aliados o enemigos. Necesito asegurarnos de que no nos están siguiendo. –Loon respiró profundamente y se adelantó, tomando una decisión sin darme oportunidad de protestar.
–¿Y si no pueden ayudarnos? –preguntó Eleonor, mirando preocupada hacia las sombras.
–No tenemos opción, tenemos que esperar. –La mirada de Loon era firme, pero su voz temblaba ligeramente. No podía evitar sentir que algo no estaba bien.
Fue entonces cuando todo sucedió demasiado rápido. Un ruido sordo, seguido de un grito, rompió el silencio. Loon nos empujó de inmediato hacia las sombras de un corredor. Un hombre apareció con espada en mano, y sin dudar, atacó. No sé cómo lo hizo, pero Loon lo detuvo con rapidez, sin ninguna arma en sus manos. El choque de cuerpos y el sonido del metal me hicieron saltar el corazón. Y allí estaba yo, atrapada entre la incertidumbre, entre la promesa de una huida y la amenaza de un destino oscuro.
–¡¿Qué haces?! –grité al ver a Loon enfrentarse sin temor a un desconocido, confiando en su propia fuerza, como si supiera que no había marcha atrás.
–Esto es lo único que puedo hacer –respondió él, su voz dura y cargada de arrepentimiento. En sus ojos pude ver una mezcla de desesperación y deseo de redención. Pero era tarde para promesas.
–¡No lo hagas! –le grité, sin saber si estábamos demasiado tarde para salvarnos.
La batalla por salir de este lugar apenas comenzaba.
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