C41: Reino del Dolor y la Traición
La sala se volvía cada vez más fría, como si el aire mismo estuviera contaminado por la presencia de aquellos que ocupaban el lugar. Mi corazón latía con fuerza, como si quisiera escapar de mi pecho, pero no podía. No podía escapar de lo que veía, de lo que sentía. Todos ellos estaban aquí, frente a mí, pero la presencia que más me atormentaba era la de él: mi tío. Era difícil procesarlo, pero allí estaba, en su trono, con una sonrisa que me ponía los pelos de punta. Su mirada no podía esconder la satisfacción que sentía al verme allí, atrapada, rodeada por su red de mentiras y manipulación.
Lo peor de todo, sin embargo, era que, al fin, comprendí en qué lugar me encontraba. No era ninguna manada, no era mi hogar. Estaba en un reino humano, uno que había sido testigo de un asesinato y una traición. Ese reino... era donde ocurrió el asesinato del rey había ocurrido por Loon y el príncipe había desaparecido por mi. Todo se conectaba ahora, y no podía evitar sentir el peso de la revelación aplastándome.
-No pareces muy feliz de verme -dijo mi tío con una sonrisa burlona, mientras sus ojos me recorrían de arriba a abajo como si fuera una simple pieza de ajedrez que podía mover a su antojo.
-¿Por qué estaría feliz de verte? Maldito infeliz -respondí, y mi voz tembló, pero no de miedo, sino de ira. La rabia me hervía por dentro, una rabia que había estado ocultando durante demasiado tiempo.
-¡Wow! ¡Sí que me odias! -su risa resonó en la sala, amplificando la sensación de desprecio que ya sentía por él-. Pero yo sí te quiero, sobrina. Te cuidé durante estos dos días y, aun así, eres una malagradecida.
-No tengo nada que agradecerle al asesino de mi padre -dije, sintiendo cómo la punzada de la pérdida se clavaba aún más en mi pecho. ¿Cómo podía mirarme a los ojos después de todo lo que había hecho?
-¿Asesino de tu padre? Por favor, Amber, no mataría a mi propio hermano -sus palabras me hicieron querer gritar, pero me contuve, respirando profundamente para no perder la compostura. Sabía que estaba mintiendo, pero aún así no podía evitar que sus palabras me afectaran.
Se levantó del trono, dando pasos lentos hacia mí. Mi cuerpo reaccionó instintivamente, retrocediendo, buscando algún tipo de refugio, pero los dos guardias que me rodeaban me detuvieron con firmeza. El terror comenzó a mezclarse con mi rabia, y mi mente buscaba una salida, cualquier tipo de salida, pero no la encontraba. Mi tío se acercó lentamente, y lo sentí como un peso en mi pecho. Cuando estuvo a mi lado, sus palabras me golpearon como un látigo.
-Una situación muy diferente con tu madre -dijo, acercándose aún más a mi oído. Las palabras flotaron en el aire, pesadas y venenosas, y mi piel se erizó.
Mi respiración se detuvo por un momento, y mi cuerpo se tensó. La imagen de mi madre, su rostro dulce y protector, la sensación de su abrazo cálido, todo eso se nubló por el simple susurro de mi tío. Mi mente comenzó a divagar, recordando ese día, ese día en el que mi madre ya no estaba. Pero era inútil. Los recuerdos eran borrosos, como si alguien hubiera borrado las piezas clave de aquel rompecabezas.
-Ni siquiera te esfuerces en recordar, no viste lo que sucedió porque Elizabeth ya te había alejado del lugar -mi tío dijo con una sonrisa cruel, sabiendo que sus palabras harían marcas en mí.
-¿Por qué? -fue lo único que pude preguntar, mi voz temblando con la angustia que me estaba consumiendo. Mi mente estaba llena de preguntas, pero ninguna de ellas parecía encontrar respuestas.
-¿Por qué?... ¡Por culpa de mi hermano! Él me quitó todo lo que era mío: la corona, la omega que amaba. Así que decidí devolverle el favor. Primero su esposa, luego a su hijo. La siguiente en la lista eras tú, pero alguien arruinó el plan -dijo, mirando a Loon con desdén. Mi estómago se revolvió al pensar en lo que había dicho-. Asesinado por su segundo al mando, un pequeño detalle que nadie notó y me dejó libre el camino hasta que te nombraron como su nueva reina.
Sus palabras eran un veneno que se infiltraba en mi mente, pero mi rabia no me dejaba ceder. No podía permitir que su mentira me derrumbara.
-Te pondré las cosas sencillas, sobrina. Nómbrame rey, y podrás irte tranquilamente a continuar con tu vida -dijo, mientras sus ojos brillaban con codicia. Pero yo no iba a ceder. No iba a entregar lo que me quedaba, lo que mi familia había construido.
-No voy a entregarte mi reino -respondí con firmeza, a pesar de la creciente sensación de terror en mi interior.
-¿Tu reino? -se burló, haciendo un gesto despectivo con la mano-. Por favor, Amber, no me hagas reír. ¿Realmente crees que te nombraron reina porque confiaban en ti? Te nombraron reina solo por ser la única que quedaba de la familia.
No. No podía ser cierto. No quería creerlo. No podía permitir que su traición me destrozara de esa manera.
-Esa es la verdad, sobrina. La manada ha estado en demasiado riesgo desde que asumiste la corona. Incluso ahora que no estás en tu manada, los has dejado en peligro. ¿Y así crees que eres una buena reina? -su voz se volvió más dura, más venenosa.
-¡Cállate! -grité, y un brillo feroz brilló en mis ojos. La rabia me quemaba por dentro. Sentí cómo el lobo dentro de mí empezaba a responder, a despertar, y mi instinto me decía que debía pelear, que debía defender lo que era mío. Mi tío no me iba a robar mi hogar.
Mi tío observó con atención, notando el cambio en mi postura, el brillo en mis ojos. Él lo sabía. Lo sabía demasiado bien. Era un Wless, y eso le daba una ventaja que no podía ignorar.
-Quiero que te quede bien claro que jamás te entregaré Red -le dije, mi voz llena de furia y determinación.
-Si así lo deseas, entonces no tendré otra alternativa más que tomar el reino e ir eliminando a cualquiera que se interponga en mi camino. De la misma manera en que me encargué de eliminar a tu madre -su sonrisa era retorcida, y podía sentir el peso de sus palabras como una amenaza que me aplastaba.
-¡Maldito infeliz! -grité, impulsada por la ira. Sin pensarlo, tomé la espada de uno de los guardias y me lancé hacia él. Mi cuerpo se movía con la velocidad de un relámpago, pero antes de que pudiera alcanzarlo, Loon se interpuso entre nosotros.
-¡Quítate de en medio, traidor! -grité, pero él no se movió. Mi corazón latía con fuerza, mis sentidos estaban en alerta, pero no podía hacer nada. Loon me detuvo, y en ese momento, varios guardias ingresaron al salón, rodeándome y protegiendo a mi tío, su "rey".
-¡Intentó asesinarme! -dijo mi tío, señalándome con un dedo, y los guardias obedecieron inmediatamente. Me tomaron con fuerza, arrebatándome la espada y sujetándome por los brazos, llevándome hacia la salida.
-¡Esperen! -grité, mi voz llena de desesperación. Pero el beta simplemente volvió la vista hacia Eleonor, que estaba al fondo de la sala, observando todo en silencio.
-Llévensela a ella también -ordenó, y en ese momento, la verdad se hizo más clara. Eleonor no era solo una espectadora, ella era parte de este juego, y mi odio hacia mi tío se incrementó.
Ambas fuimos llevadas bajo el castillo, hasta los calabozos. A lo largo del camino, mi resistencia fue feroz, pero Eleonor caminaba sin resistencia, como si ya hubiera aceptado su destino. Cuando nos dejaron solas, Eleonor se desplomó en el suelo, sus sollozos llenaban el aire mientras acariciaba su vientre. Observé en silencio, mi corazón latiendo con fuerza al ver su sufrimiento.
-¿Te encuentras bien? -pregunté, con la voz temblorosa, mientras me agachaba a su lado. Ella asintió levemente.
-Tú... ¿estás en cinta? -le pregunté, y de nuevo, asintió, lo que solo incrementó mi rabia.
-Ese maldito infeliz -murmuré, entre dientes.
-Olvídate de él... No vale la pena -dijo, y sus palabras resonaron en mi mente, aunque mi rabia no desapareció.
-¿Cómo quieres que lo olvide? Me quitó a mi familia y ahora abandona a la suya -dije, mis ojos ardiendo con odio.
Me senté junto a ella, sintiendo cómo la tristeza y la furia se mezclaban en mi interior. Tenía que encontrar una manera de salir de ahí, de derrotar a esa maldita serpiente que se había apoderado de todo lo que amaba.
-Saldremos de aquí, y haremos que cada uno de ellos pague -le prometí, mi voz firme y decidida.
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