Solo bastó mencionar el nombre del alfa para que todo comenzara a moverse rápidamente. Rye intentó hablar con los líderes, pero, como era de esperar, nadie le creyó. Por más que insistió, parecía que a ellos no les importaba. Y así, frustrado, decidió ir a buscarme.

Ya me encontraba en la zona donde los humanos se enfrentaban a los híbridos, observando desde una distancia segura junto a Taemoon y Dylan. La batalla era intensa, y los gritos y los ruidos del combate llenaban el aire, pero nadie parecía notar nuestra presencia. ¿Cómo podrían, si todos estaban demasiado ocupados luchando entre sí?

-Amber -me llamó mi hermano, mirándome con preocupación.

Lo miré, sentía la ansiedad crecer en mi pecho.

-Lo intenté, pero no me escucharon -respondí, su voz grave, marcada por la frustración.

-Ya no importa -dije, mirando alrededor. -Debemos concentrarnos en sacar a todos de aquí sin que descubran nuestra ubicación.

Lo veía moverse con rapidez, buscando posibles salidas, pero entonces mi atención se desvió. Algo en mi interior se tensó, y cuando miré hacia el frente, todo a mi alrededor parecía desvanecerse. Solo había un punto de enfoque: Loon. Mi mente se congeló en ese instante, y todo lo demás desapareció.

Taemoon, al notar mi reacción, se acercó rápidamente.

-¿Qué pasa? ¿Te encuentras bien? -preguntó con su tono calmado, aunque la preocupación se reflejaba en sus ojos.

-Loon... -susurré, señalando hacia la distancia.

Vi a Loon luchando contra alguien que no reconocí, pero mi corazón me decía que debía actuar. En ese momento, mi hermano se transformó en lobo y corrió hacia el centro de la batalla.

-¡Rye! -grité, pero ya era demasiado tarde.

Quería seguirlo, pero Taemoon me detuvo firmemente.

-Es demasiado riesgoso, Amber. Quédate aquí con Dylan mientras llegamos a los demás líderes. Yo iré por él.

Aunque confiaba en Taemoon, la situación me preocupaba profundamente. El hombre con el que Loon estaba luchando... lo conocía. Era el hermano de mi padre. Algo no estaba bien, y pronto entendí que no era consciente de lo que estaba haciendo. Él estaba bajo el control de su lobo, sin tener idea de sus propias acciones.

La llegada de los líderes de otras manadas me sacó de mis pensamientos. Dylan los había alertado, y pude ver cómo se acercaban. Aprovechando que se alejaba de su atención, me deslicé entre las sombras, decidida a llegar hasta donde mi hermano y mi tío luchaban.

La escena que encontré me paralizó. Varias personas yacían en el suelo, heridas. Me acerqué rápidamente a una figura conocida recostada cerca de una roca.

-Reina... -me llamó una voz débil.

El corazón me dio un vuelco. Mi respiración se volvió entrecortada mientras me agachaba junto a él.

-Red necesita... lucha... por su manada... -susurró, su voz quebrada.

Las palabras de mi padre resonaron en mi mente: "Si algo me pasara, quiero que mi hija tenga una vida mejor que la que yo pude darle."

Observé alrededor y vi una espada tirada en el suelo. Sin pensarlo, la levanté con fuerza y decidí correr hacia donde mi hermano y mi tío se enfrentaban. No importaba lo que me sucediera, pero Kate merecía tener a su padre. No podía permitir que todo terminara así, sin hacer nada.

Mientras avanzaba, los humanos comenzaron a notar mi presencia. Se acercaron, pero los híbridos hicieron un círculo a mi alrededor, dándome espacio para seguir adelante. Sabían lo que quería hacer. Después de todo, el plan de Loon era un ataque directo.

Me acerqué y vi a mi hermano, herido, en el suelo, mientras Taemoon trataba de ayudarlo a levantarse. En ese momento, mi tío aprovechó la oportunidad y levantó su espada. Antes de que pudiera atacar, mi propia espada se interpuso.

-Aléjate de ellos -ordené, con voz firme.

Mi tío, el beta, sonrió al ver mi rostro.

-Vaya, si es mi querida sobrina -dijo, con tono burlón-. ¿Cómo va tu vida como reina? ¿Aún sigues molesta conmigo por lo que hice? Todo lo que hice fue por el bien de nuestra familia, Amber.

Mi corazón latía rápido, pero me mantenía firme.

-¡Tú ya no perteneces a nuestra familia! -respondí, con rabia.

Él soltó una risa amarga, y la expresión de su rostro se tornó seria.

-Y por esa razón, acabaré contigo.

-No lo permitiré -dije, apretando la espada con fuerza.

Pero antes de que pudiera hacer algo, se abalanzó sobre mí con increíble rapidez. Los movimientos de mi tío eran más veloces y poderosos de lo que había anticipado. Apenas podía bloquear sus ataques, y a medida que los golpes continuaban, mis fuerzas se agotaban.

Mi único consuelo era que sus movimientos seguían un patrón. Podía anticipar sus próximos pasos, pero las heridas que comenzaban a acumularse me hacían más difícil el esquivar sus golpes.

En un descuido, tropecé al pisar el cuerpo de alguien caído en el suelo, lo que le dio a mi tío la oportunidad perfecta para golpearme. Sentí el dolor agudo cuando su espada me cortó el brazo.

-Mírate -dijo, sonriendo con malicia-. Ahora podrías estar tranquila en tu castillo, pero no, aquí estás, tratando de vengar a tu padre.

La espada de mi tío se alzó y apuntó a mi cuello, con la intención de terminar con todo de una vez.

-Pero ahora... ni siquiera podrás volver a casa.

La espada casi me alcanzó cuando algo me empujó. La fuerza me hizo retroceder, y al mirar, vi a Rye, con las fuerzas ya al límite, protegiéndome de su ataque.

-¡Ahora! -gritó a lo lejos.

Los otros líderes llegaron justo a tiempo para intervenir, y la lucha se intensificó aún más. Taemoon, quien había estado defendiendo a los más débiles, corrió hacia mí. Me sostuvo antes de que cayera al suelo, observando cómo los alfas luchaban a nuestro alrededor.

Lo último que vi antes de desmayarme fue el rostro de Taemoon, quien me miraba con preocupación, mientras los sonidos del caos continuaban en la distancia.