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C25: Entre Dos Lunas

El río King continuaba su suave murmullo a medida que las horas avanzaban, pero a mí ya no me importaba. La luna seguía brillando sobre nosotras, iluminando el paisaje que, en ese momento, parecía ser el único lugar en el mundo. Sentada en la orilla del agua, perdí la noción del tiempo mientras mi mente se sumergía en un torbellino de pensamientos. Las palabras que me había dicho Taemoon, su cercanía... todo eso llenaba mi mente y mi corazón.

La presencia de la alfa era como un eco constante en mi pecho, un recordatorio de lo que no podía ignorar por más que quisiera. Un paso más hacia algo que ni yo misma entendía completamente. Quizás nunca lo entendería. Pero en ese momento, la ansiedad y la confusión se apoderaban de mí, y solo el sonido del agua me daba una pequeña calma.

Fue entonces cuando, de repente, sentí un toque en mis piernas. La sensación fue tan inesperada que me hizo sobresaltarme. Bajé la mirada y vi lo que me sorprendió aún más: Taemoon se había recostado en el césped, apoyando su cabeza en mis piernas, como si fuera lo más natural del mundo.

Su cercanía, esa acción tan... inesperada, hizo que mi corazón comenzara a latir con fuerza, y un calor incómodo invadiera mis mejillas. Me costó un par de segundos procesar lo que estaba pasando. Taemoon, la alfa siempre tan distante, tan cerrada en sus emociones, estaba ahora aquí, conmigo, descansando sobre mis piernas.

Me sentí completamente desbordada. Algo en mí, en mi interior, se revolvió al ver cómo se acomodaba allí, tan tranquila, mientras yo apenas podía controlar los pensamientos que se atropellaban en mi mente. Su respiración era suave, sus ojos cerrados, y por un instante, la imagen de ella allí sobre mí me pareció casi irreal.

-¿Acaso vas a dormir? -le pregunté, incapaz de contener la curiosidad.

Ella asintió con una ligera sonrisa en los labios, sin abrir los ojos.

-¿No crees que deberíamos regresar? -intenté sugerir, aunque mis palabras sonaban vacías al compararlas con todo lo que estaba sintiendo en ese momento.

Taemoon negó sin inmutarse.

-No lo están -respondió con voz tranquila.

Me quedé sin palabras. ¿Cómo podía estar tan segura de algo así? ¿Y si, de verdad, sus padres no la buscaban? ¿Qué significaba eso para mí? ¿Para nosotras?

-¿Cómo estás tan segura? -pregunté, mi voz más baja ahora, como si estuviera tratando de comprenderla.

Ella me miró por fin, y al ver esos ojos que siempre parecían tan lejanos, algo dentro de mí se quebró. Taemoon no solo estaba cómoda allí, sino que, de alguna manera, había confiado en mí. Y eso... eso significaba más de lo que podía expresar con palabras.

-Les dije que estaría contigo -respondió, como si no fuera nada extraordinario.

Eso me dejó sin palabras. Yo nunca había experimentado algo así. La forma en que Taemoon hablaba con tanta calma, con tan poca preocupación, me desarmaba por completo. Mientras me quedaba en silencio, observándola, una pequeña chispa de confusión apareció en mi pecho. ¿Qué era todo esto? ¿Por qué me sentía así? ¿Era normal? No lo sabía. Solo sabía que, mientras ella estaba allí, en ese lugar, conmigo, las preocupaciones y la ansiedad parecían no importar tanto.

A medida que el silencio se alargaba, mi mente comenzó a desbordarse. Pensé en la leyenda que mi madre solía contarme, sobre los predestinados, esas personas que estaban unidas desde su nacimiento para estar juntas en el futuro. Me pregunté si era posible que Taemoon y yo fuéramos parte de esa historia. Pero en mi mente había algo que me decía que era imposible. ¿Cómo podía ser? Taemoon no me había mostrado ninguna señal de interés hasta ahora. Y, sin embargo, aquí estábamos, compartiendo este momento que parecía sacado de un sueño.

Inconscientemente, empecé a liberar un poco de mi aroma. Mi mano, por sí sola, comenzó a acariciar el cabello de Taemoon, que reposaba sobre mis piernas. Mi cuerpo reaccionaba antes que mi mente, y lo que en un principio fue un simple gesto se convirtió en algo más, como si mi aroma y mi toque fueran una invitación a algo que no entendía.

-Deja de hacer eso -dijo, con una voz que estaba cargada de una emoción que no supe identificar. Me sorprendió, pero también me hizo sentir como si hubiera hecho algo mal.

Miré hacia abajo, confusa, y entonces ella añadió:

-Confundirme.

Eso fue suficiente para que mi corazón se detuviera por un segundo. Mis mejillas se encendieron, y una risa nerviosa escapó de mis labios. No sabía cómo responder. No sabía si debía hacerlo. Todo lo que sabía es que sus palabras me habían tocado más de lo que podría explicar.

-¿Hacer qué? -sonreí levemente, tratando de disimular la tormenta de emociones que se agitaban dentro de mí.

-Cada vez que sonríes, tu aroma, tu risa... -dijo Taemoon, con una ligera pausa. -Me confundes demasiado, Amber Wless.

Su mirada era tan intensa, y de alguna manera, tan suave, que me sentí como si el aire a nuestro alrededor se volviera más espeso. Las palabras que dijo me hicieron darme cuenta de lo vulnerables que éramos ambas en ese instante. Y, de alguna manera, sentí que era algo que Taemoon nunca había permitido que nadie más viera.

En ese momento, mis pensamientos se desvanecieron, y lo único que quedó fue ella, allí, frente a mí. Ya no podía ignorar lo que sentía. Sin pensarlo más, me acerqué a ella. Mis labios se acercaron, y de forma impulsiva, deposité un leve beso sobre los de Taemoon. Un simple roce. No era un beso apasionado ni profundo, solo un contacto que fue suficiente para desencadenar una serie de emociones que ni yo misma comprendía.

Pero tan pronto como lo hice, me separé de ella, con el rostro ardiendo de vergüenza.

-Y-yo lo siento -tartamudeé, mi corazón latiendo con fuerza. -No debí hacer eso... Será mejor que me vaya.

Me levanté rápidamente, pero antes de que pudiera dar un paso, sentí que Taemoon tomaba mi mano. Miré hacia abajo, confundida, y allí estaban sus ojos, fijos en los míos, como si no quisiera que me alejara.

-No... No me hagas creer que esto es un error -dijo, y sus palabras me sorprendieron. -No me hagas creer que amarte es un error.

Esas palabras fueron todo lo que necesitaba escuchar. El alivio y la felicidad se apoderaron de mí, y sin pensarlo más, la abracé. Cerré los ojos y escondí mi rostro en su cuello, respirando su aroma a sándalo. Sentí su sorpresa, pero también percibí su abrazo correspondido, un gesto que selló lo que ninguna de las dos se atrevía a decir en voz alta.

El amor, la conexión que había estado creciendo entre nosotras desde el primer momento, finalmente era real. No podía explicarlo, pero lo sentía en mi interior.

El mundo a nuestro alrededor desapareció cuando nuestras bocas se unieron en un beso. Primero suave, tímido, pero luego más urgente, más intenso. Las emociones nos arrastraron a un lugar donde el tiempo parecía detenerse. Mi cuerpo se movió por instinto, y antes de darme cuenta, estaba a horcajadas sobre Taemoon, perdiéndome en el latir de su corazón. El río, las estrellas, el viento, todo se desvaneció en ese instante.

Pero, como todo lo bueno, no duró mucho. En un abrir y cerrar de ojos, escuchamos una voz familiar. Una voz que interrumpió nuestro momento, forzándonos a separarnos rápidamente.

-Muy bonitas ambas -dijo la voz, y al voltear, vi a mi hermano, cruzado de brazos, observándonos con una sonrisa juguetona.

Mi rostro se encendió por completo. No podía creer que nos hubieran encontrado en ese momento. ¡Y con todo lo que había pasado!

-¿Ya han terminado? -preguntó, y mi corazón se aceleró aún más.

Intenté componerme, pero el rubor no me abandonaba.

-Un momento... solo te descuidé un momento, Amber -dijo Rye, con su tono tan característico de hermano mayor, y me ayudó a ponerme de pie, riendo de manera traviesa.

-¿Q-querías algo? -le pregunté, aún con el rostro completamente rojo.

-Yo nada -respondió, levantando una ceja. -Pero las necesitan en Mondo.

Y, como si nada hubiera pasado, mi hermano comenzó a caminar de vuelta hacia el castillo, sin saber lo que acababa de interrumpir.

Taemoon se levanto, y mi hermano, aún con una sonrisa en su rostro, nos hizo seguirle. Al vernos caminar hacia la aldea, no pude evitar pensar que, a pesar de todo, no habría vuelta atrás.

¿Qué haríamos ahora? ¿Cómo seguiríamos?

La respuesta a esas preguntas, me di cuenta, no importaba. Lo único que sabía es que Taemoon y yo estábamos juntas, y eso era lo único que realmente importaba.

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