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C21: Entre Risas y Secretos

Cuando los primeros rayos del sol comenzaron a filtrarse a través de las copas de los árboles, mi mente se vio envuelta en una confusión incómoda. Estaba en Yam, un lugar que se sentía tan lejano de todo lo que conocía, pero que de alguna manera me resultaba familiar. Aquí, en la parte más oscura del bosque, el amanecer llegaba tarde, casi al mediodía.

Recostada en la cama de la cabaña, jugueteaba con la cinta que solía llevar en mi cabello, mi mente divagaba entre recuerdos y preocupaciones, cuando de repente unos golpecitos en la puerta llamaron mi atención. Miré hacia la entrada con una mezcla de curiosidad y algo de inquietud. ¿Quién sería?

Me incorporé, tratando de no hacer mucho ruido, y observé cómo la puerta se abría lentamente. En ese instante, vi la figura pequeña de Kate, quien entró tímidamente, pero con una sonrisa en su rostro que me hizo sentir algo cálido dentro.

-¿Puedo preguntarte algo? -Su voz, suave y temblorosa, me hizo detenerme un momento. Era obvio que estaba nerviosa, y eso solo me llenó de ternura.

Le sonreí con amabilidad y asentí, invitándola a acercarse.

-Mi mamá dice que tú eres mi tía. ¿Eso es cierto? -Me miró con los ojos grandes, llenos de esa curiosidad propia de los niños.

-Sí, es cierto. Soy la hermana menor de tu papá -respondí con calma, sin dejar de sonreír.

Su rostro se iluminó de inmediato, pero luego, una sombra de confusión apareció.

-¿Por qué no te conocía? -Me preguntó con la inocencia de un niño que aún no entiende las complejidades del mundo.

En ese momento, mis pensamientos se nublaron. ¿Cómo podía explicarle todo lo que había sucedido sin herirla, sin que la verdad la dejara marcada de alguna forma? No estaba en posición de contarle la historia completa, ni mucho menos las razones por las cuales su padre y yo habíamos estado separados. No quería que esa pequeña creara una imagen equivocada de su familia, de su padre.

-Porque... Yo y tu papá vivimos en lugares diferentes, y a veces es difícil visitarnos. Además, casi siempre estoy ocupada y no había tenido tiempo de venir a ver a mi sobrina -mentí, aunque la verdad era mucho más compleja. Mientras lo decía, tomé la cinta que había estado jugando con momentos antes y la pasé suavemente por el cabello de Kate, recogiendo un poco de su melena en una pequeña coleta.

Kate, satisfecha con el gesto, tomó los extremos de la cinta y sonrió ampliamente, dándome un abrazo pequeño pero lleno de afecto.

Justo cuando estaba comenzando a disfrutar ese momento de cercanía con mi sobrina, la puerta se abrió de golpe, y escuché la voz de mi hermano.

-¡Ya llegamos, familia! -Gritó Rye, su tono ruidoso y alegre provocó que Kate y yo nos riéramos al unísono.

Con la ayuda de Kate, logré ponerme de pie, a pesar del ligero dolor en mi pierna, y ambas salimos para recibir a Rye y Susan. Al ver a mi hermano, un montón de emociones que había estado reprimiendo durante años afloraron de golpe.

-¿Tú no deberías estar en cama? -El tono de Rye fue ligeramente acusador, pero con una pizca de preocupación, mientras observaba cómo salía de la cabaña.

-Ya vas a empezar -respondí, poniendo los ojos en blanco-. Solo quería salir a recibir a mi hermano. Si no quieres verme, me regreso a la habitación.

Justo cuando me di la vuelta, sintiendo un poco de vergüenza por mi actitud, sentí un abrazo repentino que me sorprendió. Me quedé quieta unos segundos antes de devolverle el abrazo, sintiendo la calidez de su cuerpo cerca del mío.

-Te extrañé mucho, Rye -le susurré, con una sinceridad que me sorprendió incluso a mí misma.

-Yo también, aunque sigues siendo igual de molesta que antes -dijo él, con una sonrisa traviesa que me hizo empujarlo ligeramente. Estaba claro que, a pesar del tiempo, había algo en su mirada que nunca había cambiado.

-¡Ustedes dos dejen de actuar como niños! Ya tienen 20 y 30 años, incluso Kate se comporta mejor que ustedes, y tiene solo 10 -nos regañó Susan desde la entrada. Kate, por su parte, sonrió ampliamente al escuchar eso, algo que me hizo reír.

-Amber, hay que revisar tu pierna -dijo Susan, mirando con atención el estado de mi pierna.

Asentí y regresé a la cabaña para que me examinaran. Fue rápido, solo unos minutos, pero al final, la buena noticia fue que ya podía ponerme de pie y caminar sin mucho dolor. Mi pierna se recuperaba bien, y sentí un alivio profundo al saber que no me afectaría más de lo que ya había pasado.

Después de que Susan y Kate salieron a buscar agua en el pozo, Rye y yo nos quedamos a solas, aprovechando ese raro momento de tranquilidad para ponernos al día.

-A ver si entendí... Nuestro padre te había comprometido, ¿no? -Rye preguntó, casi como si no pudiera creer lo que le estaba diciendo.

Asentí lentamente, no porque estuviera convencida de la idea, sino porque era la única forma en que las piezas encajaban para él.

-¿Y fue él quien se opuso a la boda en plena ceremonia? -Su mirada era incrédula, como si no pudiera entender cómo eso podía haber sucedido.

-Simplemente porque hablé con él minutos antes de la ceremonia -le dije, evitando su mirada. No quería que él viera lo confundida que estaba en esos momentos.

-¿Y qué le dijiste para cambiar su opinión? -Me miró expectante, y justo cuando estaba por hablar, noté su sonrisa burlona, lo que me hizo sonrojar inmediatamente.

-... No me digas que te enamoraste -dijo, provocando que mi rostro se tiñera de un rojo brillante.

Cubriéndome el rostro con las manos, balbuceé.

-Solo le dije que no quería casarme y listo.

-Wless, dime la verdad -insistió, y aunque traté de no verlo, sabía que su mirada estaba fijada en mí.

-Te estoy diciendo la verdad... O al menos parte de ella -me dejé caer de espaldas contra la cama, mirando al techo. Lo que había pasado entre la alfa y yo era tan confuso que aún no podía procesarlo bien.

-¿Cómo supiste que Susan te gustaba? -Le pregunté, queriendo cambiar de tema, aunque me daba un poco de miedo escuchar la respuesta.

Rye sonrió, mirando hacia el pasado como si se hubiera transportado a aquellos días.

-Me agradaba mucho su compañía. Había algo en ella que me atraía. Me hizo sentir... como si todo encajara, como si todo tuviera sentido. Su aroma, su presencia... -Se quedó en silencio por un momento, pero luego sonrió con nostalgia-. Con el tiempo, me di cuenta de que haría lo que fuera para verla feliz. Me enamoré de ella sin darme cuenta.

-Pero sí que tenías bien escondido tu lado cursi -comenté, con una sonrisa burlona, mientras veía cómo su rostro se sonrojaba ligeramente al recordar esos momentos.

-Al menos yo le hablé a quien me gustaba -dijo, lanzándome una mirada de desafío-. Apuesto a que ni le dirigiste la palabra a ese alfa por estar preocupada por tu boda.

-Te equivocas, sí hablé con ella -respondí rápidamente, sin pensar en las consecuencias, hasta que me di cuenta de lo que acababa de decir. Mi rostro ardió de vergüenza, y no pude evitar girarme para darle la espalda a Rye.

-¿E-ella? ¿Una alfa? -Rye parecía estupefacto, como si no pudiera procesar lo que acababa de escuchar. -Creo que no hice bien mi trabajo -dijo, y pude escuchar la risa que trataba de contener.

-¿Qué trabajo? -Le pregunté confundida, sin entender a qué se refería.

-El trabajo de alejar a todo chico que se acercara a ti -respondió, sin perder la sonrisa-. Aunque ahora tendré que preocuparme por esa alfa también.

-¡RYE! -exclamé avergonzada, y en un arrebato de vergüenza, lancé lo primero que pude encontrar. Rye, aún riendo, esquivó el objeto lanzado con facilidad.

-¿Qué? La abuela y la nana solían decirme que ese era mi trabajo como hermano mayor desde el día en que naciste -dijo, disfrutando cada segundo de mi incomodidad.

En ese momento, lo único que deseaba era que nunca le hubiera contado nada, porque ahora él tendría material para molestarme durante años.

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