Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

C2: Prueba de Fuego

Ya habían transcurrido dos largas horas desde que el "castigo" de nuestro mentor comenzó. Dos horas de interminables preguntas y repeticiones que solo servían para hacerme sentir más frustrada. Mientras tanto, yo sabía que tenía otros asuntos mucho más importantes que resolver, pero allí estaba, atrapada en un ejercicio innecesario, perdiendo el tiempo de una manera absurda.

El señor Lee, nuestro mentor, era conocido en todo el reino por su estricta enseñanza sobre las etiquetas necesarias para ser recibidos de manera apropiada por la realeza. Pero también era famoso por su carácter áspero y su escasa paciencia. Lo tenía frente a mí, caminando de un lado al otro como un animal enjaulado, observando con minuciosidad cada uno de nuestros movimientos.

—Muy bien, SeoJin—dijo el beta, deteniéndose frente a mi amiga y mirándola fijamente a los ojos—. En una gala, ¿cómo deben ser asignados los asientos?

SeoJin no titubeó ni por un segundo. Su voz fue firme y segura.

—Los asientos siempre deben asignarse de acuerdo al orden de precedencia —respondió, sin dudar, y luego agregó—: También se toman en cuenta factores como la edad o el lenguaje.

El señor Lee asintió, pero no parecía satisfecho. Quería algo más, algo que pudiera cuestionar. No dejó de caminar, sin darle un respiro a SeoJin.

—No se te olvide que también el interés de los reyes puede influir en esto —comentó, mientras su mirada se deslizaba sobre ella.

SeoJin asintió nuevamente, pero yo podía ver su rostro tenso, sabiendo que el beta no se detendría hasta que lograra encontrar algo en lo que falláramos. No era fácil salir bien librada de sus exámenes.

Al cabo de media hora, el señor Lee volvió a detenerse, pero esta vez se paró frente a mí, y el peso de su mirada me hizo sentir incómoda.

—Princesa, ¿qué me puede decir acerca de la vestimenta? —me preguntó, y aunque mi mente estaba aún ocupada en el estrés de la situación, me sentí sorprendida por la pregunta. ¿De verdad me estaba preguntando eso? Después de haber pasado horas estudiando leyes y normas de la manada, él me preguntaba sobre las etiquetas de vestimenta.

La molestia me invadió. A veces sentía que mi rango de princesa se reducía a ser simplemente una figura decorativa al lado de mi padre, el líder de la manada. Pero aún así, debía responder con cortesía, de lo contrario, todo podría acabar en una disputa inútil con él.

—Toda la familia real debe seguir un estricto código de vestimenta —respondí, manteniendo la calma, aunque por dentro me sentía irritada.

—¿Y en su caso, cuál sería? —insistió, sin darme descanso.

—Como mujer, debo usar sombreros para eventos formales con otras manadas —dije, respirando profundo, buscando no perder la compostura.

—¿Y en caso de que sea un evento de tarde? —El tono del señor Lee cambió ligeramente, y fue en ese momento cuando entendí lo que estaba buscando. Quería que cometiera un error, que respondiera algo que pudiera utilizar para demostrar que aún no estaba lista para tomar el rol que me correspondía. Estaba buscando que cayera en una trampa.

—Se deben usar tiaras —respondí, confiada de lo que sabía.

El señor Lee frunció el ceño y me miró fijamente.

—¿Usted puede usar tiara? —preguntó con una sonrisa casi burlona.

—No, solo las mujeres casadas pueden usarlas —respondí sin titubear, recordando las normas exactas que mi madre me había enseñado, ya que era una costumbre habitual para ella en sus tiempos como Omega Luna.

—¿Y cuando las llegue a utilizar, a qué distancia debe de encontrarse? —El tono de su voz se hizo más desafiante, y yo supe en ese instante que quería ver si me sabía los detalles más minuciosos.

—A 45 grados de la frente —respondí, sin ningún atisbo de duda, pues mi madre me había instruido en cada una de esas normas y códigos que ella misma aplicaba como Omega Luna.

—Correcto... —murmuró el beta, pero no parecía satisfecho. Continuó su caminata de un lado a otro mientras las dos nos observábamos disimuladamente, compartiendo una mirada silenciosa entre SeoJin y yo. Sabíamos que solo necesitábamos pasar este mal trago y podríamos escapar.

Los minutos se alargaban y yo comenzaba a sentirme agotada. En cualquier momento, sentía que estallaría. No aguantaba más esa prueba interminable, pero antes de poder pedirle que terminara, la puerta de la sala se abrió de golpe, y Dylan, el alfa, hizo su entrada.

—Joven Dylan, ¿acaso nunca le enseñaron educación en su casa? —la molestia era evidente en la voz del señor Lee, pero Dylan, como siempre, no se inmutó. A pesar de ser un rango inferior al de un alfa, no era fácil doblegarlo—. Es una falta de respeto ingresar de esa manera.

Dylan no dudó en defenderse.

—Perdóneme, señor, pero tenemos asuntos pendientes que resolver y necesito que las dos se retiren —dijo, mirando a ambas con una sonrisa de alivio, sabiendo que nos estaba sacando de allí.

El señor Lee, en un principio, parecía querer objetar, pero la mirada desafiante de Dylan parecía dejarle claro que no tenía mucho que hacer.

—Eso puede ser posible... —dijo finalmente, y yo sentí que finalmente podíamos respirar—. ¿Acaso cree que por ser alfa puede hacer lo que quiera? —El beta intentó mantener su postura, pero el tono de Dylan fue firme.

—No, pero esto no es prioridad como las cosas que tenemos que hacer —respondió él con tranquilidad.

El señor Lee, molesto, no respondió, y yo solo me sentí agradecida de poder irme de allí.

Al salir, Dylan nos dirigió a la entrada del castillo, y en el camino nos encontramos con Loon, el segundo al mando de mi padre, quien ya nos esperaba.

—Llegan tarde —dijo en un tono que no dejaba espacio para excusas, aunque su rostro mostraba claramente que estaba molesto.

—Perdón, pero el señor Lee nos castigó por llegar cinco minutos tarde —respondí, tratando de recuperar el aliento después de correr por casi todo el pueblo.

—Esta vez están perdonadas. Espero que no se repita —dijo, dándole a Dylan una espada que estaba apoyada a su lado—. Tu padre no podrá hacer la guardia hoy, así que tú ocuparás su lugar —dirigió la mirada a él—. Tú también, necesitas aprender lo que es el deber.

—Sí, señor —respondió Dylan, tomando la espada y marchándose hacia el bosque, donde solía hacer guardia su padre.

—Ahora ustedes dos —Loon se dirigió a SeoJin y a mí—. SeoJin, tu madre te necesita.

—Enseguida voy —respondió SeoJin, marchándose rápidamente, dejándome a solas con Loon. El ambiente entre él y yo era tenso, a pesar de que a los ojos de los demás parecía que manteníamos una buena relación. La verdad era que no soportábamos la presencia del otro.

—¿Qué quieres? —le pregunté, impaciente.

—Tu padre quiere hablar contigo —respondió él, sin dejar de observarme.

—Entonces que él venga a verme, que estoy muy ocupada —respondí, cruzando los brazos.

—Ya no todas tus tareas las hace Elizabeth —comentó, algo que no esperaba. Algo en su actitud había cambiado, y todos parecían tratarme diferente desde la mañana—. Así que ve a verlo antes de que agote su paciencia.

—Bien, en un momento iré —respondí, pero en lugar de seguir sus instrucciones, tomé una de las espadas que descansaban junto a él y me dirigí al bosque.

—¿A dónde vas? —preguntó Loon, desconcertado.

—A dar un paseo por el bosque —respondí con tranquilidad.

—¿Y la espada? —preguntó él, levantando una ceja.

—Uno nunca sabe. Mejor prevenir que lamentar —respondí, sin mirar atrás.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro